LA AZUCARERA DEL MUNDO: Historia de un zar y un pueblo embrujado.

Foto de la casa vivienda hace unos años e imagen de Mr Edwin F. Atkins en 1923.

El acaudalado empresario catalán azucarero, Juan Bautista Sarría y de María, que tanto dinero tenía que se decía calzaba sus caballos con herraduras de plata, fundó el ingenio “Soledad del Muerto” en la zona central de la isla, a donde llegó con su familia y todos sus esclavos en 1860.

Fue propietario de 6 ingenios en la comarca y de varios inmuebles, y "Soledad del muerto" fue el cuarto ingenio que se estableció en aquella zona por aquellos años, además de "Nuestra Señora de Regla", el "ingenio Concepción" y el "Nuestra Señora de la Candelaria" que su dueña era Rosenda de Neyra, hija del mestizo Juan Gregorio de Neyra, si, si, leyó bien, mestizo, porque ese mulato tenía negros esclavos trabajando para él.

Estos centrales sufrieron el rigor de la tea incendiaria de los mambises, en especial la que aplicaba el "héroe de Manaquita", el brigadier cienfueguero José González Guerra, muerto de un tétanos adquirido por una herida sufrida en la batalla de Baraguá, en 1875.

Fue tan intensa la candela, que la producción de azúcar de esa zona se fue a pique prácticamente. Este general quemó las cañas que abastecían los ingenios "Buenavista", "Rosario", "Santa Bárbara", "Caledonia", "Conchita" y "Santa Teresa", e incluso quemó los caseríos de Arimao. El hijo de Juan Bautista, de igual nombre, tuvo que hipotecarlos y más tarde venderlos.

Es entonces que entran en la escena los norteamericanos, en concreto el señor Edwin F. Atkin, un empresario llegado de Boston que funda en Cuba la "Edwin Farnsworth Atkins", con la que adquiere, el 17 de septiembre de 1884, tanto el ingenio, que le cambia el nombre por "Soledad" como la finca "La Sopimpa", por la astronómica suma de 225.000 pesos en oro.

A partir de entonces la fábrica experimentó un adelanto tecnológico de grandes proporciones, de hecho en su libro "Sixty Years in Cuba", Atkins apunta que de los más de mil 300 ingenios que existían en la isla en esos años, apenas cien consiguieron actualizarse con las nuevas tecnologías, entre ellos el Soledad. No solo eso, su imperio fue "fagocitando" las tierras del "Conchita", del "Santa Teresa", del "Santa Isabel", del "Santa Barbara", conocido como "El negrito", las del "San Isidro", "Cantabria", "Caledonia", "Buena Vista", "Santa Rosalia" y "Rosario".

Tanto fue así, que para finales del siglo XIX ya contaba con una extensión de tierras de 360 caballerías, molía 2000 barriles de azúcar que transportaba con 750 bueyes de trabajo, sin contar las más de 1000 cabezas de ganado de todo tipo, así como 35 Km de ferrocarril de vía estrecha. En una carta dirigida al generalísimo Máximo Goméz, fechada en Nueva York el 23 de marzo de 1895, el doctor Joaquín Castillo Duany le dice:

“… Ese americano es lo más funesto para la causa, lo tiene todo obstruido en Washington, (se refería a la invasión claramente) te hablo de Mister Atkins, del central Soledad, ¡qué hombre más canalla!, es que merece que le destruyan todas sus fincas".

UN APARTE CON CASTILLO DUANY:

Por si no lo sabe, este señor Duany, de familia muy rica, se educó académicamente en los Estados Unidos, graduándose de médico en la Universidad de Pensilvania en 1880. Fue de los integrantes, junto con su hermano Demetrio, en la fallida conspiración conocida como la "Paz de Manganeso", un intento de retomar la guerra en 1890 en la zona de Santiago de Cuba y que los propietarios de las minas se negaron a apoyar.

Cuando Maceo le solicita permiso al capitán general Manuel Salamanca y Negrete para regresar a Cuba con el pretexto de liquidar bienes familiares, (un día después muere Negrete, supuestamente envenenado por conceder este permiso) se pone en contacto con Duany. La historia de Duany en Alaska fue increíble, pues siendo santiaguero fue de los tres únicos sobrevivientes de los 32 que iban en la expedición del barco Jeannett y que murieron de hambre y frío.

