Seis de junio de 1762: Se inicia la toma de La Habana por los ingleses


Un día como hoy, de 1762, La Habana era tomada tras un asedio de 64 días. Una poderosa escuadra mandada por el almirante Pocock formada por 74 buques de guerra y 22.327 hombres. Como general en jefe de las fuerzas de tierra fue nombrado por Jorge III el teniente general Jorge Keppel, conde de Albemarle.

La Habana era la principal plaza conquistada por el ejército de Su Majestad Británica en la América hispana. Un objetivo clave por tratarse del puerto desde el cual se controlaba el retorno de las naves españolas en su regreso a la Península. Ahí se organizaban los principales envíos de los caudales del rey y de particulares.

Para los ingleses su captura significaba el cierre del paso del océano a las flotas españolas, ampliando el comercio inglés en las Antillas y en todas las costas del Caribe, pero también era un puerto importante, tanto por su posición estratégica como por la presencia de un astillero y un arsenal destacables.

El 7 de junio desembarcaron los británicos tomando posiciones el día 8. La situación en la ciudad era difícil y sólo se consiguió reunir unos 7.000 hombres en condiciones de tomar las armas para la defensa, pues la fiebre amarilla hacía estragos en las fuerzas de la guarnición y de la escuadra anclada en el puerto de La Habana. No funcionaban la mitad de los fusiles de los almacenes, pudiéndose reunir escasamente 2.000 incluyendo en esta cifra escopetas de caza de los particulares.

La toma del castillo del Morro, bastión principal para la defensa de la ciudad, será el objetivo esencial que persigan los ingleses. Asentadas en Guanabacoa y en las alturas de La Cabaña, el 29 de julio las tropas de Albermale consiguieron asaltar el Morro (llave de la ciudad).

La defensa de la fortaleza fue tenaz por parte de las tropas
(unos 4.000 hombres) dirigidas por Luis de Velasco, muerto en la defensa y considerado un héroe, de manera que fueron necesarios refuerzos llegados desde Nueva York para lograr su capitulación el 30 de julio. Días después cayeron la fortaleza de La Punta y la guarnición de La Fuerza.

Los ingleses continuaron el sitio hasta el 11 de agosto en el que la Junta de Defensa, formada por Juan de Prado, Gutierre de de Hevia, marqués del Real Transporte, y José Manso de Velasco, conde de Superunda, ex virrey del Perú, como figuras principales, enarboló la bandera blanca. El 12 de agosto, ante Pocock y el conde de Albemarle, Juan de Prado y el marqués del Real Transporte, comandante general de la escuadra de Su Majestad , firmaron la capitulación de La Habana

La pérdida de la plaza significó un duro golpe para el gobierno de Madrid, reafirmando la hegemonía de Gran Bretaña alcanzada tras el statu quo surgido de la Paz de Utrecht (1713). A partir de esta fecha, España había pasado a ser en Europa una potencia de segundo orden, mientras durante todo el siglo XVIII la rivalidad protagonizada por ingleses y franceses será encarnizada, sobre todo en lo concerniente al control del ámbito americano donde España conservaba enormes posesiones.

Según el prestigioso investigador inglés, Hugh Thomas, que ahonda en el tema desde su perspectiva británica, asegura que una vez capitulada la plaza, todos los peninsulares se marcharon, quedando sólo las autoridades criollas, y la colaboración se dio desde el propio Cabildo, debido a las malas
relaciones reinantes entre criollos y peninsulares.

Que los dos alcaldes de La Habana, Pedro José Calvo de la Puerta y Pedro Beltrán de Santa Cruz, continuaron en sus puestos, celebrando audiencias, al igual que los seis regidores y los otros miembros del Cabildo con misiones concretas. En gran parte estaban unidos por lazos familiares e intereses comunes: eran la oligarquía de la ciudad.

La mitad de los propietarios del Cabildo eran propietarios de molinos azucareros. La actuación directa del gobernador no era realizada a través del Cabildo, sino de un delegado criollo con la categoría de lugarteniente del mismo. El primero en desempeñar tal función fue Sebastián Peñalver, criollo de 3ª generación.

CONSECUENCIAS

La Corona tomó conciencia de las posibilidades económicas que podía generar la explotación azucarera por lo que facilitó la entrada de negros para las plantaciones azucareras accediendo a las demandas de la oligarquía criolla

En 1760, poco antes de ser ocupada la ciudad, se calculaba había unos 80 trapiches azucareros en torno a la capital y unos 50 en Santiago de Cuba (en el resto de la isla el número era mínimo). La ocupación pudo abrir nuevas perspectivas económicas; el comercio se amplió y la introducción de unos 5000 esclavos en sólo once meses estimuló la producción azucarera.

La restauración española fue acompañada de medidas económicas favorables, que estimularon la fundación de nuevos ingenios. En 1779 había en Cuba más de 600 ingenios, con una producción total de cerca de de 5600 toneladas, que abastecía íntegramente el consumo de España.

La producción siguió aumentando hasta duplicarse en diez años, pero el mercado español era limitado, surgiendo una crisis de superproducción. La rebelión de Haití creó en 1792 nuevas condiciones favorables para Cuba. Para el historiador cubano, Moreno Fraginals, este suceso histórico ha sido el punto focal de la historia tradicional de la isla, “donde mito y realidad se confunden”.

La carga ideologizante dada por la oligarquía criolla fue de una gran importancia dentro del proceso formativo de la conciencia nacional cubana, por lo que el historiador cubano cree necesario un replanteamiento “no de los hechos, que han sido muy bien estudiados, sino de las categorías manejadas por los historiadores tradicionales”.

La ocupación británica pudo servir para abrir los ojos a España y hacerle ver las posibilidades económicas de la isla de Cuba. Como Celia Parcero mantiene, no fue determinante en el comienzo de la prosperidad de la ciudad ni de la isla la dominación inglesa49, pero gracias a las medidas tomadas y los cambios producidos a raíz de tal suceso Cuba llegará a ser considerada como la “Perla del Caribe”.

Maldita Hemeroteca

Condensado de Sigfrido Vázquez Cisneros / Universidad de Sevilla // "La Habana Británica: Once meses claves en la historia de cuba". Fuentes: MORENO FRAGINALS, Manuel Cuba/España, España/Cuba. Historia común, Barcelona, Ed. Grijalbo Mondadori, 1995. /7 PARCERO TORRE, Celia María, La pérdida de La Habana y las reformas borbónicas en Cuba (1760-1773), Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, 1998. //THOMAS, Hugh, Cuba, la lucha por la libertad: 1762-1970, vol. I., Barcelona, Ediciones Grijalbo S.A., !973
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