El soldado Ryan de la guerra de Cuba.

Foto de la época del Matadero, en Santiago de Cuba, lugar donde fueron fusilados los expedicionarios del vapor Virginius

Cuando el 4 de noviembre de 1873 los primeros rayos de sol comenzaron a calentar en Santiago de Cuba, el único canadiense que llegó a brigadier en el ejercito libertador Cubano, Mr William Albert Charles Ryan, de apenas 30 años de edad, sabía que había llegado su hora final. Y es curioso, porque algunas fuentes le llamaron de distinta manera, pero sabemos que se llamó así, y que por alias tenía "Whack" desde que había pertenecido al regimiento de voluntarios No 192 de New York, del ejercito de Estados Unidos.

Su caso fue uno de los muchos que enfrentaron a las familias, durante la guerra civil Americana, ya que mientras integraba ese regimiento su hermano John pertenecía al No 18 de infantería de Arkansas, re-designado más tarde como el 3er regimiento. En fin que su primer contacto con separatistas cubanos ocurrió en el Hotel Willard.

Allí le presentaron al veterano conspirador Domingo de Goicuria, un cubano involucrado en el movimiento independentista del hacendado Carlos Manuel de Céspedes. En ese momento Ryan aspiraba a un cargo de "Marshal" en la región de Montana, y al perder las elecciones decide enrolarse en la aventura Cubana. Primero lo hace en su condición de minero, oficio que le sirvió como camuflaje para reclutar a supuestos obreros que, en realidad, serían sus compañeros de aventura en el ejército libertador de la isla.

Entre algunos de aquellos estadounidenses que se habían ofrecido como voluntarios estuvo el mayor general Thomas Jordan, quien ya tenía experiencia en el estado mayor del famoso general confederado Beauregard durante la guerra civil. Cuando el cónsul español se enteró del reclutamiento de insurgentes en Nueva York, Jordan tuvo que partir de inmediato hacia Cuba en enero de 1869 y, un año después, lo hizo este futuro mambí, Charles Ryan.

Arribó a la Isla como expedicionario del vapor "Anna", el 17 de enero de 1870, luego de pasar por Bahamas y recoger más avituallamiento. A las costas Cubanas llegó finalmente por la zona de Nuevitas, uniéndose a la tropa del general Jordan precisamente. Una de las cosas que más le impresionó al llegar fue ver como en aquel ejercito peleaban juntos lo mismo blancos que negros ex esclavos.

Ryan
Con el tiempo llegó a alcanzar los grados de general de brigada, brigadier, estando al mando de la famosa caballería agramontina. (Puerto Príncipe). Fue en Camagüey, precisamente, donde ocurre un hecho que le marcó para siempre. 

En 1870, durante un combate en las afueras de Puerto Príncipe, le hizo 120 prisioneros al ejercito español. Acostumbrado al intercambio de presos, se encontró que en aquella guerra a muerte hasta los prisioneros estaban de ante mano condenados a ella.

Los resentimientos estaban a flor de piel.

Muchos de aquellos soldados cubanos habían perdido compañeros de esa misma manera, incluso familiares cercanos víctimas de la brutalidad de voluntarios o guerrilleros del ejercito español, de manera que al saberse en la tropa la posibilidad de dejarles vivos, Ryan observó indicios de amotinamiento. Para evitarlo, se vio obligado a ejecutar a muchos de ellos. Los Españoles llegaron a ofrecer hasta 40 mil dólares por su captura, a la vez que comenzaron a llamarle "El Diablo".

Destacar que en su condición de ciudadano americano, realizó 7 viajes a Cuba transportando hombres y avituallamiento. En enero de 1871, por ejemplo, llevó un cargamento de provisiones a bordo del vapor "Hornet", esquivando a duras penas una patrullera española. De vuelta en Nueva York, comenzó a publicar una especie de periódico pro-liberación cubano llamado “Nuestra Sociedad”, dirigido a los ricos de la ciudad con el gin de recabar apoyo para la causa. Incluso intentó sin éxito que el gobierno federal ayudara a los rebeldes en la isla.

