Gómez y Erenas: propuestas y respuestas

Soldados del batallón No 71 de Infantería de New York en Santiago de Cuba 1899

En octubre de 1897 el presidente español, Práxedes Mateo Sagasta, creyendo poder utilizar su experiencia y sus dotes pacificadoras para llevar adelante un tardío plan de autonomía cubana; sustituyó en la Capitanía de Cuba al general Mayorquin Valeriano Weyler con la amenaza seria de una guerra con Estados Unidos.

En tal sentido, el general vasco Ramón Blanco Erenas, quien ya había sido enviado a Cuba como capitán general en abril 1879 durante la Guerra Chiquita, retornaba a la isla con la misión de buscar un desesperado "plan de autonomía Cubana" frente a la inminente amenaza de una invasión.

Con ese propósito, dirigió su objetivo en el generalísimo Máximo Gómez, al cual le remitió una carta con una insólita proposición de alianza. Con los tambores de guerra sonando, el Marqués de Peña Alta le propuso al comandante en jefe de las fuerzas Cubanas unirse contra un “enemigo extranjero y común”.

Aquí la misiva

Señor:

Con la sinceridad que siempre ha caracterizado todos mis actos, me dirijo a usted, no dudando por un momento que su clara inteligencia y nobles sentimientos, los que como enemigo honrado reconozco, harán acoger mi carta favorablemente.

No puede ocultarse a usted que el problema cubano ha cambiado radicalmente. Españoles y cubanos nos encontramos ahora frente a un extranjero de distinta raza, de tendencia naturalmente absorbente, y cuyas intenciones no son solamente privar a España de su bandera sobre el suelo cubano, por razón de su sangre española. El bloqueo de los puertos de la Isla no tiene otro objeto.

No sólo es dañoso a los españoles, sino que afecta también a los cubanos, completando la obra de exterminio que comenzó con nuestra guerra civil. Ha llegado, por tanto, el momento supremo en que olvidemos nuestra pasadas diferencias y en que, unidos cubanos y españoles para nuestra propia defensa, rechacemos al invasor.

España no olvidará la noble ayuda de sus hijos de Cuba, y una vez rechazado de la Isla el enemigo extranjero, ella, como madre cariñosa, abrigará en sus brazos a otro nueva hija de las naciones del Nuevo Mundo, que habla en su lengua, profesa su religión y siente correr en sus venas la noble sangre española.

Por todas estas razones, General, propongo a usted hacer una alianza ambos ejércitos en la ciudad de Santa Clara. Los cubanos recibirán las armas del Ejército español y, al grito de ¡viva España! Y ¡ viva Cuba!, rechazaremos al invasor y liberaremos de un yugo extranjero a los descendientes de un mismo pueblo".

Su afectísimo servidor
Ramón Blanco Erenas
Capitán General.
Cinco de Marzo de 1898


La respuesta del mayor general fue un rotundo NO. Y no solo eso, le dio a conocer además su simpatía hacia el ejercito y gobierno de los Estados Unidos. Aquí les dejamos la respuesta del generalísimo ...

Sr. General Don Ramón Blanco
Señor:

Me asombra su atrevimiento al proponerme otra vez términos de paz, cuando sabe que españoles y cubanos jamás podrán vivir en paz en el suelo de Cuba. Usted representa en esta Cuba una monarquía vieja, desacreditada, y nosotros combatimos por un principio americano, el mismo de Bolívar y de Washington.

Usted dice que pertenecemos a la misma raza y me invita a luchar contra un extranjero; pero usted se equivoca otra vez, porque no hay diferencias de sangre y raza. Yo solo creo en una raza, la Humanidad, y para mí no hay sino naciones buenas o malas.

España ha sido, hasta aquí, mala, cumpliendo en estos momentos los Estados Unidos hacia Cuba un deber de humanidad y civilización. Desde el atezado indio salvaje hasta el refinado inglés un hombre es para mí digno de respeto, según su honradez y sentimientos, cualquiera que sea el país o raza a que pertenezca o la religión que profese.

Así son para mí las naciones, y hasta el presente sólo he tenido motivos de admiración para los Estados Unidos. He escrito al presidente McKinley y al general Miles. No veo el peligro de exterminio por los Estados Unidos a que usted se refiere en su carta. Si así fuere, la Historia los juzgará. Por el presente sólo tengo que repetirle que es muy tarde para inteligencias entre su ejército y el mío".

Su afectísimo servidor, Máximo Gómez Báez.

Nota: Lo que quizás no sabía el marqués de Peña Alta es que, en esos precisos momentos, los objetivos de Máximo Gómez y del presidente en armas, Tomás Estrada Palma, giraban en un mismo sentido, lograr la alianza con los Estados Unidos.

De hecho "Tomasito", (así le llamaba Gómez) en su condición de sustituto de José Martí al frente del Partido Revolucionario Cubano, se encontraba ya en Washington dando pasos firmes en ese sentido.

La inevitable guerra Hispano Norteamericana dio comienzo el 25 de Abril con el resultado ya conocido. Los cubanos habían estado haciendo campaña por la libertad y sabían, perfectamente cual era la intención de los empresarios estadounidenses.

La oligarquía Cubana sabía que en el horizonte habían millones de dólares esperando, los que serían invertidos en el principal rubro, el azúcar, así como otras materias primas que estaban amenazadas debido a aquella prolongada guerra.

El presidente William McKinley envió el USS Maine al puerto de La Habana para proteger las propiedades de Estados Unidos, - al menos eso dijeron - y con su explosión, el 15 de febrero de 1898 en la que murieron 266 militares, se destapó "la caja de pandora" que terminó con el dominio Español en Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.

Memorias
Articulo Anterior Articulo Siguiente