MANUEL GARCÍA PONCE DE LEÓN: ¿Víctima de una traición mambisa?

Guardia Civil y bandoleros apresados

Nacido el 11 de junio de 1850 en el poblado de Alacranes, provincia de Matanzas, en Cuba, Manuel García Ponce de León fue el fruto de un matrimonio de emigrantes procedente de Gran Canarias, España, don Vicente García y doña Isabel Ponce. El infortunio hizo que este buen muchacho se convirtiera, con los años, en uno de los más temidos bandidos de aquella zona sur de matanzas. 

A la muerte de su padre, su madre se unió sentimentalmente a otro hombre y, un mal día, el chico Manuel vio como este padrastro golpeaba a su querida madre. Desde entonces juró su venganza, y un día lo espero en el recodo de un camino y cumplió lo que se había prometido. Le retó a duelo y, este hombre, quizás pensando que sería fácil la contienda, en pocos minuto vio como se quedaba sin el brazo que le había levantado a su madre. 

Desde ese día, Manuel García se convirtió en un forajido en busca y captura por la guardia Civil española. Para colmo de males, en 1883 fue detenido por una pareja de guardias para un chequeo de rutina. Se hacía acompañar por otro bandido, Cristóbal Díaz, y sin pensárselo un instante le dieron muerte a los dos militares, por lo que su vida de tornó insoportable. Para entonces ya contaba con algún dinero fruto de sus andanzas, con lo cual pudo escapar en una goleta rumbo a cayo Hueso, en la Florida, donde vivió hasta 1888 sin que nadie supiera quien era en realidad.

En unión de otros futuros bandidos, Manuel García regresó a Cuba por la zona de Cumanayagua. Su primera gran fechoría fue el secuestro del rico hacendado Antonio Galíndez, y por el que cobró 40 mil pesos. Este "arte" - su preferido y en el que se convirtió en un experto - le hizo ganar ingentes cantidades de dinero. Y así, convertido en uno de los mayores bandidos de su época, mimado por los mambises y perseguido con saña por la justicia española, estuvo el denominado "Rey de los campos Cubanos", al menos hasta que le llegó su muerte en el pueblo matancero de Ceiba Mocha.

SU RELACIÓN CON JULIO SANGUILY

El general Julio Sanguily y Garritte (1846-1906), había forjado su hoja de servicios durante la Guerra de los Diez Años. En
1871 fue hecho prisionero por las tropas españolas y, poco después, fue rescatado, en una acción épica, por el mayor general y jefe de la caballería del Camagüey, don Ignacio Agramonte y Loynaz. Un rescate que, visto el caso, ya ponemos en duda. 

Tras los acuerdos del Zanjón, Sanguily, que tuvo varios empleos y actividades económicas, aparece como un elemento sospechoso ante las autoridades coloniales debido a sus relaciones con el bandidaje, entre ellos el rebelde mambí Carlos Agüero, conocido como "Aguerito", y en especialmente con elementos de esta banda de Manuel García.

Su forma de vida bastante desordenada, y, sobre todo, sus contradicciones personales, le llevaron a ser sospechoso de ejercer un doble juego como agente de la Capitanía General y como «padrino» o protector de los bandoleros-insurrectos, en quienes tenía no sólo una baza para la empresa revolucionaria, sino, también, un medio para financiar su desproporcionado tren de vida.

La ficha de «don Julio Sanguily» en los registros del gabinete particular contra el bandolerismo (1890-1892), un organismo
fundado por el capitán general Camilo García Polavieja y dirigido por el coronel García Aldave, contribuyeron a dibujar un perfil bastante singular de este personaje, que se dijo que fue colaborador de las autoridades coloniales desde el mandato del general Salamanca y Negrete (1889) y, al mismo tiempo, «patrocinador del bandidaje Cubano». De hecho no son pocos los historiadores que señalan a Sanguily como un doble agente al servicio de España y de Estados Unidos, además de recibir dadivas del bandidaje por dejarles operar en su zona. 

LA MUERTE DE MANUEL GARCÍA PONCE DE LEÓN

Una de las versiones que más ha circulado fue la del día 24 de febrero de 1895, cuando en horas avanzadas de la tarde Manuel García hizo acto de presencia en una tienda de Seborucal en Ceiba Mocha. Se encontraba al frente de un grupo de hombres armados y, José Fragüela, el dueño de la tienda, le entregó una suma de dinero en contra de un recibo a nombre de la República de Cuba, más algunos víveres. 

Artículo de "La Dinastía", Barcelona 14 de marzo de 1895

 ¿Cómo sucedieron los hechos?,

Según relató en sus memorias el general dominicano Enrique Loynaz del Castillo, Manuel García jugaba un importante rol dentro del plan revolucionario de Matanzas, y subrayó además que el general Pedro Betancourt contaba con él para que le sirviese de guía y escolta. «Ese fue el motivo de la cita aquel día para el alzamiento», aseguró Loynaz. En el relato de este autor se hace referencia al pago, en la tienda ya mencionada, con «vales suscritos a nombre de la República» y, a continuación, asume el testimonio del práctico Eliseo Figueroa, en relación con la muerte de este bandolero y supuesto insurrecto:

«Sin incidentes, continuaba su marcha, cuando poco después Manuel García  fue avisado de novedades en el camino. Acompañado del práctico Fundora, Manuel partió a galope a reconocer, ambos tercerola (fusil) en mano, mientras que el resto de sus hombres hacía alto para aguardar. Minutos después oyéronse dos disparos en dirección el jefe y su acompañante. Allí acudieron, presurosos, el resto de la partida».

