AMADEO, INGELMO, BULNES: La desaparición del calzado cubano.


A principios del siglo XX en Cuba surgió una marca de zapatos que no es que fueran buenos, sino lo siguiente. Su tienda estaba situada en el numero 533 de la calle Belascoain, en la Habana, y respondía al nombre de "Amadeo". Su slogan publicitario era: “El calzado cubano famoso en todo el mundo”.

Propiedad de Amadeo Villa, la tienda se encontraba situada en el numero 553 de la calle Belascoaín, entre Jesús Peregrino y Pocito, hoy Centro Habana. En 1930 pasó a manos del industrial Pedro González Fernández, y fue refundada como "Compañía de Calzado América", hasta que en 1960 fuera expropiada por los barbudos de Fidel Castro.

Así mismo los hermanos españoles Benigno, Segundo y José Herrero Bulnes, llegados desde Tielve de Cabrales, en Asturias, fundaron otra de las grandes firmas, la BULNES, que no fueron las únicas, pues recordemos que también estuvieron las no menos prestigiosas Vallés, Montané o Cordobán, que como las anteriores, gozaron de igual fama nacional e incluso internacional.

Sin embargo quizás la más prestigiosa de todas fue la que fundó el salmantino (de Salamanca) Cristóbal Ingelmo García, junto a sus otros tres hermanos y que llevó el apellido "INGELMO" como emblema. Tenía sus talleres en la calle "Patria" primero, y luego en Mariano No. 460 entre La Rosa y Lombillo, en el Cerro. Ingelmo llegó a ser en su momento el más importante fabricante de calzado de toda Cuba, y una de las más prestigiosas del mundo.

En fin que un lustro antes de que llegaran los barbudos al poder, en Cuba se habían fabricado 15 millones de pares de zapatos, a 2,5 por habitante. Y claro, todo este cuero estaba garantizado por una pujante industria ganadera, que en 1959 se daba el lujo de tener a más de cinco millones de cabezas de ganado. Casi a una vaca por habitante.

Talleres de la marca Amadeo en el Cerro, la Habana 1950

Era una época donde la mayoría de ese ganado se criaba prácticamente al raso, y donde a ningún Cubano se le ocurría, por mucha necesidad que tuviera, robarse una de esas vacas. Tanto era así, que todavía a finales de los 60, diez años después de la llegada del castrismo al poder, todavía los lecheros se arriesgaban a dejar a salvo los litros de leche en los portales de las bodegas.

En el recuerdo del Cubano quedó toda aquel derroche de tecnología y buena calidad salido de aquellas fabricas de calzado, como quedó también - en este caso funesto y muy triste - el verse obligado a calzar en sus pies una bomba de destrucción masiva como fue el "kiko plástico", en un país con semejante temperatura y humedad. Nada, que el socialismo de Cuba avanza y al imperialismo le duele, como dicen por allí.

Hoy son los italianos Farragamo, Berlutti y Rossi, el norteamericano Tom Ford, las británicas Jimmy Choo y Clark, e incluso el Canario Manolo Blahnik, quienes se sitúan entre las más prestigiosas marcas masculinas y femeninas del mundo, o al menos las que dominan el mercado del diseño, pero quien sabe a que nivel estuvieran hoy aquellas zapateras Cubanas.

Sin embargo, quizás no como industrial, pero sí como diseñador, un nieto del empresario Ingelmo, Alejandro, al parecer heredó ese talento y con los años en Miami, donde su familia se fue a vivir cuando no fue posible en Cuba, llegó a captar con sus modelos el interés de varios clientes muy famosos, como la cantante Beyonce o la tenista Serena Williams.

Maldita Hemeroteca.
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