EL TEMPLETE Por Antonio Bachiller y Morales 1842


El edificio que representa la lámina que vamos á describir recuerda la primera misa que se dijo en este puerto de la Habana en 1519; al contemplarle se olvida uno de los magníficos edificios que le cercan, de la edad presente, y la imaginación vuela á aquellos tiempos primitivos en que una naturaleza virgen pero risueña era el único adorno de estas playas.

Al recordar la diferencia de las dos épocas, nuestra imaginación admira los progresos de la inteligencia humana, y deseosa de ver á la gran familia que cubre la tierra con diversos nombres de nacionalidad y provincias, sinceramente hermanada con lazos de amor, quisiera que fuesen olvidadas las artes de la guerra desconociéndose hasta el uso de las armas á semejanza de los aborígenes de Cuba que ni flechas bélicas conocían en la parte occidental de la Isla. ¡Ilusión!

Pero al cabo ese monumento no recuerda ningún hecho de armas, se refiere al sacrificio más generoso de que hablan las historias, el sacrificio de Jesús: Dios de caridad y amor para los hombres todos, sus palabras no han sido perdidas, pues sus principios llegarán á triunfar de los obstáculos que aun se le presentan. Contémplese á la humanidad en sus distintas épocas, y no nos avergonzaremos de ser de la presente, ahora que el nombre cristiano es comprendido sin los vicios de la superstición.

     

En el año de 1827 pensó el Exmo. Sr. D. Francisco Dionisio Vives erigir un monumento á la memoria de la primera misa que se dijo en este puerto: su idea no podía dejar de tener simpatía en el pueblo, ni saliendo de sus labios ejecutores en donde solo faltaba el estímulo. Hay en nuestra sociedad una gran parte que es sinceramente religiosa y entonces aun era más numerosa, sino tan limpia de vulgaridades como va siendo.

A esta predisposición de la parte religiosa del país, auxiliaron otras circunstancias; nadie habrá olvidado la virtud y religión de la angelical reina Amalia de Sajonia penúltima esposa de Fernando, que á la sazón reinaba y era un obsequio que se pensó en hacerle disponiendo lo que se dijo apertura del Templete para el día de su santo que se celebraba en 18 de marzo; como se verificó el año siguiente de 1828 del modo mas espléndido.

Las ruidosas ferias de la época en que la religión se pretextaba para la consecución de fines harto mundanos dan el acabado facsímile de nuestra sociedad contemporánea y algo de los anteriores. Así también no faltaron seres, por acá conocidos con el nombre de personas divertidas, que columbrando fiestas y saraos apoyasen el proyecto de S. E.: puede asegurarse que de esta manera toda la ciudad tomó una parte en la erección del Templete.

Pocos meses pasaron de la publicación del proyecto á su ejecución y los días 18, 19 y 20 de marzo de 1828 fueron tres días de júbilo y fiestas para la Habana. El lugar en que se ve el Templete frontero al Palacio de gobierno en la plaza de Armas estuvo sumamente concurrido las luminarias, las cortinas, las salvas de artillería fueron signos de la festividad del día; y al recordar la misa que se eternizaba con su monumento vio reproducirse ó renovarse la misma ceremonia más de trescientos años después en el mismo lugar escogido.

El día 21 de noviembre de 1827 se abrieron los cimientos del edificio y el 14 de marzo de 1828 estaba concluido. Dirigió la parte facultativa el Sr. coronel D. Antonio María de la Torre y Cárdenas, y la económica el Sr. regidor D. J. Francisco Rodríguez Cabrera.

El día 18 de marzo del último citado año se colocó la imagen de la virgen del Pilar sobre el obelisco que antes existía y de que se hablará mas adelante: púsose en lugar de otra de hechura gótica según entonces se dijo, y la actual es de bronce dorado hecha por D. José Seraltegui, de una vara de altura con las armas de Aragón y una leyenda que dice “Memoria inmortal á Francisco Dionisio Vives y Planes teniente general de los reales ejércitos, benemérito de la patria, año 1828.” 

