MUERTE DE MACEO: Un rescate que nadie vio (2da parte)


La presencia de su esposa, presumiblemente muerta, pues se le había aparecido en un sueño envuelta en un sudario, la de su hermano José y de su madre Mariana, ya fallecidos, aquel terrible sueño producido -se supone- por la fiebre reumática y los dolores en sus piernas, fueron las memorias que evocó bajo el influjo de una pasión sin dudas deprimente. Así nos lo cuenta el general José Miró Argenter en su obra "Muerte del general Maceo (relato del suceso) : seguido de una refutación a la farsa oficial", de 1897.

Total que sí luctuosa fue la muerte de Maceo y su ayudante Francisco, no menos traumático fue el destino que le deparó al coronel Bejucaleño Juan Delgado González, uno de los oficiales que decidieron regresar al escenario de los hechos y, junto al capitán José Miguel Hernández Falcón y un grupo de sus seguidores entre los que se encontraba Miró Argenter, recuperaron los cadáveres que ellos mismos habían dejado abandonados en el campo de batalla.

Gracias a esa desbandada, el general Valeriano Weyler pudo presumir durante años de ser el dueño de varios y muy valiosos objetos personales de Antonio Maceo, y que luego a su muerte, la familia donó al museo de Islas Baleares de donde salió en 2018 - para no volver probablemente nunca - la rustica silla de tronco de palma del general Maceo. Y sepa que uno de sus biznietos de Weyler, que vive aquí en Canarias, Fernando Weyler Sarmientos, Duque de Rubí por herencia, ha sido de la opinión favorable que la silla pertenece a los Cubanos, pero no a la dictadura.

«Fue un botín de guerra que mi bisabuelo cedió a la ciudad igual que otras propiedades que forman parte de su legado. Eso no se cuestiona, ni tampoco que la silla de Maceo es una pieza cubana y que debe estar en manos del Gobierno de Cuba, lo que sí nos parece irregular es que se la lleven allá siendo una dictadura, eso no nos parece lógico»

Lo mismo pasó con el reloj de Maceo que, aunque fue entregado por la familia a un gobierno Cuba antes de la llegada de Fidel Castro al poder - no dice cual - con la intención de que fuera expuesto para disfrute del pueblo, igual desapareció.

Ese mismo año 2018, una diputada del casi desaparecido partido de extrema izquierda Podemos, Marta Maicas, intentó cambiarle el nombre a la céntrica plaza de Santa Cruz de Tenerife, "La Plaza Weyler", por "Plaza Maceo", una locura. Weyler nació en la isla de Mallorca el 17 de Septiembre de 1838, pero a su regreso de Cuba fue designado gobernador de la isla canaria de Tenerife.

Dicho esto:

Lejos del falso lirismo que nos tienen acostumbrados en relación a este "cacareado y supuesto rescate" así como el riesgo que corrían en aventurarse, en realidad todo sucedió muy distinto a lo manipulado por estos mentirosos profesionales, porque eso es lo que son.

Los cuerpos inertes de Maceo y Panchito Gómez yacían abandonados y desvalijados de todas sus pertenencias, en calzoncillos y camiseta, ni el calzado siquiera, lo cual era lo usual por ambos bandos, lo que prueba que ni los mismos españoles, o guerrilleros voluntarios en ese caso, sabían en ese momento que aquel cuerpo pertenecía al perseguido mambí. Ambos cadáveres fueron llevados a la finca "Lombillo" y enterrados en las tierras "La Dificultad", una propiedad rural del guajiro Pedro Pérez Rivero, que se auxilió de sus hijos y se guardó el secreto. 

En la búsqueda delos cuerpos estuvieron los coroneles Juan Delgado, Alberto Rodríguez Acosta, y Ricardo Sartorio Leal; el teniente coronel Dionisio Arencibia Pérez; los capitanes José Miguel Hernández Falcón, (Quien los encontró) José Cadalso Cerecio y Ramón Delgado González. Los tenientes coroneles Ignacio Castro Ruiz, José María Herrera Roig, Emilio Laurent García e Hilario Llanes Sánchez.

Tambien participó el sargento Anacleto Merchán Rodríguez y los soldados Esteban Carmona Collazo, Herculano Rodas Hernández, José Herrera Ayala, Antero Castañas, mientras que el teniente coronel Dionisio Arencibia fue quien marcó con el machete el árbol identificativo donde Pedro Pérez Rivero, y sus tres hijos Romualdo, Leandro y Ramón, los sepultaron.

Si tan valientes fueron como asegura cuanto legajo castrista existente, ¿por qué diablos salieron corriendo en cuanto vieron caer a Maceo?. El mismo médico Zertucha, que se entregó en San Felipe, lo dijo y nadie fue capaz de desmentirlo, ni siquiera dos de sus más inquisidores, los generales Pedro Díaz o José Miró Argenter.

