Los Canarios y la guerra de Cuba

Plaza Weyler en Santa Cruz de Tenerife. // 

A finales del siglo XIX las guerras coloniales obligaron al reclutamiento masivo de soldados. La mayoría de ellos eran jóvenes recién llamados a cumplir el servicio militar.

Elegidos mediante un cruel sorteo, iban a parar a una tropa compuesta por ciudadanos de las clases sociales más pobres. Otro método para dotar a los contingentes de tropa fue el envío — a cambio del supuesto indulto — de prófugos, desertores y reclusos que penaban por sus delitos. Soldados de las Islas Canarias tuvieron que sumarse a los batallones expedicionarios que lucharon bajo unas terribles condiciones materiales, donde las enfermedades tropicales serían su peor enemigo.

La destacada presencia de canarios entre los extranjeros que lucharon en las filas insurrectas se comprende desde su fuerte implantación rural. Los trabajadores agrícolas, ya fuesen vegueros o sitieros, peones de plantación, blancos, negros o mu-latos conformaron los segmentos sociales de los que se nutrió el Ejercito Libertador que mantuvo, desde luego, una gran capacidad de movilización popular a partir de 1868.

Puede entenderse que las condiciones de explotación de muchos de estos guajiros les empujasen a adherirse a las formaciones independentistas. Incluso los jefes republicanos incitaron a quintos y voluntarios a desertar y unirse a sus cuadrillas, unas fugas que se incrementaron especialmente en el tramo final de la guerra.

Hubo también muchos isleños en las filas de voluntarios o guerrillas, pese a que se ha tendido a valorar a la baja su protagonismo en la guerra. Su número real es muy difícil de fijar pero existen suficientes datos indicadores para pensar que no debió de ser insignificante. El conocido cimarrón Esteban Montejo pudo en su día confirmar la presencia de muchos isleños en estos cuerpos. 

Según el libro de Miguel Barnet - "Diario de un Cimarrón", Francisco Alonso Vega organizó una guerrilla canaria durante el mandato del general Weyler. Las guerrillas de Bolondrón y Camajuaní fueron en su mayoría de canarios y 150más se alistaron en la de Cienfuegos. Al frente del tercio montado de Sagua se hallaba otro paisano, el teniente Wenceslao Abreu. El periódico habanero Las Afortunadas publicó que delos 250 miembros del Tercio de Voluntarios de Luís Lazo, en Pinar del Río, 150 eran de origen canario e informaba de la composición de un escuadrón de caballería en Güines, formado en su mayor parte por los inmigrantes isleños de aquella localidad.

«Colectivamente, nunca hasta ahora -desde la guerra de la Independencia- han salido soldados a combatir fuera de las islas. Será mañana la primera vez que esto sucede, cuando se embarquen los artilleros sorteados anteayer». Diario de Tenerife, 4 de agosto de 1895.

En este sentido, también es reseñable la labor del periodista y político palmero Luís Felipe Gómez Wangüemert promotor en 1896 de la mencionada guerrilla de Luís Lazo y que encabezó una comisión con el propósito de solicitarle a Valeriano Weyler armas y pertrechos para mil jóvenes canarios. La masificación hizo que en Canarias se pasase de los quinientos sorteados en 1894 a más dos mil un par de años más tarde. 

Hay que recordar que hasta el Grito de Baire, las islas no dieron cupos de soldados para servir en las colonias de ultramar. En 1897 se sobrepasó el techo histórico de los tres mil quintos — muchos prófugos e infractores de reemplazos anteriores fueron obligados a servir — pero una vez terminada la contienda, las reclutadas volvieron a reducirse a más de la mitad de lo que venían proporcionando.

En las primeras compañías formadas para el Batallón Provisional de Cuba habrá hasta 130 mozos del reemplazo de 1895. A estos quintos, que por primera vez salían de sus pueblos, se les forzó a marchar a los trópicos sin casi ninguna preparación militar. Los primeros en partir fueron un grupo de 59 artilleros que entre agosto y septiembre del primer año se incorporó al 11º Batallón Expedicionario de Artillería de Plaza, con organización y depósito de embarque en Cádiz. Ya en la misma travesía desde Santa Cruz de Tenerife a la Península uno de estos reclutas no resistió el viaje y murió.

Según "ARZMC, Alistamientos de 1895, 1896..." los dos transportes más numerosos fueron el de noviembre de 1895, que se llevó a 343 hombres, y el de agosto de 1896, con el embarque de 437 más en el bu-que San Agustín. Entre los dos, más de la mitad del grueso desoldados naturales de las islas que habrían sido destinados a ultra mar durante la guerra. La principal fuerza expedicionaria procedente de Canarias se organizó en torno al Batallón Provisional de Cuba, creado por una real orden de 18 de octubre de 1895.

Lo componían seis compañías, cuatro de Baleares y dos más de Canarias. En su primera formación, la quinta compañía estuvo integrada por tropas del Batallón Regional de Canarias N.º 1, residente en Santa Cruz de Tenerife, que sorteó a 100 soldados de tropa y concentró a 77 reclutas del reemplazo de 1895, de los cuales se desmovilizaron ocho. El Regional N.º 2, de Las Palmas, sorteó a su vez a 95 —63 mozos de ese año— de ellos solo 23 pudieron pagar las dos mil pesetas de su carta de redención. (desmovilización).

