CANDELA MAMBISA: Una destrucción de la que apenas se habla


Dicen algunos que el Cubano tiene una rara obsesión por darle candela a todo, en el mejor sentido de la palabra claro, pero es cierto que lo ha reflejado tanto en su manera de hablar como en los textos de sus canciones, como ejemplo "Esto está en candela", La candela es aquí", "Candela por los cuatro costados", "Candela como al macao", "Candela al jarro hasta que suelte el fondo", "El cuarto de Tula le cogió candela", "Que le den Candela", y un largo etc.

¿Pero de donde viene esta tozuda manía?

Una teoría apunta al inicio de las guerras de independencia en 1868, hasta el ultimo levantamiento contra España el veinticuatro de febrero del año 1895. En este ultimo, treinta y cinco localidades se rebelaron simultáneamente, y no culminó hasta el doce de agosto del 1898, tras la entrada de las fuerzas armas de los Estados Unidos en el conflicto. 

Desde el mismo mes de Mayo de 1895, comenzó la llamada "Campaña circular" bajo el mando del mayor general Máximo Gómez, que tenía el objetivo de levantar en armas la región agramontina, e invadir Las Villas posteriormente en dirección al occidente de Cuba. Durante ese periodo fueron destruidos decenas de bateyes, aldeas y hasta pueblos. Por donde pasaba el ejercito libertador solo quedaba ruina y desolación.

En cambio para la historiografía castrista los destrozos causados eran, como mínimo, un mal necesario para la revolución. Visto así, la destrucción que ocasionó el general Máximo Gómez el 17 de junio de 1895 al pueblo de Altagracia, en Camaguey, fue uno de esos ejemplos. Fíjese que con anterioridad las fuerzas del teniente coronel López Recio, al mando del mayor general Ignacio Agramonte, sostuvieron allí, en 1869, lo que fue considerado como el bautizo de fuego de este líder militar Camagüeyano.

Además, el 4 de mayo de ese mismo año, el coronel Manuel Agramonte Porro sostuvo también otro enfrentamiento contra los españoles, sin embargo en ninguna de las dos acciones se le ocasionó daños a los pobladores. Llegado a este punto, uno podía preguntarse:

¿Qué necesidad tuvo Gómez de reducir a Altagracia a escombros y cenizas bajo un voraz incendio?. Y no solo eso, es que el día 22 hizo lo mismo con San Gerónimo, en la misma provincia. Por cierto en ese combate de Altagracia murió el mayor general Félix Borrero Lavadí, uno de los hombres que desembarcó con José Martí en Platitas de Cajobabo en 1895 y que incluso, estuvo presente en la caída del apóstol en Dos Ríos.

¿Sabe usted cuanto destrozo se ocasionó, con tal que el refuerzo de las tropas españolas no pudieran recuperarse una vez que hubieran llegado al lugar?. Pues sepa que varios de aquellos patriotas no veían con buenos ojos esa manera de hacer la guerra. ¿Qué habrán pensado aquellos campesinos de Altagracia, cuando vieron que lo poco que tenían había sido reducido a cenizas. ¿Qué fue de sus vidas y la de sus familiares?.

La cacareada teoría de que aquellos habitantes aplaudían y celebraban su propia destrucción, solo puede caber en la mente enferma de un fanático. Mire usted, uno de los jefes más prestigiosos y que tomó parte no en una, si no en las tres guerras, el mayor general Bartolomé Masó Márquez, de quien dijo Martí era el hombre que había conseguido unir en la misma causa a veteranos y jóvenes insurrectos, el que fuera elegido presidente de la cámara de representantes del primer gobierno, fue de los que criticó como nadie aquellos destrozos.

Pliegos de papel

Es más, siendo Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército, permitió moler azúcar al contrario de Gomez o Maceo. Por ejemplo, a la «Sociedad de Viti y Cía.», les permitió moler azúcar a cambio de que le entregara 500 pesos, además del compromiso de aportar 30 centavos por cada saco que produjeran en la zafra de 1895. Además, contrajo también compromisos con la «Sociedad de Reina y Cía.» y la «Sociedad de Ramírez y Cía.», luego de que se comprometieran a pagar lo mismo.

Ambos generales, porque también el mayor general Carlos Roloff hacía lo mismo, estuvieron movidos por la necesidad de obtener fondos para el aseguramiento de la Revolución, un dinero que debía ser empleado para comprar armas, municiones, ropas y medicamentos, y no ponerse a destruir todo a su paso como hacían otros.

Por otro lado en el libro "Revolución de Yara 1868-1878, del historiador y general de brigada mambí, Fernando Figueredo Socarrás, por cierto uno de los que se opuso fervientemente al pacto de Zanjón y que apoyó a Maceo en este sentido, dejó entrever que mucha de la "tea incendiaria" que se aplicó en occidente fue por despecho y castigo al poco apoyo que recibió allí la invasión, y cita al propio generalísimo Máximo Gómez:


(....) "Los villareños, con su sistemático provincialismo, hicieron que me encontrara ante un destino erizado de inconvenientes que neutralizarían por completo mis esfuerzos". ¿No le sospecha usted que donde mas candela se dio fue en el centro de la isla?. Cienfuegos quedó reducido a la miseria".


