INDIANOS: Donde la añoranza y la ostentación se dan la mano.


A mediados y finales del siglo XIX, una verdadero ejercito de Asturianos, y españoles en general por supuesto, emigraron a Cuba y América en busca de una vida mejor. Aquellos jóvenes, que casi todos huían de los quintos, el servicio militar que ese tiempo era obligatorio y por siete años de duración, y de la hambruna que asolaba a España.

Buscaban, a través del comercio, y en caso de los isleños en las plantaciones de tabaco y azúcar, dar un giro a sus vidas. En fin, que por decir una cifra, más de 300 mil se fueron a Cuba a raíz de acabarse la guerra del 1898. Más de 90 mil gallegos, 50 mil asturianos, 25 mil cántabros y 30.000 catalanes, eso sin contar los miles y miles de Canarios, que en conjunto hicieron las maletas y cruzaron el océano. Pero... 

¿Qué fue de ellos a su regreso?. Sí, porque muchos no aguantaban y decidían regresar al terruño que los vio nacer.

Casa de Indianos en la villa de Grado, Asturias

Bueno, no todos pero en un gran porciento, regresaban bien, muchos riquísimos, y resulta muy fácil saber donde es que vivían estos aventureros que a partir de entonces se les conocieron como "Indianos". Se identificaron, entre otras cosas, por las enormes casas que fabricaban, verdaderas obras de arte que les recordaba, de alguna manera, lo que habían visto y dejado en aquella Habana. Digamos que necesitan exteriorizar la riqueza conseguida en América, y de paso demostrarle a los demás paisanos que aquel esfuerzo no había sido en vano.

Muchas de esas casonas se mantienen en pis debido a la buena calidad con la que las fabricaban, a pesar del escaso y costoso mantenimiento que llevan. Incluso se podría decir que abandono, porque aunque siguen perteneciendo a los descendientes de aquellos Indianos, la mayoría han emigrado hacia las grandes ciudades para estudiar e intentar establecerse en otros mercados laborales que no existen en sus pueblos. 

Pura estética de los años 20









Una de las siete casas de Indianos en la villa de Grado, en Asturias, muy cerca de donde viví desde 2001 hasta el año 2004.

Tanto es así, que algunas de estas casonas se han convertido en negocios de hostelería y disfrute del turismo. Por ejemplo La Quinta Guadalupe, construida por el hacendado Íñigo Noriega Laso en 1906, hoy es un museo y el archivo de Indianos. Se calcula que en España hay diez mil casas de indianos, y en Asturias dos mil. 

Como dato adicional diremos que entre ellos quizás no hubo otro indiano tan poderoso y famoso como Antonio López y López, que salió con 14 años de su pueblo natal en el vapor "Comillas", llegó a Cuba como mozo de un abarrote y terminó siendo el Marqués de Comillas, el hombre más rico de España según dicen. Tal era su poderío que miren la casa que construyó en Cantabria, que luego se convirtió en la Universidad Pontificia de los jesuitas y el Palacio de Sobrellano. (imagen de abajo)
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Y observe un dato muy curioso. En la mayoría de ellas se sembraban a su alrededor palmeras que, si bien no eran iguales a las Caribeñas, al menos les recordaban las que habían en aquellas colonias donde habían emigrado. Hoy es un hecho innegable que aquellos emigrantes aportaron su capacidad de trabajo, sacrificio y organización, y aunque muchos fracasaron, otros lograron prosperar e iniciaron, además, las rutas para que los demás intentaran lo mismo. 

De hecho existen reuniones de Indianos, como la de Corvera, en el mismo Asturias, donde sus asistentes mantienen ese estilo de vestir muy propio del clima del caribe, con trajes blancos, pamelas, llamativos collares de perlas y el abanico que no podía faltar, como se muestra en una de las fotos. Otros, en cambio, decidieron quedarse en Cuba viviendo definitivamente, aunque ya quedan muy pocos. 

En la Palma, una de las islas Canarias, se celebra todos los años el carnaval de los Indianos, y aquí se recuerda a Cuba en especial. El carnaval palmero se caracteriza por la elegancia, no como otras islas que se disfrazan, y en muchos casos portan las autenticas alhajas de los verdaderos indianos que todavía se guardaban en los viejos baúles. Tienen hasta su particular "Negra Tomasa" y la guerra de talco, más de 5000 cajas que les entrega el ayuntamiento para empolvarse de arriba a abajo. 

Les hago una anécdota. Una amiga Cubana se trajo a Canarias a su padre que había nacido en Arafo, en Tenerife, y había marchado a la isla con apenas diez años. No voy a entrar en detalles, pero el señor, al cual conocí y converse alguna que otra vez, solía mirar mucho al cielo como pensando en aquella Habana que había dejado, y que sabía que nunca más vería por estar al lado de su hija. No duro ni seis meses, murió, probablemente muy triste y apenado. 

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca 
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