.

MOMIA DEL GENERAL JUAN PRIM I PRATS, PRESIDENTE DEL GOBIERNO


Cadáver de Juan Prim i Prats embalsamado. Pasado el funeral, los restos se depositaron en un mausoleo en el Panteón de "Hombres Ilustres" de la basílica de Atocha, de donde en 1971 fue trasladado a Reus, su ciudad natal.

En 2012, dentro de la programación para celebrar el segundo centenario de su nacimiento, un equipo científico analizó la momia y halló indicios de que el general no había muerto de sus heridas, sino de un estrangulamiento. Esta sorprendente teoría fue desmentida un año más tarde por un nuevo análisis a cargo de un equipo de la Universidad Complutense de Madrid, que confirmó las conclusiones de los médicos que trataron al general.

El nuevo examen ...

Los análisis realizados a la momia en 2012-2014, además de revelarnos que el general tenía el pelo castaño, que perdió un diente post mortem o que los embalsamadores le colocaron dos ojos artificiales de vidrio, han documentado las diversas heridas que sufrió por el atentado. La más grave de ellas se localizó en el hombro izquierdo, donde en efecto se encuentra un orificio de 2,5 por 1,5 cm de una bala, que entra en el cuerpo con una inclinación de 15º hacia arriba.

En 1842 Prim conoce a Carlos Manuel de Céspedes. El joven cubano era espectador de primera fila de los motines que acontecían en las calles de Barcelona, sublevaciones que alejaron al entonces Gobernador de Barcelona, Juan Prim, de Baldomero Espartero cuando aquel bombardeó la ciudad y esta se rindió.

Cuando en 1843 Prim hizo su pronunciamiento en Reus, Céspedes estuvo dispuesto a secundarle, pero, después de la capitulación de los sublevados de Reus, el joven estudiante cubano desistió y prosiguió viaje por las principales naciones europeas.

También se le acusará a Prim de estar en connivencia con Céspedes una vez comenzado el levantamiento de Yara en 1868. Prim parecía querer encontrar una solución pacífica tras el levantamiento en el ingenio de la Demajagua. Los independentistas cubanos, contando con el apoyo de Estados Unidos, elaboraron una Constitución propia para la isla en abril de 1869 y confirmaron a Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la nueva República «en armas».

No ocultaría Prim en las cortes de España que él abogaba por la independencia de Cuba y que era firme defensor de la misma, si así lo determinaba el pueblo cubano y su amigo de conspiraciones. Exigía una amnistía a los patriotas cubanos y una compensación a España garantizada por Estados Unidos. Su proyecto encontró fuerte oposición en la península. 

“La isla de Cuba no se vende, pues su venta sería la deshonra para España, a España se la vence, pero no se la deshonra”. El director de La Discusión se había presentado días antes en casa de Ricardo Muniz, diputado y amigo de Prim “Algo muy grave va a sucederle a Prim de manos de unos hombres encabezados por el diputado jerezano José Paul y Angulo”. 

Le recomendaron que no recorriera el trayecto habitual, pero él desoyó el consejo. Nevaba de forma intensa, el coche donde viajaba se vio rodeado por otros dos coches. Se cree que los instigadores fueron el duque de Montepensier, por no concederle el trono de España, el general Serrano ― por esa animadversión que le tenía ― y que Paul y Angulo fue el ejecutor.

Al llegar al cruce entre la calle del Sordo -hoy Zorrilla- y la del Turco -hoy Marqués de Cubas-, otros dos vehículos se atravesaron en la vía. Uno se colocó delante de la berlina de Prim, y otro detrás. Entonces, el general y sus acompañantes oyeron un silbido . Era una señal: les habían tendido una emboscada.

Desde el interior del carruaje, Moya vio a unos hombres. Se dirigían hacia ellos, e iban armados. Entonces, alertó a Prim: “¡Mi general, nos hacen fuego!”. Uno de los asaltantes rompió el cristal del coche de Prim e introdujo el cañón de su arma por la ventanilla. Nandín intentó proteger a Prim poniéndose entre él y el atacante. Pero esto no detuvo a los tiradores. Varios disparos de trabuco entraron por los dos lados del carruaje , e impactaron en el cuerpo del primer ministro y en la mano de su secretario. 

El fiscal del caso solicitó prisión para Montepensier, pues era el primero que consideraba un traidor a Prim tras haber aceptado este su dinero para promover el levantamiento de la marina y luego no apoyar su candidatura al trono y nombrar en su lugar al duque de Aosta. También el jefe de escolta del general Serrano resultó involucrado en el crimen.

La mujer de Prim siempre creyó en la culpabilidad del regente, quizá por rivalidad o por ese odio encubierto de quien le colocó el fajín de general. También existe la posibilidad de que el gatillo se apretara desde La Habana y que estuvieran involucrados hombres de negocios partidarios de reformas para la isla de Cuba, pero sin que estas fueran rupturistas con España, como defendía Prim por su amistad con Céspedes.

El treinta de diciembre por la tarde, las cosas se complicaron en el palacio de Buenavista, su residencia. Prim tenía fiebre muy alta, y no había manera de bajársela. El cirujano más reputado de Madrid, Melchor Sánchez de Oca, fue llamado para atenderlo de urgencia. Pero era demasiado tarde. A las ocho y media, y entre delirios y sudores, Prim falleció.

Fuentes: National Geographic .
Artículo de Ines Ceballos. España en la historia