FERMIN VALDÉS DOMINGUEZ: ¿Envidioso, homófobo o racista?


No sabemos si el patriota Fermín Valdés Domínguez llegó a arrepentirse alguna vez de lo que dijo, o pasó a la historia por haber sido un "homófobo burlón". Lo que sí tenemos claro es que en valor, patrióticamente hablando, la diferencia que había entre él y su víctima fue muchísima.

Este condiscípulo de José Martí, fundador del "Diablo Cojuelo", revista que llevaba el nombre de un travieso personaje de la literatura española del siglo XVII, fue uno de los detenidos en aquel injusto proceso donde fueron fusilados los 8 estudiantes de medicina acusados de la falsa profanación de la tumba del periodista, y coronel de voluntarios asturiano, Gonzalo de Castañón.

Y aunque se le acusó del grave delito de infidencias por el que fue condenado a 6 años a trabajos forzados, fue de los afortunados que luego de pasar apenas 50 días en las canteras de San Rafael, lo enviaron a la finca de los Molinos a cortar pasto. No obstante, en 1871, fue indultado por el rey Amadeo I y deportado a España en junio de 1872. Luego de vivir una larga temporada en los Estados Unidos, regresó a Cuba y se incorporó - como médico - a la ultima guerra de 1895 donde alcanzó el grado de coronel.

Solo añadir algo. En relación a su discrepancia y antagonismo con el general Antonio Maceo, al ser propuesto por Máximo Gomez como jefe de sanidad del primer cuerpo de ejercito, cargo que ocupaba entonces el coronel Eugenio Sánchez Agramonte, Valdés Domínguez deja anotado en la página 84 de su "Diario del soldado" un fragmento de una carta a su esposa Rufina, donde dice lo siguiente: 

"Acepté la proposición del Mayor, y éste me dijo que me daría una fuerza pequeña para que me escoltara.. Hablé del asunto a Maceo, quise ver hasta dónde llegaba la oculta inquina de aquel hombre —inquina que luego trataré de explicarme^— y también encontró algo que objetar. —Creo, me dijo, que ese nombramiento no podrá hacerlo Sánchez, porque ya José debe haber nombrado al Jefe de Sanidad. 

No sé que le contesté, pero mis palabras debieron mortificarlo, pues noté en su semblante como si una contrariedad pusiera silencio en sus labios, y dejara en sus ojos la mirada de la ira. A pesar de esto, vi por la tarde a Gómez, y Sánchez me dio mi nombramiento, y quedó pactada mi marcha para el día siguiente. Gómez me ofreció una carta para José Maceo. Y dejé el campamento sin despedirme de Maceo, pero llevando en la memoria sus palabras frías y envenenadas por sentimientos impuros. 

Maceo no puede verme sin sentir algo como un remordimiento; fui yo quien combatió en la Asamblea, el plan de Portuondo, que fue escrito para levantarlo sobre Gómez y hacerlo el dictador y el señor feudal de nuestra República, y sobre todo, yo le recuerdo a Martí, a quien el odia, y al que le niega su influencia en nuestros asuntos patrios. Me fui contento, y lo estoy. No quise dar un escándalo imponiéndome, pero le enseñé que sí sé ser cubano, sé defender mi dignidad. El quedó con sus miserias, y su alma más negra que su piel, y yo, vengo tranquilo, satisfecho y sin vanidades".

Con lo cual, además de homófobo, tampoco escondía un "pequeñito rasgo" de racista en su pensamiento, independiente de que tuviera o no razón. No queremos decir con esto que Valdés Domínguez fuera un mal hombre, solo faltaría eso, de hecho 25 años después del fusilamiento seguía defendiendo la inocencia de aquellos estudiantes en carta protesta a una publicación acusatoria del periodista español Tesifonte Gallego, pero es muy cierto que la opinión que tenía de los "amanerados" no era muy buena que digamos.

En concreto la del bravo mambí colombiano Avelino Rosas Córdoba, un general de división del ejercito libertador que fue conocido como "El León de Cauca", que al parecer tenía un comportamiento algo "amanerado", según lo reflejó en el citado diario, del cual tenemos una renglón.

"... Con sus “cobardías” y sus modales afeminados, nos dio tela para reír un rato a su costa”.

