INSIDIAS: La cara oculta de Antonio Maceo

Masó primero a caballo por la izquierda

Existen dos testimonios significativos que demuestran los conflictos del general Maceo con distintos jefes mambises, "Memorias de Guerra", del general dominicano Enrique Loynaz del Castillo, y "Diario del soldado", del médico y periodista Fermín Valdés Domínguez. 

Pero no solo Maceo, Máximo Gómez tuvo también su gran cuota de enfrentamientos. Veces hosco, como sucedió el 18 de octubre de 1894 en el hotel de Madame Grifou, y que según relato de Márquez Sterling, en referencia al viaje a México, el generalísimo se mostró bastante molesto con Martí por considerar que ignoraba la autoridad de Maceo en relación a este viaje: 

Vea Martí, limítese a lo que digan las instrucciones y en lo demás, el general Maceo hará lo que deba hacerse”.

Otras, creando mal entendidos y no atajando situaciones de falsas acusaciones e insidias a su debido tiempo. Y es aquí donde reproducimos unos apuntes de una conferencia, celebrada en el centro de estudios de la defensa nacional española en 1994, donde el doctor y teniente general español Guillermo Calleja Leal, vocal de la comisión histórico militar, ofreció a raíz de cumplirse el centenario del la guerra de Cuba. 

Este conferencista enmarca este suceso como el "Factor Cubano", y ofrece una de las razones por las cuales la historiografía haya mitificado el
«grito de Baire» en detrimento de los gritos de Bayate, de Ibarra o de Guantánamo y por ende del general manzanillero Bartolomé Masó, en su eterna discordia con el lugar teniente general Antonio Maceo. 

De más está decir que todos fueron levantamientos simultáneos, y señalar en la historia de Cuba al de Baire como protagonista, ha sido un error garrafal de quien sea. 

Veamos.... 

Cuando desembarcaron en Cuba los jefes principales del movimiento, Máximo Gómez y
Antonio Maceo, prestigiosos militares, y José Martí, jefe civil y alma del mismo, la
revolución Ya estaba en marcha. 

El general Bartolomé Masó era entonces el centro de la
revolución, él se había encargado de organizar y armar el llamado Ejercito Libertador,
y puso en manos de éstos la dirección de la contienda.
En la última sesión de la Asamblea de Representantes en Jamaguayú, el 18 de
septiembre de 1895, Máximo Gómez fue nombrado general en jefe o generalísimo del
Ejército; Antonio Maceo, lugarteniente general; y Tomás Estrada Palma, agente
diplomático en el extranjero. 

Por otra parte, el Ejército Oriental quedó dividido en dos Cuerpos. El primer Cuerpo quedó
a cargo del general Maceo; mientras que la jefatura del segundo Cuerpo fue dada al
general Masó. Por supuesto, ambos Cuerpos de Ejército estaban a las órdenes de
Máximo Gómez como general en jefe. 

Pocos días después tuvo lugar un gran
enfrentamiento entre Antonio Maceo y Bartolomé Masó, que junto con
Máximo Gómez eran los principales generales en 1895. Este enfrentamiento provocó
una profunda crisis en el movimiento revolucionario cubano hasta el punto de que hizo
aparecer en las filas mambisas el fantasma de los pasados enfrentamientos y
pronunciamientos que caracterizaron la campaña del 68 y que tanto favorecieron al
Ejército español en la llamada Guerra de los Diez Años (1868-l 878). 

El general Antonio Maceo, cuyo afán era reunir ambos Cuerpos del Ejército Oriental en
un único contingente para realizar la invasión, tenía para Masó el mayor de los respetos
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y las más altas consideraciones. Le había aclamado públicamente como futuro
presidente y veía en él a uno de los pocos jefes militares de la campaña del 68 que se
había opuesto a la firma de la Paz del Zanjón de 1878. 