En los momentos de ponerse la estatua los operarios y asistentes vitorearon según usanza de la época al Rey nuestro señor y al general Vives mientras dos soldados disparaban sus fusiles al aire, expresándose que fueron 15 los tiros. El edificio es un cuadrilongo de 32 varas Oeste Este y 22 Norte Sur. El enrejado que se ve en la lámina es de hierro, y descansa en globos de bronce dorado. 

Las basas y capiteles de los pilares de orden toscano, teniendo seis del frente por remate bien ejecutadas piñas de bronce queriendo imitar su color natural en lo posible. La portada es de hierro y gira sobre ruedas de bronce. El artífice de toda la parte de herrería fue el joven D. Francisco Mañón, natural de la Habana: corona la puerta un escudo de armas de esta ciudad adornada de palmas de laurel y oliva con el mote: “Siempre Fidelísima Ciudad de la Habana.” 

Los adornos y remates de este género los hizo D. Juan Jaren y los costeó el Sr. D. Ángel Laborde comandante general del Apostadero en la época. Se han plantado dentro del patio una seiba, una palma y álamos. Frente de la puerta se ve el busto de Colón de mármol blanco, regalado por el dignísimo Obispo D. Juan Díaz de Espada y Landa el que antes tenía en el jardín de su habitación, que ya hoy ha desaparecido del Campo de Marte.

En seguida del expresado busto se halla la pirámide ú obelisco de que se hizo mención y cuya historia es la siguiente. La tradición de nuestros padres señalaba el lugar en que hoy se ve el Templete como el primero donde se dijo misa en el puerto debajo de una hermosa seiba que allí estaba, así como se contaba también que á su sombra se celebró el primer cabildo. Sucedieron los dos hechos por los años de 1519: subsistió el hermoso árbol hasta entrado el año de 1753 en que se esterilizó.

Gobernaba el mariscal de campo D. Francisco Cajigal de la Vega como capitán general de la Isla y era procurador general de la ciudad el Dr. D. Manuel Felipe de Arango y para perpetuar la memoria de dichos sucesos se erigió como padrón el obelisco que con fecha de 1754 expresa menudamente lo expuesto. Tanto el susodicho padrón como otra seiba plantada en lugar de la antigua llegaron hasta nosotros: veíalas el público asomar, su cima á la pirámide sus frondosos ramos á la seiba, por letras de las paredes hasta 1827.

La pirámide fue retocada en 1828; la seiba fue destruida. La pirámide es triangular y remata con una imagen de Nuestra Sra. como ya va indicado. Entre los adornos que se le pusieron uno fue una serie de bases de bastante extensión, rodeando la primera ocho marmolillos coronados de globos de bronce de que cuelgan cadenas en hondas, conteniendo cada globo uno de los siguientes nombres: Religión, Fernando VII, Escmo. Ayuntamiento, Vives, Espada, Pinillos, Laborde. La pirámide contiene varios relieves alusivos á la historia.

No queremos dejar de poner la inscripción latina colocada en la pirámide por el lado del Norte.

“Siste Gradum Viator.ornar. hunc locum Arbos Seba frondosa Potius Dixerint Primeve Civitatis Prudentiæ Religionis Primeve Memorabile Signum: Liquidem ejus subumbra a prime, Hac in Urbe Immolaty Salutis autor. Habitus Prim. Prudentum Decurionum Senatus Duobus pius ab In seculis Perpetua Traditione Habebatur. Cessit tamen Etati. Intuere Igitur et Ne Pereat in Posterum Habanensem Fidem. Imaginem supra petram fundatam Hodie Nimirum VLT. Mensis Novembris. Anno. MDCCLIV.”

Las otras inscripciones se hacen inútiles aquí pues se refieren á trasmitir á la posteridad los nombres de cuantos figuraban en el gobierno de la isla en sus diversos ramos en la época de la construcción. Explicado lo concerniente á la parte exterior de este edificio, debemos hablar de lo que propiamente forma el templete ó templito que aparece al fondo con sus formas de antigüedad clásica.

Tiene 8 varas de Oeste á Este y 12 varas de Norte á Sur: sostienen el techo ocho columnas redondas con capiteles dóricos y basamento ático, la altura hasta la clave del tímpano es de 11 varas. Los costados se encuentran adornados con pilastras de los mismos órdenes. Varios relieves adornan el frente y en el centro del triángulo de la fachada se lee una larga inscripción explicativa con puntuación antigua. El pavimento del templete es de mármoles.

