Vista actual de la calle Teniente Rey |
En la Habana hay una conocida calle que lleva por nombre "Teniente Rey", pero en un pasado tuvo otros como "Barranco" "Santa Teresa" e incluso "Calle Basurero". (Hoy casi todas podrían llamarse así). Total, que luego se rebautizó en honor a Don Félix del Rey y Boza, teniente Gobernador y auditor de Guerra nacido en Cuba, que en 1780 vivió en una de las esquinas de esa vía.
Tenemos entendido que la calle Teniente Rey nace en otra, en Oficios, y atraviesa varias más hasta finalizar en el Capitolio, y si estamos en un error lo sentimos. Aunque el tema no es la calle en sí ni donde está situada, nuestra intención es dar a conocer a esos "Tenientes Reyes" que tuvo la Habana, que tan importante eran que con los años llegaron a sustituir - en caso de ausencia - a los mismos capitanes generales.
Se podría decir que la primera "Teniente Rey" o "Puesto de Dedo" que tuvo Cuba fue la señora Isabel de Bobadilla, aquella noble viuda que al marchar su marido Hernando de Soto, entonces gobernador de la isla, a tierras de la Florida se quedó ocupando el cargo de forma interina hasta 1544, que fue sustituida por el gobernador y capitán general Don Juanes de Ávila.
La afligida viuda se cansó de esperar a de Soto y se marchó a España con una buena pensión de tres mil maravedís. Resulta que en el siglo XVI los gobernadores de la isla de Cuba no tuvieron más funcionarios inmediatos que los sustituyeran en el mando, los nombraba la Audiencia de Santo Domingo, hasta que por el año 1580 que fue terminado en La Habana el castillo de la Fuerza,
se ordenó que los alcaldes de esta fortaleza sustituyeran a los gobernadores de la Isla en caso de guerra.
En el caso de enfermedad, muerte o inhabilitación de éstos, se encargaba el mando político de la misma a los letrados asesores del gobierno, hasta que fueran confirmados en sus puestos o fuesen reemplazados por otros que nombraba la Corona. Citando un ejemplo, el gobernador Gabriel de Lujan fue sustituido en 1583 en el mando político de la isla por Don García Hernández de Torquemada, y en lo militar por Don Diego Fernández de Quiñones, hijo del conde de Luna, que a la sazón desempeñaba el cargo en el castillo de la “Fuerza”.
El 21 de abril de 1586 fue repuesto en el mando el gobernador don Gabriel de Luján, el cual en unión del esforzado alcaide Quiñones, y al frente de 500 valerosos voluntarios, defendió valerosamente la plaza de La Habana haciendo huir al temible pirata Drake, que se había presentado en las costas cubanas al mando de dieciséis embarcaciones mayores y catorce lanchas en zafarrancho de desembarco.
A petición del alcalde del Morro, don Jerónimo de Quero, se ordenó en 1615 que cuando hubiera una vacante en el gobierno de la isla fuera interinamente cubierto por el alcalde de los Tres Reyes o el Morro, por ser esta la fortaleza más importante e incluso que la del castillo de la “Fuerza”. De ahí que a la muerte en la Habana del maestro de campo, Don José Fernández de Córdoba, el 20 de julio de 1685, el puesto militar fuera ocupado por don Andrés Munive Miranda y Orquinaza, mientras que en lo político por el auditor don Manuel Murguía y Mena.
El referido don Andrés Munive Miranda y Orquinaza, natural de la fortaleza del Morro y después gobernador militar interino de la isla de Cuba, se casó dos veces en La Habana: la primera, con doña María Pedroso y Farias; y la segunda, con doña Jacinta Ruiz Guillén y Loza, dejando en Cuba, de ambos matrimonios, una ilustrada descendencia entre la cual se encuentra la familia Carrillo de Albornoz.
También su compañero en el Gobierno, licenciado Don Manuel Murguía y Mena, natural de la villa de Montalvo, oidor de la real casa de la contratación de Sevilla, dejó en nuestro país una distinguida descendencia de su matrimonio con la ilustre habanera, Doña Isabel Lucía Calvo de la Puerta y Chacón, perteneciente a los progenitores de los condes de Buenavista, marqueses de Casa Calvo y de la Peñuela, condes a su vez de Casa Bayona y de Mollina.