Valdés Domínguez se refería a una supuesta "debilidad" de un rebelde que por su valor y arrojo, llegó a alcanzar un grado militar tan alto como el que jamás soñó. No solo eso, es que ya hubiera querido tener un expediente combativo como el que acumuló este "cobarde de modales afeminados" en la última etapa de la guerra. Y puede que esta burla fuera dada a que Avelino era "uno de los hombres favoritos del general Maceo". 

Cuando el secretario de Maceo, el también colombiano don Gustavo Ortega, le propone un grupo de compatriotas suyos deseosos de unirse a la causa Cubana en el refugio político de Curazao, Maceo acepta y le invita a sumarse sabiendo que adquiría a un bravo luchador con experiencia. Tenga en cuenta que Avelino Rosas ya se había alzado en Colombia en varias ocasiones, en Cauca en 1879, luego contra el presidente Rafael Núñez en enero de 1885 y en Bogotá, en 1891.

Vea un fragmento de la carta que le enviara Maceo a Rosas...

"Creemos los insurrectos que pronto el Ejército español se verá obligado a capitular; y nos alienta, no la esperanza, el firme convencimiento de que a mitad del año venidero el mundo civilizado saludará a la República de Cuba, dueña de sus destinos, pacífica y feliz. El señor Gustavo Ortega  me ha informado que Ud. y algunos colombianos desean venir a Cuba a ayudarnos con su contingente personal. Bienvenidos sean todos los patriotas valerosos y dignos… creo que los servicios de Ud. serán de mucha importancia para nosotros en estos momentos". 

Maceo le ordena viajar a Estados Unidos en busca de apoyos y pertrechos. Allí logra reunir a cien cubanos, y con ellos zarpa hacia Cuba el 26 de enero de 1896 en el vapor Hawkins, bajo el mando del general Calixto García. Sin embargo, la nave zozobra ahogándose cinco hombres y perdiéndose gran parte del avituallamiento. Pero el 15 de marzo lo intenta de nuevo, esta vez desde Atlantic City en el vapor Bermudas, ya con el grado de brigadier del ejército libertador. 

A Cuba llega con 73 hombres a bordo y mil fusiles, un cañón, municiones y medicinas, desembarcando el 25 de ese mismo mes por la ensenada de Marabí, en Guantánamo, incorporándose de inmediato a las tropas de Máximo Gómez. Días después sale para Camagüey, nombrado por Gómez como jefe de Infantería de esa provincia.

General colombiano Avelino Rosas

Después de una exitosa campaña junto al general Serafín Sánchez, que incluso estuvo a su lado auxiliándolo cuando muere en combate el 18 de noviembre, participa en el ataque a Cascorro en Camagüey y comanda además el cuerpo de infantería, cuando el núcleo del ejército cubano atravesó la trocha Júcaro - Morón. 

Es ahí cuando el generalísimo Máximo Gómez le confía el mando de toda la infantería del Camagüey; y le asciende a general de brigada. Luego, el 8 de enero de 1897, le designa al frente de la jefatura de la división Matanzas, en sustitución del general cubano José Lacret y Morlot. Allí toma parte en los combates de "Las Minas" y "Punta Brava", en el Occidente de la isla, donde adquiere el sobrenombre antes mencionado y ascendido además a general de división.

Tenga en cuenta que en Occidente era donde estaban más concentradas estaban las fuerzas españolas y, obviamente, la guerra se hacía más dura y difícil. Sin embargo, su fuerte carácter de guerrero choca con el colérico Máximo Gómez que le destituye, sin embargo se vieron obligados a retornarle lo quitado después del combate tenaz que dio en Santiago de Cuba, en momentos en que se produce la intervención del ejercito norteamericano. 

Es más, es que si se viene a ver, mostró tan, o más patriotismo, que la mayoría de los oficiales cubanos. Lo decimos porque mientras la mayoría de los oficiales celebraban la intervención, que el Army tomaba el protagonismo relegando al ejercito libertador a un segundo plano, decide mandarlo todo al carajo y marcharse de vuelta a Colombia para seguir peleando en el conflicto civil de 1901, donde encontró la muerte.

Fermín Valdés Domínguez, a la izquierda con gafas y sentado junto a José Martí. Al centro Francisco "Panchito" Gómez Toro, hijo del mayor general Máximo Gómez.  


Fermín Valdés Domínguez...

Solo calcule una cosa, que entre su estancia en los EEUU primero, y luego como integrante del cuerpo de sanidad Cubano, la de privaciones, tiros y machetazos que este "hombretón a toda costa" se ahorró en su vida. Normal que ante tanta diferencia no solo el sentimiento homófobo, tambien le embargara una enfermiza envidia hacia este bravo general colombiano.

