Tiroteo en casa del comandante Morin Dopico. Reparto Benítez en Marianao. // 

Antes de que llegara la desgracia verde oliva a Cuba el ultimo día del 1958, en ese mismo momento existían en la Habana, y en varios puntos de la isla, un total de setenta sucursales dedicadas a la venta de coches.  

Y aunque casi todos eran marcas norteamericanas, también las habían europeas e incluso japonesas, porque aunque usted no lo crea, desde 1950 la Toyota ya estaba representada en Cuba por medio de Land Cruiser. La encargada era la Ambar Motor, agencia situada en la calle Infanta y 23 en el Vedado. Ambar Motors representaba tres marcas emblemáticas de entonces, la Cadillac, la Oldsmobile y la popularísima Chevrolet; comercializadas en su agencia situada en Malecón y Calle G, al final de la rampa.

Nuestros padres - los que aun tengan la fortuna de estar vivos - seguramente recordarán al popular actor Enrique Santiesteban que, mirándole a la cara a través del lente televisivo le decía: "Usted sí puede tener un Buick". Este robusto coche, que por lo general se escapaba del precio medio, lo comercializaba la Vaillant Motors, sito en Calle 25 y Hospital en la Habana, así como la firma de Villoldo Motors en la calle Calzada y 12, en el Vedado.

Por otro lado la no menos popular Dodge, tenía su agencia en Ave 23 y P, en tanto que la Ford y la Lincoln tenían su cuartel general las exposiciones que Carvajal S.A poseía en Ave 51 y calle 100, en el No.10004, emblemático cruce de Marianao donde comienza el barrio "Buen Retiro", si es que baja en dirección al obelisco. Y es aquí a donde queríamos llegar.

Mucha gente en Cuba, incluso residentes de Marianao, ignoran que algunos personajes que jugaron papeles, no diría importantes, más bien claves en la etapa republicana, vivieron en lo que fue nuestro barrio hasta hace relativamente poco. Por ejemplo, muy cerca de esta sucursal estaba la residencia de Panchin Batista, hermano del controvertido dictador Fulgencio, y ex alcalde y gobernador de la Habana.

Muy cerca de allí vivió también un general hasta su muerte. En calle 98, como quien va en dirección al hipódromo Oriental Park reconvertido después por el Castrismo en la ruina de TRANSIMPORT, vivió hasta su muerte el general retirado Gregorio Querejeta Valdés, que junto al de brigada Enrique Hernandez Nardo, hayan sido los únicos oficiales de tan alta graduación de raza negra que hubo en la republica de Cuba.

Gral Querejeta
Querejeta, entonces un teniente del ejercito, fue el primero en gritar "Viva Cuba Libre" aquel cuatro de septiembre de 1933 que un grupo de clases y sargentos derrocó al hijo de Carlos Manuel de Céspedes como presidente "puesto a dedo" y pro Estados Unidos hasta la última célula de su cuerpo.

Querejeta, entonces con los entorchados de general y segundo jefe del ejercito, fue el que puso fin a la balacera ocurrida el 15 de septiembre de 1947 en la residencia del comandante de la policía de Marianao, Morín Dopico, situada en la calle Orfila - 8 y D - en el reparto Benítez del propio Marianao, llevada a cabo por el comandante Mario Salabarría Aguiar. (Se le decía Orfila por la popular Farmacia).

Querejeta murió con más de 90 años en 1984, y posiblemente usted y yo que vivimos en Marianao, e incluso en esa misma zona y nunca lo supimos, nos hayamos cruzado con él decenas de veces sin saber que teníamos delante a un pedazo de la historia de Cuba. Igual debió pasar con el comandante Morín Dopico, que partió de este mundo en 1980, la misma época en que su hija, la emblemática Miriam, abandonara el país.

Decimos emblemática porque Miriam fue la misma niña que Dopico sacó en brazos herida de su casa al terminar la balacera. Estos oficiales que decidieron permanecer viviendo en Cuba hasta el final de sus días, eran de la etapa del presidente Ramón Grau San Martín, con lo cual no fueron victimas de la ira de los hermanos Castro. Salabarría no corrió la misma suerte, pues en 1965 lo acusaron de lo de siempre, de ser parte de una componenda para matar a Castro. 

Murió en Miami en el 2004. Otro detalle fue que por sus manos pasó el diamante del Capitolio la primera vez que fue robado. No porque haya participado, si no porque el supuesto ladrón, cuñado del presidente, se lo entregó al ministro de educación, José Manuel Alemán para que este buscara la manera de devolvérselo al presidente Grau. Salabarría lo hizo a través del comandante Pablo González de Aróstegui, entonces jefe de la sección turística de la policía nacional.

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Por Jorge García
Maldita Hemeroteca