CALLE PRADO: Historia de sus primeros habitantes.


Dos familias estuvieron entre los primeros habitantes que residieron en el siglo XIX en la calle Prado en la Habana. En una casa de dos plantas situada en la esquina de Virtudes. En la baja vivía el doctor Joaquín G. Lebredo con su mujer doña Belén Arango y sus hijos Eduardo, Mario y René.

En la planta alta de esta casa residían don Antonio Villar, casado con doña Andrea Santiago, padres de Anselmo, distinguido funcionario de nuestra carrera diplomática, y María, que casó con el Coronel Roberto Méndez Peñate, uno de los hombres más pulcros y honrados que ha producido nuestro país

Esta casa fue demolida, construyéndose en los primeros años de este siglo el edificio de cuatro plantas que ocupó el Hotel “El Jerezano”. Junto a esta casa residieron durante algunos años los esposos Bolivar en compañía de sus hijos Juan Manuel, Emilio y Pedro, casado éste con la señorita Amparo Junco hermana de Dulce María, la señora del doctor Oscar Fonts.

En la casa contigua, que es de tres plantas, una de las cuales ocupa el doctor Metzer, residió allá por el año 1885 una acaudalada familia de apellido Pedroso que hacía una vida muy retraída. En la casa contigua que era la marcada con el número 96 residió don Antonio Barrera, que falleció en esta casa. Después en el año 1883 la ocupó un comerciante de apellido Ugarte.

Sigue después una amplia residencia de dos plantas que habitó con su familia durante algunos años el señor Juan Atilano Colomé, accionista fundador de la Compañía del Ferrocarril Urbano de La Habana. Después la vivió don Matías Averhoff, casado con doña María Luisa Herrera, hija del Marqués de Almendares y de la Condesa de Casa Barreto, quienes fueron padres de Julián, Francisco, María Luisa, Matías, Fernando y Mariano, casando éste, al graduarse de abogado, con la señorita Hortensia Cuéllar del Río.

María Luisa contrajo matrimonio con don J.M. Izaguirre y una de sus hijas contrajo matrimonio con el doctor Bernardo Gómez Toro, hijo del Generalísimo de nuestras guerras emancipadoras Máximo Gómez, yendo todos, pasado algún tiempo, a residir al Calabazar. Don Matías Averhoff era propietario de los ingenios “Averhoff”, ubicado en el pueblo de Aguacate, en la provincia de La Habana, y el "Orozco", en Cabañas, provincia de Pinar del Río.

El primero de estos ingenios pasó a ser de la propiedad de don Ramón Pelayo, más tarde Marqués de Valdecillas, que lo demolió al adquirir el ingenio “Rosario”, situado junto a éste, y que pertenecía a don Federico Morales, realizando en él obras de importancia, tanto en su maquinaria como en el batey, transformándolo en una de las mejores fincas azucareras de Cuba, quedando las tierras del Averhoff convertidas en colonias cañeras del “Rosario”.

En la actualidad este Central es de la propiedad de la Hershey Corporation. En cuanto al ingenio “Orozco” pasó a ser de la propiedad del señor José M. Casanova, senador por la provincia de Pinar del Río. Durante los días de la última Guerra de Independencia las maquinarias que pertenecieron al ingenio “Averhoff”, que estaban abandonadas en pleno monte, servían de escondite y refugio a las comisiones revolucionarias en sus movimientos guerreros.

Posteriormente ocupó esta casa de Prado el “Círculo Autonomista”, que permaneció allí hasta poco antes de la Primera Intervención norteamericana mandada por el general Brooke. El inmueble que nos ocupa, marcado en aquellos días con el número 94, se convirtió más tarde en una casa de huéspedes, alojándose en ella, en los primeros meses de su período como gobernador de Las Villas, el general José Miguel Gómez.

Colindando con el “Círculo Autonomista”, existieron allá por el año ochenta y tantos, dos solares yermos donde funcionaba un juego de bolos, que tenía como encargado a un tal Ramón. El juego de bolos se trasladó para la misma cuadra en la esquina de Virtudes, acera de los números impares, coincidiendo con la apertura de esta calle, en su tramo de Prado a Zulueta.

Poco tiempo después se fabricaron en estos solares dos casas de una sola planta con techos de tejas acanaladas, ocupando una de ellas la señorita María Luisa de la Torriente y la otra el matrimonio formado por doña Ascensión Valcárcel y Ernesto Erdman, quienes meses después se trasladaron para la barriada de la Víbora, ocupando la casa que ellos dejaron don Fernando Solazábal en compañía de su mujer y de su única hija nombrada Asunción, que casó con el doctor Enrique Castañeda.

Posteriormente estas dos casas fueron demolidas, construyéndose en ambos solares el edificio que es propiedad del Casino Español de La Habana. En aquellos días esta sociedad ocupaba la planta baja del edificio de tres plantas de Prado y Neptuno, donde al quedar terminado estableció Alfredo Petit una sucursal del “Restaurant Paris”, que entonces funcionaba en O-,Reilly entre Mercaderes y San Ignacio, permaneciendo en ese lugar muy poco tiempo por no haber tenido aceptación el sistema de “table d-hote” establecido por Petit.

