Razón humana vs razón universal, un peligroso dilema.

Karsten Warholm y Sidney McLaughlin, dueños de la marca mundial en los 400 metros vallas

Por lo general el hombre - digamos la raza humana - porque últimamente hay que escribir en letra de molde y bien despacito, siempre ha considerado a la naturaleza como una fuente de normas para su propia conducta humana; e incluso la autoridad que ella representa ha sido utilizada para apoyar, o condenar, diversas causas. 

Sin embargo, el ser humano siempre se ha planteado el torpe dilema - propio de su misma naturaleza -, de ir en su contra, digamos retarla y de ser posible alterarla, lo que siempre le ha traído problemas, al menos que sepamos. Y no se trata de un capricho machista ni mucho menos, son millones de años de evolución, pero aún así nos creemos más sabios de lo que realmente somos. Por tanto ir en contra de natura, suele ser muy peligroso. 

Recordemos, por solo poner un ejemplo, cuando en 1958 el líder chino Mao Zedong lanzó el proyecto que llamó "Gran Salto Adelante", y que pretendía convertir a China en una gran potencia industrial y agrícola. Fue entonces cuando se le ocurrió "la brillante idea" de matar a los pobres gorriones, porque aquel loco decía que esos pájaros eran capaces de comerse varios kilos de granos al año. Llegó a señalarlos de "contra rrevolucionarios", una verdadera insensatez.

Conclusión: Las plagas, que antes eran controladas por esos mismo gorriones, fueron las que se lo comieron a él. Bueno a él no tanto, a  los chinos de a pie que fueron en realidad los que pagaron las consecuencias de la hambruna. Y aplicando esta enseñanza al deporte, vemos como el hombre sigue jugando con retar el instinto humano, la cualidad innata que les ha diferenciado a través de millones de años de evolución. ¡Es que no aprendemos!.

Lo hemos visto en los combates de boxeo de estos juegos olímpicos de París, donde hombres reconvertidos en mujeres y por la razón que sea, me da exactamente igual, es que ni siquiera me interesa, apalean a las féminas a riego de provocarles una grave lesión. Pero no vamos a tocar este tema bastante manido ya por cierto, mejor pondremos otro ejemplo de este absurdo en un deporte, donde los contrincantes no se tocan ni con el pétalo de una flor.

El norteamericano Noah Lyles hizo 9:79 en los cien metros lisos de París, la Satna Luceña Julien Alfred 10:72 en la misma prueba, casi un segundo más tarde.

La diferencia existente en una especialidad deportiva como son los 400 metros con vallas, es de casi cinco segundos a favor de los hombres. ¿Sabe usted lo que significan cinco segundos en las pistas?, sobre todo si tenemos en cuenta que los cien metros planos se corren en menos de diez. Mire usted, el peor tiempo de la repesca masculina en esta eliminatoria Parisina, el dominicano Yeral Nuñez, fue de 53,68 segundos.

Ó sea, tres segundos y 30 centésimas más que el logrado por la recordista mundial de esta especialidad, la vigente campeona olímpica en estos juegos, la norteamericana Sidney McLaughlin-Levrone, que fue de 50:37. Y sí, efectivamente, en este caso la fémina superó al hombre, pero estamos hablando del peor de los tiempos entre todos ellos.

En cambio, si nos vamos al cuarto de los clasificados, el norteamericano Rai Benjamín, entonces veremos que este posteó un 48:34 y no solo eso, el ultimo de ellos, el jamaicano, Roshawn Clark, que fue séptimo con 50:03 se lo mejoró treinta y cuatro centésimas, y eso nos dice algo. Y si encima el recordista masculino de esta prueba desde el 3 de agosto de 2021, el Danés Karsten Warholm, es de cinco segundos más rápido, entonces queda demostrado que contra la naturaleza no hay nada que hacer. Al menos de momento. 

En la naturaleza no hay valores que cambiar, es así, tal cual, y nadie tiene la capacidad de transformarla, solo dios. Por tanto, debemos preservar y cuidar nuestra relación con la naturaleza, porque gracias a ella hemos llegado hasta aquí. Y a saber. Lo preocupante de todo es que esta misma humanidad, sabiendo que es así incluso, sigue persistiendo en esa tenaz pero muy peligrosa tentación, no vaya usted a creer.

Por Jorge García
Maldita Hemeroteca
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