LOS PLATEADOS: Se repite la historia


Un parte de guerra emitido el domingo 11 de octubre del 1891 y firmado por el ministro de guerra Marcelo de Azcárraga Palmero, daba cuenta que el bandido Eustasio Méndez Rey, señor de horca y cuchillo en los campos Cubanos, había sido condenado a muerte por las autoridades coloniales. Sin embargo, a sus secuaces Miguel Falcón Morales y Donato Pérez Mujica les fue conmutada la sentencia a cadena perpetua, por la gracia de la reina Regente María Cristina.

Eustasio era uno más de aquellos miles de bandidos que asolaban los campos en Cuba como Manuel "Lengue" Romero, Manuel García Ponce, su tío Antonio Ponce y su hermano Vicente, Carlos Agüero, el temible "Agüerito", Toribio Sotolongo, Jose Rodriguez, el tuerto Desiderio Matos, José Sosa Alfonso, conocido como "Gallo Sosa".

Así mismo Jose "Nario" Rosales, Eulogio Rivero, Tomás "Maravilla" Cruz, Andrés Santana Pérez, Jose Álvarez Arteaga, alias "Matagás", Víctor Cruz Alonso, José Santana y su segundo al mando Tomás Cruz, el célebre "Veguitas", Ceferino Cruz, son solo una muestra de aquellos criminales que hacían de Pinar y la zona sur de la Habana-Matanzas, su reino particular. 

Algunos de ellos como Nicasio Mirabal, el propio Matagás o Regino Alfonso, lograron integrarse al Ejército Libertador. Incluso Pedro "Perico" Delgado Carcache, otro notorio bandido de Pinar del Río que llegó a comandar la segunda brigada en el sexto cuerpo de ejercito, lo que le valió su ascenso a brigadier.

Por otro lado Mirabal fue jefe del regimiento "Victoria" por ordenes de Máximo Gómez, no eran tiempos como para estar escogiendo tanto al personal, y llegó a teniente coronel luego de haber "campeado por su respeto" en la región del Camagüey. El mismo Manuel García murió un 24 de febrero de 1895 cuando intentaba - dicen - unirse con una partida a las fuerzas del general Julio Sanguily, con quien le unía una gran amistad. 

Sus zonas de operaciones estaban en los pueblos de Unión de Reyes, Nueva Paz, Bolondrón, Cabezas, Limonar, Pedro Betancourt, que se llamaba entonces Corral Falso de Macuriges, Jagüey Grande y su escondite principal era la Ciénaga de Zapata, que fungía además como hospital mambí de aquella zona. 

También es cierto que muchos de ellos encontraron en el robo, el secuestro y la extorsión sobre todo, un modo de subsistir en aquella manigua, lo cual no los exonera por supuesto. Es que con los años lo vimos de nuevo en la Sierra Maestra con Crescencio Pérez, el supuesto mariguanero que tanto ayudó a Fidel Castro y sus hombres en aquellas lomas. Es que la Sierra Maestra era el refugio perfecto para toda esta lacra. 

Dicho esto...

Los violentos hechos delincuenciales que se vienen produciendo en Cuba en los últimos días, nos hicieron recordar un capitulo no muy conocido de esa etapa del siglo XIX en Cuba. Nos referimos a "LOS PLATEADOS", y como siempre hacemos, nos vamos a lo que dejaron escrito los historiadores de prestigio. 

En su libro "Guerra y genocidio en Cuba, 1895-1898", donde el célebre historiador estadounidense John Lawrence Tone habla de estos delincuentes, y nos gusta este autor porque siempre se caracterizó por narrar los hechos con total neutralidad, lo que hace su obra verdaderamente valiosa. 

Para sus trabajos bélicos, Tone tuvo acceso a una importantísima documentación, inédita mucha de ella, a fuentes documentales, archivos hospitalarios, cartas interceptadas y diarios de batalla de lideres antagonistas, que los han convertido en obligada referencia por un rigor histórico que ni siquiera los Españoles se atreven a cuestionar.

En fin que nos hace referencia a la presencia de estas bandas de malhechores cubanos, partidas de ladrones, violadores y asesinos, que eran muy temidas y en ocasiones odiadas por los propios mambises. Así los describe:

«Eran de la peor especie. Maceo les odiaba, quizá más que nadie, pues los plateados se mofaban de sus ideales y de su liderazgo e incluso, a ojos de algunos blancos, desacreditaban a su raza. Encima cuando las batallas "se ponían serias", desertaban en masa. Normalmente no disponían de más armas que los machetes, lo que los hacía especialmente peligrosos para los civiles desarmados. 

En este sentido, el machete funcionó en Cuba como ha funcionado en muchas guerras civiles y étnicas del siglo XX: como el arma favorita para atacar a civiles desvalidos, una tarea brutal pero siempre necesaria para los ejércitos insurgentes, aunque el hábito de atacar a los civiles hacía un daño potencial para la causa de la independencia cubana.

Los plateados no respetan ningún bando y no hacen sino matar y robar cuando se presenta la oportunidad». De vez en cuando, los oficiales cubanos arrestaban y ahorcaban a los más notorios, pero tenían que caminar sobre la delgada línea que separaba el mantenimiento de un cierto orden dentro de la revolución, y el que sus actos se identificaran como igual de represivos que los españoles.» 

Y aquí es donde queríamos llegar, pues este historiador afirma algo que está totalmente en sintonía con lo que viene ocurriendo en Cuba actualmente, o en todo caso no hay nada más parecido... 

«Después de todo, los plateados respondían con sus actos a crímenes raciales y sociales que se remontaban a generaciones anteriores, y el miedo que inspiraban podía ser beneficioso para que los civiles fueran más reacios a defender el orden colonial por miedo a represalias.»

Decía el filósofo español George Santayana que la mente del individuo en esas primeras fases se distrae fácilmente; que es incapaz de progreso porque carece de continuidad y persistencia, una condición de los niños y de los bárbaros también, donde el instinto no ha aprendido nada de la experiencia. Que el progreso depende de la retentividad (…) y cuando la experiencia no se retiene, como entre los salvajes, la infancia es perpetua y que los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. 

Efectivamente, la tan cacareada frase que ha sido manipulada millones de veces, pero que aun así, sigue teniendo toda la razón del mundo. Como también la tienen los que creen que la dictadura anda sacando buena renta de estos nuevos PLATEADOS. ¿Terrorismo de Estado?, no lo sabemos. De momento Miguel Díaz Canel sigue sin dar la orden "de combate" en ese polvorín social, donde gritar consignas moviliza mucho más que cuando se pide auxilio.

Maldita Hemeroteca.

E. Dumpierre; "Julián Sánchez cuenta su vida", 1970 // Paz Sánchez: "El bandolerismo en Cuba". // John Lawrence Tone, "Guerra y Genocidio en Cuba. 1895-1898".
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