Lo más notable de este monumento son los tres cuadros al óleo que cubren sus paredes y pintó el célebre Juan Bautista Vermay, cuyas cenizas se conservan en nuestro Cementerio cubiertas con una losa en que están grabados los sentimientos de sus discípulos y amigos. Descanse en paz!. El cuadro del frente representa la misa celebrada el 18 de marzo de 1828 viéndose el verdadero retrato de la mayor parte de los concurrentes, entre ellos el de Espada que ofició de pontifical.

El de la izquierda representa el suceso que se recordaba contrastando en su sencillez con tanto lujo y ostentación. La naturaleza tropical está representada allí en mansos y sencillos naturales que se arrodillan por primera vez ante su Dios, en tunas, abrojos y hasta un papagayo. Píntanse en él con maestría los afectos. En el cuadro de la derecha se ve la celebración del primer cabildo. Todos estos cuadros han sido litografiados por los empresarios de esta obra y hacen parte de la colección publicada y á que hicimos referencia en otro artículo. Los costeó Espada.

¿Describiré las fiestas de la dedicación? No... sería larga la relación y son harto recientes las épocas á que se refiere para que las haya olvidado La Habana: baste lo expuesto para que sepan los forasteros lo que encierra en historia y objetos el Templete edificado en memoria de la primera misa que se dijo en esta ciudad de La Habana, cuando de las orillas de Casiguaguas se trasladó á este puerto de Carenas.


*Tomado de Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba. La Habana, 1842.



Documento Anexo I



El Templete

Francisco Rodríguez Cabrera*

(Regidor del Ayuntamiento de La Habana)



La seiba a cuya sombra aparece el altar, el papagayo que reposa en su copa, los abrojos y tunales esparcidos en el suelo, el horizonte claro y despejado, al tiempo de elevarse el sol en el oriente; todo indica que la escena aconteció en la ribera del mar de algún país inmediato al Ecuador.

Colocada al N.E el ara del sacrificio, descúbrese la bahía detrás de aquel árbol y parte de la cuesta de la Cabaña, siguiendo a su falda, la playa que se extiende hasta la ensenada de Marimelena. Habiéndose celebrado dicha misa el día de S. Cristóbal, invocado desde entonces, por patrono y protector de la nueva población, preséntase el sacerdote con ornamentos encarnados, y debiendo sobresalir entre todas las figuras del lienzo la de D. Diego Velázquez de Cuéllar, como jefe de los españoles, y poblador de esta Isla.

Distínguese fácilmente por las insignias de su carácter, y por su actitud noble y respetable, manifestando al mismo tiempo, afabilidad con los indios que tiene a su lado, en la acción de aproximar al altar a uno de ellos, o explicarle lo que en él se ejecutaba, lo que no debe extrañar, pues ya por la curiosidad, o por el estupor con que observaban los extranjeros, o porque habiendo empezado a establecerse en esta tierra desde el año 1511 sus primeros pobladores, acompañados siempre de algún ministro de la religión, muchos de sus naturales se hallaban instruidos de ellos y aún bautizados. De aquí, el que los veamos figurar en dicha ceremonia.

El otro grupo consta de diez españoles, oyendo la misa, bien marcados por su traje y facciones, y en ellos es tan admirable el genio fecundo del artista, como la propiedad y acierto en la ejecución, pues estando todos penetrados de unos mismos sentimientos, la piedad y la devoción manifiéstanse en ellos con diferentes expresiones. Sobre todos, tremola el estandarte real de Castilla, a cuyo reino pertenece esta Isla desde que la descubrió y tomó posesión de ella el Almirante D. Cristóbal Colón, por haber costeado su empresa la Sra. Reina Da. Isabel, sin intervención de su esposo, el Sr. Rey D. Fernando de Aragón.

*Tomado del Diario de la Habana, 16 de marzo de 1828.

Documento Anexo II

El Templete

La Habana, 27 de Marzo de 1828*

El 19 de este mes, el anterior y el siguiente fueron días de un júbilo inefable para esta ciudad. A la solemnidad del augusto nombre de la REINA nuestra Señora se añadió la dedicación de un monumento, erigido en el sitio mismo donde fue celebrada la primera misa en esta parte de la isla el año de 1519.