En junio de 1872 gestionó otro barco cargado de suministros, el vapor "Fannie", y en enero de 1873 llevó otra expedición en el "Edgar Stuart". Cada viaje a Cuba era un completo riesgo  donde no se sabía hasta donde podría llegar su suerte, como veremos más adelante. El 6 de agosto de 1870, el presidente de la republica en armas, Dr Carlos Manuel de Céspedes, le envía de vuelta a los Estados Unidos con una abundante cantidad de documentos y correspondencia.

Fuertemente vigilado por los espías españoles en esa ciudad, se vio obligado a trasladarse a la localidad de Schohaire, al norte de New York, donde regó el rumor que abandonaría su rebeldía en contra de España, por supuesto una estratagema en medio de la organización de su futuro regreso en el vapor ex confederado "Virginius". Ese regreso se materializó el 23 de octubre de 1873, cargado con 102 reclutados y un parque compuesto por 300 fusiles Remington, 400 revólveres, 300.000 cartuchos para ambos tipos de armas, además de sables y machetes, así como piezas de artillería. 


Al mando de aquel arsenal estaba el general cubano Bernabé Barona Borrero; más conocido como "El general Bembeta". Se hacía acompañar además de Pedro María de Céspedes; hermano del presidente Carlos Manuel de Céspedes, el teniente coronel Jesús del Sol, Agustín Santa Rosa y una dotación de 52 marinos entre norteamericanos y británicos. 

En un principio pretendían desembarcar en Holguín, sin embargo una movida de aquellas dimensiones puso en alerta al cónsul español que, raudo y veloz, envió un mensaje a la Habana para que la armada estuviera alerta de la llegada. Como en efecto. Fueron interceptados por la fragata española "Tornado", muy cerca de la isla de Jamaica, y después de que con un solo cañonazo le volara de cuajo la chimenea, la nave no pudo continuar su camino. Los prisioneros, 164 personas en total, fueron llevados a Santiago de Cuba.

Los Hechos...

El día 30 de octubre, y después de una corta estancia en la bahía de Caimito, el Virginius tomó rumbo costas cubanas, las que avistó el día 31 a las ocho de la mañana. El general Varona se propuso desembarcar esa noche con un cuerpo de exploradores para inspeccionar la zona, pero habiendo detectado hacia las tres de la tarde la aproximación de un vapor español, (El Tornado) ordenó que se forzara máquinas y se pusiera rumbo a Jamaica.

El apresamiento se produjo a 6 millas de las costas de esa isla, no sin antes de que fuera lanzado al mar todo el armamento. El gobernador del Departamento Oriental en Santiago, brigadier Juan Nepomuceno Burriel, ordenó tomar inmediatamente declaración a todos y, acto seguido, el dos de noviembre de 1873, se constituyó un consejo de guerra en la fortaleza de Dolores.

No teniendo los detenidos documentación en la que constara su nacionalidad y sin solicitar la presencia de su cónsul, entre los días 4, 7 y 8 de noviembre de 1873, fueron fusilados los primeros 53 prisioneros (otras fuentes aseguran que fueron 57) tras ser juzgados y sentenciados a muerte por el delito de “piratería”, una sentencia que aplicó Burriel sin saber que no podía ejecutarla sin la autorización previa de Madrid.

El cónsul Henry C. Hall se dirigió el día 5 al nuevo capitán general Joaquín Jovellar y Jover, que recién había tomado posesión del cargo para exigirle la detención de aquella matanza, argumentando que entre los presos habían ciudadanos norteamericanos y que, según el tratado hispano-norteamericano de 1793, no se podía sentenciar a muerte a ninguno de ellos sin antes saberlo los dos gobiernos.

Paredón "El Matadero", lugar donde fueron fusilados

Además intentó justificar la procedencia del vapor, (el que más tarde se demostró que era propiedad del cuñado de Carlos Manuel de Céspedes, el general Manuel de Quesada y Loynaz), y que había sido apresado fuera de aguas cubanas. Jovellar, sin hacerle mucho caso, le respondió que los insurrectos habían cortado el cable del telégrafo y que por tanto las comunicaciones con Madrid habían quedado interrumpidas. 