Sin embargo, Masó discrepaba con Maceo en cuanto a la estrategia a seguir, es decir, no
era partidario de unificar al Ejército para lanzarlo en una carrera militar de Oriente a
Occidente. Así lo había expresado Masó: La idea de llegar no a Pinar del Río, sino a La Habana desde la Sierra Maestra, es
ilusoria. iQué hombres harían la jornada de infantería? 

Con qué caballos? donde
se aprovisionaría ese Ejército?, y n caso de derrota, adónde se retirarían a reponerse?. En los llanos no hay emboscadas, tiroteos ni pequeños fuegos, hay que presentar
batallas Cómo que artillería, con qué armas y de donde viene el parque?.

Eso en
cuanto a nuestro Ejército.
En cambio el enemigo tiene las ventajas mayores y mejores comunicaciones por mar y
tierra, muchos caminos, carreteras, muchos pueblos fortificados, cruzados de ferrocarriles
de vía ancha y estrecha, cómo sacar 1.400 hombres con 15.000 tiros a diez tiros por
soldado para recorrer 424 leguas, la mitad de sabana, por entre 42 aguerridos generales
españoles seguidos de 10.000 soldados, bien vestidos, bien comidos, mejor municionados,
y con ellos a la más escogida oficialidad? 

El general Bartolomé Masó pensaba de forma lógica y adecuada. Conocía mejor que
nadie las necesidades y las posibilidades de un Ejército que él mismo había armado y
organizado en Oriente hasta que lo entregó a Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí cuando llegaron a Cuba. 

Lo mismo pensaban los demás jefes militares, excepto
Gómez y Maceo.
Según Bartolomé Masó, la invasión debía desarrollarse de forma escalonada, progresiva,
de provincia a provincia. Esto es, de Oriente a Camagüey, de Camagüey a Las Villas, de
la Villas a Matanzas, de Matanzas a La Habana y de La Habana a Pinar del Río. 

Además,
en este avance debía de contarse siempre con el contingente de cada jefe provincial.
Sin embargo, su forma de pensar sobre la estrategia a seguir, le costó a Masó que se le
acusara de opositor a la invasión, además de otras gravísimas acusaciones infundadas;
hasta que, al fin, pudo demostrarse su inocencia y la campaña de calumnias que fue
creada en su contra por sus enemigos. 

Por supuesto, ni Bartolomé Masó, ni tampoco los altos jefes mambises podían
imaginarse el plan de invasión que luego se llevaría a cabo.
Maceo sentía las caricias de la gloria que le impulsaba poderosamente a Occidente en
una galopada frenética. Admiraba a Masó, pero veía en él un serio obstáculo para la obra que le inmortalizaría. 

La crisis se inició el 2 de octubre. 

El general Jesús Rabí, a las órdenes de Maceo, se
presentó ante el comandante Belisario Ramírez, que estaba a las órdenes de Masó, para
comunicarle verbalmente y en un documento firmado por él mismo, que había sido
nombrado jefe del segundo Cuerpo por Máximo Gómez, por lo que le ordenaba que
acuartelara inmediatamente todas las tropas disponibles, tanto soldados como oficiales. 

Sin embargo, durante todo el mes de octubre, Bartolomé Masó siguió recibiendo
comunicaciones del propio general Gómez y del Gobierno, en las que se dirigían a él en
calidad de jefe del segundo Cuerpo. Por ello, Masó no prestó mayor atención a este
asunto y continuó al frente de sus tropas. ¿A quién iba a obedecer, a un subordinado o
al propio general en jefe Máximo Gómez? 

El 20 de octubre, Antonio Maceo envió su comunicación No 25 al general Masó, diciéndole
que ya no era el jefe del segundo Cuerpo, tal como lo habían comunicado el general Rabí
y el Gobierno. Además, le recriminó por haber expuesto a Gómez sus ideas sobre la
formación del contingente invasor, y el que hubiera escrito al secretario de la Guerra y al
presidente de Gobierno en un intento de incumplir la orden del general en jefe para que entregara sus tropas.

