Zona rural del Consejo de Aller en Asturias.
Lugar donde nació José Acebo Quintana. // 

Según declaraciones del general Valeriano Weyler en 1895, Arsenio Martínez Campos y Antón, aún con 65 años, seguía siendo el militar con más prestigio que había en España en ese momento. 

Como se sabe, por medio de la negociación, sumado al hartazgo del depauperado ejercito mambí, el general Campos fue quien culminó la guerra del 1868 con la capitulación del Zanjón, paz que organizó, propuso y garantizó la amnistía para todos los mambises y sus familiares, aunque algunos otros acuerdos no llegaron a cumplirse. Como dijo una vez el republicano Pi y Margall, Campos manejaba muy bien el oro como la espada, y con eso ya sabe a lo que se refería. En fin, que fue el hombre que pacificó la isla en 1878.

Sin embargo ...

Si en la primera parte de esta trilogía hablamos de dos oficiales asturianos que fueron considerados traidores a España, pero que por otro lado tuvieron una vida honrosa como libertarios, e incluso uno de ellos como político después en la República, Celestino Baizán Lobo, la de este otro asturiano que traemos hoy, el teniente del ejercito libertador José Acebo Quintana, tuvo un final bastante trágico a la vez que deshonroso.

Acebo nació en 1867 en Campo de Caso, remota y acogedora aldea del llamado valle del Nalón en Asturias. Sus padres eran labradores, Manuel Acebo y Josefa Quintana, y como tantos otros jóvenes de entonces se marchó a Cuba buscando otro futuro para su vida destinada a lo mismo que sus padres. La mayoría de estos chavales tuvo relativo éxito en sus empresas en Cuba, muchos incluso se hicieron ricos, mientras que otros se quedaron viviendo en la isla para siempre. 

En el verano de 1885, Acebo se embarcó en un vapor en Santander de la compañía de Pinillos con destino a La Habana. Tenía solo 18 años y allí le aguardaban algunos parientes residiendo en la ciudad de Santa Clara. Muy pronto encontró trabajo en un ingenio cercano al pueblo de la "Esperanza" donde también conoció a la que sería su esposa, la cubana María Jesús Boll, con la que tuvo cuatro hijos.

¿Qué pasó con este hombre... ?

No se sabe como ni porque, pero en Cuba se alistó al ejercito libertador y tuvo una carrera militar breve pero intensa. Fue en la primavera de 1895, y ya para principios del otoño había conseguido los grados de teniente.

Sin embargo, el 11 de noviembre de aquel mismo año fue hecho prisionero por las tropas españolas en la colonia de las "Voladoras", en Las Villas, y su suerte dio un trágico giro. Fue juzgado por traidor el día de Nochebuena de ese año, y ejecutado al amanecer del día 26. Y aunque su historia militar fue corta, se dice que supo sembrar el terror a su paso. Así lo describe un cronista español de la época: 

«Cabecilla rebelde incendiario, asesino, en suma, malhechor escudado en la causa separatista. Dicho cabecilla capturado era el asturiano José Acebo, cruel y sanguinario hasta lo inhumano, fue su conducta mientras estuvo en el campo al frente de los rebeldes, pésima, no de un ser racional, sino de un tigre revestido bajo forma humana. 

Los incendios causados por Acebo cuéntanse por el número de ocasiones que tenía; las venganzas eran su lema, su divisa el robo y los atropellos más inauditos, reveladores de un instinto ferozmente criminal, constituían su delicia. 
Dotado de carácter violento y cínico, el odio del execrable asturiano dejó en buen predicamento al de los árabes del desierto. ¡Parece increíble que en la noble, digna e hidalga Asturias haya podido nacer dicho aborto del crimen y de la perfidia llamado José Acebo!».

No hará falta que les diga que en el otro lado de la trinchera se le consideró un libertador; y que cuando se alcanzó la independencia su figura pasó a engrosar la lista de sus héroes de modo que para perpetrar su ejemplo, la república colocó una placa de mármol con una inscripción grabada en el lugar de su fusilamiento, en la zona conocida como las «Faldas del Acueducto».

Según el relato de "La Nueva España", José Acebo cayó en manos de los españoles cuando su caballo fue abatido en una refriega en Cienfuegos; y al quedarse sin cabalgadura le fue imposible huir. Terminó entregándose y fue tratado como prisionero de guerra. Fue remitido por el Jefe de aquella zona de operaciones al juez militar, el capitán Juan Gil y Gil, que el 15 de noviembre de 1895 dispuso su incomunicación en la cárcel de aquella jurisdicción hasta el momento del juicio. 

La vista se celebró el día de Nochebuena ante un tribunal militar que fue presidido por el teniente coronel de la Guardia Civil, Luis García de Celada, y en el que actuó como fiscal el Sr. Montenegro. Sobre una mesa se expusieron los objetos que se le encontraron encima: una levita guerrera de teniente de caballería muy arrugada, dos chalecos, camisetas, balas, un sombrero de jipijapa con una escarapela bordada en la que se representaba una bandurria, un machete envainado y un revolver de reglamento cargado y atado a un cordón.

