Tres Patines se fue sin dinero y casi en el olvido

El genio descansando en una de sus grabaciones

La periodista Blanca Silva, quien laboró en el periódico "El Nuevo Herald" de Miami, entrevistó hace unos años a Vilma Carbia, la última esposa del genial humorista Cubano Leopoldo Fernández, “Tres Patines”. 

De esta entrevista que Silva publicó el 11 de abril de 1991 en el Nuevo Herald, redactó después un artículo que sigue teniendo vigencia. En un  fragmento, Carbia le dijo que se lo encontró cabizbajo en su silla de director al regresar de una diligencia. Creyó que era una de sus bromas al hablarle y no recibir respuesta. Pero Leopoldo había gastado ya su última broma. 

Leopoldo Fernández, natural de Jagüey Grande y uno de los más grandes cómicos cubanos de todos los tiempos, había muerto un 11 de diciembre de 1985. Su viuda recordaba: "¡Ay bendito, no lo podía creer! Sin darme cuenta se me fue el hombre que más feliz me hizo en la vida", y lo decía ahogando sus lágrimas con una amplia sonrisa. 
Vilma Carbia había sido esposa con anterioridad del cantante cubano Tony Chiroldes, residente en Puerto Rico, que fuera amigo del autor Pedro Junco y primer interprete de su famoso tema "Nosotros".
Primera figura de la televisión puertorriqueña durante los 60 y 70, Carbia rehúsa hablar de su propio estrellato. Sólo quiere recordar a quien considera "el más grande de todos los cómicos", y el esposo con quien compartió 10 años de su vida.

Las paredes y estanterías del apartamento del sureste de Miami, y que ambos compartían, están llenas de fotos y trofeos que hablan mayormente de él. Y a ella se le ilumina la cara al repasar su vida junto al comediante. 

Recuerda perfectamente un día de 1974 cuando recibió órdenes especiales de la gerencia del Canal 11 de televisión en Puerto Rico mientras coordinaba su show con el actor cómico Luis Antonio Cosme. "Promociona a Leopoldo Fernández, que viene de Miami a trabajar con ustedes", decía la nota. "¡No lo puedo creer!", fue su inmediata respuesta. 

Vilma Carbia y Leopoldo durante una de sus actuaciones radiales.

"Me enamoré locamente de su alma, de su sentir, de su hablar", afirmó vehementemente. "La diferencia de edad jamás me importó" (Tenía 68 años cuando se conocieron) ni siquiera se sintió intimidada por la trayectoria romántica de su futuro marido. 

Fernández se había casado dos veces. Del primer matrimonio con Rosaura Andreu tuvo sus dos hijos, Leopoldo y Lenía; del segundo con la actriz Mimí Cal, la intérprete de Nananina en “La Tremenda Corte” , no hubo hijos. Pero de varias otras uniones nacieron cinco hijos más que siempre han llevado su apellido. 

 "Era un hombre muy correcto, que no hablaba nunca de ninguna mujer, ni para bien ni para mal", dijo. "Como padre se ocupó de todos sus hijos hasta morir". A pesar de haber jurado no casarse más, no titubeó en marcar la fiesta de la Virgen de la Caridad del Cobre para su enlace con Vilma. 

Así, la pareja se prometió amor eterno en Miami ante un juez el 8 de septiembre de 1975 a las 2 de la tarde. Ese día salió rumbo a Nueva York junto a toda una compañía con la que debutarían en la Gran Manzana al día siguiente. Entre el café y la cafetera que siempre llevaba en una maleta cuando viajaba y las bromas de los compañeros, la luna de miel fue imposible", recordó con picardía.

 

Contó que una vez montados en un taxi en México, el chofer pidió permiso para encender la radio y poner a Tres Patines. No fue hasta terminar el recorrido y pagar cuando Fernández optó por identificarse, por lo que el taxista lo colmó de elogios. 

Su forma de ser en la vida real no tenía mucho que ver con el Tres Patines de la radio y la televisión o el Pototo del teatro, dijo Vilma y agregó: "Aunque siempre listo para un chiste con los que tenía confianza, era un hombre serio con los desconocidos. Además, tenía una dicción perfecta y vestía como el más elegante de los hombres; para cada color de traje tenía un par de zapatos conjuntado. 

 Amante de la mesa criolla, disfrutaba de la cocina casera a diario. "Yo nunca he cocinado y con nosotros siempre vivió un hijo mío o suyo. Pero él era quien llegaba de la calle a ponerse el delantal y preparar una de sus especialidades, un Hígado a la italiana o un sopón de vegetales.
Se lo encontró cabizbajo en su silla de director al regresar de una diligencia. Creyó que era una de sus bromas al hablarle y no recibir respuesta. Era su última broma. Leopoldo Fernández, uno de los más grandes cómicos cubanos, estaba muerto.
"Durante tres años cuidamos a mi nieta, Alexandra María, cuando mi hija nos la traía antes de ir a trabajar. Tanto la quería, que sólo lo vi salir del apartamento en bata y en zapatillas el día que la niña se fue con sus padres para Puerto Rico. Ella le llamaba "Abuelo Leo". 

Leopoldo el mas grande humorista que ha dado Cuba

¿Hubo algún defecto en este ser de carne y hueso?, le preguntó la periodista. No, contestó enseguida mientras acariciaba una foto de ambos que cuelga de su llavero. "Sólo ha habido dos hombres en mi vida, él y mi padre. 

Pero esa pasión, luego de años de ausencia, no se ha logrado apagar ­porque nadie va a igualarlo en mi vida". Sigue haciendo reír por toda América sin jamás haber percibido ninguna regalía por la retransmisión de sus programas radiales y televisivos. "Ni una estrella en la Calle Ocho ni una calle que lleve su nombre".

Luego de saldar las deudas del funeral y entierro a través de cuotas mensuales durante años, es Carbia quien le rinde homenaje cada vez que visita su tumba. "Cómico genial, esposo sin igual" reza la lápida sobre su tumba olvidada. 

Memorias // Fuente: Original: Tres Patines y la Tremenda corte.
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