Maceo consideraba que con esa actitud estaba creando serios
perjuicios a la marcha de la invasión, y le ordenaba que se separara del segundo Cuerpo
hasta que Gómez procediera a hacer lo que creyera conveniente.
Sin embargo, lo cierto es que Gómez no había nombrado a Jesús Rabí jefe del segundo
Cuerpo, y tanto el Gobierno como Gómez, seguían tratando a Masó como jefe de dicho
Cuerpo. 

Masó contestó valientemente a Maceo exponiéndole que en sus cartas no había nada de
lo que pudiera deducirse que quisiera evadirse del cumplimiento de dicha orden de
Máximo Gómez, que no aceptaba el que le negara el derecho
de exponer sus ideas a Gómez. En realidad, en todo este enfrentamiento entre Maceo y Masó, gran culpa tuvo Máximo
Gómez con su peculiar forma de ser, siempre tan descuidado en los formalismos.

El
general en jefe se dirigía en todo momento a Masó como jefe del segundo Cuerpo y, hasta
entonces, jamás le había ordenado que entregara sus tropas para la formación del
contingente invasor. Por otro lado, tampoco le había aclarado a Antonio Maceo que
Bartolomé Masó seguía siendo el jefe del segundo Cuerpo. 

Naturalmente, por este malentendido creado por Gómez, Maceo había nombrado jefe
interino del segundo Cuerpo al general Jesús Rabí en su condición de lugarteniente
general del Ejército; y Masó, no reconocía tan nombramiento hasta que no se lo
comunicara Máximo Gómez.
Además de toda esta controversia basada en la situación equívoca creada por el propio Gómez, un papel fundamental en todo este asunto lo tuvo la intensa campaña de
calumnias promovida por los enemigos de Masó, de la que Maceo se hizo eco.

Maceo estaba
muy impaciente por iniciar la campaña de la invasión.
Luego, el 27 de octubre, el secretario de interior, Santiago García Cañizares, violento con
los informes llenos de calumnias contra Masó, propuso al Gobierno en Pestán, que Masó
fuera destituido en la Jefatura del segundo Cuerpo. 

Afirmaba que Masó no atacaba
órdenes de Máximo Gómez al negarse a entregar sus tropas, lo cual era totalmente falso;
y partiendo de esta falsedad, deducía que Bartolomé Masó tenía una idea preconcebida
contra la invasión y por ello contra la Patria. Es decir, que Bartolomé Masó era poco menos que un traidor. Todo era falso. 

El día 9 de octubre, tan pronto como Bartolomé Masó recibió la orden de Máximo Gómez enviada desde el cuartel general de la Mitilde de Imías, inmediatamente entregó sus tropas de forma disciplinada. Dicha entrega tuvo lugar el 4
de noviembre a través del general Jesús Rabí, enviado por Antonio Maceo. 

Masó sentando al medio 

El 13 de noviembre, el Consejo de Gobierno. reunido en la Yagua, recibió una
comunicación de Maceo con graves acusaciones contra Masó. Fue entonces cuando el
Gobierno, ante estos hechos, determinó la formación de una comisión compuesta por
el secretario de Interior, Santiago García Cañizares, y el subsecretario de la Guerra, el
general Mario García-Menocal. 

Dicha comisión, quedaría encargada de estudiar
el expediente promovido por Maceo contra Masó, así como escuchar las alegaciones de
Masó en su defensa.
Con todo, no cesaron las amenazas de Maceo alentadas por los enemigos de Masó a
través de rumores y falsedades. Maceo no cesaba en su actitud
hostil e intentando llevar a Masó ante un consejo de guerra al margen del
Gobierno, entendiendo que ese no era asunto de su competencia. 

El 1 de diciembre de 1895 la crisis creada por el enfrentamiento entre Maceo y Masó
llega a su cenit. 

