El gran problema de los Cubanos: La lengua.


España fue, y lo sigue siendo, el primer país del mundo en producir rumores, para no llamarlos chismes. De ellos heredamos esa cabrona manía de hablar de todo y de todos. A veces sin calcular muy bien ni lo que decimos. Por ejemplo si damos por ciertas las palabras del coronel de la guerra de independencia Cubana, Don Manuel Sanguily y Garrite:

“Mirando hacia atrás ... ¿cabría preguntarse propiamente que la República no es la derivación legítima, sino acaso la adulteración, ya que no la antítesis, de los elementos originarios creados y mantenidos por la Revolución, que la engendraron y constituyeron?. Porque en realidad, parecen dos mundos opuestos: el uno, minoría candorosa y heroica, todo desinterés y sacrificio; y el otro, mayoría accidental y traviesa, todo negocios y dinero”.

Entonces llegaríamos a la inevitable conclusión que mientras la república marchaba por un mal camino, su etapa como mambí, tanto la manigua como la relación entre sus líderes, era un jardín de rosas. Incluso hoy, a más de 140 años, esos temas que demuestran lo contrario, siguen estando ahí, como que ocultos, a merced de como sean interpretados por el pueblo y el valor que tenga para admitirlos.

Pareciera, y solo por poner un ejemplo, que en su etapa rebelde no existieron actitudes discriminatorias de tipo racial, e incluso de igual manera con aquellos que, aún siendo de raza blanca, fueron igual de discriminados por ser pobres e incultos. Por supuesto a Manuel esto no le afectó. A diferencia del bribón de su hermano Julio, él fue un hombre muy culto y honesto, pero sus palabras no evitan que hoy se conozca perfectamente que el bajo nivel cultural de la mayoría de aquella tropa, si bien no impidió que algunos ascendieran a jefes, sí fue un obstáculo para los que aspiraron después, con la república, ocupar puestos de mayor envergadura y mejor remunerados.

Decía el investigador Ismael Sarmiento Ramírez, que sí el racismo, como herencia marcada de la esclavitud, afectaba a los mambises más desposeídos, también causó estragos en determinados líderes de esta raza, que dicho sea de paso, "aportó el 85% de la fuerza combatiente de este ejército". Y cita, por ejemplo, una pista de racismo encontrada por el investigador Antonio Pirala Criado, en el libro del general cubano Enrique Collazo Tejada titulado, "Desde Yara hasta el Zanjón":

"Hablaron largamente del estado de la guerra, y manifestó Céspedes que su continuación en el campo insurrecto, así como la de otros jefes que veían la ruina en el elemento de color en que se apoyaba, se basaba en odios personales y el temor a la dictadura presentándose". (Entregándose a los Españoles)

Por otro lado el investigador y referente cubano en el tema, Manuel Moreno Fraginals, no desmiente ni confirma que entre los mambises prevaleciera el racismo, pero en cambio agrega que en la ultima etapa de la guerra, 1895, "fue menor". La afirmación del politólogo cubano y miembro de la academia de ciencias, Esteban Morales Domínguez, lo dice todo: 

"Va siendo mayor el costo de no abordar el tema racial, que el peligro de enfrentar sus retos". En el libro "Quiénes, cuándo y por qué hablaron mal de Maceo", del profesor adjunto de la universidad de Oriente, Joel Mourlot Mercaderes, se citan algunas de estas inculpaciones que le hicieron al bravo general durante las tres guerras. Veamos algunas de ellas...

--Se dice que fue el coronel Ignacio Mora Pera quien inició la campaña negativa hacia Antonio Maceo; le llamaba "un hombre ambicioso". Difamaciones en las que participan a lo largo de treinta años figuras como el coronel Matías Vega Alemán.

--Alemán manifestó en carta al doctor Miguel Bravo Santíe "que Maceo había hecho creer a los hombres a su mando que el problema de Lagunas de Varona era una cuestión de raza".

--El brigadier José de Jesús Pérez de la Guardia, dice: "El referido Maceo es hombre peligroso en la posición que ocupa; no soy más claro por no fiar en la pluma ideas diabólicas por él emitidas".

