CEMENTERIO DE CAYO HUESO: La historia de Manuel Cabeza

Antigua Lápida de Manuel y la nueva que le hizo el pueblo

A 150 kilómetros de la Habana se encuentra Cayo Hueso, una isla que forma parte del archipiélago de los Cayos de Florida, en el estrecho sur de los Estados Unidos.

Posee un aproximado de 27 mil habitantes dentro de los seis kilómetros de largo por algo más de uno medio de ancho. En este lugar hay un cementerio, que en 1846 fue castigado por un huracán de tanta fuerza, que muchos de los cadáveres los sacó a la superficie. 

Las secuelas fueron grotescas. La tierra estaba llena de cadáveres de víctimas que se ahogaron o fueron alcanzadas por escombros voladores. Entre ellos había un ejército de ataúdes y cadáveres. La tormenta había desenterrado el antiguo cementerio, arrojando huesos y depositándolos en lugares inesperados en toda la isla.

La cantidad de muertes y tumbas perturbadas de este desastre por sí sola podría explicar muchos de los misterios fantasmas de Key West. De vez en cuando se extraen cadáveres de debajo de las ruinas, y nadie puede decir cuántos quedan. Luego fabricaron el que esta ahora, que en nuestra opinión es bastante modesto y en algunos lugares se encuentra bastante maltratado y deteriorado, digo modesto si lo comparamos con el de Colón en la Habana e incluso, con el de la Lisa.

Sin embargo, a pesar de lo pequeño que es, encierra un par de historias relacionadas con Cubanos que se las traen. Una de ellas tiene que ver con la trágica muerte del señor Manuel Cabeza, que fue héroe de guerra que, aunque nació allí, algo muy normal entre los siglos XIX y principios del XX, sus padres habían llegado desde Cuba. A Manuel le llamaban "El Isleño" y su final fue muy triste pues murió linchado por el Ku Klux Klan, solo por mantener relaciones amorosas con una mulata Cubana. 

De manera que un explosivo coctel de amor, celos, racismo, venganza y crueldad extrema, dieron forma a aquella historia que empañó las fiestas navideñas del 1921. Incluso para alguien como Manuel Cabeza, que había sido condecorado por su heroico servicio a los Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial.
La única foto que existe de Manuel

Manuel Cabeza o “El Isleño”, era hijo de emigrantes cubanos que nació en Key West en 1887, luego de que sus padres se instalaran procedentes de la Habana aunque eran naturales de las islas Canarias, de ahí su mote de "Isleño". Era el cuarto de seis hermanos y su único delito fue enamorarse de una chica color café, algo que rompía con las reglas sociales del momento, y que acabó siendo su sentencia de muerte. Señalar que en todo el sur de los Estados Unidos los segregacionistas blancos "campeaban por su respeto".

Conocido por su sentido del humor, Manuel se hizo llamar “Manuel Head” (Cabeza en inglés) a raíz de una broma y usó ese nombre en algunos documentos oficiales, incluso en los del Regimiento de Ingenieros No 105 al cual pertenecía, y con el que tomó parte en aquella primera guerra mundial. Con 20 años partió a Francia, y por su valor y servicios obtuvo varias medallas y condecoraciones.

Formó parte de un grupo de voluntarios que tendieron un puente sobre un río, y salvaron la vida de un grupo de soldados en una difícil y arriesgada operación. En 1919 regresó a Key West donde poco después regentó el Red Rooster, un local registrado como cafetería donde según testimonios de la época, se suministraban licores de forma clandestina pese a la Ley Seca que prohibía el expendio de alcohol desde 1920.

El Isleño comenzó a convivir con Ángela, una joven mulata Cubana 13 años menor que él, y también hija de emigrantes de la mayor de las Antillas. Y aunque no era del todo inusual que personas de diferentes razas mantuvieran encuentros amorosos, una cosa era eso y otro irse a vivir juntos.

En Cayo Hueso los supremacistas blanco estaban en su apogeo, entonces la isla tenía algo menos de 20.000 habitantes y solo el 20% eran negros. Desde el sheriff, los jefes de la policía y del departamento de bomberos hasta el recaudador de impuestos, casi todos los funcionarios locales estaban vinculados de alguna manera a esta secta racista, que 1920 fue su "año de esplendor". 

Procesión del K.K.K. en Cayo Hueso 1920.

