Misterios de una época

Madrid 1880

Uno de los tantos capitanes generales que tuvo Cuba en su historia colonial fue el guipuzcoano Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata. (Guipúzcoa 16 de mayo de 1833 – Madrid 4 de abril de 1906). 

Entrando ya en materia, lo cierto es que no sabríamos explicar muy bien que tipo de amistad fue la que unió a este señor con el mayor general del ejercito libertador cubano Calixto García Íñiguez. Con solo repasar un poco la historia del caudillo holguinero, bastaría para entender que en un momento de su vida debió estar agradecido al enemigo, entre otras cosas porque fueron ellos los que le salvaron la vida cuando se pegó el tiro en agosto de 1874. 

Además porque permitieron que tanto su madre Lucía, como su esposa Isabel y sus hijos, pudieran acompañarlo en el destierro. Hasta aquí sería entendible, porque lo cortés no quita lo valiente. Erenas ya había estado en Cuba desde el mes de enero de 1859 en compañía del nuevo jefe de Estado Mayor, el brigadier Antonio Peláez Campomanes y luego, en 1879, cuando el general Arsenio Martínez Campos sustituye a Antonio Cánovas del Castillo en el gobierno de España le nombra al frente de la capitanía general de Cuba, cargo que ocupa hasta el 1981.

Calixto
Para 1878 la insurrección cubana había quedado liquidada con la paz del Zanjón, y lo poco que quedaba rebelde en Oriente, en la llamada guerra chiquita, fue anulado para el 1880.

El 1 de junio se produce la rendición de los generales José Maceo y Guillermón Moncada pese al gran arraigo que tenía este último en zonas como Guantánamo y Baracoa y quienes por cierto, y por si no lo sabe, se les permitió abandonar la isla luego de recibir una importante compensación económica.

Por otro lado Calixto García, aislado por completo, también depuso las armas a los nueve meses de haber comenzado el conflicto; y de haber declarado Erenas el estado de guerra en la isla. No obstante lo curioso aquí fue que, además de esto, Erenas fue uno de los que se opuso diametralmente al fin de la esclavitud en Cuba, lo que fue ratificado el 6 de diciembre cuando el senado español rechazó la ley de abolición.

Recordemos que había sido ese, la abolición de la esclavitud, uno de los puntos por el cual se alzaron los cubanos en 1868, entre ellos el propio Calixto. La liquidación de aquel levantamiento fue muy celebrada en España, sobre todo en la figura de Blanco Erenas que se llevó todos los honores, tanto de la prensa como de la clase política. Tanto fue así, que el gobierno le concedió la Gran Cruz Laureada de San Fernando, la más alta y preciada distinción que se otorga en este país.

Sin embargo para el 30 de abril, Blanco, en contra de las medidas liberalizadoras del Gobierno, renuncia a su cargo y es enviado a España como capitán general de Cataluña. Su delicado estado de salud hace que el 19 de enero de 1883 fuera trasladado a Madrid como director general de Artillería, y es aquí cuando Calixto García le visita en su oficina del paseo de la Castellana.

Volvemos a preguntarnos, ¿qué nivel de agradecimiento fue capaz de poner en segundo plano el fracaso de una guerra de diez años, otra de nueve meses y encima de tener que aceptar la rendición y la deportación cuando aún faltaban tres años para que se decretara el fin de una esclavitud?. ¿Sería capaz usted de entenderlo?.

Erenas
Cuando asesinan al residente Cánovas en el balneario de Santa Águeda, en Mondragón, Weyler es relevado de sus funciones en Cuba y el sustituto, Práxedes Mateo Sagasta, envía a Erenas de nuevo a Cuba como capitan general el 3 de octubre de 1897. 

A la isla llegó con una misión, la de conseguir la paz, decretar la amnistía de los rebeldes y ofrecer un plan de autonomía que al final resultó un fracaso. 

La respuesta del mayor general Máximo Gómez a este ofrecimiento fue la de ajusticiar a todo aquel que le hablara de rendición, si no llevaba implícita la libertad de Cuba, mientras que por el otro lado ya se daban los pasos con el presidente MacKinley para la invasión norteamericana.

Entre 1897 y 1898 Erenas, en su papel de gobernador militar y general en jefe de las operaciones, se preparó como pudo para la defensa ante una posible invasión y, cuando se produjo, a partir de que el 15 de febrero el acorazado Maine saltó por los aires, presa del desespero hizo un fallido llamado a la unión entre españoles y cubanos para repelerla. 

Ya para entonces su gran amigo holguinero no quería saber de él ni por correspondencia. De hecho fue Calixto, precisamente, quien coordinó aquel ataque mancomunado entre los marines norteamericanos y los mambises por la playa de Daiquirí, en Santiago de Cuba. 

Total que con la claudicación de Santiago, Erenas deja organizada la evacuación de los soldados españoles y, el 30 de noviembre, parte para Madrid donde muere siete años después a los 73 años. Y llama la atención que siendo vasco, su cadáver haya sido sepultado en el cementerio de Montjuic en Barcelona. 

Por su parte Calixto, como ya sabemos, fue designado por la asamblea de representantes al frente de la comisión que iría a Washington a coordinar un empréstito financiero para licenciar al ejército libertador. Lo que son las cosas, no regresó vivo a Cuba pues falleció de neumonía el 11 de diciembre de 1898.

Maldita Hemeroteca
Articulo Anterior Articulo Siguiente