PADRE JOSE FRANCISCO ESQUEMBRE: El único clérigo que murió por la libertad de Cuba


José Francisco Esquembre Guzmán, fue el único clérigo cubano ultimado por los españoles en la gesta independentista del siglo XIX. Había nacido en Santiago de Cuba, el 28 de julio de 1838. 

Allí cursó estudios en el Colegio Seminario de San Basilio El Magno –aún vigente– hasta que se fue a La Habana, donde recibió las sacrosantas órdenes en 1861. A la ciudad natal volvió para ejercer de capellán de coro de la Catedral y secretario del Cabildo; pero en 1864 fue cesado de sus funciones por el arzobispo provisional José Orberá y Carrión, distinguido por la ojeriza al clero criollo. 

Ya en La Villas al ocurrir el alzamiento independentista en febrero de 1869, muchos de sus feligreses marcharon a la manigua. Cuentan que cuando la partida comandada por Marcelino Hurtado –perteneciente a las fuerzas del general Federico Fernández Cavada– ocupó el poblado de Yaguaramas, el sacerdote simpatizante de la independencia mandó a repicar, jubilosamente, las campanas de la modesta iglesia.

Los libertadores acudieron ante su joven párroco. 

Vale recordar que la mayoría de las personas entonces profesaba la fe católica, como herencia de siglos de colonización. Era natural que los campesinos devenidos soldados pidieran la bendición de su gallardete, para alcanzar triunfos en las batallas por venir. 

Relata -Emilio Bacardí en Crónicas de Santiago de – que, ante sus parroquianos y estimulado por su sentimiento nacionalista, el padre Esquembre bendijo solemnemente la bandera y luego subió al púlpito para dirigir un patriótico discurso a los presentes. 

Los llamó a no claudicar en la lucha y elevó oraciones por el éxito de la naciente república.

El asalto a Yaguaramas tuvo mayor repercusión por la audacia del presbítero, que por el resultado de las armas cubanas en sí. Más allá de lo breve, la aventura mambisa del padre Esquembre no pasó inadvertida y provocó la ira de las autoridades militares y religiosas.

Solicitó su traslado a la jerarquía eclesiástica y esta lo remitió al curato de Quiebra Hacha, en Pinar del Río. 

Ni en el recóndito paraje logró evadir la cólera de los voluntarios que, a los tres días de haberse instalado en el nuevo cargo, en abril de 1869, lo detuvieron y condujeron a La Habana.

Casi por un año estuvo preso el padre Esquembre en la capital sin que se le formara causa, hasta que se le llevó de vuelta a Cienfuegos, donde lo reclamaba la justicia. 

Un consejo de guerra verbal lo condenó el 19 de abril de 1870, por delito de infidencia, a ser despojado de su condición sacerdotal y pasado por las armas. El 29 de abril de 1870, en la cárcel de Cienfuegos, inició a las ocho de la noche el último acto del drama judicial contra el padre Esquembre. 

Los disparos profanaron el aire de Cienfuegos, el 30 de abril de 1870, señal de que se había cumplido una de las ejecuciones habituales en esos días convulsos de la guerra.

Gran repercusión tuvo el trágico e inaudito suceso en la prensa internacional. El 4 de mayo de 1870, The New York Times se hizo eco del fusilamiento del sacerdote cubano. Mientras el Diario Cubano, de esa misma ciudad, publicó en su edición del día 5 una sentida crónica al mártir.

Tomado de la revista Vitral. 
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