domingo, 7 de enero de 2024

Sara Montiel y los hombres de la Habana


El próximo mes de marzo se cumplirán 11 años del fallecimiento de la actriz y cantante española Sara Montiel. ¡Como pasa el tiempo!. María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Abad Fernández, su verdadero nombre, tenía 85 años, (según ella) desde que vino al mundo en 1928 en la localidad de Campo de Criptana, Ciudad Real, comunidad de Castilla la Mancha, la tierra del Quijote.

Aunque desde 1974 había dejado el cine, permanecen en la memoria sus tours por las televisiones de España, sobre todo cuando lo hizo de la mano de un Cubano, el señor Tony Hernández, que contra toda imagen pre concebida de lo que es un Cubano en España, (gracias al Dinio), se paseaba con ella como un galán enamorado.

Eran los años 2000, Sara estaba en el inside de la noticia y los medios, ávidos de su vida privada, se dieron banquete con esta rocambolesca historia de amor. Según dijo él, se habían conocido por teléfono, y ese mismo año se vino a España a conocer a su diva en persona. Fue tal el impacto que hasta se casaron y todo, con lo cual la prensa del corazón en este país enloqueció totalmente.

No se hablaba de otra cosa. Pero uno, que conoce lo suyo, sabía muy bien que este tipo, de semental Cubano, estaba como decía el papá de Julio Iglesias, rarrrro, rarrrro, rarrro, pero en fin, eso no viene al caso, ahora ni critica mucho menos. Lo que si desconocíamos era la otra historia de amor de la Manchega con alguien que estuvo también estrechamente vinculado al régimen Cubano, y que por supuesto resulta mucho más interesante que la de "su ultimo cuplé".

Esta historia la destapó su peluquero de toda la vida, Pepe de la Rosa, en un artículo aparecido en la revista de tema rosa "Lecturas". Se trataba de una supuesta relación que tuvo Sara con el asesino Ramón Mercader, victimario del disidente ruso León Trotski, a quien asesinó en la ciudad de México abriéndole la cabeza con un hacha, mientras le visitaba en su casa haciéndose pasar por su admirador. 

Ramón Mercader en la cárcel. 

Eran los años en que la joven violetera "hacía las américas", y en ese momento se encontraba en ciudad México y, también hay que decirlo, en ese país vivía exiliado uno de sus grandes amores, el guionista español Juan Manuel Plaza, un comunista que por ella dejó mujer e hijos. Según contó la Rosa, Sara tuvo una niña en México, supuestamente con este hombre, que al parecer vivió adoptada con la familia de Ramón Mercader que, una vez salió de la cárcel fue acogido por el régimen Castrista y donde su madre, la santiaguera Caridad del Río, enfermiza estalinista y agente de la NKVD rusa, le había preparado el "aterrizaje".

Esta mujer, de padres españoles, se había casado en Cuba con el rico empresario textil catalán Pablo "Pau" Mercader, y en 1898 su familia se fue a vivir a España. Se comenta que su padre, el santanderino Ramón Río, era el gobernador de Santiago de Cuba en esos años. Una vez que comenzó en el anarquismo y a consumir heroína, se divorció de este hombre, con el que había tenido cinco hijos, y se hizo miembro del partido comunista español.

Con los años fue captada por la inteligencia rusa para una misión en México, dirigir el comando que intentaría sacar de la cárcel a su hijo Ramón. En Mayo de 1940, Trotsky ya había sufrido un atentado previo y fallido por parte del pintor y comunista mexicano David Alfaro Siqueiros, cuando este le disparó en la cama donde dormía Trotsky con su esposa Natalia Sedova, entonces Caridad se propuso para ejecutar un segundo atentado pero los rusos decidieron que fuera su hijo que, en lugar de disparos, decidió que un hachazo sería más efectivo. Esto nos da una idea de quienes eran realmente estos desalmados elementos.

Pero fíjese quien habrá sido esta mujer, que en el sitio Infobae, con fecha septiembre del 2019, se publicó un artículo que el periodista Alfredo Serra tituló, ¡Maten a Trosky!, donde aparece el siguiente diálogo con su hijo: 

Ramón: – 

"Terminada la guerra quiero quedarme a vivir en España."-

Caridad:- 

"Tu no eliges. Ninguno de nosotros elige. Sólo hacemos lo que decide el partido"-.