--El brigadier Juan Fernández Ruz, escribe al general Vicente Aguilera: "¿Dígame, general, este señor acabaremos de confesar quien es o no? Permítame calificarlo a mi entender: llamémosle hicotea..."; (infame).

--El diputado Marcos García, de Sancti Spíritus aseguraba que las intenciones o tendencias de Maceo habían sido siempre las de "(...) ser el hombre fuerte de la revolución y el racismo negro".

--El teniente coronel Ángel Pérez, en su destino como agente revolucionario en Colombia, escribe una carta a su antiguo jefe, el general polaco Carlos Roloff Mialofsky, donde le dice: "Con alusiones relativas a que aceptar al Héroe de Baraguá sería aceptar el dominio de la «gente de color», y esto equivaldría a tener una Cuba africana".

--El brigadier Flor Crombet, siendo también mulato, le dijo en una misiva al mayor general Calixto García lo siguiente: "Nuestro hombre [Maceo] apoyó a Gómez, añadiendo que nunca creería que los blancos tendrían ni más derecho, ni más deberes que los de su raza; pero que de momento veía difícil tan gigantesca empresa, por la razón de no contar con dinero y elementos indispensables.

--El abogado Ignacio Belén Pérez, desde Panamá, escribe a Máximo Gómez lo siguiente: "Maceo cree que va a ser rey, como si Cuba fuera África".

--El brigadier Serafín Sánchez intentó inculcar a José Martí:

"Ningún sentimiento de patriótica bondad cambiaría en Maceo su ciego empeño de favorecer el predominio de la raza negra. Maceo no se conforma con la igualdad republicana y democrática, sino que quiere la venganza del negro contra el blanco por medio de la represalia bárbara, a fin de lograr el predominio absoluto".

---El doctor Fermín Valdés Domínguez anota en su Diario de soldado: "Maceo quedó con su miseria y su alma más negra que la piel".

No sabríamos calcular bien que era peor, si la republica con sus chanchullos, o aquella manigua llena de resentimientos y rencores. Es cierto que Antonio Maceo sintió dolor e impotencia e incluso llegó a ignorar muchos de estos comentarios, y aunque tuvo muestras de ecuanimidad y compasión por sus adversarios, también "tuvo lo suyo".

Maceo fue objeto de continuas acusaciones y no solo por sus prejuicios raciales o de fomentar la guerra de razas con el propósito de crear una "república negra!. No obstante en este punto Fraginals le vuelve a "pasar la mano" diciendo: "Incluso muy pocas acusaciones hechas por hombres cercanos a él con motivos tan múltiples como superfluos y recriminatorios, lograron empañar el cristal con que se cubre su hoja de sus servicios".

CARTA DE JOSE MARTÍ.

Durante el año 1876, hubo un momento que por todos estos ataques personales, Antonio Maceo se sintió amenazado. Incluso llegó a presentar su renuncia al presidente de la República en Armas, Don Tomás Estrada Palma, aunque con el tiempo algunos de los que hablaron mal se retractaron. En una carta que José Martí le envía, fechada el 20 de julio de 1882, le dice lo siguiente:

«No tengo tiempo de decirle, General, como a mis ojos no está el problema cubano en la solución política, sino en la social, y como ésta no puede lograrse sino con aquel amor y perdón mutuos de una y otra raza, y aquella prudencia siempre digna y siempre generosa y que sé que su altivo y noble corazón está animado. Para mi es un criminal el que promueva en Cuba odios, o se aproveche de los que existen, Y otro criminal el que pretenda sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y prudente que ha sido ya bastante desgraciada».

Aún así su cuota de animosidad - y no ser por racista precisamente - no se la quitaba nadie de encima. ¿Ejemplo?, Máximo Gómez le escribió una carta a la Sra. Limonta, la dueña de un hostal donde Maceo y otros cubanos pernoctaron por unos días a la espera de la invasión a Cuba, donde le dice que no se responsabiliza por el cobro de los gastos ocasionados, delegando en el propio Maceo la responsabilidad, aun cuando conocía que su situación económica no era la mejor. En una carta fechada el 31 de agosto de 1886, Antonio Maceo le aclara a Gómez, o más bien le advierte, esto:


“[…] suplícole no confunda la causa con nuestras personalidades.”.


