Ojo con los abuelos


En el año 2008 el historiador estadounidense Stanley G. Payne, uno de los principales conocedores de la historia española, se vino a Madrid a presentar su libro: "España, una historia única", y en su visita aprovechó para dejar claro que no veía con buenos ojos el proceso de memoria histórica que se estaba llevando a cabo en el país.

A tal efecto dijo: "Se debe distinguir, empezando, por ejemplo, por los términos que no sean políticos y sectarios, dando reconocimiento a todas las víctimas de la guerra civil, en cambio en el proceso iniciado en España no se ve ningún interés general, democrático, en todas las víctimas, sino en las de un solo lado".

El pasado mes de abril, el presidente español, Pedro Sánchez, se personó, a pesar de estar prohibido, en las instalaciones del "Valle de los Caídos", hoy "Cuelgamuros" para "comprobar -in situ"- la verificación que allí se hacía de los restos de víctimas de la guerra. La descripción que hizo "El Independiente" en su articulo fue brutal: 

"Allí estaba Sánchez, en las catacumbas de Cuelgamuros, delante de unos huesos dispuestos más como cubiertos de gala que como restos humanos o arqueológicos, y uno no sabía si el presidente estaba allí para bendecirlos, rezarles, salvarlos, limpiarlos, roerlos, hacer con ellos un conjuro, una sopa, un collar, una ermita o una flauta".

Y es que aquella imagen del presidente del Gobierno y la comitiva que le acompañaba en el laboratorio forense, fue severamente criticada y no solo por los medios informativos, si no por los propios familiares de aquellos caídos. De las 160 osamentas que estaban siendo analizadas ese día en la Basílica del Valle, nada se sabía de su procedencia. 

En cambio, daba la impresión de que la supuesta preocupación del presidente se debía a que se trataban de restos de represaliados por el Franquismo, a pesar de que ni él mismo sabía a quienes pertenecía en realidad. ¿Y si en su lugar de republicanos, aquellos huesos procedieran de algunas de las terroríficas "Checas" donde los del frente popular - dígase comunistas, anarquistas y socialistas - cometieron atrocidades de todo tipo?, ¿o quizás de alguna de las fosas comunes de Paracuellos de Jarama?. No lo podía saber, porque tampoco lo sabían los especialistas.

De hecho, Silvia Navarro, presidenta de la Asociación de Familiares Pro Exhumación de los Republicanos del Valle de los Caídos, aseguró que era muy probable que aquellas osamentas fuera de represaliados por el Frente Popular precisamente, osea de la izquierda. Por otro lado, Pablo Linares, presidente de la ADVC, afirmó que Sánchez había convertido en un circo algo tan sensible como los restos de las familias que, por otro lado, ya habían advertido que no querían que nadie ajeno tocara a los suyos.

Y es que esta visión sesgada y tendenciosa que tienen los políticos de las victimas, reflejada en su particular memoria histórica, nos hizo recordar un artículo del escritor Arturo Pérez Reverte titulado: "Ojo con los abuelos", donde nos alertaba que ni de lo que nos contaron los abuelos podíamos fiarnos.

Decía Reverte que en un libro del periodista húngaro Arthur Koestlert, unas memorias, leyó una anécdota de la vez que estuvo en una cárcel Franquista en Sevilla donde casi le fusilan, y que el tiempo que estuvo allí lo convirtieron y cito: "en testigo privilegiado de la vida carcelaria y las implacables ejecuciones de presos, sus compañeros, sacados de sus celdas para llevarlos al paredón. Es un relato de horror, en el que Koestler manifiesta la natural simpatía por sus compañeros de infortunio".

A uno de esos "consortes de causa" le llamaban El Tísico, era un «político republicano muy conocido que desde hacía tres meses espera para ser fusilados. Koestler, que al final fue canjeado por la esposa de un aviador Franquista de nombre Carlos Haya, escribió: «Me era más difícil dejar al tísico que a todos mis amigos y familiares». Y agrega Reverte: "de esa forma Koestler logra transmitirnos la sensación de afecto y solidaridad con ellos, lo injusta de su situación y el horror de la suerte que les aguardaba. Pero oigan. Cosas de la vida".

Escritor Arturo Pérez Reverte.

"Al leer la última parte de las memorias, Koestler menciona nombres reales, he sabido al fin quiénes eran los infelices republicanos, el político y su secretario Byron, sus amigos de cárcel condenados a muerte por los franquistas. Él mismo (Koestler) revela el nombre del Tísico: «Fue ejecutado tres días después de que me soltaran. Se llamaba García Atadell y había sido líder de un grupo de vigilantes de Madrid».

El nombre, - agrega Reverte- debo confesarlo, me saltó a la cara como un disparo. Para ser exacto, como los disparos en la nuca, torturas, robos y violaciones, que el Tísico amigo de Koestler, o sea, Agapito García Atadell, tristemente célebre en los anales de la Guerra Civil, y su secretario Byron - de nombre real Luis Ortuño -, ejecutados tres días después de la puesta en libertad del escritor, habían estado practicando con entusiasmo durante la época en la que Atadell ejerció como - eufemismo delicioso - «líder de vigilantes en Madrid». 

Todo eso, claro, no lo cuenta Koestler porque lo ignoraba, pero está en los libros de Historia, que detallan cómo García Atadell creó una organización de terror al frente de la Brigada de Investigación Criminal, también llamada Brigada del Amanecer, que con beneplácito del Gobierno instaló una checa en el Paseo de la Castellana donde se torturó, violó y mató sin control ninguno, tanto a derechistas como a republicanos que no eran de su cuerda.

Hizo una fortuna con lo robado a sus víctimas, y cuando con su ayudante Ortuño, en plena guerra pero con el bolsillo lleno, quiso huir al extranjero, fue capturado casi de casualidad por los franquistas que, ojo por ojo en este caso, le dieron "las suyas y las del pulpo". Garrote vil. Este asunto contiene, a mi juicio, un aspecto educativo.

Y aquí viene la enseñanza de este artículo.

"Como escribí alguna vez, en la guerra y postguerra civil cayó gente buena de ambos bandos: españoles honrados que luchaban por sus ideas o se vieron atrapados, a su pesar, en aquel disparate sangriento. ¡Pero cuidado!. Allí no todos fueron héroes, ni gente digna. Los 200.000 hombres y mujeres asesinados en ambas retaguardias, no murieron solos. Alguien tuvo que asesinarlos.

Y muchos nietos que hoy recuerdan con orgullo o dolor a sus abuelos como luchadores de una u otra causa, ignoran que no todos fueron héroes de trinchera o víctimas inocentes. También hubo carniceros emboscados, ladrones, gentuza miserable como García Atadell y sus infames secuaces. Y políticos que los dejaban actuar.

Las leyendas son bonitas, y el afecto filial es comprensible. Pero la realidad tiene su propia lectura. Los españoles tuvimos abuelos admirables en ambos bandos, y también sucios oportunistas y abyectos criminales. Aunque el tiempo, la ignorancia y la simpleza de las redes sociales adornen hoy las cosas de otra manera, hay que tener cuidado con la siempre compleja memoria histórica. Así que ya saben. Mucho ojo con los abuelos".

Arturo Pérez Reverte
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