La guerra de los EE.UU. contra España en territorio cubano, se extendió desde el 21 de abril hasta el 16 de julio de 1898, fecha en que se concertó la capitulación de España. Con la firma del protocolo que puso fin a las hostilidades el 12 de agosto, se abrió para Cuba un período de paz y reajuste de la sociedad cubana a las condiciones que finalmente fueron establecidas por el Tratado.

¿Pero en que condiciones estaba Cuba cuando se produjo esa firma?. Creemos que la respuesta a esa pregunta está en aquella proclama redactada el once de noviembre de 1895 por Máximo Gomez, que sabedor del destrozo y los daños causados a la economía y al tejido social cubano, intentó "curarse en salud" anteponiendo los deberes para con la patria.

"Las dolorosas medidas dictadas por la revolución redentora de esta tierra, empapada en sangre inocente (desde Hatuey hasta nuestros días) por España despiadada y cruel, os va á sumir en la miseria. Como General en Jefe del ejército libertador, es mi deber conducirlo al triunfo, sin que me detengan ni arredren medios, poniendo á Cuba en el más breve plazo en posesión de su acariciado ideal.

Declino, pues, la responsabilidad de tanta ruina en los que la ven impasibles y nos obligan á esos extremos que después, (¡hipócritas y necios!) condenan. Tras tantos años de súplicas, humillaciones, desprecios, expatriaciones y cadalsos; cuando este pueblo por su libérrima voluntad se ha alzado en armas, no cabe otra solución sino triunfar. No importan los medios que se empleen para conseguirlo.

Este pueblo no puede vacilar entre la riqueza española y la libertad cubana. Y su mayor crimen sería ensangrentar el país sin realizar su propósito con el carácter de los hombres que nos encontramos en el campo desafiando el furor de uno de los ejércitos más bravos y aguerridos del mundo, pero en esta guerra sin entusiasmo ni fe, sin pan ni plus. La guerra no comenzó el 24 de Febrero; va á comenzar ahora. Se tenía que organizar: poner en reposo y encauzar el espíritu de la revolución, exaltado siempre en sus comienzos por entusiasmos alocados.

La contienda debía comenzar obedeciendo á un plan ó método más ó menos estudiado, pero que respondiese á la peculiaridad de nuestra guerra. Eso está hecho ya. Ahora que envíe España sus soldados á remachar las cadenas de la esclava; que el hijo de la tierra está en el campo, armado con el arma libertadora; la lucha será terrible. El éxito coronará la resolución y esfuerzo de los oprimidos".

Desde el mismo momento en que el hombre descubrió el fuego y se dio cuenta de que, además de servirle de instrumento de supervivencia y de progreso, tambien podría servirle como un arma de destrucción, la ha estado empleando con esos fines. Lo vimos en la primera guerra mundial, en la segunda y hasta en la de Vietnam, con los temibles lanza llamas. 

En el caso del conflicto bélico Cubano su uso resultó fatal y las cifras están ahí, solo tiene que buscarlas. Por ejemplo, en Occidente, durante la invasión, Gómez "apretó la tuerca" de tal que manera, que el 6 de enero emitió una circular que ordenaba la destrucción total de todos los ingenios, bateyes y vías de comunicación, además de sancionar con la pena de muerte, al obrero que tan sólo prestara su fuerza de trabajo en los ingenios o trapiches de azúcar.  

Así lo escribe el historiador estadounidense Phillip Forner:
 

"No había nada nuevo en aquellas discrepancias. La obstinada idea de Gómez en destruir toda la riqueza sin admitir críticas, por considerarlo vital para la victoria. Al final , aunque hubo momentos de gran división entre los líderes, Gómez terminó por imponer su criterio y los demás optaron por obedecerle".  

Una historia bastante oculta nos cuenta que, en el XIX, en el entonces poblado de Hoyo Colorado, hoy Bauta, municipio que se encuentra ubicado en las afueras de la Habana, vivían entonces unas 300 personas. Había sido fundado en el año 1850 en los terrenos del Hato de Ariguanabo, muy cerca de la laguna la Pastora.

Pues esas 300 personas estaban repartidas en 90 casas, la mayoría extremadamente pobres pues estaban hechas de techo de guano y paredes de madera de palma. En un inicio pertenecían jurídicamente a Santiago de las Vegas, hasta que el uno de enero de 1879 crearon su propio Ayuntamiento que distaba a 16 km de Marianao, y a 28 del centro de la capital Cubana.