Que al no haber comunicación alguna, ordenó a Burriel el fusilamiento de los reos en una zona conocida como "La Maloja". El 11 de noviembre el presidente de las cortes en España en esos momentos, don Emilio Castelar y Ripoll, el ultimo presidente de la primera república, expresó sus tardías condolencias al ministro norteamericano Mr. Sikles....

“...Qué desgracia que mi orden no llegase a tiempo para impedir aquel hecho contrario a la Ley! Esos escándalos deben cesar”. Palabras aquellas totalmente vacías, pues no se tomó ni la más mínima medida disciplinaria en contra de los ejecutores y violadores de la susodicha ley.

Entre los fusilados, además del general Ryan y el general cubano Bernabé, estuvieron el teniente coronel de la Habana Agustín Santa Rosa, quien ya había sido condenado a muerte e indultado por el entonces capitán general Domingo Dulce Garay en 1869, el general Pedro María Céspedes y del Castillo, hermano del padre de la patria y el teniente coronel Jesús Del Sol, e incluso el propio capitán del barco Joseph Fry. (La lista de los ejecutados por países la puede comprobar aquí)

CAPITÁN DE NAVÍO CERVERA - INFORMACIÓN POR PRECISAR

Según apuntó en su libro Calixto Masó, "Historia de Cuba", la escuadra que apretó el gatillo ese sangriento día estuvo comandada - nada mas y nada menos - que por el entonces capitán de navío Pascual Cervera y Topete, el mismo que con los años - siendo ya un almirante - se enfrentó heroicamente a las tropas de invasión estadounidenses que en 1898 asaltaron la playa de Daiquirí, en Santiago de Cuba.

Esa mañana del 4 de noviembre de 1873 fueron conducidos al "Matadero", muy cerca de la fortaleza de Santiago de Cuba, donde fueron todos fusilados. No solo eso, a los cubanos les cortaron las cabezas y las exhibieron clavadas en estacas. Sin embargo, la participación de Cervera en este penoso hecho ha sido puesta en tela de juicio, pues según apuntaron otros historiadores, en ese momento se encontraba en Cádiz. Según algunas crónicas, 102 de aquellos tripulantes y pasajeros consiguieron salvar sus vidas, entre otras cosas a la intimidación que produjo la presencia en la zona del acorazado británico HM Miobe del comandante Lambton Lorraine, quien exigió enérgicamente la detención de las ejecuciones.  

MATIZANDO LA HISTORIA

Y sobre este punto del comandante inglés, hay investigadores que apuntan a que Lambton solo pidió por la vida de los ciudadanos británicos y que en realidad había sido el capitán norteamericano, William B. Cushing, quien detuvo la matanza en nombre de todos. Se dice además que ante la negativa de Buriel, colocó el acorazado US Wyoming con los cañones apuntando hacia los edificios administrativos de Santiago de Cuba. Buriel se vio obligado a aceptar la entrevista solicitada por este comandante y, ante la negativa de una promesa en detener los fusilamientos, se puso de pie y le dijo: 

"Excelencia, si continúa usted con los fusilamientos, ya puede estar sacando a las mujeres y a los niños de Santiago". 


A partir de esta entrevista no se ejecutó a más nadie sin importar el país de procedencia. En realidad esta acción fue una temeridad del comandante Cushing, ya que puso en riesgo las relaciones entre ambos países en caso de producirse algún cañonazo. En ese caso España lo hubiera considerado como un acto hostil de los americanos en momentos en que sus relaciones eran tan muy buenas, que hasta la causa independentista Cubana no era bien mirada por el vecino del norte. 

A todo esto cabría añadir que una hija del presidente de EEUU, Ulises S. Grant, estaba casada con el abogado que representaba los intereses del gobierno español en los Estados Unidos. De hecho su secretario de estado, Hamilton Fish, destituyó a Cushing del mando del USS Wyoming ese mismo año de 1874, siendo trasladado al astillero naval de Washington. Pero como la vida es como es, el nieto de Fish, el sargento Hamilton Fish, fue de los primeros en caer en 1898 durante la invasión norteamericana a Santiago de Cuba.