El cadáver de Manuel García fue encontrado cerca de su caballo en medio de unos arbusto, sin embargo el práctico Fundora había desaparecido. En vano le vocearon y buscaron por los alrededores, por lo que sospechaban ya de una traición suya. Desesperado por el crimen, Vicente, hermano de Manuel García, recogió a su hermano muerto y lo condujo a una casa donde fue velado y enterrado. En la medida que se fue expandiendo la noticia, las autoridades militares efectuaron la comprobación. 

El cadáver fue exhumado e identificado y, además, requisaron un caballo que había sido abandonado ese día cargado de armas y con una bandera cubana, más otros efectos que luego se supo pertenecían a Manuel García y que el general español Luis Prats Bandragen se apropió. Pocos días después el periódico, "La Caricatura", publicó una información que atribuía el protagonismo, aunque casual, de un tal Felipe como el autor de la muerte del conocido bandido, quien al parecer se desempeñaba al mismo tiempo como sacristán y guardia municipal del poblado de Canasí. 

Este joven cura fue muerto a machetazos en la misma taberna por hombres de Manuel García, con lo cual se privó de una constatación. Sin embargo el coronel del ejercito libertador, Eliseo Figueroa Mirabal, fue de los que sostuvo que la muerte de Manuel García fue fruto de una traición de aquellos rebeldes que se apropiaron del dinero entregado para la causa. 

Otros, en cambio, apuntaron también a una venganza por el secuestro, todavía reciente, del hermano del diputado autonomista Antonio Fernández de Castro, en uno de los ingenios que poseían la familia en la zona de Jaruco. De todas, la tesis de la traición parece la más coherente, siendo achacada al trío formado por el general Pedro Betancourt y los prácticos Fidel Fundora y Alfredo Ponce Martell, este ultimo coincidentemente trabajador de uno de los ingenios de la familia Fernández Castro.

Los fracasados alzamientos insurreccionales del occidente
cubano de febrero de 1895, achacados a Julio Sanguily, ha sido objeto de un largo debate historiográfico, donde este general se le ha señalado como el "malo de la película" al ser detenido el mismo día que debía efectuarse, siendo puesto en libertad y autorizado a marchar más tarde a los Estados Unidos posteriormente.

Restos de Manuel Gracía
Si alguien tiene dudas al respecto, favor de remitirse a las obras completas de José Martí, donde existe una misiva del apóstol sugiriéndole a Tomás Estrada Palma, delegado de la guerra en New York, evitar a toda costa que Sanguily sea incorporado al levantamiento de 1895. 

De hecho viendo que era vetado por Palma, Sanguily consigue el regreso a la isla en la expedición de su gran amigo y también general José Lacret y Morlot. Al día siguiente el Juez municipal de Ceiba Mocha, como encargado del registro civil, autorizó el enterramiento del cadáver de Manuel García. Así se describió en el informe:

«Desconocido de raza blanca, estatura regular, más bien alto, envuelto en carnes, como de cuarenta años de edad, que lleva bigote poco poblado, con algunas canas al lado derecho, recién afeitado y cortado el pelo. Fue hallado por el teniente de la Guardia Civil, don Luis Rabadán, en el camino que va de la tienda del Seborucal al Real de Matanzas... »

Dos días después se recibió un oficio del comandante instructor, en el que éste comunicaba que había sido efectuada la identificación...

«Manuel García y Ponce de León, hijo de doña Isabel Ponce de León, fallecida, natural de Canarias, bautizado en Alfonso Doce, de unos cuarenta y siete años de edad y casado con doña Rosario Vázquez, no dejando sucesión». Así se hizo constar en el correspondiente libro del registro civil de la localidad El cadáver fue exhumado y reconocido el 27 de febrero por Julián Osma.»

El negro Julián Osma había sido históricamente uno de sus más fieros perseguidores, no por orden de la justicia, si no porque le animaban "viejos problemas personales" con el finado bandido. En tanto el periódico "La Discusión" publicaba un comentario no exento de cierta nostalgia: 

«Allí mismo, junto a la tapia, quedó para siempre sepultado
el célebre bandido. A la entrada, junto a la tapia de la derecha y casi al centro de ella, en el Cementerio de Ceiba Mocha, reposa el que a tantos quitó el reposo. El Cementerio de Ceiba Mocha, sin pinos ni flores, y siempre limpio, será recordado por todos los viajeros que frecuentan la línea de Matanzas, como un sitio notable, no sólo por lo pintoresco de su situación, también por guardar los restos de uno de los más temibles y audaces bandoleros de Cuba.»

Versiones aparte, la muerte de Manuel García Ponce de León sigue siendo un misterio indescifrable, entre otras cosas porque han sido varios importantes protagonistas los inmiscuidos. Por otro lado fue una muerte que resulta muy difícil entender, como fue posible que este bandido cayera tan fácilmente después de haber resistido y esquivado a cualificados enemigos y perseguidores, con lo cual la traición queda más que "cantada".

Manuel García pudo descansar en paz en aquel pequeño cementerio de Ceiba Mocha, y como la historia la suelen contar los vencedores, no importó mucho los males que este criminal causó a la sociedad, incluso las muertes y asesinatos que cometió, por justificar una supuesta tardía contribución a la gesta emancipadora que al final ha sido la más grande de sus victorias.

Fuente: J. L. FRANCO: Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida. Ed.Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. II, págs. 90-91. // M. POUMIER: Contrihution a l'étude du handitisme social a Cuba. L'histoire et le mythe de Manuel García «Rey de los Campos de Cuba» (1851-1895). Ed.L'Harmattan, París, pág. 124 // E. Loynaz DEL CASTILLO: Memorias de la Guerra. La Habana, 1989,
págs. 134-135
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