Debió ser por toda esta tirantez existente, que el generalísimo dominicano reflejó en su Diario lo siguiente:

-“Se [ha] acrecentado en él [en Maceo] un amor propio mal entendido y quizás ha podido creerse que goza de inmunidades ante los intereses de la revolución – y de ahí su conducta altanera en asunto de poca monta.”; y lo califica de “hombre sin inteligencia política”, para finalizar su comentario con un “En el caso presente, y tratándose de Maceo, nada me queda esperar por este jefe que no sea una oposición a todo lo que yo disponga.”

En esta otra le señala de dictador sin ambages

(....) yo desearía, para mi país, un hombre que tenga la
virtud de redimir al pueblo cubano de la soberanía española, sin haber tiranizado a sus redimidos, y que no ambicione más fortuna que la conquistada por ese medio. El que tal haga, llegará a la suprema gloria y completa dicha. Nada más grande ni honroso para un mortal que inmortalizar su nombre con la bendición de todo un pueblo.

Pero desgraciadamente, las perfecciones humanas están muy lejos de nosotros (...) pero yo, entre la tiranía española que sufrimos y cualquiera otra que venga para destruir ésta, estoy por la última; la acepto con todos sus horrores y consecuencias. El día después de nuestra independencia, repararemos las faltas e inconvenientes que ella deja tras de sí: remplacemos, pues, el gobierno español con la soberanía nacional de nuestro pueblo".

En un episodio aparentemente aislado y ocurrido entre el mes de octubre y noviembre de 1885, publicado en el "Tribuno" por el coronel Dr. Federico Incháustegui, se emiten juicios muy graves de un tal Señor Lara (o Lanza) y que Maceo calificó de calumniosos. Al parecer eran en relación a la aceptación por su parte, de las propuestas de paz planteadas en el Zanjón. En su respuesta Maceo escribe lo siguiente:

“Ahora bien, en cuanto a las impremeditadas frases que Ud. me dedica, debo hacerle observar, por si se ha olvidado de mi conducta pasada y presente, que mi reputación de caballero, de hombre de honor y honrado, es tan conocida en todo el mundo como bien definida en política, que hay un campo de honor para Ud. y para mí, yo voy a él. Lo demás que Ud. hace resaltar en su carta, queda contestado con el silencio que merece su contenido.”

Es muy probable que estas imputaciones no precisadas pero muy graves del doctor Incháustegui, vengan de aquella actitud de Maceo cuando el 13 de marzo de 1878 el médico y jefe de Sanidad de las fuerzas villareñas, decidió entrevistarse con él para explicarle el porqué en aquella zona del país se había aceptado la capitulación. No obstante algo debió haber sucedido, desde el momento en que el mayor general Serafín Sánchez también se hizo eco de tales acusaciones, al punto de que en 1886 realizó declaraciones tan incómodas como estas por ejemplo:

.- Maceo abandonó a sus fuerzas, después del Zanjón

.- Maceo ofendió a Martínez Freire, cuando éste advirtió de la inutilidad de los sacrificios para continuar la guerra; una información que –según el propio Serafín- se la había dado Paquito Borrero, quien a su vez la escuchó decir a Francisco Pérez Garoz.

.- Maceo mandó a capitular desde Jamaica.

.- Maceo perdió tiempo en Jamaica cuando la Guerra Chiquita, que recogió 4 000 pesos en Santo Domingo y Haití y que, al cabo de once meses, recaló en Islas Turcas para fracasar en su intento de ir a Cuba.

.- Que cuando Maceo regresó de Santo Domingo a Puerto Plata, sabía ya de las presentaciones de Moncada, José y de sus fuerzas; de la rendición de Calixto y el embarque al extranjero de él (Serafín), Carrillo y Emilio Núñez.

.- Que así y todo, se fue a Islas Turcas donde dejó abandonados a sus hombres, que aún (en esa fecha del escrito) lo acusaban.

