CUBA: El paraíso suicida.

Fideo Castro hijo. Se lanzó al vacio en 2018

¿Sabía usted que desde mediados del siglo XIX ya se registraban en Cuba uno de los índices más altos del mundo de muerte por suicidio?. Sin embargo los estudios más serios en este tema los hizo el doctor Jorge Le Roy Cassá en 1907, considerado el padre de las estadísticas médicas en Cuba.

Si lo extrapolamos a la historia libertadora, vemos que el ejercito libertador cubano estuvo repleto de "suicidas". El mayor Ignacio Agramonte fue uno de ellos, provocó tanto a la muerte sin necesidad ninguna, que un día se encontró con ella inevitablemente. Fue el escape que encontró Carlos Manuel de Céspedes en los montes de San Lorenzo. Por otro lado, no podrá negar que tesis aparte, lo del apóstol José Martí en Dos Ríos, si no fue un suicidio fue algo muy parecido. Lo intentó infructuosamente el general Calixto García en San Antonio de Bagá, pero los españoles le salvaron la vida milagrosamente. 

Luego, en la Republica, los también mambises, coronel Roberto Méndez Pénate y comandante Esteban Borrero optaron por este final. También podemos citar al bolerista Adolfo Utrera, quien se quitó la vida inhalando gas en 1931, por cierto, fue el autor de ese bello e icónico tema “Aquellos ojos verdes”. El también musico y cantante Fernando Collazo, de un disparo un lunes 16 de octubre de 1939, el político ortodoxo Eduardo Chibas en el año 1951, delante de sus oyentes, y tras un sospechoso internamiento hospitalario que duró la friolera de once días. 

Se dijo - aunque no ha sido probado - que se disparó con un revolver que había pertenecido al generalísimo Máximo Gómez. El ex presidente Carlos Prío Socarras, de un tiro en el pecho en 1971 en su residencia de Miami, de la misma manera murió el piloto Pedro Luis Díaz Lanz, el primer jefe de la fuerza aérea que tuvo el castrismo en Cuba, y también primer balsero exitoso en el trayecto a Miami, fallecido en 2014 a la avanzada edad de 81 años. 

El juez Félix Pena Díaz, magistrado revolucionario que se quitó la vida el 14 de abril de 1959, luego de haber exonerado a 43 pilotos del régimen de Batista, pero que por un capricho de Fidel Castro fueron de juzgados de nuevo y condenados a muerte. El empresario Miguel Ángel Quevedo, histórico director y dueño de la reconocida revista Bohemia, suicidado de un disparo en Caracas, Venezuela, en agosto de 1969. La hermana de Vilma Espín, Nilsa, y su esposo Raúl Rivero, quienes se quitaron la vida en 1965, una en la Habana y el otro en Pinar del Río. 

El vice ministro del MININT, Eddy Suñol, muerto en su casa en julio de 1971 de un balazo. El presidente de paja Osvaldo Dorticos, por la misma vía en 1983. En su momento se dijo que se encontraba abrumado por la muerte de su esposa, sin embargo también se comentó que había tenido una "fortísima discusión" con el siniestro comandante Ramiro Valdés. La ex miembro del 26 de julio Haidée Santa María, hermana de Abel, muerto en el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.

Curiosamente fue la misma fecha que escogió para pegarse un disparo en la boca en 1980, (se dice que el régimen la demoró dos días por esto mismo). La Habana fue la ciudad escogida para quitarse la vida la chilena Beatriz Allende, el 11 de octubre de 1977. Era la hija del malogrado presidente chileno Salvador Allende, y se mató mientras se encontraba refugiada en la isla desde 1973. Mismo modo de morir escogió la señora Laura, la hermana del presidente al año siguiente, cuando se lanzó desde el piso 16 del hotel Riviera en el Vedado, la Habana. Así mismo murió el hijo de Fidel Castro, de igual nombre, lanzándose al vacío desde la ventana de un hospital el uno de febrero del 2018.

