HISTORIAS DE LA HABANA: Por ahí anda la Macorina.

La Macorina en una foto real

No entendemos porque el popular tema “Ponme la mano aquí Macorina”, de Abelardo Barroso y la orquesta Sensación, escandalizó al mundo desde el punto de vista lésbico. Por mucho que lo escuchamos no le encontramos el significado, sin embargo medios de prensa latinoamericanos aseguraron en su momento que se trataba de la primera canción erótica que una mujer dedicaba a otra. Incluso fue prohibido en España durante el Franquismo.

En fin da igual, de todas formas no existen testimonios directos que demuestren que María Calvo y Nodarse mantuviera relaciones amatorias o sexuales con otras mujeres. Como tampoco importa cuál haya sido su historia, La Macorina o doña María Calvo Nodarse se hizo famoso no por puta, si no por ser la primera mujer en aprobar un carnet de conducir y pasearse por toda la habana conduciendo.

Por conquistar este derecho tuvo que enfrentarse a la moral católica de entonces que la llegó a tachar de “diabólica”. Los representantes eclesiásticos aseguraban que era todo un “un litigio” que una mujer obtuviera licencia de conducir. La situación provocó la celebración de varios juicios (hay prueba de ellos en el archivo jurídico de la nación), que acabaron con una sentencia favorable a María.
Se paseó con su convertible rojo por los alrededores de la calle Prado tocando el cornetín ante los aplausos de varias personas, que la admiraban.
El Diario de La Marina reflejó este hecho en una nota en la que titulaba: ‘La primera mujer chófer de Cuba’. Fue una hembra con una vida disipada y de lujuria, una reseña periodística diaria, una calentura tremenda de sus admiradores y un puñal en manos de sus detractores. Conocer su historia es hacer una inmersión a la glamurosa Habana del Tropicana y los gánsters y del trabajo sexual, que en su caso a modo de “cortesana”, fue quizás su mayor representación.

Su nombra real era María Constancia Caraza Valdés, nacida el 14 de marzo de 1892 en Guanajay, actual provincia de Artemisa, en el seno de una familia humilde y honorable, donde apenas «se hablaba para no ofender». La joven, por el contrario, desde sus primeras épocas, fue vivaracha, algo descarada y muy inquieta.

Por ello no sorprende que a los quince años se enamorara de un mozo salvaje con él que se fuga a la capital en busca de una nueva vida. Esa vida la inicia en una miserable casa de vecindad de la Habana Vieja. Allí, la atrapa su padre, quien exige un inmediato matrimonio para «lavar la deshonra». Sin embargo a papá no le quedó más remedio que ceder, ante la decisión de María de lanzarse desde la azotea llegado el caso.
---Entre sus conquistas más famosas estuvo la del presidente José Miguel Gómez, alias ‘El Tiburón’, a quien María fue leal hasta el final. Así lo demostró al defenderlo en el conflicto llamado ‘La Chambelona’.---
A partir de ahí, la hija de campesinos se olvida del noviecito adolescente y comienza a acercarse a ese destino de mujer imán que no la deja dormir. Una matrona se le acerca a ratos con regalos tratando de «abrirle los ojos». 

Más tarde, le trae a un caballero de cierta edad lleno de monedas y, a la semana, llegan varios más: todos entrados en años, ricos y generosos. Así, su armario se llena de pieles y costosos vestidos, sus dedos se introducen en sortijas valiosas y su libreta bancaria se hincha como un globo.

Se transforma, de la noche a la mañana, en una mujer rica, en la reina habanera de una prostitución selectiva, alejada de los burdeles y las basuras callejeras. De paso, abandona su nombre original y empieza a hacerse llamar María Calvo Nodarse, para olvidar la intolerancia de su progenitor, fallecido joven. 

Por esos años de principio de siglo muchos habaneros lloran a sus pies y le conceden un viejo anhelo: el volante. Según su licencia de conducción de 1917, se trata de la primera fémina que conduce un automóvil en Cuba, luego de recibir clases de Eladio Peñalver, su primer chofer y amigo íntimo. El hecho le da goce, glamour y, a la vez, le gana la ofensa del hormiguero femenino que no para de denunciar sus escandalosos amoríos.
---Chavela Vargas: “Pasaba en las tardes por donde yo vivía, en Prado y Malecón. Todo el mundo se volteaba por su belleza y porque no era nada común que una mujer manejara. Y es que ella no era una mujer común”. Por otro lado el artista plástico Cundo Bermúdez dedicó a este hecho, a su coche rojo y a María Calvo, un conocido cuadro.---
Envuelta en carnes, con un rostro lleno de lunares, grandes ojos negros, cabello corto e indiscutible carisma, la cortesana, juguete del Prado y el Malecón, se gana por sus andanzas en cuatro ruedas un apelativo ideal:

La Macorina, apodo que, según Guillermo Villarronda, de la revista Bohemia, le endilga un jovencito borracho de la capitalina Acera del Louvre, a un costado del famoso Hotel Inglaterra y que ella, aunque lo afirma en la entrevista, agregó que lo estuvo renegando durante 25 años. 

Entre 1917 y 1934 a La Macorina, amante Miguel Mariano Gómez, antiguo presidente de la República, le sobran bienes: cuatro residencias palaciegas, nueve autos, la mayoría europeos, varios caballos de raza y abundante dinero, más del que se puede ambicionar sin caer en el delito de la avaricia.

