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DIARIO DE JOSE MARTÍ: Las hojas desaparecidas


Este cinco de mayo se cumplen 129 años de que fueron escritas aquellas desaparecidas páginas del diario de José Martí, "De Cabo Haitiano a Dos Ríos", donde se supone que el apóstol de la revolución reflejó lo sucedido en la reunión que sostuvo con los generales Antonio Maceo y Máximo Gómez, y donde al parecer afloraron sentimientos distintos.

Lo que pasó realmente en la finca "La Mejorana" en Santiago de Cuba lo imaginamos, aunque probablemente no lo sepamos nunca con exactitud. Sin embargo, cada vez nos convencemos más que fue Máximo Gómez quien arrancó aquellas páginas y las hizo desaparecer. Si no, ¿qué sentido tendría para esa familia que lo guardó con celo, entregar un diario con hojas faltantes sin dar siquiera una explicación?.

Y como nadie ha podido encontrar la respuesta, las conjeturas y elucubraciones han sido muchas y muy variopintas. Más, cuando el coronel Ramón Garriga, ayudante de campo de José Martí, aseguró al "Diario de la Marina" que se lo había entregado a Máximo Gómez íntegro. Se conoce que en la Mejorana volvieron a aflorar los viejos conflictos civilistas y militares. La eterna discordia entre los caudillos Maceo, Gómez e Ignacio Agramonte, que hicieron fracasar el levantamiento de 1868.

Esta vez era Martí quien se oponía a este totalitarismo diciendo: "No se gobierna un país como si fuera un ejército". Lo deja claro en su carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado del 18 de mayo...

“…La revolución desea plena libertad en el ejército, sin las trabas que antes le opuso una Cámara sin sanción real, o la suspicacia de una juventud celosa de su republicanismo, o los celos, y temores de excesiva prominencia futura, de un caudillo puntilloso o previsor; pero quiere la revolución a la vez sucinta y respetable representación republicana -la misma alma de humanidad y decoro, llena de anhelo de la dignidad individual, en la representación de la república, que la que empuja y mantiene en la guerra a los revolucionarios”. 

¿A quien le importaría más que aquellas interioridades no se supieran?. Es obvio que Máximo Gómez. En una entrevista con el Diario de la Marina, edición del domingo 22 de febrero de 1948, (imagen de arriba) el coronel Ramón Garriga le confiesa al periodista Roberto López Goldarás, que para él estaba claro que aquellas páginas arrancadas estaban relacionadas con el diferendo de la Mejorana.

"Yo vi cuando las escribió, yo guardaba el diario en mi alforja y cada vez que Martí me lo pedía, yo se lo entregaba. Yo se lo entregué a Gómez integro, sin faltarle una sola hoja. Espero que algún día aparezcan, quizás Gómez ordenó guardarlas".

LA MEJORANA

En otro artículo publicado en la revista Española de temática militar titulada "Coronelia", se narra como la localidad de Bocucy había sido el lugar donde Antonio Maceo había citado a Gómez y a Martí para el encuentro. Que debido a que éstos tomaron el camino de Zamora, les hizo imposible llegar hasta allí. Entonces acordaron verse en su campamento ubicado cerca en un ingenio en ruinas "La Mejorana", en la casa del señor Germán Álvarez.

La revista asegura que Maceo decidió no esperarlos y salir a su encuentro en el camino a La Yaya, a 14 kilómetros de distancia, marchando juntos al mencionado ingenio situado a 10 kilómetros en las proximidades del Dos Caminos de San Luis. Allí, en La Mejorana, los tres principales jefes de la Revolución celebraron por fin su polémico encuentro. Al respecto, José Martí apunta en su diario:

“… Vamos con toda la fuerza. De pronto, unos jinetes. Maceo, con un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas. Salió a buscarnos, porque tiene a su gente de marcha; el ingenio cercano, a Mejorana, va Maspon a que adelanten almuerzo para cien.

El ingenio nos ve como de fiesta: a criados y trabajadores se les ve el gozo y la admiración: el amo, anciano colorado y de patillas, de jipijapa 61 y pie pequeño, trae vermouth, tabacos, ron malvasía. “Maten tres, cinco, diez, catorce gallinas”. De seno abierto y chanchetas viene una mujer a ofrecernos aguardiente verde, de yerbas, otra trae ron puro. Va y viene el gentío.

De ayudante de Maceo lleva y trae, ágil y verdoso, Castro Palomino. Maceo y G. (Gómez) 62 hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno: una junta de generales con mando, por sus representantes, y una Secretaría General: la patria, pues, y todos los oficios de ella, que crea y anima el ejército, como Secretaría de Ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: “¿pero usted se queda conmigo o se va con Gómez?.

Y me habla, cortándome las palabra, como si yo fuese fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido “lo quiero - me dice – menos de lo que lo quería” por su reducción a Flor (Crombet) en el encargo de la expedición, y gasto de sus dineros.

