Ejercito y guardia rural cubano. // 

Por lo general cuando uno se esfuerza por defender las causas débiles, como fue en este caso y conocido el fortísimo racismo que había en Cuba por aquellos años, cree que encuentra la manera correcta de combatir las injusticias, y a veces no es tan así como parece.

Saber que diez mil soldados cubanos masacraron a seis mil paisanos de piel negros y mestiza, la señal del cerebro enseguida se pone en guardia. En cambio, con este post no queremos hacer leña del árbol caído, ya este tema se ha tocado mucho en la blogosfera libre, pero también es cierto que en la búsqueda por saber van apareciendo nuevos datos que uno desconocía, y que sin animo de justificar nada, solo faltaría, van matizando un poco la anterior narrativa.

Un ejemplo es este libro anónimo que se titula "Guerra de Razas" por ejemplo, con dedicatoria de Rafael Conte y José M. Campany, del cual hemos extraído este capitulo referido al vergonzoso acto de celebración, cena incluida, que celebró el ejercito cubano luego de haber acabado con la vida de más de seis mil compatriotas "no blancos" en 1912.

Fíjese que llama la atención que es anónimo, con lo cual se puede pensar que quien lo escribió, sabiendo que iba ser duro o parcializado, como usted quiera verlo, trató de evitar los señalamientos y reacciones que su lectura iba a generar en la gente. Por que es que por un lado uno no deja de preguntarse, como fue posible que cubanos pudieran celebrar tan tranquilamente semejante matanza de paisanos, e incluso ex compañeros de armas.

Por otro lado nadie se explica como diez mil soldados regulares l mando del mayor general Jesús "Chucho" Monteagudo, liquidara con pasmosa facilidad a una fuerza bastante numerosa que se suponía, además de defender una idea, tuvo como protagonistas a hombres que tenían todavía muy fresca la experiencia de años en la manigua insurrecta.

Nadie como Estenoz, aun estando muy lejos intelectualmente de un Antonio Maceo, para saber que aún en el remoto caso de que hubieran ganado, una republica negra, al estilo Haitiano se habría convertido de inmediato en un objetivo a derrotar por los Estados Unidos.

Pero también es cierto que hayan sido senadores negros como Juan Gualberto Gómez o Martín Morúa Delgado, quienes le llevaran la contaría precisamente, haya terminado con su paciencia. Caudillo al fin, se erigió como jefe nato de aquella masa de negros que fueron obligados a "bailar con la más fea", prometiéndole "el oro y el moro".

Lo que no imaginó ni por un momento Estenoz es que esos líderes experimentados, como el general Felipe Vera, Isidoro Santos, el coronel Julio Antomarchi, "El tullido" Eugenio Lacoste, auto proclamado "gobernador de Oriente", el brigadier Feliciano Acosta, comandante Loreto Vera, Gregorio Surín o incluso el coronel Pedro Ivonet, que una vez cargaron medio encueros y casi sin armas contra un ejercito bien armado como el español, esta vez demostraron cobardía y mucho odio además.

En una ocasión, en medio de un discurso, Gregorio Surín, quien abogaba por la guerra de razas abiertamente, dijo que no podía continuar hablando porque el cuello blanco de su camisa "le apretaba mucho". La rebelión de razas podría ser una idea equivocada, pero hacer lo que hicieron sus partidarios en Oriente, tampoco estuvo bien, teniendo en cuenta lo que probablemente les habían prometido.

Según este libro, que no dudamos que podrá tener su intención marcada hacia el resultado, se afirma que más que justicia la mayoría de los sublevados se limitaron a saquear los pueblos orientales, cebándose con Alto Cedro, Mayarí, a la que le dieron candela por completo, El Cristo, La Maya y Yateras, en Guantánamo, aprovechando la ausencia del destacamento de la Guardia Rural que los guarnecía. 

Tambien señala la destrucción injustificadas de propiedades y el asesinato de gente indefensa desprovista de toda protección que cometieron. Un ejemplo fue este parte ocupado al jefe del estado mayor del levantamiento, Isidoro Santos Carrero, en el que le hacía saber a la jefatura del ejercito en el campamento "Cristina", que reproducimos a continuación textualmente: 
Ejército Reivindicador Cuartel General en Campaña en el punto la Cristina.

—He recibido del Cdno. Capitán Tomás Maniel de este Ejército, en comisión por orden de este Cuartel General á mis órdenes, 500 tiros de Mauser, un caballo dorado tomado en el potrero "La Filipina", y otro del mismo color en la Aguada de Juan B. Riveauz y dos armamentos Espinfes, viniendo con él doce ciudadanos, cuyas generales han sido tomadas. También he recibido dos caballos tomados el uno en el potrero de Enrique Tomás, y otro en la finca "Filipina". Y para su constancia le firmo el presente. 

En Patria, Derecho y Libertad, á 29 de Mayo de 1912. El Jefe del Estado Mayor, Isidoro Santos Carrero.
En otro, fechado en el mes de Mayo 
"Se hace saber que en la Hacienda del Olimpo incomunicando la vía de Guantánamo y San Luis por el extremo Este y Oeste y el hilo de la finca por el Norte, sacando seis caballos aperados del Batey Olimpo y asaltando á la cantina del Sr. Juan Tejeiro de donde nos llevamos los objetos que constan en el libro en la fecha indicada. Sin más, de Vd. atto. S. S".

El Comandante del Escuadrón de Caballería, Loreto Vera
Partiendo de que esos hechos no justifican para nada semejante masacre, no cabe duda que fueron exacerbando el deseo de exterminio en ese ejercito. Los hay que afirman que con haberse limitado a batir a los culpables podía entenderse las muertes, otros, en cambio, que afirmar eso en una republica que ya contaba con el imperio de la ley sería descabellado.

El caso es que nada de eso lo hubiera impedido, porque durante todo ese tiempo el presidente José Miguel Gómez había ordenado al congreso poner fin a las garantías constitucionales, apelando a su inciso 68 de la constitución de 1901, lo que dio "carta blanca" al ejercito para hacer lo que hicieron. 

Hoy sabemos que aquella felicitación del presidente al ejercito "por haber restituido la paz al país", no era otra cosa que un achuchón por haber evitado que los EEUU echaran mano de nuevo a la Enmienda Platt y pusiera malo su gobierno. 

De hecho Gómez tuvo que enviar a Washington al senador y ex coronel del ejercito mambí, Orestes Ferrara, para que intentara tranquilizar diplomáticamente al gobierno norteamericano, pero aún así ¿una cena de celebración?. Hombre, los muertos aquellos eran cubanos igual que ellos, y un poco de tacto quizás hubiera redefinido un poco aquel dramático acto.

Como reza un fragmento de la dedicatoria: 

"Tal vez la paz hubiera sido realizable antes del 20 de Mayo de 1912, porque hasta entonces el negro y el blanco, que en el fondo se detestaban, habían logrado mantenerse dentro de los límites de la prudencia; pero hoy, después del choque armado, después de la agresión brutal y del terrible escarmiento, no es lógico ni humano suponer que la paz, que no pudo conservarse con halagos y promesas, haya de surgir de los campos ensangrentados de la lucha".

Dicho esto, pasamos al tema en la segunda parte