Entre los menos conocidos, pero sí vinculados con la mermelada castrista, tenemos el ocurrido en 1971 por el funcionario Javier de Varona, que se auto disparó luego de haber regresado de la cárcel. Le habían detenido por señalar a Fidel como el principal responsable del fracaso de la zafra de los diez millones. Raúl Chirino fue otro revolucionario que, tras sostener una entrevista con Fidel Castro, optó por un fin violento. Así mismo, y casualmente tras otra conversación con el propio Castro, el comandante Augusto Martínez Sánchez se disparó en el pecho con su pistola. Y aunque logró salvar su vida, no pudo evitar el olvido que vino después.

El hijo de Menelao Mora, de nombre Alberto. Se dijo que por la vergüenza de verse encarcelado por ser defensor del poeta y escritor Heberto Padilla, otro que se "suicidó" echándose encima toda la mierda que le fue posible. El miembro del Comité Central del Partido, Jesús Manuel Suárez Estrada, fue encontrado colgado de un árbol en las inmediaciones del "Parque Lenin", y ya más llamativos fueron los de Rafael Álvarez Cueto, jefe de Finanzas, y Enrique Sicard, jefe de Inteligencia, ocurridos tras los juicios del general Arnaldo Ochoa y demás implicados en la causa No 1.

Aunque nunca se dijo, en 1994 el funcionario Jorge Enrique Mendoza, ex director del periódico Granma, lo intentó infructuosamente, no así su colega de profesión Jorge López, "Yoyi", director del periódico Juventud rebelde, que luego de pegarse un tiro y tras un largo periodo hospitalario, falleció por ese mismo motivo. Este ultimo lo sentimos mucho en particular, ya que por algunos años fue algunos nuestro vecino y un gran motivador del beisbol entre los "chamas del barrio". 

No podemos pasar por alto el del disidente y huelguista de hambre Orlando Zapata, fallecido en febrero de 2010, un caso muy similar al de otro huelguista, Pedro Luis Boitel, en 1972. El once de mayo de ese año, la organización de Naciones Unidas, ONU, condenó al régimen castrista por la muerte de Zapata. Por ultimo la de el escritor disidente Reinaldo Arenas en New York, en medio de unas condiciones agravadas por la enfermedad del SIDA que no quedaron muy claras. Son muchos más, pero esta es una pequeña muestra, si se puede llamar así.

En su obra "Quo tendimus" de ese año 1907, el doctor Le Roy Cassá apunta que la tasa de suicidios en Cuba era de 2,2 por cada cien mil habitantes. Según sus estudios, el 30% de los suicidas eran de la raza negra, de ellos un 38% mujeres y solo el 3% hombres, mientras que los blancos alcanzaron una tasa del 9 %, en este caso 27 mujeres y 8 hombres. Ya para el 1957, en el ocaso de la república, esa tasa ya había aumentado hasta los 13.1, de hecho se llegó a sobrepasar ocho veces la de México por ejemplo, un país que le superaba en ese momento casi diez veces su población.

Los especialistas concuerdan que el aumento de la tasa de suicidio va relacionado -directamente- con el deterioro de la conciencia y la pérdida de valores. Es que lo estamos viendo desde hace años. El principio de la década de los 80 fue un periodo donde se alcanzó la mayor tasa con 23,2, en cambio el pasado año 2023, una alarmante cifra de 71 mujeres y 56 hombres se privaron la vida, convirtiéndose en la décima causa de muerte. De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles, la tasa de suicidios en Cuba es de 14,11 por cada 100.000 habitantes, una cifra que se encuentra por encima de la media a nivel mundial, que es de 9,49. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ubica a Cuba en el séptimo lugar en la región y 4ta entre las naciones caribeñas. La mayor cantidad de casos se da entre las personas que pasaron los 60 años, e involucrando a los hombres en un 70%. Sin embargo, la palabra suicidio es un vocablo que no forma parte del idioma de la dictadura castrista; y no es de extrañar en un país donde todo en salud pública se camufla. 

De hecho, y según fue publicado en el libro "Un cementerio que agoniza", de Rodolfo Torres y Magalys Cabrales, el certificado de defunción que se encuentra en el registro del cementerio de Colón recoge que el general Arnaldo Ochoa murió de "anemia aguda", cuando en realidad fue fusilado en junio de 1989, lo que fue corroborado por el escritor Enrique del Risco en una reciente entrevista en Youtube, donde aseguró haber visto ese documento mientras estuvo cumpliendo el "servicio social" en ese cementerio capitalino.

 Maldita Hemeroteca
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