No solo Martí, Gómez y Maceo, hubo más héroes casi anónimos

En la foto Loynaz con el dedo vendado

Un buen libro de obligada referencia cuando se hable de extranjeros en el ejercito libertador cubano del siglo XIX, sería el "Índice de extranjeros en el Ejercito Libertador de Cuba. 1895-1898. Primera edición 1953", del cual solo extrajimos un dato....

Al término de la guerra se pudo contabilizar soldados de nacionalidad Mexicana, Peruana, Venezolana, Italiana, Irlandesa, Estados Unidos, China, Rusos, Dominicanos, Polacos y Españoles que, como integrantes censados del ejercito se licenciaron un total de 1.361, siendo las regiones de procedencia más comunes las Islas Canarias, Andalucía y Galicia.

Dicho esto....

Uno de ellos, de Puerto Plata, también en Quisqueya, llegó a Cuba. Lo hizo en la expedición de Serafín Sánchez y Francisco Carrillo, hablamos del general de brigada Enrique Loynaz del Castillo, (5 de junio de 1871 en Puerto Plata, República Dominicana) quien estuvo siempre a las órdenes de Martí y fue secretario del lugar teniente general Antonio Maceo. En la guerra del 1895 llegó a ser jefe de estado mayor de la división "Las Villas".

Se afirma que intervino en más de 60 combates, y por citar algunos, La Reforma, Boca del Toro, El Quirro, Batalla de Mal Tiempo, Santa Isabel, La Colmena, Coliseo, La Entrada, Calimete y El Estante, Manajanabo. Compositor del himno invasor, también se jugó el físico en Dos Caminos, El Faro, Cascorro, El Marino y Manaquitas, Santa Teresa, Limones, Mercón, Quemados Grandes, Mabujina, Miranda, El Relámpago, Las Pozas, Valderrama, Punta del Hato, Ciénaga de Manjuarí, Río Voladora, Gϋinía de Miranda, La Jíquima y hasta aquí porque la lista es larga. HOMBRE DE CUIDADO

El presidente del consejo de ministros de España, Antonio Cánovas del Castillo, dijo en una ocasión que el problema de Cuba se resolvía con "dos balazos felices". Dicho y hecho. El lugar teniente general Antonio Maceo los recibió en su espalda en 1894 en Costa Rica. El atentado se produjo a la salida del Teatro Variedades. Maceo acompañado de Loynaz, habían asistido a una muestra de teatro Francés, y al término de la obra fue disparado por la espalda por un sicario español de nombre Lucio Chapestro.

No solo eso, es que si Maceo no murió ese día se debió a la rápida intervención de Loynaz que, de un certero disparo, dio de baja a un Isidro Incera, el otro español que venía presto a rematar al Titán de Bronce. Debido a este incidente, tuvo que abandonar Costa Rica y al respecto Martí escribió:

«La puñalada infame no hiere a la Revolución, hiere al honor de los que pretenden sofocar, con el crimen inicuo, la aspiración de un pueblo».

En Cuba Loynaz echó raíces y sus hijos fueron tres destacados poetas, Enrique, Carlos Manuel, Flor y la gran Dulce María, premiada en España con el premio Cervantes 1992, orden Isabel La Católica, Premio Federico García Lorca e hija adoptiva de Puerto la Cruz, en Tenerife.

En 1956 escribió un libro que quedó incompleto que tituló: Memorias de la Guerra, recopilado, organizado y publicado por su hija Dulce María Loynaz en 1986. El general alleció en la habana el 10 de febrero de 1963, a los noventa y dos años de edad y, es penoso decirlo, los gobiernos de Cuba, tanto el de antes como esta tiránica dictadura de ahora, nunca le ha honrado como de verdad se merece.

Les dejamos una entrevista al general Loynaz por Jorge Manach Robato, escritor e intelectual cubano, primer catedrático (desde 1940) de Historia de la Filosofía en la Universidad de la Habana, que se distinguió por una activa participación en la vida política de su tiempo y por su compromiso con el desarrollo y divulgación de la cultura en Cuba.

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