Miguel Ojeda Vila, en el libro La Macorina, nos habla sobre sus viajes: “Sin precisar fechas y lugares, las personas entrevistadas recuerdan que ella vivió también en España, México y París, y que enseñó a las criadas mexicanas a usar el trapeador para limpiar el piso. No permitía que ellas se arrodillaran sobre el suelo, frazada en mano, para tal labor, por considerarla degradante”. 

Pese a ello, no hay que engañarse, la dama es una despilfarradora compulsiva y sus catorce parientes tornarán el oro en fango. El primer golpe lo recibe durante la parálisis financiera de inicio de los años veinte surgida como resultado del brusco descenso de los precios azucareros que se produce al finalizar Primera Guerra Mundial y en 1934, con 42 años y un cuerpo marchito de manera temprana, se ve obligada a desvalijar sus mansiones y subastar hasta los clavos.
---Hacía fuertes donaciones a hospicios con niños menesterosos que no eran del agrado de los comités de damas católicas, las que ella calificaba de "putas hipócritas".---
Más tarde, funda un lugar de citas de la calle Príncipe número 155, entre San Francisco y Espada, primer piso, que funciona hasta los sesenta y es visitado por dueños de negocios de las cercanías temerosos de los escándalos y los hechos violentos de ciertos burdeles de menor rango. En este lugar los caballeros escogen a sus preferidas tras revisar un álbum de fotos. Las mujeres entran por Príncipe con un misterioso velo que les cubre el rostro y los galanes usan un camino contrario. 

LA REVISTA BOHEMIA LLEGÓ A ENTREVISTARLA

En 1958, a sus 66 años, María Calvo fue entrevistada para la revista Bohemia, por el único periodista que logró hacerlo, en su cuarto de la calle Apodaca en La Habana. 

¡Aquí esta la Macorina!. Así tituló Bohemia su entrevista

Tras preguntarle cómo fue su niñez y su adolescencia, ella contestó: “Nací en l892 en Guanajay en el seno de una familia bien […]. Vivíamos en un pueblo en las afueras de La Habana. La primavera en el campo embriaga. Yo tenía 15 años y la sentía en la piel, en los ojos, en el alma. La primavera me empujó a escapar de casa con un hombre que prometió amarme por siempre. 

Mis padres intentaron que regresara, pero seguí en La Habana con mi primer y único amor, aquél que recordaré hasta mi muerte. Él apenas podía garantizar nuestra seguridad económica. Un día apareció una mujer que dijo saber la forma en que podíamos vivir lujosamente. Yo accedí y con ese tremendo error comenzó una etapa de mi vida que dio origen al mote, al danzón y al son que tanto odio”.

¿Por qué el sobrenombre de ‘La Macorina’?

“Fue así de sencillo: en La Habana de entonces había una popular cupletista a quien llamaban ‘La Fornarina’. Una noche me paseaba por una de las calles más populares de la ciudad, cuando un borrachín, confundiéndome con ella y pensando que su nombre era ‘Macorina’, comenzó a llamarme a grandes voces. La gente celebró el suceso con risotadas y a partir de ese momento me endilgó ese nombre.

Sin embargo, con esto del mote hay tela por donde cortar. Las historias van de un desempleado que se buscaba la vida como travesti, que llamo Macorina, y que actuaba en las populares fiestas de charangas, y la otra es que se trataba de un juega de palabras para ocular "maricona", debido a los comentarios lésbicos que le señalaban sin prueba alguna. 

En esos años, incluso hasta bien entrados en la década de los 50, esta inclinación u opción sexual era considerada en el código penal Cubano como "pedofilia", de ahí que le hayan señalado como "tortillera" para acrecentar aun mas "su delito". Y si lo fue que más da. 

En un final en esa época en Cuba hubo muchos y muy famosos que no se escondían. Desde el coreógrafo Rodney, el declamador Luis Carbonell o el actor Marlon Brandon que todos los años visitaba la Habana. Los escritores Lezama Lima y Virgilio Piñera en fin...

Es más, lo fue el mayor general de la guerra de independencia Julio Sanguily, para que vea. Así mismo las icónicas Greta Garbo, Isadora Duncan o Marlene Dietrich eran lesbianas, y todas están en un pedestal. Imagínese usted la Macorina entonces que iba por libre. Lo más probable es lo fuera también.

El crack de los años 30 y el comienzo del fin

¿Cómo te afectó la crisis del 30? ...

"Mi estrella comenzó a declinar. Vendí mis nueve autos, mis cuatro mansiones, mis vestidos, joyas, pieles... Los que antes me adulaban, ahora volvían la cara". Así pasó sus últimos días en la popular calle Galiano: sin familia, a pesar de las cantidades de dinero que siempre le remitía mensualmente, sin amistades ni gente conocida y con muy pocos recursos, más algún vestido que guardó de recuerdo. 

Casimira Lamas, una de sus vecinas, fue la última persona que la vio con vida. Aseguró que María le pidió que el día de su muerte le pusiera el vestido amarillo y que no le dijera a nadie que era ‘La Macorina’. Se certificó su muerte por un problema cardiaco y María Calvo dejó de vivir el 15 de junio de 1977, a sus 85 años de edad. Casi diez años después, el 4 de agosto de 1986, su cadáver fue exhumado y sus restos trasladados a un osario. 

"La Macorina no se ha ido del todo", dijo Fernando Hernández Benitez, quien era encargado jefe de esa sección del cementerio de Colón donde fue sepultada. "Su fantasma curvilíneo anda y desanda la ciudad, y a veces, negligentemente tendida sobre una desgastada piel de armiño, dormita sobre el malecón habanero".

Fuente: El Mercurio de Chile // Primera Plana de México // Bohemia
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