Atravesando la calle de Animas, en esa misma esquina vivió con su familia el señor Juan Pablo Toraya, fallecido en esta casa, quien era padre del arquitecto Pepe Toraya. Este inmueble pasó después a ser de la propiedad de don Ramón Herrera, Conde de la Mortera, que la ocupó durante varios años con su familia, adquiriéndola después el señor Guillermo de Zaldo, que la vivió hasta su muerte ocurrida hace cinco años.

Después de la primera guerra mundial, al visitar La Habana durante la presidencia del general Mario G. Menocal la Misión inglesa que presidía Sir Meurice Bunsen, el señor Zaldo le dio alojamiento en este edificio. En la casa número 88 de la propia calle del Prado, vivía el poeta Rafael María Mendive, que fue maestro de nuestro José Martí. Mendive fue un gran patriota que prestó muy buenos servicios a la causa cubana.

Cuando la Guerra de los Diez Años, un grupo de exaltados voluntarios irrumpió violentamente en su casa, destrozando a balazos los espejos y algunos objetos de arte que adornaban la sala. Una de las balas disparadas en aquella ocasión penetro a través de una ventana de la residencia de don Antonio Barreras, que era la marcada con el número 94, destrozándole la mano a una estatua de mármol de gran valor que poseía esa familia.

Mendive tuvo dos hijos, uno de ellos Mario, quien permaneció en el final de su vida recluido en un sanatorio de enfermedades nerviosas. El otro, Luis, respondiendo a las patrióticas inclinaciones de su padre, se fue a la revolución, siendo seleccionado por el general Antonio Maceo como uno de sus ayudantes, muriendo en la provincia de Pinar del Río en un combate que sostuvo la fuerza que mandaba este glorioso general con una columna española.

Mendive tuvo también varias hijas que fueron consecuentes con la vida de cultura y sentimientos patrióticos de su ilustre padre. Esta casa, marcada número 86, era de construcción antigua y tenía cubierta de tejas españolas. Fue comprada por don Aurelio Granados, reedificándola convenientemente e instalando en ella el Club Gimnástico.

En la casa marcada con el número 84 residieron en distintas épocas varias familias: el doctor Pedro Pablo Rabell, abogado notable, la Entre los primero habitantes que residieron en la calle Prado en la Habana, vivió en compañía de su mujer doña Mercedes Herrera y de su hijo Pedro Pablo, actualmente uno de los magistrados de la carrera judicial más competentes y prestigiosos.

Vivió también en ella la familia Soroa, que la ocupó durante algunos meses, habitándola después don Federico del Solar y Muro, casado con doña Mercedes Roig y tío de don Marcos Moré y del Solar. Después la vivió con su familia, don Felipe Buhigas, catalán corredor de cambios, ocupando en esa época la planta baja don Narciso Ocetti y su mujer doña Amelia Goncé en compañía de sus hijos Ramón, casado con doña Josefa Álvarez Flores; Sofía, casada con el coronel Rafael Carrerá; Narciso, casado con doña Josefina Auñón, y Alicia, soltera.

En la casa número 82 construyó en el año 1876 una gran residencia de dos plantas don Francisco Marty y Gutiérrez, hijo del famoso don Pancho Marty, que construyó el Teatro Tacón, que la ocupó ese mismo año con su mujer doña Petra Pérez Carrillo y sus hijos que fueron los siguientes: Panchita, casada con el ilustre literato Enrique Hernández Miyares, autor del famoso soneto “La más Fermosa”; Francisco, casado con doña Consuelo de Cárdenas; Mercedes, casada con Francisco Baguer.

Por otro lado Isabel estuvo casada con el doctor Manuel Varona Suárez, alcalde que fue de esta ciudad; Silvio, muerto hace pocos meses en México, casó con doña Enriqueta Conde; María Teresa, que casó dos veces, en primeras nupcias con don Juan Reyna, y en segundas, con el licenciado Jesús María Barraqué, ex secretario de Justicia; y Petra, que casó con Miguel Fernández Medrano. En esta casa nacieron María Teresa y Petra, ocupando la familia Marty el inmueble hasta el año 1888, que la casa fue vendida a un comerciante de apellido Otero.

Fue confortablemente construida, pues tiene todos sus pisos de mármol y una amplia galería de persianas dotada de cristales de colores rojo y azul oscuro, teniendo al centro de la luceta un cristal de confección francesa con finísimos dibujos que ostentan cestos de flores, advirtiéndose, al centro de la galería, otro cristal con las iniciales F.M.G. que correspondían a las del propietario del inmueble.

En el centro del patio existía un hermoso framboyán cuyas ramas se elevaban hasta alcanzar las persianas de la galería de la planta alta, penetrando sus hojas a través de las mismas. Durante todo el tiempo que esta casa estuvo en construcción, la familia Marty residió en la planta alta del edificio que ocupó después el Anón del Prado.

Autor: Luis Bay Sevilla 
10 Abril 1947. 
Diario de la Marina
La Habana, Cuba.

Articulo Anterior Articulo Siguiente