CUBA Y ESPAÑA: Entierros sui generis


La tumba del cubano Eugenio Casimiro Rodriguez, nacido en el pueblo de San José de las Lajas en la Habana, no ha sido la única en posición vertical que se recuerde, pero sí de las miles que hay en el cementerio de Colón de la capital Cubana, un  sarcófago que fue colocado en una bóveda construida según sus deseos.

Dicen las malas lenguas, que el chulo y guapetón Alberto Yarini y Ponce de León "era un guayabito de alcantarilla" al lado del impulsivo Eugenio Casimiro, ex policía para más detalles, que fuera condenado a muerte en 1918 primero y luego a cadena perpetua, conmutada, por cometer un asesinato en la ciudad de Cienfuegos a donde había sido trasladado como jefe de esa fuerza represiva. ¿Su víctima?, el alcalde del pueblo. 

Un día la suerte tocó a su celda, o en el jardín donde barría se podría decir mejor, pues estando en esas labores conoció a doña María Teresa Zayas, la hija del entonces presidente de la república, Alfredo Zayas y Alfonso, el 4to en orden, la que se enamoró perdidamente al extremo de conseguirle el indulto. Por supuesto, Eugenio se casó con la chica e inició una vertiginosa carrera política de la mano de su poderoso suegro, en la que llegó incluso a ocupar un escaño en la cámara de representantes.

Sin embargo, este bravucón no fue capaz de respetar a su esposa que tanto había hecho por él, engañándola con sus constantes relaciones extra matrimoniales hasta que un buen día, o muy malo, doña Teresa le sorprendió "infraganti" con otra mujer en el apartamento "América" y, del insulto que cogió, sufrió allí mismo un infarto del que no pudo recuperarse.

Al poco tiempo le tocó morirse a Casimiro, nadie es eterno, pero antes de partir, mandó a construir en su capilla familiar un nicho en posición vertical. Fue su última voluntad, pues decía que un tipo que había caído de pie en la vida, tenía también que caer así en el infierno. De hecho, fue enterrado con el mismo rifle con el cual - se dijo - había dado muerte al alcalde. Además, cien pesos en el bolsillo por si acaso.


JOSÉ Y SU MISTERIOSA CUBANA 

Esta historia Cubana se repite poco más o menos en España, en un pequeño cementerio del poblado de Alfaro, en la Rioja. En este caso se trataba de un bonachón, el señor José Mauleón y Giménez, quien al igual que Casimiro ha sido el único de este país que descansa verticalmente. Según la historia, José falleció en 1869 a los 28 años de edad, y esa fue su ultima voluntad tras una triste historia de amor que acabó muy mal.

Corría el 1869, y el rico Don José Mauleón y Giménez estaba enamorado de una de las criadas de Casilda Sáenz de Heredia, la señora esposa del dictador Miguel Primo de Rivera y madre del fundador del partido fascista español, la Falange, José Antonio Primo de Rivera. De esta sirvienta solo se sabe que era cubana, pero no su nombre, por tanto era un amor casi imposible, teniendo en cuenta su alcurnia de familia acaudalada. Sin embargo, a pesar de las diferencias sociales, "la pareja se buscaba la vida".

Pero la tragedia les golpeó cuando ella enfermó de viruela, y falleció poco después de contraer la enfermedad. Luego se supo que él también estaba contagiado y, de hecho, no tardó mucho tiempo en seguir el camino de su amada. Fue entonces que antes de morir, pidió en última voluntad ser enterrado verticalmente en el cementerio de Alfaro, justo frente a la tumba de su amada para poder mirarla por siempre.

Su familia cumplió sus deseos, y preparó para el joven un panteón de mármol en forma vertical que colocó frente al mausoleo de la familia Sáenz de Heredia donde estaba enterrada la cubana. En la inscripción frontal de su lápida - que se aprecia verídica en la segunda imagen - puede leerse: "El sr. Jose Mauleon y Giménez. Falleció el día 11 de enero de 1869 a los 28 años de edad. R.I.P.". Así fue como esta trágica historia de amor desencadenó un elemento único en los cementerios de España y de Cuba, para más coincidencias. 

Maldita Hemeroteca 
Articulo Anterior Articulo Siguiente