Pues resulta que el 11 de mayo de 1898, el mayor general Antonio Maceo, en cumplimiento de la orden de Máximo Gómez de extender el levantamiento hacia el occidente de la isla, atacó este pueblo con tanta saña que no lo dejó convertido en cenizas. Estamos hablando de una aldea que no debió tener ni guarnición siquiera de lo pobre que era, pero aún así su destrucción fue total. Maceo no tuvo contemplación ninguna con esta gente.


¿Y que pudo haberle motivado a desatar un ataque de semejantes proporciones, teniendo en cuenta que se trataba de un pueblo humilde que no significaba nada más que el hecho de ser tomado?. Obvio que fue por su resistencia a sumarse a la insurrección. Sin embargo, la prensa oficialista destaca "el valor y la heroicidad del Titán de Bronce en este hecho". 

Como también se habla muy poco de la destrucción de Calixto García en la regiones de Holguín y de Gibara, como el incendio de Velasco en 1896, que incluso motivó actos de resistencia civil donde los habitantes de Guisa optaron por enfrentar al ejército Libertador. Por otro lado el coronel bejucaleño Aurelio Collazo García, caído en un combate en el pueblo de Güira de Melena, fue uno de los que más devastación y desolación causó en el sur de la Habana.

Según datos de la University of Miami, la tea incendiaria destruyó la friolera de tres millones de cabezas de ganado, más de un millón de pesos en madera preciosa, dos millones y medio en embarques de mercancías, y casi millón y medio de toneladas de azúcar perdida. En lo social, de 1’631,687 habitantes que habían en el censo de 1887, se pasó a millón y medio -corto- en el censo del 1899, realizado por el gobierno interventor. Aquí se puso de manifiesto las casi 150 mil muertes generadas por la fallida concentración de pacíficos del general Valeriano Weyler, durante el periodo de febrero de 1896 y octubre de 1897. 

Según dejó constancia el propio Gómez en su Diario de Campaña, fue en la región de Cienfuegos donde se inició la quema de los campos de caña, política que dejó destruida toda la provincia a su paso. Frente a la impotencia de Arsenio Martínez Campos, caen sobre Matanzas de una forma brutal, que como consecuencia trajo la eliminación de los grandes campos de caña y de los modernos y productores centrales de aquella zona. 

El resultado es conocido, la zafra en Matanzas quedó completamente destruida e imposibilitada de realizar. Fue Matanzas la provincia que mas sufrió el envite o sacudida de esta política destructiva. Poco tiempo después, la columna invasora entró en La Habana, coincidiendo con los primeros días del mes de enero de 1896, fecha en que la zafra estaba llegando a su fin y ya sabemos lo que arrojó su paso por Ceiba del Agua, Batabanó, Mariel, Cabañas, San Diego, Bahía Honda, La Mulata, Viñales, así como la ya citada destrucción de Hoyo Colorado. 

DETRUCCIÓN TOTAL.

Según un reporte emitido por la Civil Report of Major General Leonard Wood, gobernador militar de Cuba entre 1899 y 1902, los daños causados por esta invasión fueron calculados de la siguiente manera: 

  • Pinar de Rio: De 46 ingenios fueron destruidos 39.
  • La Habana:   De 85 ingenios fueron destruidos 74
  • Matanzas:  De 271 ingenios fueron destruidos 251
  • Santa Clara: De 160 ingenios fueron destruidos 151
  • Total: De 562 ingenios fueron destruidos 479, solo quedaron 83

De regreso en Punta Brava, Maceo proyectaba caer sobre Marianao, una acción que por fortuna no pudo materializar al caer en combate el 7 de Diciembre en San Pedro, ante las tropas del batallón de San Quintín comandadas por el teniente coronel Aragonés Francisco de Asís Cirujeda. 

Toda aquella destrucción era denunciada en los famosos "pliego de cordel", noticias que se vendían colgadas de un hilo con pinzas de ropa, que desde el siglo XV se venían publicando y que se caracterizaban por su gran objetividad y apego a la verdad. "La gente pacífica entregada al trabajo, mira la insurrección como un infame atentado contra el bien y la riqueza del territorio cubano", así decían algunos. Y no decimos con esto que no fuera propaganda a favor de España, pero aunque así fuera, aquellos pliegos describían muy bien el escenario de violencia que se vivía entonces.

Maldita Hemeroteca

Fuentes: Volker Mollin: "Singularidad historiográfica de la guerra de los 10 años en Cuba" / José Pardo Llada / "Bartolomé Masó: el presidente que vetaron los yanquis, Patronato del Libro Popular, La Habana 1960". / "Web Cuba y su historia". / "La revolución de Yara 1868-1878" de Figueredo Socarrás Fernando / Ramiro Guerra: "Antecedentes y significación de la guerra de 1868, La Habana. 1942"./ Departamento de la Guerra: Informe sobre el censo de 1899 (Antecedentes). Oficina del Director del Censo de Cuba.


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