Al fallecimiento ocurrido en La Habana el 4 de diciembre de 1702 del maestre de campo, Don Pedro Benítez de Lugo, capitán general y gobernador de la isla, su cargo de gobernador militar fue ocupado por el ilustre habanero don Luis Chacón y Castellón, coronel de los Reales Ejércitos y alcaide de las fortaleza del Morro, mientras que el licenciado Nicolás Chirinos y van de Walle, miembro también de una de las principales familias de la nobleza del país, ocupó el de gobernador político.
Al fallecimiento del piadoso obispo Compostela, le sucedió en el gobierno eclesiástico de la isla como provisor, y además como vicario general en Sede vacante. El licenciado Chirinos contrajo matrimonio con la ilustre habanera Doña Magdalena de Roxas Inestrosa, pariente del primer gobernador de la isla, con quien tuvo una numerosa y distinguida descendencia que, a su vez, contrajo alianzas con los miembros más prominentes de la nobleza cubana.
El gobernador interino Luis Chacón, miembro destacado de los ilustres progenitores de los condes y señores de Casa Bayona, tomó el mando militar pues gozaba de gran prestigio. Había tomado parte en Europa en las campañas de Espolla, Gerona, Puigcerdá, Camprodón, en otras como la que sostuvo Carlos II contra Francia donde resultó herido de gravedad.
Su compañero en el gobierno político de la isla, el licenciado Chirinos, fue colegial del insigne San Ramón, abogado de la real audiencia y cancillería de Nueva España, regente de prima de filosofía de la universidad de dicha ciudad, su alcalde de Corte y oidor de la real audiencia de Santo Domingo, procurador general y alcalde ordinario de La Habana.
1929: Panadería en el No 61 de la calle Teniente Rey |
Al fallecimiento del piadoso obispo Compostela, le sucedió en el gobierno eclesiástico de la isla como provisor, y además como vicario general en Sede vacante. El licenciado Chirinos contrajo matrimonio con la ilustre habanera Doña Magdalena de Roxas Inestrosa, pariente del primer gobernador de la isla, con quien tuvo una numerosa y distinguida descendencia que, a su vez, contrajo alianzas con los miembros más prominentes de la nobleza cubana.
Tanto Chacón como Chirinos, encargados del gobierno de la isla, cada cual en su ramo respectivo a fuerza de concierto y de prudencia, no sólo conservaron a Cuba fiel a España en la época más crítica de la guerra de sucesión donde no contaban apenas con tropas ni marina, sino que tomaron algunas veces la ofensiva contra los enemigos de la Corona.
Los corsarios cubanos lograron algunas presas de importancia propiedad de los ingleses. Por ejemplo el gobernador de Santiago de Cuba, el habanero barón de Chávez, emprendió una expedición a las islas de Providencia y Siguatey y allí pasó a cuchillo a más de cien ingleses, les hizo ciento cincuenta prisioneros, les arrasó sus labranzas y sus casas, regresando al puerto cubano cargado con el botín.
El 13 de mayo de 1706 los gobernadores interinos, Chacón y Chirinos, entregaron el mando de la isla al sargento general de batalla, don Pedro Álvarez de Villarín, que falleció en La Habana el 8 de julio del mismo año teniendo que hacerse nuevamente con el gobierno Chacón y Chirinos. El primero tuvo que rechazar a cañonazos a los ingleses que se habían presentado frente a La Habana con veinte y dos bajeles, (antiguas naves de velas de grandes dimensiones) pretendiendo que el gobernador proclamara al pretendiente don Carlos de Austria, como rey de España.
El 18 de enero de 1708 los señores Chacón y Chirinos entregaron el mando de la isla al coronel don Laureano de Torres Ayala y Quadros, natural de Sevilla, más tarde marqués de Casa Torres, caballero de la orden de Santiago, que había sido capitán general y gobernador en Cuba. Este mantuvo discrepancias con su auditor, Don José Fernández de Córdoba, que elevó al rey una acusación por la cual ordenaron detener al coronel Laureano, marqués de la Casa Torres, enviando a Cuba al oidor Cavero para instruir la causa.
Por este motivo tuvo Chacón que hacerse nuevamente cargo del gobierno militar de esta Isla, en un período lleno de inquietudes internas. En 1712 fueron designados como alcaldes ordinarios a los habaneros Don Martín de Palma Beloso y Morales y Don Jacinto Pedroso y Calvo de la Puerta, a quienes correspondía el gobierno interino político de la isla.