Las graves acusaciones formuladas por Maceo ante el Gobierno
provocan el que Máximo Gómez, en el cuartel general de La Reforma, envíe a Masó la
orden de su cese como jefe segundo del Cuerpo.
Dicha orden decía: 

«En virtud de no haber Ud. cumplimentado la orden que no se transmitiera de poner
a disposición del mayor general Maceo, jefe nombrado del Cuerpo del Ejecito
Invasor, todas las fuerzas del segundo Cuerpo del Ejército que Ud. mandaba, y
habiéndose por esa causa sucedido demoras y trastornos, y lo que es más, crear
desavenencias sensibles entre Ud. y el general en jefe del Ejército Invasor,
principalmente en los momentos en que todo debe ser puntualidad y concordia, para
el mayor éxito de las operaciones. 

Por todas estas razones, queda Ud. desde esta fecha, relevado del cargo de jefe del
segundo Cuerpo del Ejército ordenándole debe ponerse directamente a las órdenes
de la Secretaría de Guerra, para que disponga además, si así lo cree conveniente,
la información clara respecto a los móviles que ha tenido para celebrar conferencias
con el traidor Juan Ramírez, de Manzanillo, toda vez que ya el Gobierno, viene
tomando parte y conocimiento de este último concepto.
P. y L. La Reforma. Diciembre de 1895.» 

Conclusión, que Masó era acusado de no entregar sus tropas a Maceo, provocando con
ello demoras y trastornos, y sobre todo, desavenencias con Maceo, y también, de alta
traición al tener contactos con un autonomista, lo cual le hacía merecedor del
fusilamiento. 

Ese mismo día, Bartolomé Masó elaboró un expediente de protesta que dirigió a Máximo
Gómez con 14 documentos que demostraban su inocencia en todos los cargos que había
contra él, quedando con ello Antonio Maceo muy mal parado. Entre los principales puntos del expediente elaborado por Masó, figuraban los siguientes:

 1. Masó acusa a Maceo de haber sido ofendido, maltratado y amenazado de forma
injusta, por lo que exige la inmediata reparación y el castigo para el que sea culpable. 

2. Demuestra que en cuanto recibió la orden de Gómez, en las Tunas, puso sus tropas
en manos de Maceo para la creación del contingente invasor; tal como se lo hizo
saber a Maceo en su respuesta a la comunicación del 20 de octubre. 

3. Masó ordenó a las Brigadas de las Tunas y Jiguaní que acudieran sin demora al
primer aviso de Maceo, como asi hicieron.
4. Maceo había inventado con evidente mala fe una conducta de desobediencia e
indisciplina que solo existía en su imaginación preocupada por algún deseo
insatisfecho. 

5. En cuanto a las Brigadas de Jiguaní y Bayamo, Maceo no sólo se había dirigido a
subalternos de Masó, sino que había pedido el doble de las fuerzas existentes,
creando el desconcierto por su total desconocimiento del estado de organización del
segundo Cuerpo. 

Que Maceo había exigido a los coroneles Francisco Estrada y Esteban
Tamayo, así como al teniente coronel Dimas Zamora, la entrega de 100 ó 150
hombres perfectamente armados. Sin embargo, Esteban Tamayo no mandaba tropas,
y los otros dos, Francisco Estrada y Dimas Zamora, sólo contaban con 70 u 80
hombres. 

6. El propio Gómez había sugerido a Masó por una comunicación, que el segundo
Cuerpo contribuyera con 250 hombres armados, ya que entonces resultaba
imposible enviar  ni a 100 al no haber armas de
precisión para tantos. Por ello, Masó mandó concentrar las fuerzas de Manzanillo y
Bayamo para marchar con ellas a las Tunas ,y así dar tiempo a resolver el problema del
armamento. 