No pretendemos someter a Valdés Domínguez a un juicio de valores, menos cuando han pasado casi 130 años de aquello, pero se trata de un feo pasaje suyo del que no se suele publicar nada. Solo agregar que de Cauca, en Colombia, también vino a pelear a Cuba en 1870 el general Rogelio Castillo Zúñiga, quien llegó a ser inspector general del ejército libertador.

Según su biografía en aquel ejercito estuvieron - entre otros colombianos - el teniente coronel Martin Sierra, natural de Cali, que se batió heroicamente en el ataque a Jiguaní; el comandante Heriberto Duque, uno de los héroes de Jimaguayú, así como Rafael Díaz Morkum, que peleó bajo el mando de Maceo y que fue otro de los que a su regreso a Colombia participó en la guerra de los "mil días", la misma donde murió el general Avelino Rosas.

La revista neoyorkina "The Great Round World" publicó el 29 de julio de 1897, una corresponsalía sobre la guerra en Cuba que dice así:

“Nos ha llegado una historia sobre cierta ciénaga en la provincia de Matanzas que los cubanos utilizaron mucho al comienzo de la guerra, pero desde entonces se vieron obligados a abandonarla porque necesitan un guía que los oriente a su interior. Este pantano es notable por los muchos parajes hermosos y saludables que alberga, a pesar estar rodeado por marismas casi infranqueables. 

La manera de llegar hasta él es tan poco conocida, que en todo el Ejército cubano sólo había un hombre capaz de orientar a los insurrectos por sus laberintos hasta el sitio seguro. Este hombre, el coronel Matagas*, había vivido en el pantano por muchos años y lo conocía como a la palma de la mano. Sin embargo, murió en una batalla, y desde entonces los cubanos abandonaron la idea de utilizar la ciénaga. 

Los insurrectos incorporaron no hace mucho a un sudamericano llamado Avelino Rosas, al cual confió el general Gómez la dirección de un cuerpo del Ejército. Con mucha paciencia, este hombre se dedicó a descubrir el secreto del pantano y, después de un enorme trabajo, lo descifró. De inmediato ideó maneras de darle uso militar, y además estableció varios hospitales cubanos en sus entrañas, confiando en que allí estarán a salvo de los españoles.”

No conocemos de Valdés Domínguez aspectos destacados de una vida política en la Cuba ya republicana, de hecho creemos que ni participó en ella, aunque se mantuvo colaborando con algunas revistas contrarias a las ideas anexionistas de la época. Ejerció como médico hasta que murió el 13 de junio de 1910.

José Martí sintió por él un gran amor de hermano, le envió algunas de las ultimas cartas escritas desde Montecristi. Por cierto, en una de ellas, la fechada el 18 de abril de 1894 por ejemplo, el apóstol ya hacía una interpretación genial, como casi todo lo suyo, donde alertaba del pensamiento socialista de la época: 

“Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimuladas de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.

El general y masón Avelino Rosas cayó combatiendo ante las fuerzas del 4to batallón de Calibío, y fue enterrado en el cementerio general de Bogotá en 1902, una vez finalizó la guerra en el sur de Colombia el 20 de septiembre de 1901, ganada por los conservadores. (Al parecer había sido sustraído del campo santo de Ipiales en 1901). 

Documentos demuestran que estando herido en una pierna en un combate en la zona de "La Laguna", en Santa Rosa de Cabal, en Risaralda, Avelino fue hecho prisionero por el ejercito conservador y conducido al cuartel de Males, donde fue rematado vilmente junto a su ayudante José María Caicedo. En Colombia ni se conoce apenas, de hecho no hay ni una biografía oficial redactada. Sus familiares fueron despojados de la pensión que le pertenecía por ley, desde 1935. 


Maldita Hemeroteca 

Fuente: Nydia Sarabia Hernández, “Colombianos por la libertad de Cuba” // Avelino Rosas, Notas políticas, o sea diez años de Regeneración, [Puerto España] Trinidad, octubre de 1895. Valdés Domínguez Fermín, Diario del Soldado".

*Matagás , José Álvarez Arteaga, fue en realidad un desalmado bandido en su zona de Jagüey Grande, amigo del general Julio Sanguily, que utilizaba la inaccesible ciénaga de Zapata para esconder heridos. Por "sus servicios" fue ascendido a coronel.
Articulo Anterior Articulo Siguiente