EDUARDO MARMOL: Apostata no sé, pero asesino sí.

Paisaje de Tacajó, en la provincia de Holguín

La historiografía cubana, en torno a la guerra de independencia, se ha encargado de dar un portazo a la marginalidad que sufrieron los negros que fueron incorporados al Ejército Libertador, al punto de que la bibliografía existente referente a al tema es sumamente escasa. Ni siquiera fueron recogidos sus nombres, aún cuando dieron la vida por la libertad de Cuba.

Son mínimas las referencias que existen sobre la emancipación de los esclavos, las aspiraciones de los negros y principalmente la marginación, discriminación social y el racismo que este sector social sufrió durante los 30 años que duró el período de la tres guerras; y un ejemplo más que fehaciente se los traemos en esta anécdota ocurrida durante la guerra de los diez años.

En 1869 el rico terrateniente santiaguero Donato Mármol Tamayo, intentó contrarrestar las ideas guerreristas y dictatoriales, así como la manera muy particular de conducir la guerra, del doctor Carlos Manuel de Céspedes.

Lo hizo impulsado por su primo Eduardo Mármol Ballagas, y aunque a la larga no logró su objetivo, fue un fortísimo halón de orejas para Céspedes en aquella reunión del 9 de febrero de 1869 en Tacajó, donde estuvo presente también el traicionado don Francisco Vicente Aguilera, el hombre más rico de Oriente, el soporte económico y verdadero iniciador de aquel levantamiento. No obstante Donato terminó por aceptar a Céspedes como máximo jefe.

Eduardo Mármol, que tenía en propiedad más de 300 caballerías de tierra y a saber cuantos esclavos, llegó a ser un general de brigada mambí que cayó herido en la localidad de Santa Brianda de Altamira, en Camagüey, el 5 de julio de 1870, por tropas al mando del general Alicantino Ramón Fajardo e Izquierdo. Fue fusilado el 19 de junio de 1871 en el puerto de Júcaro, por órdenes del capitán general Blas Diego Villate, conde de Valmaseda. El Diario de la Marina, periódico con una línea editorial pro española por los 4 costados, le señaló como un apóstata en uno de sus artículos:

"Ha sido pasado por las armas en Júcaro Eduardo del Mármol, uno de los individuos de esta familia que tantos crímenes ha cometido desde el principio de la Revolución. Se llevó de la jurisdicción de Guantánamo más de cuarenta mil negros. Siempre se señaló por sus instintos incendiarios y destructores".

Pues este Mármol fue protagonista de un hecho sangriento y repudiable que dejó anotado el apóstol José Martí en uno de sus diarios. Lógicamente, no han faltado decenas de sitios constitucionalistas encargados de "limpiarle el expediente" a través de los años. Incluso hasta una calle en Camagüey lleva, o llevó en un momento su nombre. Pareciese que el hecho de penetrar en las fincas ajenas y llevarse a todos los esclavos que le diera la gana, le daba el derecho a disponer también de sus vidas.

Y puede que estos "limpia imágenes" no sepan que fue el propio José Martí, quien rememorando aquellos hechos contra el militarismo de Céspedes como ejemplo la destitución de Máximo Gómez en 1870, hizo un comentario en su diario, "De Cabo Haitiano a Dos Ríos" que se las trae. Martí narra un pasaje acerca de Eduardo Mármol que el solo leerlo espantaría a cualquiera, porque además nos demuestra, no ya la poca consideración que tenían aquellos jefes por la soldadesca negra, si no que nos sorprende como alguien como José Martí incluso, lo narrara así tan frívolamente.

Dice textualmente:

“Habló Jose Joaquín Palma. ´¿Eduardo?’... Dormía la siesta un día, y los negros hacían bulla en el batey. Mandó callar, y aún hablaban. ‘!Ah, no quieren entender!’ Tomó el revólver, él era muy buen tirador: y hombre al suelo, con una bala en el pecho. Siguió durmiendo”.

Al parecer este periodista Bayamés, Jose Joaquín Palma Lasso, que dicho sea de paso en su exilio de 1896 fue el autor de la letra del himno nacional de Guatemala aunque no se supo hasta 1910, fue un testigo de aquel asesinato. ¿Quién se tomó el trabajo de juzgar a Eduardo Mármol por este crimen?. Ni Martí siquiera en su diario. En cambio el general de la raza negra, Juan Monzón, sí fue fusilado por sus crímenes contra españoles blancos en la zona de Mayarí.

Señalar además que Eduardo fue - posiblemente primero que Máximo Gómez - partidario de la idea de llevar la guerra hasta la misma Habana con su primo Donato comandando fuerzas que, según él, serían del orden de mas de 2500 hombres. Dicho plan quedó frustrado tras la derrota sufrida en El Salado el 8 de enero de 1869 ante las fuerzas del conde de Valmaseda.

Allí murieron centenares de insurrectos, la mayoría negros esclavos por supuesto, que por armas solo contaban con sus rudimentarios machetes. Eran pobres inocentes que no tenían ni idea de lo que era un movimiento revolucionario y muchos menos lo que significaba la libertad de Cuba, retornó al trabajo con sus anteriores "amos".

Solo añadir que el brigadier Eduardo Mármol aparece registrado en algunas listas como traidor y fusilado, así como el también brigadier Leonardo, hermano mayor, afectado por la tuberculosis en 1886. Por cierto la tumba de Donato, que aparentemente falleció a los 32 años el 22 de julio de 1870 a consecuencia de la viruela, y que dicen fue sepultado en la finca San Felipe, en el partido de Palma Soriano, jamás ha sido encontrada.

En cuanto a Palma, en 1951 el presidente Carlos Prío Socarrás gestionó sus restos con su homólogo Jacobo Árbenz, y el lunes 16 de abril de ese año fueron incinerado en presencia de sus familiares. La urna fue colocada sobre un armón de artillería y conducida al Congreso, donde durante 24 horas montaron guardia de honor el gabinete en pleno, diputados, cuerpo diplomático, compañía de caballeros cadetes, delegaciones escolares, magisterio nacional, miembros de la Sociedad de Geografía e Historia, periodistas, e intelectuales.

Sabemos que en términos generales el tema del racismo dentro de la Isla siempre ha sido tabú, más cuando se cree que poner a flote aquellas injusticias que podría atentar contra el patriotismo de los "jefes blancos". Sin embargo gracias a la tenacidad de un reducido grupo de investigadores, un hecho tan reprobable de nuestra historia mambisa como este, ha podido ser revelado. Siempre lo decimos, la verdad está ahí, solo es cuestión de salir a buscarla.


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