.- Que durante el Plan Gómez-Maceo recogió 14 000 pesos (luego lo eleva a 20 000).

.- Que cuando mandó a sus comisionados a Guantánamo y Santiago de Cuba, denunció sus planes a las autoridades españolas y por eso los capturaron.

.- Que cuando Gómez cayó preso en República Dominicana, Maceo tomó el mando sin que nadie se lo hubiera dado.

Estas declaraciones del prócer de las Villas llevaron toda una intención, aunque al final los hechos y la historia se han encargado de absolver a Maceo de semejantes acusaciones.

EL RACISMO DE NUEVO

En una ardiente carta fechada el 29 de octubre de 1886 y dirigida a Máximo Gómez, Ignacio Belén Pérez escribe cosas muy feas e hirientes ...

“Yo no lo quiero ni de soldado raso".

Un absurdo tratándose de alguien tan intrépido y valiente como Maceo, pero en fín lo dijo. Llegó a afirmar incluso que Maceo era capaz de denunciar cuanta expedición se organizara a Cuba por dinero, y en otra a Gómez, del 6 de marzo de 1887, afirma que en una oportunidad el capitán de un buque español se esforzó en hablar exclusivamente con Maceo, insinuando así algún tipo de traición o de espionaje por su parte. Al respecto no se corta un pelo:

“Hay opinión de que se entendió con el gobierno español, vendió la expedición y mató la causa. Vean su modo de vivir que dirá si cuenta con los recursos de no tiene porqué tener. Es un "hombre de odio, venganza y discordia; de ceguera absoluta, un enemigo de todo lo blanco en la Isla, que aspira a la presidencia de Cuba, lo cual sería la mayor calamidad de Cuba, mayor que el gobierno de España.

Será buen guapo, pero no un general (...), que es lo mismo que decir es un guapo estúpido. El gran negocio de Maceo es que Cuba jamás sea libre, para obtener dinero a cuenta de ir en expediciones y de otros servicios de semejante naturaleza; sólo le agrada la buena vida, y ya Cuba le dio cuanto pudo (él) quitarle."

CARTA AL GENERAL CAMILO GARCÍA POLAVIEJA

Fue tal el acoso que el 14 de junio de 1881 Antonio Maceo decide escribir, desde Kingston, Jamaica, una carta al mismísimo gobernador de Oriente, el general español Camilo García Polavieja, donde le expone su visión en relación a los prejuicios y la libertad, aunque el verdadero motivo de la misiva era hacerle saber que había descubierto la existencia de un plan para asesinarle.

---[...] Cuando el espíritu está preñado de prejuicios, no ha lugar el pensamiento reflexivo, porque el pensamiento reflexivo se elabora en la conciencia ilustrada por el juicio sereno de la razón, y estos accidentes y preocupaciones de nuestra alma sólo aprovechan a nuestros adversarios. En cuanto a mí, amo a todas las cosas y a todos los hombres, porque miro más a la esencia que al accidente de la vida; y por eso tengo sobre el interés de raza, cualquiera que sea, el interés de la Humanidad, que es en resumen el bien que deseo para mi patria querida.

En resumen, sería difícil enumerar la cantidad de rencillas, inquinas, antipatías, rencores e incluso manías personales, como fue evidente en este ultimo caso, las que dejan en evidencia que aquella manigua no era el jardín del Edén que nos dibujó Sanguily. De hecho el racismo, la indisciplina, el localismo existente y los problemas entre el poder ejecutivo y el legislativo, dieron al traste con la guerra de los diez años.

Por otro lado en "Radiografía del Ejército Libertador 1895-1898", donde el autor, Francisco Pérez Guzmán, consultó gran parte de la documentación relativa al Ejército Libertador que se halla compilada en el Archivo Nacional de Cuba; sobre todo los archivos del mayor general polaco Carlos Roloff, auditor del ejercito, nos ayuda a cuantificar el origen del problema.

