Se fuga Batista y Tropicana tenía los días contados (V parte)

Ameijeiras, brazo ejecutor del intervencionismo Castrista

Cuando el 31 de diciembre de 1958 Tropicana abría sus puertas, nadie sospechaba el gran acontecimiento que se avecinaba. Todo se había preparado como de costumbre pero, por primera vez y desde su inauguración, los salones estaban medio vacíos y muchas de las reservaciones que aparecían registradas y pagadas seguían ausentes.

A las 10:30 p.m. aproximadamente, un hombre vestido de civil entró apresurado y se acercó al jefe de la policía de Marianao, que se encontraba sentado en una de las mesas, susurrándole algo al oído y este salió apresuradamente acompañado de sus secuaces y la expectación reinó entre todos los presentes. A las 11:30, en pleno show, Ardura fue avisado de que había llegado el enlace del coronel Roberto Fernández Miranda, y ambos se encerraron en uno de los salones de juego privados. 

No precisamente a jugar. 

Sería alrededor de la una de la madrugada cuando salió el visitante y, al poco rato, Ardura le siguió con un gran maletín de mano de color negro y se marchó en su auto. Al día siguiente se supo que se había marchado del país con su familia en su avioneta particular; él era piloto y no le costó mucho trabajo despegar de la pista en Aerovías Q.

Muy temprano en la mañana, al conocerse la caída del régimen y la huida de Fulgencio Batista, se constituyó el Comité de Ocupación Revolucionario (COR), integrado por trabajadores del centro, (ya sabe usted como somos los cubanos) y se tomó revolucionariamente el cabaret que hasta ese momento les estaba "matando el hambre". Los custodios no aparecieron por ninguna parte, y se organizaron guardias en los alrededores y especialmente en la entrada principal, cerca de la línea del ferrocarril. 
Tropicana tenía capacidad para 1,750 personas, contaba con mas de 600 empleados, entre ellos coristas, vendedoras de tabaco, músicos y artistas, barmans, crupiers y hasta jardineros contratados para mantener el tupido bosque que la rodeaba.
A las ocho de la mañana, como de costumbre, llegó el guajiro Martín y los "nuevos custodios" le franquearon la entrada. Se le informó que el cabaret no abriría sus puertas en respuesta al llamado de huelga general lanzado por el líder de la Revolución, el ya comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y comenzaba un fin de año muy diferente para Martín Fox y su staff. 

Esa misma mañana el pueblo eufórico de alegría por la fuga del tirano se lanzó a la calle pero no a celebrar solo, se dedicaron a saquear las salas de juego del Sans Souci, Deauville, Plaza, Sevilla y de otros lugares que tenían salas de juego, destruyeron además todos los parquímetros automáticos que existían en las principales calles de La Habana. 

Enterado de estos hechos, se montó guardias reforzadas y se posicionaron en la entrada principal del cabaret miembros del COR armados de palos, cabillas y una vieja escopeta que existía y que se usaba como utilería. Alrededor de las cuatro de la tarde hicieron su aparición dos camiones cargados de aquellos salvajes con el objetivo de saquear el cabaret, pero el al notar la resistencia que había optaron por irse. 

El día tres por la tarde llegaron las avanzadas de la tropa del Comandante Camilo Cienfuegos que se dirigían a ocupar el campamento de Columbia, hoy Ciudad Escolar Libertad, y bajo las órdenes del Teniente Egaña se coordinaron las operaciones relacionadas con la custodia y cuidado del cabaret. Al atardecer volvió Martín acompañado de uno de sus colaboradores más cercanos, para sacar unos bultos lo que fue autorizado por el mando rebelde.

Al concluir la huelga general algunos miembros del COR se personaron en casa de Echemendía. Se le invitó a que reabriera el cabaret, pero este se negó alegando que solamente recibía órdenes de Martín. Entonces se dirigieron a donde vivía el jefe con el mismo propósito, quien salió corriendo por la calle gritando que lo querían matar. Fue necesario, y casi a la fuerza, convencerlo de que el objetivo de la visita era solo para que abriera el cabaret con los juegos autorizados por la ley. 

Martín el «Guajiro» se negó rotundamente y se le dio un breve plazo para que recapacitara, pero renunció a entregar las llaves. Fue necesario acudir a la policía que lo llevó detenido para la jefatura general, hasta que llegó el Comandante Efigenio Amejeiras, el nombrado Jefe de la Policía Nacional Revolucionaria, quien "logró convencerlo". 

Hay que decir que Fox contó con la protección del comandante Camilo Cienfuegos, amigo de la familia, el que incluso le dio una foto firmada que el Guajiro enseñaba a todos los barbudos. Pero una vez Camilo despareció misteriosamente del plano existencial, se acabó todo para Martín. Sus cuentas fueron embargadas, y como le pasó a miles de empresarios en Cuba, tuvo que salir rumbo a un exilio para nunca mas volver. 

Atrás quedaba en manos de aquellos barbudos todo aquello por lo que tanto había luchado. El guajiro Martín Fox murió de un derrame cerebral en 1964, quizás del disgusto por la pérdida de sus bienes, mientras que su esposa Ofelia Fox (Suárez) que vivió 5 años en Miami, murió de cáncer en el 2006 en el hospital de Burbank, de California, a los 82 años. Sus memorias fueron parte del libro "Tropicana Nights: the Life and Times of el Legendario Club Nocturno Cubano, una obra de obligada referencia en el tema.

Su autora, la destacada escritora, curadora y conservadora de arte estadounidense, nacida en Cuba, Rosa Lowinger, especialista en la vida nocturna de la isla en los años 50, se acercó a Ofelia para trabajar juntas en un libro en 2003. El matrimonio Fox no tuvo descendencia. 

FIN

Maldita Hemeroteca: Fuente: Condensado de Arte por excelencias. // (Tomado del libro inédito "Tropicana: Tras los Arcos de Cristal")
Articulo Anterior Articulo Siguiente