Las peripecias de la familia Finlay

Centro de acogida "Peter Pan".

Mientras redactábamos el post de los niños evacuados de Cuba en la operación "Peter Pan", un apellido hizo saltar las alarmas de inmediato, el Finlay. ¿Qué pasó aquí?, y nos dimos a la tarea.

Para empezar sabemos que el eminente médico Carlos Juan Finlay y Barre nació en la entonces Puerto Príncipe, actual Camagüey, en diciembre del 1833, y que su familia procedía de Inglaterra, del condado de Hull para más exactitud. Llegaron al Caribe por Trinidad, hasta que saltaron a Cuba y se asentaron en la localidad de Alquízar, en la Habana, donde llegaron a tener una próspera finca cafetalera.

El futuro científico fue enviado a estudiar a Francia y oiga esto: La Universidad de la Habana no le reconoció su grado académico en medicina europeo, donde por cierto, había enfermado de fiebre tifoidea, por lo que tuvo que matricular de nuevo la carrera. Sin embargo no lo hizo en la Habana, si no que se fue a la Jefferson Medical College de Philadelphia, donde se recibió de oftalmólogo. 

En 1865 conoció a su futura esposa, Adela Shine Black, nativa de "Puerto España", después Trinidad y Tobago, y se casaron en la parroquia de Monserrat el 16 de octubre de 1865. De ese matrimonio nacieron sus tres hijos, Carlos Eduardo, Jorge Enrique y Francisco, al que llamaban Franck.

Carlos Eduardo, que también se graduó de oftalmólogo, se casó María Seigle, descendiente de una familia Yugoslava que vivían en Remedios, las Villas, y de los ocho hijo que tuvieron uno fue Bertha. Osea la nieta del eminente médico y científico Cubano, descubridor del mosquito "Aedes" como vector propagador de la fiebre amarilla, que tantas vidas se cobró en Cuba hasta los inicios del siglo XX, se llamaba Bertha. 

Ya estaba identificada. No solo ella, sus hermanos Frank, conocido como "Pancho" y Jorge, también colaboraron en la salida de aquellos 14 mil niños de la Cuba comunista. 

Por otro lado Francisco era representante de la firma Holandesa K.L.M. en la Habana, que junto a PANAM, fue la que trasportó a los niños de la "Peter Pan". De hecho él mismo tuvo que despedir a los suyos. Y aunque consiguió visitarlos varias veces en Miami, no dudó en regresar a Cuba para seguir ayudando en la salida, evitando así el adoctrinamiento de aquellos niños y la perdida de la "patria potestad", o sea el derecho civil que tienen los padres para ellos.

Berta y Pancho Finlay

Por su parte su hermana Bertha, profesora de matemáticas de la exclusiva academia Ruston en la Habana, fue la que más cartas tomó en esta operación. Sin embargo se vio en problemas cuando comenzó la "limpieza interna" a raíz de producirse la invasión de la brigada de asalto 2506 en las costas de Playa Girón en 1961. 

Bertha, sospechosa de pertenecer a una de aquellas células clandestinas detectadas por la G-2 castrista, logró esconder toda la documentación comprometida en la embajada Holandesa en el vedado, de donde la nieta del "chaman" del Kremlin, Grigori Rasputín, la señora María Soloviev, consiguió sacar de Cuba. Aun así, Berta y su marido fueron detenidos por la G-2 y registrada su casa. 

Además su relación con un colaborador de "Pedro Pan", el señor Antonio Veciana Blanch, ex contador del magnate azucarero Julio Lobo que fue acusado por Castro de ser agente de la CIA y de querer supuestamente asesinarle en un plan conocido como "Operación Liborio", gravitó en su contra. Al final los Finlay consiguieron salir al exilio en Miami, donde la señora Bertha siguió siendo maestra. Murió en 1989 y su marido un año después. 

Aquel barco se llevó de regreso a 130 sacerdotes expulsados por el régimen castrista, entre ellos el obispo Eduardo Boza Masvidal y el Monseñor Agustín Aleido Román Enríquez, fundador de la ermita a la Caridad del Cobre.

Un éxodo familiar que no se detuvo en ambos sentidos  

En otro orden su nieta Olga, como su padre Enrique y su madre Neyra Saavedra, la que llamaban "Nena", al menos de lo que nos pudimos enterar, sí apoyaron la revolución de los Castro. Sobre todo Olga. Eran, lo que hoy se diría unos "agentes de opinión" en el mismo corazón del monstruo, New York. Olga y sus padres, repatriados en 1961 en el barco Covadonga, había trabajado en "Prensa Latina" en New York.

Luego en Cuba prestó servicios en el despacho de Raúl Roa, así como después en la Federación de mujeres Cubanas con Vilma Espín. De hecho llegó a ser de interés para los servicios de inteligencia americanos cuando colaboró para el régimen en la comisión pro "Trato Justo para Cuba". Su regreso fue muy rentable para un régimen tocado en su imagen por tantos "gusanos" que querían marcharse a vivir a Miami. 

Bueno, en lo mismo que se convertiría después su propia hija y tataranieta del científico, la señorita Carola Martínez Finlay, que no aguantó mucho y "desertó" a España Unidos en los años 90 donde ya la esperaba su hermana Cristina. Por cierto, en el año 2020 estuvo en el barrio de San Isidro, aunque no la dejaron llegar hasta la trinchera de Maikel Osorbo y los demás jóvenes contestatarios que dieron origen al movimiento "Patria y Vida".

¿Qué fue de esa gente?, hasta ahí no llegamos. Lo que sí nos preguntamos es algo: ¿Qué hubiera dicho el gran científico muerto en 1915 y por cierto, perdedor siete veces del premio Nóbel en medicina, de los disimiles derroteros de su familia?. Habrá que preguntarle en el más allá. 

Maldita Hemeroteca 

Fuente: "Figuras Cubanas de la investigación científica" Ateneo de la Habana, 1942 y un "articulazo" publicado en el estornudo, de la firma de Jorge Ferrer.
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