Hotel Inglaterra siglo XIX |
Un aire de quijotesca hidalguía, respeto y dignidad se respiraba entre quienes sabían ser grandes en la batalla. Un ejemplo se puede apreciar en una solicitud del general Antonio Maceo en 1890 para visitar Cuba, y a la que el capitán general Manuel Salamanca y Negrete accedió sin cortapisa.
No obstante se trataba de una polémica decisión que trajo inquietudes entre los más celosos guardianes del colonialismo en la isla. Por aquellos días, el general cubano pudo confraternizar con los principales jefes españoles de la ciudad, en especial el general José Lachambre Domínguez y el entonces coronel Fidel Alonso de Santocildes.
Estando hospedado en el hotel Inglaterra durante su visita a la Habana de ese año, se dirigió
a saludarlo el entonces coronel Fidel Alonso de Santocildes, su rival en el combate de
san Ulpiano. La identificación fue mutua y rápida, y surgió entre ambos una relación
de sincera admiración. Santocildes, quien fungía entonces como jefe de orden público
en la capital, llegó a alertarlo de un intento de asesinato.
a saludarlo el entonces coronel Fidel Alonso de Santocildes, su rival en el combate de
san Ulpiano. La identificación fue mutua y rápida, y surgió entre ambos una relación
de sincera admiración. Santocildes, quien fungía entonces como jefe de orden público
en la capital, llegó a alertarlo de un intento de asesinato.
Al despedirse, con la nobleza
típica de caballeros, acordaron encontrarse en los campos de Cuba en caso de que hubiese una
nueva contienda, y la vida les brindó la ocasión. El 13 de julio de 1895, en Peralejo,
muy cerca de la ciudad de Bayamo, una poderosa columna española bajo el mando
del capitán general Arsenio Martínez de Campos se enfrentó a tropas cubanas comandadas por Maceo.
típica de caballeros, acordaron encontrarse en los campos de Cuba en caso de que hubiese una
nueva contienda, y la vida les brindó la ocasión. El 13 de julio de 1895, en Peralejo,
muy cerca de la ciudad de Bayamo, una poderosa columna española bajo el mando
del capitán general Arsenio Martínez de Campos se enfrentó a tropas cubanas comandadas por Maceo.
Fidel Alonso de Santocildes, formando parte del estado Mayor
de aquella fuerza, asumió el protagonismo bélico que siempre le caracterizó. Sus dones
de mando atrajeron la atención de los cubanos, y un certero disparo le causó la muerte. La victoria debió tener un sabor amargo para el general Cubano.
de aquella fuerza, asumió el protagonismo bélico que siempre le caracterizó. Sus dones
de mando atrajeron la atención de los cubanos, y un certero disparo le causó la muerte. La victoria debió tener un sabor amargo para el general Cubano.
Precisamente, mientras estuvo hospedado en ese hotel, Lachambre, que residía allí, lo invitó a cenar en su mesa. Igualmente surgió entre ambos una no disimulada amistad y admiración. Lo mismo con el ayudante de Lachambre, entonces capitán Federico de Monteverde, años después general, a quien Maceo le regaló un machete de combate.
No solo eso, en abril de 1895, el general Lachambre ocupaba el puesto de gobernador militar de la provincia de oriente y al arribar el general Antonio a su jurisdicción, el Titán le escribió la siguiente nota: “...Mi general: he entrado en su jurisdicción.- pronto nos veremos la cara. El triunfo se lo dé dios al que sea más esforzado. Su amigo. Antonio Maceo.
Previo a esto, y volviendo a la estancia de Maceo en la Habana, el general Lachambre y el periodista cubano Agustín Cervantes Trujillo, director del periódico "La Tribuna", sostuvieron un duelo a espada al que Maceo asistió como invitado. En el envite ambos resultaron heridos, y al concluir Maceo se acercó a Lachambre y le dijo: “General se ha batido usted como un valiente. Era la clara manifestación del respeto entre adversarios.
Maldita Hemeroteca