Después de haber estado confinado dos años en la villa de Guanabacoa, el marqués de la Casa Torres fue repuesto en el mando del gobierno de la Isla, contrayendo matrimonio con la distinguida habanera Doña Catalina Gertrudis Bayona y Chacón, hermana del primer conde y señor de Casa Bayona, y sobrina del gobernador don Luis Chacón y Castellón, con quien tuvo una amplia prole que como era costumbre, terminó enlazada con los principales miembros de la nobleza criolla.
CARGOS DE TENIENTE REY
Durante los gobiernos interinos de Chacón y Chirinos, se pudo observar que por no estar bien deslindadas las atribuciones del mando militar del civil, se producían con bastante frecuencia diferencias que había que evitar en el futuro, es por eso que se ordenó crear, en 1715, el empleo del Teniente Rey de la plaza de La Habana, al cual se consignaron el privilegio de resumir ambos mandos en la jurisdicción de la Capital, en caso de que por algún motivo se ausentara el capitán general de la Isla.
En la primera mitad del siglo XVIII, fue Teniente Rey de la plaza de La Habana, Don Félix del Rey y Boza, natural de La Laguna, en la isla de Tenerife, oidor de las Reales Audiencias de México y Guatemala y debido a este señor es que la calle habanera lleva ese nombre, que como ya se dijo al principio su residencia se encontraba en una de sus esquinas.
Palacio de los capitanes generales de la Habana |
En la primera mitad del siglo XVIII, fue Teniente Rey de la plaza de La Habana, Don Félix del Rey y Boza, natural de La Laguna, en la isla de Tenerife, oidor de las Reales Audiencias de México y Guatemala y debido a este señor es que la calle habanera lleva ese nombre, que como ya se dijo al principio su residencia se encontraba en una de sus esquinas.
Este señor se casó en la habana con Doña María Álvarez Herrera y Pastrana, y como siempre su extensa familia se enlazó con lo que más valía y brillaba en la capital, dígase los Armenteros, los García Menocal, los Suárez del Villar, entre otras distinguidas familias.
Don Félix del Rey y Álvarez, hijo del anterior, también Teniente rey de la plaza de La Habana, y el doctor Carlos, miembro también de esta familia, se trajo a Cuba procedente de Europa la yerba llamada Don Carlos, que con los años invadió los campos Cubanos. Sin embargo, hay que decir que en su etapa más verde, o tierna, servía de buen forraje para el ganado, pero en la etapa marchita suele ser hasta venenosa. Fue de esta planta que los Cubanos aprendieron a obtener lo que se llamó "Millo".
Seguimos...
Cuando en 1763 se constituyó en la isla de Cuba una capitanía General enteramente independiente, y se formó una subinspección de ingenieros, el empleo de Teniente Rey fue declarado de segundo cabo y sometido a un oficial general, como lo fue en una época don Manuel Cabello y Rodríguez, coronel de los Reales Ejércitos y padre político del primer conde de Vallellano.
Posteriormente la graduación militar ya no influyó en la designación de los Tenientes Reyes, manteniendo las triples funciones de su cargo en la plaza, las del segundo cabo y de la subinspección de las tropas de la Isla, excepto entre los años 1802 y 1807, que con los cargos corrió el mariscal de campo don Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, conde de San Juan de Jaruco y de Santa Cruz de Mopox.
Hasta 1812 se declararon unidos estos cargos en una misma persona, como por ejemplo Don Francisco Montalvo y Ambulodi, hijo del conde de Macuriges y hermano del conde de la Casa Montalvo. Otros cubanos desempeñaron el cargo de Teniente Rey de la plaza de La Habana también, ya como sub-inspectores y segundos cabos, siempre para suplir interinamente las vacantes de los capitanes generales de la isla.
Maldita Hemeroteca.
Fuente:
Artículo publicado en el Diario de la Marina, con fecha 11 mayo 1947 y firmado por "El Conde de Juan de Jaruco", que no era otro que don Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallén Santa Cruz y del Prado, séptimo conde de Jaruco y autor del más rico compendio biográfico de nueve volúmenes titulado: "Historia de familias cubanas", considerada la más importante investigación sobre 841 familias Cubanas.
Sus artículos son verdaderas joyas de la historia de Cuba, no solo de apellidos y sus escudos, si no de hechos patrióticos, históricos e incluso de sociedad, así como lugares de interés. Contrajo matrimonio con María del Carmen Antonia Goicoechea y Duradoña, nacida en La Habana en 1898, hermana de la Condesa de Buena Vista. Murió en 1954 en la Habana. Fue un importante redactor del Diario de la Marina