La comisión que había creado el Gobierno para investigar el caso, formada -como
dijimos- por el secretario de Interior, Santiago García Cañizares, y el subsecretario de la
Guerra, el general Mario García-Menocal, dictaminó lo siguiente: 

Nada hay en Masó que
justifique los cargos contra el mismo, y estimando que si alguno hubo fue por
exceso de celo en el cumplimiento del deber. No hubo indisciplina, no hubo demora.
Ni hubo, por tanto, trato con traidores. 

Por otra parte, el general Bernabé Boza, jefe de Estado Mayor del general en jefe, se vio
obligado a publicar lo siguiente sobre la destitución de Masó: 

«Si honrando la verdad histórica me he visto obligado a publicar este suceso,
cumplo mi deber y lo hago con gusto, manifestar que en nada pudo afectar la
envidiable reputación del Venerable Patricio Oriental tan enojoso asunto. 

Cuando cesó en el mando del segundo Cuerpo, pasó a ocupar su puesto de
vicepresidente, en el Consejo de Gobierno de nuestra República. Y al efectuarse las
segundas elecciones de 1897, fue elegido presidente de la misma con el agrado y
la voluntad de los revolucionarios cubanos en armas».
Bueno, iy qué pasó con el general Antonio Maceo? 

Una vez demostrada la inocencia de
Bartolomé Masó, hubo un intento de llevarle ante un Consejo de Guerra; sin embargo, fue el propio Masó quién lo impidió retirando todos sus cargos contra Maceo diciendo a
la comisión gubernamental: «Maceo es un gran general, un gran patriota y la causa le
necesita». 

Este enfrentamiento entre Maceo y Masó jamás ha sido tratado en profundidad en
ningún libro de historia, salvo en la vetada obra de Rufino Pérez Landa. Masó fue autor
del grito de Bayate el 24 de febrero de 1895, por lo que darle el valor que realmente tuvo equivaldría a
engrandecer la figura del hombre que se enfrentó a Maceo por sus diferencias en cuanto
a la estrategia a seguir en la guerra.

Nota: 

Entre las tantas cuestiones por las cuales Tomás Estrada Palma fuera elegido como primer presidente de Cuba republicana fueron, las conocidas posiciones de Masó en contra de una ocupación norteamericana. 

La prensa "lo tiró al medio" como se suele decir, cuando el periódico "El Mundo" publicó una carta suya al
general José Lacret, donde terminaba diciendo esto: 

«Ese derecho es el de la fuerza, del que ha nacido la Ley Platt, esa decantada Ley que tan horrorosa decepción nos ha hecho sufrir, haciéndonos aceptar entre otros el juicio del profesor italiano Camarazza Amari que “condena la intervención como resultado de la tendencia que tienen siempre de dominar a los débiles e imponerles su Ley y atacar a su vez a la autonomía de los Estados”».

Como era de esperar, la publicación de esta carta hizo disminuir las posibilidades de
Masó para ser el primer presidente de Cuba. En el mes de julio, Máximo Gómez se
entrevistó con Estrada Palma y en aquella entrevista la suerte quedaba ya echada para
el iniciador de Bayate. 

El día 3 de octubre el general norteamericano Leonard Wood nombró la Junta General de Escrutinios, formada exclusivamente por cinco partidarios de Estrada Palma: Méndez Capote como presidente; Enrique Villuendas, como secretario; y como vocales Diego Tamayo, Martín Murúa Delgado y Alfredo Zayas. 

Por tanto el martes 31 de diciembre de 1901 se efectuaron unas elecciones presidenciales, y aunque fueron muchos los partidarios de Masó, la victoria de Estrada Palma no era un asunto discutible para Washington.

Maldita Hemeroteca.

Fuente: Tomado de "El factor Cubano". Una revisión histórica del primer centenario de la guerra de Cuba por el doctor y teniente general del ejercito español, Guillermo Calleja Leal / vocal de la Comisión Española de historia militar.
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