Acostumbraban a hostigar a niños y adolescentes negros, a quienes apaleaba o encarcelaba bajo dudosas acusaciones, como faltar el respeto a mujeres blancas de la isla, vamos lo usual en aquellos casos. Como medio de humillación, untaban a sus victimas desnudas con brea o alquitrán, y luego los llenaban de plumas con lo difícil que resultaba quitárselas. Eso, precisamente, fue lo que le hicieron a Manuel Head. 

El 23 de diciembre de 1921 siete miembros del Klan encapuchados acudieron al negocio de El Isleño para atacarlo. Entre ellos estaba William Decker, quien según testimonios publicados en la prensa local de la época, había sido rechazado en varias ocasiones por la mulata Ángela, pareja de Manuel. Decker fue uno de los asaltantes que atacó a Manuel, y un día después fue blanco de su venganza.

Le propinaron una brutal paliza, le alquitranaron y emplumaron para advertir a los habitantes de las consecuencias que tenía de vivir con una mulata, violando las normas sociales de segregación. Pero resultó que durante el forcejeo, Manuel consiguió quitarle la capucha a tres de los atacantes, comprobando que uno de ellos era el tal William Decker. 

Pese a sus heridas, al día siguiente tomó su revólver Colt y se dirigió al domicilio de Decker, matándolo en el acto de un disparo en la cara. Venía de comprar el clásico pavo para una navidad que no pudo celebrar. La venganza no se hizo esperar, y en pandilla por supuesto. Artículos de la época narraron que Manuel se atrincheró en la torre de un edificio local, desde donde intercambió disparos con sus atacantes. 

Las autoridades locales lo convencieron para que se entregara bajo la promesa de protección, y lo llevaron a la cárcel del condado. Craso error. Es misma noche fueron a por él, y como era navidad no había un fuerte despliegue de seguridad en la cárcel, ni siquiera el Sheriff, lo que aprovechó el grupo para sacarlo de su celda. Lo golpearon con bates, le dispararon, lo ataron del parachoques de un automóvil y lo arrastraron por la ciudad, finalmente lo ahorcaron de un poste telegráfico. No solo eso, su cuerpo inerte fue acribillado a tiros. 

Uno de los miembros del K.K.K., William Decker

Qué ocurrió después 

Nada, que va a ocurrir. El caso fue cerrado basándose en que Manuel era un tipo que contravenía las reglas y que contaba con una reputación dudosa. Añadieron que había sido linchado "por un pueblo sin identificar, cansado de sus tropelías". Ni siquiera se esforzaron por encontrar a los culpables. Esto generó una gran indignación en la comunidad cubana de Key West, donde El Isleño tenía su círculo social. La noticia llegó a otras zonas de la Florida, e incluso a La Habana, cuestionándose la impunidad de sus asesinos. 

Varios recortes de prensa del diario "The Tampa Times", recogieron testimonios de allegados de ambos muertos, aproximadamente quince días después de haber sucedido el suceso. La familia de Manuel Cabeza también reclamó justicia, pero solo recibió amenazas de muerte. “Su padre quería hacer algo para que se procesara a los culpables, pero el KKK lo amenazaba y temía por su vida.

Finalmente toda la familia dejó el Cayo y se mudó para Tampa. Testimonio de esta historia lo dio Vivian Delgado, nieta del hermano de El Isleño, y la única descendiente viva más directa de Manuel Cabeza que murió sin hijos. Vivian sigue residiendo en Tampa, a unos 400 kilómetros de Cayo Hueso, donde su madre Estela -sobrina de El Isleño- y el resto de los Cabeza comenzaron una nueva vida. Antes de fallecer a la edad de 103, Estela Cabeza regresó a su isla natal para ver honrada la memoria de su tío. 

En marzo de 2019, más de 97 años después del asesinato, las autoridades de Key West se reconciliaron con El Isleño, al que dedicaron una ceremonia conmemorativa, un funeral y una nueva lápida militar en reconocimiento a su servicio y su valentía. La tumba de Manuel Cabeza solo tenía una pequeña placa hasta 2019, como se ve aprecia en la foto, año en el que se le rindió homenaje y se le dedicó la nueva. Sin embargo, por lo que se puede ver Manuel esta sepultado en la tierra, y aun así la referida placa es bastante modesta. 

¿Y que pasó con la mulata Angela?. 

Como se suele decir, el muerto al hoyo y el vivo al pollo. Se casó en Tampa, formó familia y allí falleció a la edad de 89 años. Pero esto no es nada, la otra historia es de "apaga y vámonos". Continuará....

Maldita Hemeroteca 
Articulo Anterior Articulo Siguiente