Finalmente, el 28 de noviembre, partirá este batallón en el va-por San Ignacio de Loyola con 330 soldados y 13 oficiales del archipiélago canario. A lo largo del año siguiente el Provisional de Cuba continuó recibiendo efectivos, junto a quienes fueron enviados a cubrir vacantes en otros cuerpos de Cuba. Más tarde se desgajará en dos unidades, dando lugar con ello al nacimiento del Batallón Provisional de Canarias, integrado por quintos isleños en un amplísimo porcentaje. Cotejando las dos provincias que nutrieron a esta fuerza, los regimientos de Baleares—con más recursos— aportaron alrededor de 1.700 hombres ala Guerra.

GUERRA DEL 95´s

El momento de la llegada a Cuba de los primeros contingentes canarios coincide con una de las fases decisivas de la guerra: la invasión de Occidente comandada por Antonio Maceo; una etapa que transcurrirá entre octubre de 1895 y comienzos de 1896, fecha en la que los hombres de Maceo entran en el pueblo de Mantua, en la provincia de Pinar del Río, ensanchando con ello la revolución del 68 que apenas pudo traspasar las provincias orientales.

En principio, la misión de aquellos batallones era guarnecer las baterías y fortificaciones del norte de La Habana, es decir, los castillos del Morro y de La Cabaña y las baterías anexas a ellos. Pero también cubrirá los destacamentos del III Cuerpo de Ejército en La Habana, Matanzas y Pinar del Río. En los casos de Santa Clara, La Habana o Matanzas no tenían los espesos bosques y montes de otras regiones, de modo que sus llanuras eran la zona más rica y poblada de Cuba.

El general Valeriano Weyler releva a frustrante Martínez Campos en enero de 1896; y decidido a acometer un cambio en la estrategia bélica que incluía métodos brutales, hizo subir en extremo la tensión del conflicto. En primer lugar, fijó la trocha de Mariel a Majana para aislar a los rebeldes de Maceo en Pinar del Río. Luego comenzó a reconcentrar a la población civil dispersa en verdaderos campos de internamiento e intentar con ello cortar el mayor apoyo a los rebeldes.

A finales de 1895, el sabotaje en las comunicaciones o los cañaverales ardiendo eran un sobresalto diario. La impresión de caos y derrota arruinaron la actitud conciliadora del general Arsenio Martínez Campos. Los mambises rehuían el combate abierto, cansaban al enemigo y llenaban los hospitales de reclutas enfermos. Las compañías canarias del Provisional de Cuba fueron hospedadas brevemente en el castillo del Príncipe, y acto seguido se desplegaron por toda la comarca habanera y Matanzas.

Un repaso a vuelapluma por algunos de los diarios del Archipiélago nos da los nombres de 104 soldados canarios muertos entre marzo de 1896 y julio de 1898.

Era para entonces una guerra de continuas escaramuzas, largas marchas a pie desde el amanecer y con hostigamiento constante. Y aunque no consiguió eliminar al adversario, sí pudo evitar que se apoderara de los centros vitales de la isla.
En este contexto, la tarea del Provisional de Cuba fue muy concreta. Fragmentados en destacamentos tuvieron que dedicarse a la vigilancia de ingenios y potreros, y al cuidado o reparación de vías férreas y de líneas telegráficas.

La insurgencia apresaba los trenes, destruían puentes mientras exigía pagar impuestos revolucionarios a las fábricas que pretendieran moler caña. Los soldados canarios tuvieron que emplearse con febril intensidad en las decenas de enfrentamientos armados. Unos cuarenta canarios prestaron el servicio de escolta al tren de reparaciones en la línea de Güines, sufriendo el ataque incesante de partidas rebeldes. Veinticinco resistieron el asalto al ingenio Averhoff, en la jurisdicción de Aguacate, a comienzos de 1896.

Muchos paisanos suyos se reunirán en la célebre columna Ripoll. Los choques se reprodujeron durante los meses posteriores: Ponce, El Inglesito, Pagan, La Yagua, Gavilán, Asiento de Culebra, Caimán, Los Guanches, etc. Hasta treinta acciones de combate — todas en la provincia de La Habana — figuran reseñadas en el expediente personal del primer teniente Tomás Castro Vázquez, natural de Pájara en la isla de Fuerteventura, escogiendo la comarca de San José de Las Lajas para un nuevo acantonamiento. (Datos del Estado Mayor Español.)

Por orden de la Capitanía General de Cuba, el Batallón Provisional de Canarias fue disuelto junto a las demás fuerzas coloniales en septiembre de 1898, ordenándose la vuelta a casa de los supervivientes. El veterano canario de Cuba se transformó en una figura muy difuminada en el tiempo. Pesaron sobre él un olvido clasista y el silencio ante cualquier crítica social de fondo que cuestionase el tratamiento oficial de la derrota. La miseria, el analfabetismo, la falta de recursos unida a la insensibilidad de los poderes públicos, les nublaron. A este ejército de menesterosos e inutilizados le será negada la condición de colectivo merecedor de especiales atenciones.

Según asegura en su libro Yánez Gallardo, "La última invasión armada. Los contingentes militares españoles a las guerras de Cuba, siglo XIX", a lo largo de los más de tres años de lucha fueron transportados por la Compañía Trasatlántica 219.858 soldados procedentes de todas las provincias españolas —a los que habría que sumar los combatientes de la anterior Guerra de los Diez Años—. De entre todos ellos, las fuentes oficiales señalan un total de 44.389 muertos.

Fuente: Texto adaptado del libro "Repatriados Canarios guerra del 1985". de Javier Márquez Quevedo.
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