FRONTÓN: Tan vasco como cubano


¿Sabe usted que hay regiones en España donde no existe ni una sola cancha para practicar el viejo frontón?.

Fíjese que en el pueblo donde yo vivía en Asturias, solo existía una y para eso solo tenía una pared delantera, no así la pared izquierda que suelen tener todas las de este deporte. Después supe que dependía de la región donde se jugara. En cambio en Cuba, y especialmente en la Habana, habían muchísimas "canchas" de este tipo, así le llamamos allá, la mayoría en muy malas condiciones pero aún resisten. Ya lo estaban hace 25 años las dos que habían en la popular calle 124 en Marianao, imagínese como estarán ahora.

Queremos decir con esto, que esta modalidad, que una vez fue deporte olímpico como en París 1924 y 1900, así como en Barcelona 92, aunque siempre de exhibición, ocupó junto al beisbol y el boxeo el top tres de las disciplinas deportivas más populares en Cuba desde principios del siglo XX, e incluso antes también. De hecho, fue el mayor general y presidente electo, el ingeniero Mario Garcia Menocal y Deop quien al ver lo popular que era, autorizó sus apuestas junto a las carreras de caballos.

Para ello, Menocal creo la "Comisión Nacional para el Fomento del Turismo"; pensando ya en los visitantes americanos, y dentro de este ente se legisló la “Ley regulando los espectáculos de apuestas mutuas”, que incluía además las apuestas en el hipódromo Oriental Park de Marianao, el segundo en importancia en el mundo. Hoy, precisamente, se cumplen ciento cinco años de esta ley ya desaparecida.

Sin embargo unos años antes, en el 1898, el torero famoso Luis Mazzantini, (El que los cubanos conocímos como "Mazantin el torero") su hermano Tomás y otros ilustres y ricachones vascos con negocios en Cuba, se dieron a la tarea de construir un gran frontón en el mismo corazón de La Habana con la aprobación del gobernador militar de Cuba en ese momento, el general norteamericano Leonard Wood. El frontón se materializó con un edificio entre las calles Lucena, Concordia, Virtudes y Marqués González, el día tres de marzo de 1901.

La inauguración fue presidida por el cónsul de España y el secretario de estado cubano, Diego Tamayo, y por supuesto, allí sonaron los himnos vasco, "Gernikako Arbola", y el cubano. En su construcción también participaron los empresarios vascos Rufino Osoro, Basilio Sarasqueta, Ignacio Nazábal, Juan Francisco Uribarri, Segundo Méndez y Augusto Lezama y Manuel Otaduy, como presidente de la sociedad y Juan Aspuru vicepresidente. Como comisionado fue nombrado el señor Liborio Eguíluz, padre de Emilio, quien fuera el mejor puntista cubano de todos los tiempos.

Era tan popular en la Habana, que llegó a llamarse "Palacio de los Gritos" por la gritería que armaban allí los apostadores y fanáticos que asistían. Ni siquiera los vascos en España, creadores de este deporte, tenían uno tan grande, bello y lujoso como este, ¡tenía 64 metros!. Entonces corría el 1902 y entre los más famosos pelotaris estaban Pasiego, Urresti, Unzueta, Zabarte, Sarasketa, Nicasio Rincón, Navarrete, Lizundia, Aguirre, entre muchos otros.

Tambien por Belascoain había otro frontón conocido como "La Bombonera", pero era más chico y era donde solían jugar las pelotaris mujeres, vascas también por supuesto. Aún así, constaban con un aforo para 1800 personas, el mas grande del mundo para mujeres. Es que la Habana se convirtió en la capital mundial del pelotarismo o Jai- Alai, (en euskera fiesta), que los cubanos jugaban con palas de madera, a mano limpia e incluso, con raquetas de tenis. 

Entre los últimos pelotaris vascos famosos que hicieron carrera en Cuba estaban, Egurbide, Etxaniz, Alberro, Mendiola, Zeberio, Altuna, aunque el más famoso de todos era Martín Odrizola. A su llegada a la habana, aquellos pelotaris solían hospedarse en el popular hostal de la asturiana Celsa, en la calle Belascoain, entre San Miguel y Neptuno. (Sepa, cubano que nos lee, que Belascoain es un topónimo vasco).

Luego de las sesiones, los pelotaris se daban cita en las múltiples tabernas de la Habana, como el Toki Ona, en el No 214 de la calle Marques González, entre Neptuno y San Miguel, la taberna Celada, en Belascoain y Carlos III, la taberna Madrid, entre Belascoain y Concordia, y el restaurant Mar y Tierra, muy cerca de Belascoain y Vista Alegre, en Belascoain y San Rafael. Aquellos pelotaris vascos, ya convertidos en celebridades, se hospedan en el segundo piso del Toki Ona, o en el hotel San Luis en la calle Belascoain.

Que sepan los vascos, por si no lo saben, que el famoso cóctel Jai Alai se inventó en la Habana, aunque hoy nadie se acuerde. Y la prueba es que en 1924 apareció la primera referencia conocida sobre este trago, en el «Manual del Cantinero» editado en Cuba ese mismo año. Total, que de toda esta historia hoy no queda nada, y como prueba hemos encontrado este tráiler de un triste documental hecho en Cuba hace unos años titulado "Belascoain", con el que intentaban rescatar estos pasajes vividos por los emigrantes vascos en Cuba.

Jorge García
Maldita Hemeroteca
Fuente: «El roble y la ceiba. Historia de los vascos en Cuba» (Txalaparta, 2003). Cecilia Arrozarena.
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