Ramón: – 

"Me niego"-.

Caridad:– 

"Métete esto en la cabeza de una puta vez. No piensas, solo obedeces. No actúas por tu cuenta, sólo ejecutas. No decides, solo cumples. Tú serás mi mano en el cuello de ese hijo de puta, mi voz será la del camarada Stalin, y Stalin piensa por todos nosotros"-.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, según el testimonio de este peluquero fue precisamente allí - en México - donde Sara y Mercader se conocieron y luego se enamoraron. Aseguró a la revista que Sara le había dicho: “Aunque fuera un asesino, no había sido un mal hombre”. Y claro, esta prensa como es de lista, enseguida empezó a sacar la cuenta.

Habiendo viajado Mercader a México en 1940 a "cumplir su misión" que le habían encargado los órganos secretos de la NKVD, génesis del KGB, llegaron a la conclusión de que en ese año Sara solo tenía 14 años. Pero resulta que como ella se había quitado en vida bastante años, la biografía "oficial" la recogía con esa edad dejando descubierta su mentira.

El arma homicida empleada por Ramón Mercader 

La otra posibilidad sería que la diva haya tenido un vis a vis (visita conyugal) con el detenido, teniendo en cuenta que este estuvo en chirona hasta el 1960. Sara pasaba largas temporadas en México, y esta posibilidad podría ser perfectamente real. También se conoció que durante esas giras la diva se hacía acompañar de gente que, de alguna u otra forma, estaba relacionada con la élite de Moscú. 

El actual "Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia", conserva entre sus archivos la preparación de este espía. Su misión era asesinar a León Trotski, un disidente muy odiado por Stalin, que había sido uno de los colaboradores más fieles de Lenin y por ese motivo vivía exiliado de 1937 en ciudad México, entre otras cosas a las gestiones del pintor comunista Diego Rivera y del presidente mexicano Lázaro Cárdenas. 

Luego de la condena de 20 años, Mercader viajó a la URSS donde le dieron los grados militares de coronel y la orden de Lenin. De ahí se fue a Cuba, donde dejó a sus dos hijos "bien enchufados" y donde murió de un repentino cáncer mientras trabajaba como asesor de Fidel Castro. Los comentarios apuntaron a que se lo habían inoculado a través de un reloj contaminado con polonio radio activo, y visto lo que se ha visto en los últimos años, no lo ponga usted en duda.

No obstante sus cenizas, o parte de ellas, fueron sepultadas en el cementerio de Kúntsevo, reservado para los héroes de la Unión Soviética y, además, en el museo del KGB también ocupa un lugar de honor. Sin embargo nada de eso prueba "su sorpresiva enfermedad". En cuanto a su madre, Eustacia María Caridad del Río Hernández, que había nacido en la capitanía de Santiago de Cuba en 1892, murió en Francia en 1975 y la URSS, además de pagarle una pensión de por vida, corrió con todos los gastos.

Se libró de ver la caída del muro de Berlín y del derrumbe de su amado Comunismo. Probablemente se hubiera muerto del disgusto. Por cierto otro de sus hijos, Pablo, fue aplastado por un tanque en la sangrienta batalla de "Brunette" en Madrid, en julio de 1937, durante la guerra civil Española. Total que Sara, considerada como la primera española que triunfó en Hollywood, siempre se le recordó con devoción en Cuba y sus películas - que aun se pasan de vez en cuando - se recuerdan como cariño como también sus coplas.

Es que se había convertido de muy joven en una estrella del celuloide que encandilaba con su belleza, y acuñó su carrera a caballo entre España, México y Estados Unidos, donde rodó junto a los grandes galanes de Hollywood como Burt Lancaster y Gary Cooper, Marlon Brando y James Dean, y hasta rodó con Anthony Mann quien se convertiría en su primer marido. Con 74 años viajó a la Habana por segunda vez; y visitó la escuela de cine de San Antonio de los Baños donde trabajaba su "amado esposo". Durante su estancia, dicen que se alojó en el hotel Nacional que la incluyó, además, en la galería de los visitantes ilustres.

Maldita Hemeroteca 

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