Cuando fue interrogado manifestó que se había ido al campo por resentimiento con los celadores de Lajas y San Diego del Valle, y que siempre había actuado obedeciendo órdenes del cabecilla Núñez, aunque sus biógrafos lo sitúan en las fuerzas que lideraba el entonces coronel Alfredo Rego Alfonso, jefe de las fuerzas en Cienfuegos donde estuvo especialmente activo en aquel año 1895. El día 3 de septiembre había derrotado a una columna española en Arroyo Grande y, mientras José Acebo era juzgado y ejecutado, Rego libró el combate de "Hanabanilla" donde sufrió graves heridas en un brazo.

El Juicio.

El fiscal, coronel de la guardia civil Luis García Celada, se extendió citando los supuestos desmanes que había cometido innecesariamente y, según él por el nivel de crueldad, citó como ejemplo los incendios de "Cogujas" y poblado de "Tocino", así como las casas del ingeniero de "Dos Amigos", solicitando la pena de muerte. Y dicen que éste fue el único momento en el que se vio palidecer al reo. Luego de que la sentencia fuera corroborada, Acebo volvió a la celda para pasar en soledad sus últimas horas antes de ser fusilado.

En aquel momento tenía 28 años, y de conformidad con lo dispuesto en el bando que había dictado el general Martínez Campos, no tuvo la opción de recurrir. Entró en capilla a las tres de la madrugada y cuando faltaban quince minutos para las siete del 26 de diciembre, cayó bajo las balas del pelotón de fusilamiento en la Falda de la Loma del antiguo acueducto de la ciudad de Cienfuegos. Al día siguiente los periódicos españoles se hicieron eco de la noticia; algunos como La Vanguardia se limitaron a publicar una breve reseña: 

«En el Consejo de ministros celebrado hoy bajo la presidencia de la Reina Regente, el señor Cánovas ha leído el siguiente telegrama: "Habana: El comandante militar de Cienfuegos me comunica que hoy a las tres de la tarde, ha sido puesto en capilla el cabecilla insurrecto José Acebo Quintana, para ser ejecutado á primera hora de mañana. Hoy, pues, debe haber sido fusilado en Cienfuegos el cabecilla Acebo"».
Otros, como El Correo Militar que publica el escritor Manuel Monfort en su libro, "Historia de la Guerra de Cuba", se extendieron en detalles:

«Ayer a las siete menos quince minutos de la mañana ha sido fusilado el cabecilla asturiano Acebo. Ha muerto con gran serenidad y demostrando que estaba verdaderamente arrepentido de haberse alzado en armas contra la integridad de la patria. El periódico Las Villas publicara una carta de Acebo en la cual este se retracta de sus ideas separatistas. 

Durante el acto de fusilamiento no ha ocurrido incidente alguno. El consejo había apreciado todas las agravantes que concurrieron en la despiadada conducta que observó el reo como jefe de una partida insurgente y la actividad que puso en juego para incendiar cuantas haciendas halló a su paso».

José Aniceto Acebo y Quintana, declarado capitán post mortem, fue ejecutado en el último periodo del citado general Arsenio Martínez Campos. Como dijimos al principio, al conocer esta historia nos llamó mucho la atención que el pacificador, como le llamaban a Martínez Campos, no era propicio a fusilar a nadie. 

De hecho decenas de lideres mambises escaparon de la muerte bajo su capitanía general, de la que fue capaz - incluso - de dimitir cuando supo las intenciones de concentración de civiles que se venían desde Madrid, y que si fueron implementadas por su sustituto el general Valeriano Weyler. Como diría un guajiro en Cuba, "contrimás" a un paisano suyo.

"La historia recoge que en lo que duró su mandato solo fueron fusilados cinco cabecillas insurrectos, y en todos los casos los motivos apuntaron hacia el ensañamiento o los incendios injustificados, lo que parece dar la razón a quienes defienden que el asturiano se excedió en su fervor revolucionario", dice la fuente de este trabajo. 

Luego el regimiento Castilla" salió de Cienfuegos en dirección a Santa Clara donde estuvieron hasta el 4 de enero. Diez días más tarde tuvieron su primer enfrentamiento contra los mambises del general Antonio Maceo en Cayo de Rosa, en "Hoyo Colorado", más tarde rebautizado como Bauta, en la actual provincia de Artemisa. 

Ejemplo del vandalismo en el cementerio de Colón.
en la Habana. Foto: Periodismo de barrio.

En la partida de defunción que se conserva en la iglesia parroquial de La Purísima Concepción de Cienfuegos, se apuntó que el fusilamiento fue a las 6,30 horas por sentencia de Tribunal de Guerra, que José Acebo Quintana se dedicaba al comercio, estaba casado, tenía 28 años de edad y era natural de Campo de Caso (Asturias). Hoy en Cuba se le considera un héroe.

De hecho fue sepultado en la necrópolis habanera de Colón con tales honores, pero a saber que habrá sido de sus restos, ya que por todos es conocido que múltiples tumbas de españoles, en especial de asturianos, que perdieron el vínculo con Cuba, han sido saqueadas y redistribuidas, De hecho, su nicho del panteón de los naturales de Cangas de Onís, ya venía siendo dilapidado poco a poco según lo denunció la fuente de este trabajo.

Fuente: Condensado de un articulo de 
La Nueva España.
(Tercera parte y final aquí)