El tesoro escondido de la Condesa de Revilla de Camargo

La casa, erigida entre 1924 y 1927, posee doce salones de exposición, y desde el vestíbulo, entramos en un ámbito resplandeciente y antiguo de los mármoles italianos, en el que tanta belleza junta puede ser delirante y demencial.

Doña María Luisa Gómez–Mena y Vila, condesa de Revilla de Camargo, era una de las mujeres más ricas de Cuba, si no la más. Fue de las tantas en Cuba que pensó que la revolución de los Castro no duraría mucho frente a los Estados Unidos, y por eso optó por esconder parte de sus riquezas, cuadros y pinturas de un valor incalculable.

Su casa toda era un tesoro descomunal, donde se asegura habían más de treinta y tres mil obras de arte provenientes de todo el mundo. Situada en el No 502 de la calle 17, en el Vedado Habanero, fue convertida con el castrismo en el museo de artes decorativas. Pero antes, cuando ese proyecto era un idea en desarrollo, sucedió el hallazgo.

Entre las obras de remodelación y adecuación al museo efectuadas en 1964, se llegó al sótano y allí, en una de sus "falsas paredes, se encontraban ocultas decenas de obras de arte de incalculable valor del siglo XVIII, envueltas en terciopelo y en perfectas condiciones de conservación. 

Cuatro de aquellos lienzos alcanzan un metro y sesenta centímetros de ancho, mientras que el quinto llega a dos metros veinte centímetros, además fueron hallados fotos personales, correspondencia, planos, recortes de prensa, invitaciones y actas de compra de algunas las más importantes piezas de su colección de obras de arte entre los cuales se incluyen fotos de la autoría del pintor y modista británico, Cecil Walter Hardy Beaton. Ella vivía con la ilusión de que los Estados Unidos repetirían el 1898, incluso alardeaba, en el mejor sentido de la palabra, de que el presidente Kennedy "era su amigo".

En su partida hacia España, la condesa dejó piezas de arte chino, japonés, francés, inglés, español, esculturas en bronce y mármol, tallas en madera, mamparas orientales, delicada platería, herrería, destacando una inmensa alfombra persa, un viejo reloj del rey Luis XIV y un secreter que perteneció a María Antonieta, la reina consorte de Navarra, guillotinada por los franceses en 1793.

Fachada del Palacete de la calle 17 en el vedado Habanero.

El espíritu de su tiempo fue captado por Alejo Carpentier en su novela "La consagración de la primavera" de 1978. Hay dos retratos al óleo de la condesa. Uno pintado en 1945 por José Moreno Villa, en el que capta su rostro moreno, sus ojos negros, su cabellera azabache y sus labios carmesí, mientras que la otra foto es de 1942, acompañada del crítico y coleccionista de arte matancero José Gómez-Sicre.

Tambien cuenta con una cámara mortuoria donde se velaron los restos de la Lala Falla y que, a juzgar por el pintor y crítico de arte espirituano Antonio J. Molina, "en el ataúd la fallecida se encontraba con los brazos cruzados sobre el pecho y la sobrina de la condesa, al ver el cadáver con los brazos por fuera le dijo a su tía: "Qué buena idea tía, el día que mueras te dejaré lo más bello afuera, tus tetas”.

Entre las piezas valiosas que había en aquella casa se encuentra la colección de 94 abanicos de nácar, marfil o madera propiedad de la poetiza Dulce María Loynaz. También hay juegos de tocador de plata, marfil y porcelana, cristal de Bohemia, Val Saint Lambert, Bacarrat y Moser, incluso los bordes de la taza del inodoro son de oro puro.

En 1902 casó en la capital cubana con el santanderino Agapito de la Cagiga y Aparicio, conde de Revilla de Camargo desde que en 1927 Alfonso XIII le concediera el título. Por su suntuoso palacio de La Habana pasaron, entre otros, el rey Leopoldo III de Bélgica, los Condes de Barcelona, los Duques de Windsor y los Duques de Alba.


En esta imagen, de "Vintage Cuba", se aprecia al Duque de Windsor, de la real familia Británica, acompañado de doña Marita Mederos, esposa de Jose Ignacio Rivero Hernández, el ultimo director y dueño del Diario de La Marina, a continuación doña Tina Sarrá de Sánchez y Marie Teresa (Nena) Velasco Sarrá de González Gordon, la dueña del Palacio Velasco - Sarrá, el impresionante edificio donde se encuentra hoy la embajada de España en la Habana, mientras que en el extremo derecho - conversando - la condesa de Revilla de Camargo, doña María Luisa Gómez Vila.

Se habla de una durísima carta que le escribiera a Fidel Castro, el que le embargó todos sus bienes, publicada por el fallecido periodista Ernesto Montaner en Miami. Hija del señor Andrés Gomez Mena y de doña Eugenia Carlota Tomasa Vila y Pérez, María Luisa, la condesa murió el 18 de octubre de 1963 a la edad de 83 años en la provincia de Burgos, España, y fue sepultada en el cementerio sacramental de San Justo, en Madrid.
Articulo Anterior Articulo Siguiente