De todas formas ninguno de los dos comandantes, Lambton o Cusching, pudo haber hecho nada por los ciudadanos Cubanos, ya que al ser de otra nacionalidad no estaban contemplados en el tratado que habían firmado ambas naciones sobre la pena de muerte. Incluso mediación, amenaza o lo que haya sido, tampoco pudieron hacer nada por los 37 miembros del barco que ya habían sido pasados por las armas. 

La mayoría de esos fusilados eran ciudadanos ingleses y norteamericanos, incluido el capitán norteamericano Joseph Fry, así como varios de sus oficiales. Aquella matanza estuvo a punto de generar un grave conflicto entre España y el Reino Unido, la que se evitó luego de que España pagara una indemnización de 80 mil dólares el 27 de febrero de 1875. 

Mausoleo a las víctimas 

Tanto EEUU como Inglaterra no quisieron remover más este triste episodio, sobre todo a partir de que el día 18 de diciembre de 1873, el resto de los 102 detenidos fueron puestos en libertad. Por su parte el vapor "Virginius" fue remolcado hasta Bahía Honda, en la provincia cubana de Pinar del Río, donde el buque norteamericano USS Dispatch lo trasladó hacia Estados Unidos.

Por ultimo agregar que el único investigador cubano que le niega el mérito a Lambtom en favor de Cusching ha sido el doctor Herminio Portell Vilá. En Cuba este escritor está censurado, de ahí que muy pocos cubanos le conocen. Portell falleció en 1992 en su exilio de la ciudad de Miami. (Suyos también son "La Historia de Cárdenas", su pueblo, "Narciso López y su época" o "Martí diplomático").

Mientras toda esta gente moría, otros patriotas como Miguel Aldama, José Manuel Mestre y José Antonio Echevarría, un venezolano que era miembro de la Junta revolucionaria Cubana, se encontraban en Washington, acompañados del comerciante español Don Juan Ceballos celebrando con el ministro español los acuerdos de la futura paz de Zanjón.

Este lamentable hecho marcó el declive de una persona detestable como fue el general Quesada y Loynaz, quien por sus arbitrariedades y sus ínfulas de dictador, tuvo que ser expulsado de la cámara de representantes por lo que se dirigió a Costa Rica para nunca más volver, abandonando incluso a su cuñado Carlos Manuel de Céspedes en los montes de San Lorenzo donde finalmente encontró la muerte. 

En 1901, ya con Cuba libre y en república, el alcalde de Santiago de Cuba, Emilio Bacardí Moreau, recogió los fondos necesarios para erigir un monumento a las victimas y, de paso, edificar un mausoleo en el Cementerio Santa Ifigenia. Siete años después, en 1908, los restos del general Bernabé Varona, de Jesús del Sol, de Pedro de Céspedes y del general canadiense Ryan, fueron depositados en la sepultura No 103 de ese campo santo. 

Desgraciadamente el resto de las osamentas se mezclaron con otras ajenas a los acontecimientos. Lo que no sabía Emilio Castelar y Ripoll en ese momento, fue que aquella matanza le trajo a España consecuencias desastrosas. A partir de aquí, las relaciones entre ambos países nunca fueron las mismas, e incluso faltó muy poco para que los Estados Unidos entrara en guerra. Comenzaba así un largo y deteriorado camino dentro de esas relaciones, que tocó fondo en 1898 con el hundimiento del acorazado Maine en la bahía Habanera. 

Maldita Hemeroteca

Fuentes de Internet // Obras señaladas // Wilson, JG ; Fiske, J. , eds. (1891). Cyclopædia of American Biography de Appletons . Nueva York. // Bradford, Richard H. The Virginius Affair. Colorado: Colorado Associated University Press, 1980. // Tomo II de Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España ( Portell Vilá, Herminio ).
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