MARÍA LUISA QUIJANO: Tan valiosa como las demás Cubanas

Paisaje de Marianao en 1902

Mucho se habla de las "mujeres colaboradoras mambisas", pero muy poco de otras tan, o más valiosas todavía, como lo fueron doña María Luisa Quijano y Pérez y doña Adelaida Álvarez y Hernández. Tenemos por costumbre ponderar actos violentos y no tanto los magnánimos o altruistas, que en no pocas ocasiones resultan ser mucho más valiosos.  

Puede que esos dos nombres no les digan mucho, pero sepa que gracias a la labor altruista de estas damas marianenses, las angustias y sufrimientos de aquellos cubanos que habían sido víctimas de la concentración y el bloqueo implantadas por el general Valeriano Weyler cumpliendo ordenes de Madrid, pudieron ser mitigadas. 

Por esos días entraban en Marianao “las caravanas de familias famélicas en total miseria y desamparo, mientras que María Luisa, en este caso nos centramos en ella porque hemos encontrado muchos más datos que Adelaida, quizás por ser de una de las familias más ricas de los Quemados, no escatimaban en esfuerzos para recibirlas y acomodarlas en palacetes de otras distinguidas familias, como las residencias de Del Monte, Bustamante, Hidalgo y Soto Navarro.

Comunicación de ultramar (Archivos de España)

Luisa Quijano combatió de cerca la terrible plaga de paludismo y disentería, que como consecuencia de aquella reconcentración de pacíficos causó miles de bajas a esa parte de la población cubana. Sus manos piadosas cerraron los ojos de muchos afectados de tan horrible mal. Para poder cumplir con esta bondadosa misión, María Luisa recaudaba mensualmente una cantidad para costearlas económicamente.

Pero llegó un día en que lo recaudado no cubría estas atenciones, y Luisa reunió a las damas de este pueblo que con su ingenio y buena voluntad, lograron sacar adelante un proyecto consistente en la impresión de millares de tarjetas ostentando la imagen de San Vicente de Paúl, un clérigo francés del siglo XVI que había fundado en 1617 la primera Confraternidad de la Caridad, constituida por mujeres acaudaladas dedicadas a ayudar a los enfermos y pobres en la ciudad de Lyon, exactamente lo mismo que hacía María Luisa en Marianao. 

Con una de estas tarjetas, los desvalidos podían alimentarse o vestirse en todos los establecimientos del municipio Marianao. Gracias a aquella tenaz labor de auxilio, muchas de aquellas familias afectadas pudieron amortiguar en parte su desgracia. De hecho en vísperas del cese de la dominación española, el Ayuntamiento de Marianao, teniendo en cuenta sus generosas actividades, decidió otorgarle la orden civil de Beneficencia, no solo a ella, tambien a doña Adelaida Álvarez de Hernández, que como dijimos la acompañaba en esos menesteres.

La flecha indica el lugar donde estaba el comercio de víveres "El Bilbao", nombre que llevó también el hotel propiedad de la familia Quijano. 

La comunicación de ultramar dice así: 

"El gobernador general de Cuba remite al Ministerio de Ultramar el expediente instruido a propuesta del marqués de Cervera, ex alcalde de Marianao, para acreditar los actos de heroica abnegación, caridad y patriotismo de Adelaida Álvarez de Hernández y María Luisa Quijano y Pérez, solicitando recompensarlas con el ingreso en la Orden Civil de Beneficencia. Acompañan los ejemplares de la "Gaceta de La Habana" de los días 28 y 29 de abril de 1896".

Una de las calles de Marianao llevó su ilustre nombre, hasta que el alcalde Orúe decidió cambiar la nomenclatura en números solamente. En 1937 el monumento que se le dedicó al apóstol José Martí en Marianao por ejemplo, se erigió en esa calle precisamente; y desde entonces la intercepción de las calles Martí y Luisa Quijano se conoció como la "Esquina Martí". Por allí mismo atacaron el 28 de julio de 1897, los coroneles mambises Baldomero Acosta y Dionisio Arencibia.

Por eso decimos que aunque el cambio numérico haya modernizado el sistema de localización, por otro lado cercenó de cuajo ese pedazo de historia que encerraban las calles. Si no recordamos a estas personas así, modestamente, rebuscando en los viejos libros de historia, sus nombres y sus recuerdos terminarán por perderse para siempre.

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca
Fuente. Archivo de Ultramar.
Inclán Lavastida, "Historia de Marianao".
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