WEYLER: Nadie perjudicó tanto la libertad de Cuba.

Weyler carnicero, ¿pero como llamamos a esto?.

Intentar mantener una conversación sobre Valeriano Weyler en Cuba, o con muchos cubanos fuera de ella, rechazaría la conversación con toda probabilidad. Se indispondría de ante manos ofendido, sin embargo no se ofenden ante el irrespeto que existe hacia sus propios mártires. Ese es el precio de escuchar una historia mal contada.

Y fíjese que no es que 180 mil vidas Cubanas pese mucho, pesan muchísimo. Sin embargo la concentración de pacíficos no la inventó Weyler, la practicaron los británicos en la guerra del Boer, los norteamericanos en Vietnam e incluso - salvando las diferencias - el propio Fidel Castro con los campesinos del Escambray o cuando la guerra de Angola. Además el mismo generalísimo Máximo Gómez afirmó en su diario que aquella situación se le había ido de las manos a Weyler.

El depuesto capitán general, Arsenio Martínez Campos lo sabía muy bien y así lo explicó :

---«(…) Podría reconcentrar las familias de los campos en las poblaciones, pero necesitaría mucha fuerza para defenderlos; ya son pocos en el interior los que quieren ser voluntarios; segundo, la miseria y el hambre serían horribles, y me vería precisado a dar ración , y en la última guerra llegué a dar 40.000 diarias; aislaría los poblados del campo, pero no impediría el espionaje: me lo harían las mujeres y chicos; tal vez llegue a ello, pero en un caso supremo, y creo que no tengo condiciones para el caso.»---

Pero ni así, porque repetimos se trata de un precio en víctimas muy difícil de tragar y menos justificar. Y bueno si más de 20 mil muertes de soldados españoles en la manigua le sirve de algún consuelo, vamos al tema entonces. Negar que la actividad del general Valeriano Weyler y Nicolau en Cuba resultó determinante en los años finales de la guerra, sería de necios, porque bajo su mando y dirección cayeron los más importantes líderes mambises.

Vea esta lista:  

-- Lugarteniente general Antonio Maceo, el 7 de diciembre en Punta, la Habana, ante las tropas del comandante Francisco Cirujeda.

-- General Jose Maceo, su hermano, el 5 de julio de 1896 a manos del Coronel Vara del Rey en Tí Arriba, Songo la Maya, Santiago de Cuba.

-- El Boricua Juan Rius Rivera, el sustituto como jefe del ejército libertador fue hecho prisionero y trasladado a la prisión de Montjuich, en Barcelona, y de la que nunca puso regresar hasta el final de la ocupación española en Cuba.

-- También murieron otros prestigiosos caudillos como el coronel Carlos Socarrás Acosta, práctico de Maceo en Bahía Honda y abuelo del futuro presidente de la república Carlos Prío Socarrás, que cayó en Bahía Honda el 30 de abril de 1896.

-- El brigadier Juan Bruno Zayas, llamado por Máximo Gómez "el insustituible Zayas", muerto en Quivicán después de ser víctima de una delación el 20 de julio de 1896 cuando contaba apenas con 29 años.

-- Mayor general Serafín Sánchez, muerto en Paso las Damas, el 18 de noviembre de 1896.

-- Como integrante de la 1ª Brigada de la 6ª División oriental Weyler enfrentó y dio muerte al mayor general Ignacio Agramonte, el once de mayo de 1873 en el potrero de Jimaguayú.

-- José Martí muerto en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895 a manos del coronel español Ximénez de Sandoval.

-- Flor Crombet, delatado en los Alto de Palmarito el diez de abril de 1895.

-- Guillermo Moncada, muerto en Alto Songo en la Maya, Santiago de Cuba, el 5 de abril de 1895.

Ante todas estas perdidas e inconvenientes, los mambises consideraron rendirse masivamente y presentarse a Weyler. De hecho en una reunión entre Máximo Gómez, Calixto García y Bartolomé Masó se decide la retirada del ejército, en ese momento no mas de 1,800 hombres, de la zona occidental y replegarse en el oriente, la mayoría heridos, enfermos y en estado lamentable. Lo constata el mismo Máximo Gómez cuando dijo: "Esto es un desgranadero de deserciones y presentados a indulto".

Eso nos da la medida de lo importante y decisivo que fue la intervención de los Estados Unidos en aquel conflicto. ¡Y valga dios que fue así.!. Al punto de que cualquier posición en contra, sería repudiada sin miramientos por la dirección del ejercito. De hecho el resultado de todas estas disensiones y disgustos achacados a Gómez por su intransigencia, hizo que aquellos caudillos de la Asamblea de Guáimaro le destituyeran por el general Calixto García.

Aquella destitución de alguien como ese, que aunque de impulsivo carácter e incomprensiones había sido el genio organizador de aquellos hombres e importador de la rebeldía, era reemplazado. Eso fue una señal inequívoca del estado de descomposición que atravesaba aquel ejercito desde hacía un tiempo y Weyler amigo, jugó un papel decisivo en esto.

Las anécdotas sobre Weyler, de procedencia alemana por parte de padre, creador del batallón de Voluntarios de raza negra nombrado "Cazadores de Balmaseda", son muchísimas y la mayoría relacionadas con su forma austera forma de vivir.