Así en aquellos días venturosos se unieron los recuerdos de los días pasados con los goces del tiempo presente, la primitiva sumisión de la isla á los monarcas españoles con su permanente é inalterable fidelidad, la consagración al Supremo dominador del mundo con el homenaje al augusto Soberano de España: y mezcladas las inspiraciones de la religión y de la patria, que tan poderosas son en las almas nobles, colmaron de un contento purísimo, y enajenaron los corazones de los piadosos y leales vecinos de la Habana.

A la entrada de esta ciudad por el muelle está situada la plaza de armas: el palacio del gobierno ocupa el lado frontero del puerto, y á la izquierda se halla la casa de correos, que son dos edificios grandiosos. En el centro y espacio que dejan las calles ha formado el Excmo. Sr. Capitán general D. Francisco Dionisio Vives un delicioso jardín, adornado con estatuas de mármol y rodeado de asientos, que hermosea la avenida de la población; y ofrece un desahogo y recreo á su vecindario.

En el ingreso de la plaza se había levantado á mitad del siglo anterior un obelisco con varias inscripciones, en memoria de haberse celebrado en aquel lugar el primer sacrificio de nuestra Religión. Este monumento venerable de piedad, único tal vez de su clase en el Nuevo Mundo, se hallaba ofuscado entre una porción de casillas de madera; formadas alrededor sin discernimiento y sin permiso.

El Capitán general, gobernador, ha hecho derribar aquellas barracas indecentes, restaurar el antiguo obelisco, y construir además el nuevo monumento; habiendo señalado desde luego el 19 de Marzo para su dedicación, como el obsequio más grande que pudiera ofrecerse en sus días á nuestra religiosa SOBERANA.

La actividad del gobernador ha sido tal, que toda la obra se ha ejecutado en menos de cuatro meses; y tanta la piedad generosa del vecindario, que ha contribuido espontáneamente con más de 11.000 duros para su construcción. El pueblo de la Habana se complace en las obras de utilidad y ornato, cuando son dirigidas por el buen gusto; y recibió con entusiasmo el proyecto de la que se destinaba á perpetuar los más sublimes recuerdos de su historia.

Esta se ha formado sobre un rectángulo, en que se levanta un gran zócalo de cantería, sobre cuyos lados descansa una balaustrada de hierro que le circuye, interrumpida y asegurada por pilares de piedra. En su centro se ha conservado el obelisco, y á espaldas de este se ha construido sobre tres gradas de berroqueña azul un bello templete, á que da entrada un pórtico sostenido por seis columnas dóricas, que sostienen un frontón, en cuyo tímpano se colocará sobre una losa de granito muy fino una inscripción en letras de bronce dorado. Las metopas del friso están adornadas con los atributos de la Real Orden americana de Isabel la Católica.

Dedicose, como estaba determinado, este monumento el día 19, celebrando la misa con la mayor pompa el Exmo. Sr. Obispo, asistido del cabildo de la catedral. La plaza de armas se adornó con decoración de pinturas, análogas a la religión y fidelidad del vecindario; el jardín y todos los contornos se engalanaron magníficamente: y en la noche anterior, en la de aquel día, y en la del inmediato todo se enriqueció con una iluminación brillantísima. 
En la tarde del 19 se elevó en un globo aerostático el profesor Eugenio Robertson, descendiendo sin contratiempo alguno á tres leguas de la ciudad.

Los regocijos fueron lucidos sobre todo encarecimiento: por todas partes brillaba el lujo y la más jovial y sincera alegría; sobre todo una constante tranquilidad, y tal compostura y moderación, que en tan numeroso concurso de naturales, extranjeros y gente de mar de todas naciones, ni en la ciudad, ni en sus inmensos arrabales sucedió el más leve disgusto, ni se percibió una palabra que pudiese lastimar los más delicados oídos. El Capitán general hace con este motivo un justo elogio de la excelente educación que procuran dar á sus hijos los habitantes de la Habana.

*Tomado de la Gaceta de Madrid (*pág. 211), 27 de Marzo de 1828.


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