Esos archivos contienen los libros de registros de las unidades militares mambisas y las planillas de liquidación de haberes de esos combatientes, y nos brinda un aproximado del potencial humano que integró la fuerza cubana en los últimos meses de la Guerra de 1895. 

Esos datos arrojan que, del total de 41,032 efectivos que había en aquel ejercito, 3,143 eran oficiales y el resto, 37,889, eran combatientes, suboficiales y clases y soldados, lo que demuestra la dificultad que tenían los mambises negros para obtener ascensos militares. Aunque Guzmán matiza: "La negación de un grado o una jefatura a un mambí no blanco no puede aceptarse de forma tácita como una evidencia de discriminación. Pues los conflictos personales y las ambiciones políticas influyeron de forma decisiva". 

Pero existen ejemplos. 

Que tal la designación del brigadier Prudencio Martínez que afectó directamente al general José Maceo, mientras que la sustitución del negro Martí Duen por por el coronel blanco Guillermo Schweyer, cundo Duen era jefe fundador del Regimiento de infantería Betances perteneciente a la tercera brigada del 5to cuerpo de ejercito, parece no dejar dudas al respecto.

En este caso Guillermo Schweyer, miembro de una distinguida familia de la provincia de Matanzas, se había incorporado al ejercito libertador en 1896 bajo el mando del coronel Eduardo García Vigoa primero, y luego del general Pedro Betancourt, jefe de la división 1 de ese 5to cuerpo. Se desconocen los verdaderos motivos de esa sustitución. 

Pero acaso se nos ha olvidado que dentro de aquella "guerra de razas", el general Calixto García fue quien impidió que Maceo encabezase su expedición y tomase el mando de Oriente, evitando con ello el protagonismo de los rebeldes de piel negra. No olvidar que fue Calixto, precisamente, quien se cebó especialmente con la población negra, durante su ataque a las Tunas. 

La misma captura del mayor general Quintín Bandera, entre otros actos aislados y de diversa índole, podría ser catalogado como un hecho racista, independiente de la degradación moral que venía experimentando este señor. De hecho algunos de los autores así lo creen, sin embargo Pérez Guzmán considera que aunque son informaciones significativas, resultan a la vez insuficientes como para explicar - con objetividad - la complejidad del problema.

Quintín llegó a ser acusado de delitos tan graves como haber violado a campesinas, y sus métodos de ajusticiamiento de algunos prisiones solían ser brutales, tal cual los cometían los españoles, vamos a ser honestos. Y aún peores se podría decir. Pero en su caso es cierto que su su descontento, sumado a su tremenda incultura, fueron como un coctel explosivo que generó su traición post guerra. De hecho la manera en que murió el 22 de agosto de 1906 en la finca "El Garro" de Arroyo Arenas, fue una muestra más de aquella brutalidad.

El detonante de esta práctica lo vimos años después en la república, durante la matanza de miles de ex mambises negros en el levantamiento independiente de color de 1912. Aquel trágico descontento, que dio como resultado que se superaran ampliamente las 3000 muertes, fue encabezado por los ex comandantes mambises Evaristo Estenoz, muerto en Pinar de Mícara, en Mayarí, y Pedro Ibonet, un hombre que se había batido durísimo contra el general Weyler en la zona de vuelta abajo.

Este luctuoso y vergonzoso hecho, que a pesar de que no suele ser abordado e incluso algunos lo esconden, constituye un tema de obligada referencia no solo cuando se habla de formación nacional del cubano, si no de la frustración del postulado Martiano en sí mismo a partir de que quedara fundada la república en 1902. (Si José Martí hubiera llegado a presenciarlo, y encima protagonizado por su propio hijo, se hubiera muerto de nuevo pero del disgusto).

De hecho el artículo once de nuestra primera constitución de 1901, lo dejaba bien claro: "Todos los cubanos serán iguales ante la ley, y que la nueva República no reconocería fueros ni privilegios personales". Mucho menos por el color de la piel. Sin embargo a más de un siglo y medio después, el color de la piel sigue siendo un problema visible, aún cuando aquellos mentirosos prometieron erradicarlo.

Maldita Hemeroteca: Fuentes citadas en el texto.
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