--- Al morir en Octubre de 1930, en la hoja de servicios de Weyler figuraban la friolera de 76 años, 10 meses y 2 días de servicio en el Ejercito, de ellos 56 años con el grado de General, ya que hasta el día en que murió con 91 años, permaneció en situación de actividad y nunca paso a la reserva. Su ultimo mando, Jefe del Estado Mayor Central, lo desempeño cuando contaba 87 años, a juzgar por los datos aparecidos en el controvertido libro "Weyler, nuestro hombre en la Habana", de los autores Gabriel Cardona y Juan Carlos Losada de 1997.  ---

En Cuba le atacó la fiebre amarilla como a casi todos los recién llegados, matándolos en gran número, después de padecer ictericia, fiebre, vómitos y hemorragias. Se creía que se debía a los vientos del sur, pero se trataba de un virus transmitido por un mosquito. La administración española no sabía profundizar en su estudio y el tratamiento se reducía a cuidar a los enfermos, confiando en Dios y la buena suerte. Aunque le faltó poco, no murió de la fiebre y quedó inmunizado de por vida. 

Curado de las fiebres, solicita su traslado a Dominicana partiendo en el vapor “Águila” e incorporándose al Estado Mayor del Mariscal José de la Gándara Navarro, gobernador de la isla, y fue allí donde conoció a Máximo Gómez, nacido en Baní en 1836, (ni el mismo sabía en que año había nacido) que ingresó en 1851 en un regimiento de caballería del general José Santana como capitán de milicias, donde Weyler pertenecía.

De vuelta a Cuba en Julio de 1865 volvió a Cuba junto con Maximo Gomez. Por cierto, aquí ocurre un hecho que denota el racismo que existía en Cuba. Cuando las disueltas fuerzas españolas en Dominicana deciden evacuar el país y dirigirse a Cuba, a los militares negros y mulatos haitianos al servicio de España, que se vieron privados de todos sus grados y honores, no se les dejó desembarcar en Cuba, ni siquiera a los generales haitianos que habían luchado al lado de España ni a ninguno de sus oficiales, y ese fue, sin ninguna duda, fue el punto de inflexión en la vida de Máximo Gómez y su posterior posición anti española. 

Weyler.

Cinco anécdotas... 

-- Al desembarcar en Santiago de Cuba, Weyler le tuvo que prestar 5 pesos, (5 duros) a Máximo Gómez que llegaba con lo puesto, y propuso crear una junta de socorro para ayudarlos, de la que fue Secretario. "Jamás me los devolvió" se quejaba una vez en una entrevista con el periodista José López Pinillos diez años después de finalizada la guerra. En su regreso a Cuba, a mediados de Julio, viajaron también los oficiales dominicanos Modesto Diaz y Luis Marcano. 

-- En cierta ocasión tuvo que renovar su tarjeta de identidad militar, ya era Capitan General, y le pidieron una foto para el documento. En lugar de hacérsela, costaba 2 pesetas de entonces, recorto su efigie de la vitola en una marca de Habanos, y la pego en el carnet.

-- En marzo de 1863 solicitó y obtuvo una de las dos vacantes de comandante de Estado Mayor de Ultramar, que nadie solicitaba por haberse recrudecido en la isla de Cuba la epidemia de vómito o fiebre amarilla. 

Apenas desembarcado, se contagió de la citada fiebre de tal forma que estuvo al borde de la muerte. Tras superar un contagio de paludismo, del que le hizo inmune por el resto de su estancia caribeña, Weyler se gana la Lotería cubana con un premio de 50.000 pesetas, toda una fortuna para la época, y con él compró una casa en la calle de la Paz número 29 de Palma de Mallorca.

-- Durante la campaña en Pinar del Río las condiciones de clima y sanidad exigían que el soldado durmiera a cubierto, y para que los soldados cumplieran lo ordenado se disponía una ronda cada una hora que recorría el campamento, con el fin de que los soldados no durmieran fuera de las tiendas. En una de ellas un cabo - y sus dos soldados- encontró un soldado que, envuelto en su manta, dormía a pierna suelta fuera de las tiendas. 

El cabo pateó leventemente en el trasero al "soldado infractor" y con el farolillo cerca del suelo le dijo: 

-“¿No sabes que está terminantemente prohibido dormir al raso…? ¡Levántate enseguida, si no quieres que dé inmediatamente el parte…!”

El soldado se despertó y al descubrirse al cabo reconoció al propio general Weyler como el violador de lo dispuesto.

-“Vuecencia me perdone… Señor, yo no sabía…”

El general le contestó sin vacilar.

-“Soy yo el que ha faltado y tú el que has cumplido con tu deber. Cuando dejes el rondín preséntate mañana a mi ayudante, que te entregará un centén que yo te regalo por tu comportamiento y para que lo gastes como te plazca.” Con la manta bajo el brazo, Weyler se metió dentro de su tienda de campaña.

LA ULTIMA..

-- Ya retirado y bastante anciano, Weyler salía a montar a caballo por Madrid. En una de estas salidas encontró un pintor que estaba pintando un cuadro en la plaza y se detuvo y le dijo: 

--Weyler: Oiga amigo, eso está guapo. 
--El pintor no contestó 
--Weyler le volvió a decir: Oiga, le digo que eso está guapo. 
--El pintor, que ya supo que era Weyler, no le contestó. 
--Weyler ya fue a la carga: Oiga, ¿es usted sordo acaso? 
--Y el artista respondió: No, yo soy cubano. 
--Weyler no respondió y a un golpe de fusta, abandonó el lugar.

Maldita Hemeroteca 

Fuentes: López Pinillos, José., “El primer caballero de San Fernando”. "En Memoria del 98". // Weyler Valeriano, "Mi Mando en Cuba". Cardona Gabriel, Losada Juan Carlos, "Weyler, nuestro hombre en la Habana". // Internet.
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