Les pongo un ejemplo de una de estas tantas manipulaciones que hacen de esta historia. En este caso de la pluma, o la tecla, de un llamado historiador José Miguel Márquez Fariñas, o al menos así se vende él en la web page de "Radio Mayabeque", donde se atrevió a afirmar lo siguiente:


¡Que clase de película se montó ese menda con esos ridículos párrafos!. Tanto es así, que el propio Argenter, en su descripción de los hechos redactados en el campamento de "Palma Larga" el 14 de diciembre de 1896, aseguró que al regreso tuvieron que esperar desde la distancia a que un grupo de guerrilleros desvalijara lo poco que quedaba de valor en los cuerpos, aunque en este caso apuntó:

"Los guerrilleros respetaron su cuerpo caliente todavía. Parece que, aun muerto, les infundió espanto",

¿Dónde estaba Juan Delgado combatiendo "la jauría" que este papanatas dice, y que Miró no vio?. A continuación lo describe:

"Los dos cadáveres fueron conducidos á un montecito cercano, donde antes se alzaba un edificio, ahora en ruinas. Era ya de noche. Al ver aquel coloso derribado; aquella naturaleza, poco ha tan vigorosa, insensible, apagada para siempre; al convencerme de que aquel horrendo drama no era una ilusión de mis sentidos, sino tremenda realidad, prorrumpí en amargo llanto, mezclándose mis lágrimas con las de mis compañeros que habían sobrevivido á la catástrofe.

Junto á los cadáveres lanzaba dolorosos lamentos el Secretario del Despacho, comandante Alfredo Justiz. ¡Aquello partía el alma!. Algunas velas encendidas alumbraban siniestramente el fúnebre cuadro. El cielo estaría sereno; pero yo lo veía cubierto de densos crespones, y en su centro, sombría y dolorosa, la imagen de Cuba con el dogal al cuello.

El general Diaz recobró la serenidad para recordarme que teníamos aun altos deberes que cumplir; que el abatimiento aunque fruto natural del dolor, podía ser causa de otros males que debían evitarse.A menos que no se explique por la frase corriente de que había llegadosu última hora, he de consignar que la muerte del general Maceo fué consecuencia lógica de su valor temerario. 

Claro está que si adopta más precauciones personales, situándose á alguna distancia de las líneas enemigas, no era probable que las balas hubiesen llegado hasta allí para herirlo mortalmente; pero dado su temperamento belicoso, que lo impelía siempre á ser el primero en el combate, olvidándose de sí mismo para acudir en auxilio de los demás, no era posible que se contuviera en esta ocasión, ganoso como estaba de patentizar su presencia en la Habana con un hecho de armas que alcanzara resonancia.".

El resto de este capítulo dentro del relato ... (aquí) demuestra por si solo que lejos de enfrentar al enemigo directamente, decidieron esperar que completara su retirada. Solo así, pudieron encontrar y recuperar los cuerpos  y llevárselos.  

Al respecto Miró apuntó:

"No era cosa de lanzarse sin orden ni concierto; dominó la serenidad, tan necesaria en aquellos momentos, y comprendiendo que hacían falta más refuerzos, el coronel Sánchez mandó á uno de sus ayudantes en busca de ellos, quedando nosotros junto á una cerca de piñón!

Ya no se oían tiros. Todo indicaba que la columna española emprendía retirada y que no llevaba consigo el cadáver de Maceo, pues de no ser así el vocerío de la tropa, al apoderarse de tan valioso trofeo, hubiera atronado los espacios.  El cadáver del General y el de su ayudante Gómez fueron hallados al fin por el grupo que quedó junto á la cerca de piñón, al mando del teniente coronel Delgado, y en el mismo sitio en que cayeran bajo el plomo enemigo. 

Nuestras bajas en el combate fueron seis muertos y treinta y tres heridos: entre éstos, además del Jefe de Estado Mayor, el coronel Nodarse y el comandante Justiz, ya mencionados, y el coronel Gordon y el comandante Ahumada de los que con el General habían pasado la Trocha. 

Entre los jefes y oficiales de las demás fuerzas, los tenientes coroneles Delgado y Acosta y comandantes Cerviño y Sánchez. Siento no poder estampar los nombres de los restantes por no habérseme facilitado por la Sanidad la relación correspondiente".

Por ningún lado se describe semejante enfrentamiento. Y una cosa es que hayan acudido allí decididos, o en su lugar avergonzados de la espantada, pero al final lo que encontraron fue otra historia muy distinta a esa "película de sábado por la noche". Y así hacen con todo. Como casi nadie en Cuba tiene con que rebatirlos, pues aprovechan para soltar sus soflamas patrioteras.

Nota: El hijo y nieto de José Miró Argenter, el primer ministro castrista José Miró Cardona y José Miró Torrá por ese orden, integraron la brigada de asalto 2506 que desembarcó en las costas de Playa Girón. En el caso de Miró Cardona padre, permaneció en alta mar a la espera de que fuera constituido el gobierno provisional y del cual sería su presidente. Esa fue su suerte. 

Maldita Hemeroteca.

Fuentes: "Mi Mando en Cuba", diario del general Valeriano Weyler y Nicolau. // Revista Bohemia. // "Crónicas de la Guerra", por José Miró Argenter.
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