En 1893 regresa a Santiago y, dos años después, se incorpora al levantamiento de Martí pero no como mambí, si no como expedicionario de armas compradas en EEUU, con lo cual tiene su mérito igualmente. De hecho fue premiado con los grados de general de brigada. No estuvo en la fundación de la república en 1902, pues murió enfermo el 21 de noviembre de ese año en París, Francia.

Mr Edwin. F. Atkins en Cuba en 1923 / Boston Globe

Es cierto que este americano se dedicaba a explotar, como todos, incluso los cubanos, pero fue de los pocos que decidió invertir en su negocio lo mejor y más moderno de la tecnología de entonces. A ese efecto contrato a científicos de su país que le aconsejaron usar una caña más productiva que la variedad "cristalina", la común, y comenzó a experimentar, por primera vez en la historia azucarera cubana, con cañas hibridas de las que llegó a tener más de cuatro mil variedades.

Para ello utilizó su pequeño campo de experimentación de 4 hectáreas en la colonia "Limones", y que bautizó como la "Tropical Research Sugar Cane Investigation" y vinculado con la prestigiosa universidad de Harvard en los Estados Unidos. En 1920 comenzó a llamarse "Compañía azucarera Soledad" alcanzando grandes zafras que le hicieron clasificarse como el No 89 entre todos los centrales del país, con una producción de más de 50 mil arrobas por hectáreas y 129 000 sacos de 325 libras cada uno.

Hay que tener en cuenta una cosa, y es que desde el 1898 que Cuba quedó bajo el control estadounidense y las inversiones fueron consideradas 100% seguras, muchos campos en la isla se convirtieron enormes áreas de plantaciones cañeras, de modo que ya para la década de los años 20´s, la sacarocracia estadounidense poseía más del 60 por ciento de la inmensa producción azucarera Cubana.

Para que tenga una idea, Mr Atkins y sus dos hijos controlaban la producción de alrededor de una octava parte de lo que se producía en Cuba, alcanzando ganancias por unos 60 millones de dólares de entonces, o aproximadamente 1.000 millones en la actualidad. El señor murió en 1926 a la edad de 75 años, y no vivió suficiente como para ver que, a partir de 1930, los nuevos aranceles estadounidenses sobre las importaciones Cubanas hacían fuertes a mucha gente en Cuba, en especial al más fuerte de todos, el señor Fulgencio Batista, al punto de que lo llevó al poder.

En fin que, resumiendo....

Con la llegada de los barbudos en 1959, el central Soledad fue nacionalizado junto con el resto de los negocios de la familia Atkins; ellos primero que ninguno claro, y al pobre "Soledad" Fidel Castro lo rebautizó como "Pepito Tey", el nombre de uno de los hombres del movimiento "26 de julio" del dirigente Frank País, y que había muerto en Santiago de Cuba en 1956 mientras atacaba una estación de policía de la calle "Padre Pico". 

Fantasmagórico Batey Soledad, perdón, Pepito Tey.

Ya no existe el central lamentablemente, porque "Pepito Tey" fue de los que quedaron paralizados en 2002 por esa gran idea del "comandante en jefe pensante". Como todos los demás, porque ya casi no queda ninguno de aquellos 300 y pico que había antes de que él llegara al poder, pasó a la historia dentro de aquello que él mismo llamó "Tarea Álvaro Reinoso" y que le condenó para siempre.

MORALEJA

Cinco años después que "demolition man" realizara su reordenamiento azucarero, el régimen se vio obligado a comprar cientos de miles de toneladas de azúcar en el exterior, básicamente en Colombia, Brasil y Francia, solo para poder cumplir con la cuota que ofrecía en la cartilla de racionamiento. Fue tal la debacle, que en el 2010 sus planificadores azucareros consiguieron el récord de lograr la zafra más pobre en los últimos 105 años, quedando por debajo del millón de toneladas. Hoy su batey, de igual nombre, es un pueblo en total soledad, un "pueblo embrujado" literalmente hablando. 

Maldita Hemeroteca.

Fuente: Moreno Fraginals Manuel; "El Ingenio. Complejo Económico Social Cubano del Azúcar".
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