Insisto en deponerme ante los representantes que se reúna a elegir gobierno. No quiere que cada jefe de operaciones mande el suyo, nacido de su fuerza: él mandará los cuatro de Oriente: “dentro de quince días estarán con usted y serán gentes que no me las puedan enredar allá el doctor Martí”.

En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese el asunto: me hiere, y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo: el Ejército, libre, y el país, como país y con toda su dignidad representado.

Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta, en la prisa de Maceo por partir. Que se va a hacer la noche sobre Cuba, y ha de andar seis horas. Allí cerca están sus fuerzas: pero no nos lleva a verlas: las fuerzas reunidas de Oriente: Rabí, de Jiguaní, Busto, de Cuba (Santiago de Cuba), las de José (Maceo) que trajimos.

A caballo, adiós rápido. “Por ahí se van ustedes”, y seguimos, con la escolta mohína; ya entrada la tarde, sin los asistentes, que quedaron con José (Maceo), sin rumbo cierto, a un galpón del camino, donde no desensillamos. Van por los asistentes: seguimos, a otro rancho fangoso, fuera de los campamentos, abierto al ataque. Por carne manda G. (Gómez) al campo de José (Maceo): la traen los asistentes. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos”.

-- ¿Cómo fue en realidad la entrevista de La Mejorana?, le preguntó Goldarás a Garriga en el Diario de la Marina.

-- Garriga: Se desarrolló en la casa de la colonia de caña de La Mejorana, la casa de don Germán Álvarez. Solo participaron de ella Martí, Gómez y Maceo. Ellos estaban en el aposento, en la sala. La casa era amplia y con cuatro habitaciones. Un hermoso patio al fondo, donde había un framboyán.

A la sombra del mismo tuvo lugar la comida después de un grupo de oficiales de los Estados Mayores. Al frente de la casa, bellos tamarindos. En la parte del fondo hizo guardia durante la entrevista César Salas, joven espirituano que desembarcó en Playitas con Gómez y Martí. Y al frente de la casa hizo guardia el ayudante de Martí.

-- Goldarás: ¿Pero no es cierto que hubo una pugna entre Martí y Maceo, no dice Martí algo de eso en su Diario de Campaña?

-- Garriga: Bueno, eso, lo que dice Martí, todo es verdad. Pero yo como Libertador no puedo hablar de eso. Pero Martí, insistimos, habla de una indiscreta y forzada conversación a mesa abierta. Después se reunieron a almorzar bajo el frondoso framboyán. Pero eran solo unas 18 personas.

Algunos altos oficiales de los Estados Mayores y don Germán Álvarez, el administrador de la colonia La Mejorana. Recuerdo que allí estaban, junto a las tres grandes figuras de nuestra historia, los generales José Maceo, Paquito Borrero, Ángel Guerra, Jesús Rabí, Alfonso Goulet, que murió en Peralejo y el coronel Palacio, ayudante de José Maceo.

-- Goldarás: Luego - precisa más - la forma en que estaban sentados los jefes principales: Maximino Gómez, al centro, a su derecha José Martí, José Maceo, a la izquierda de Antonio Maceo, Paquito Borrero y al lado Rabí.

-- Garriga: La verdad es que Antonio Maceo quería que Martí embarcara por las minas de Juraguá, al sur de Santiago de Cuba, lugar donde actuaba de médico el doctor Joaquín Castillo Duany, (Aquí hace un paréntesis para señalarnos que era imposible, como algunos han querido hacer ver, que Castillo Duany asistiera a la reunión de La Mejorana, cuando al celebrarse la misma, no se había sumado a la revolución). Pero Martí dijo que él se embarcaría, pero que antes deseaba entrevistarse con el general Masó y con el Marqués de Santa Lucía.

-- Goldarás: Y cuando volvemos para obtener detalles concretos sobre las frases cruzadas entre Martí y Maceo, Garriga nos expresa:

-- Garriga: Bueno, no es como algunos han dicho. Aquellos eran generales, que se respetaban. Hubo - si - discrepancias de criterio. Y ello, sin duda, se debía a una cuestión de celos de Maceo con Flor. Parece –continuó informándonos Garriga – que James G. Blaine, secretario de Estado de los Estados Unidos, le ofreció a Martí el reconocimiento de la beligerancia a favor del Ejército Libertador y del Gobierno de la República en armas tan pronto como la revolución existiera en toda la isla. Ese era el objetivo de la dichosa invasión".

A partir de aquella reunión, la relación de Gómez y Martí se fueron enfriando cada vez más. El propio Martí, muy dolido por este cambio de actitud de Gómez y con amargura y preocupación, escribió en su diario el nueve de mayo:

“Me sorprende, aquí como en todas partes, el cariño que se nos muestra, y la unidad del alma, a que no se permitirá condensación, y a la que se desconocerá, y de la que se prescindirá, con daño, o por lo menos el daño que demora, de la revolución, en su primer año de ímpetu. El espíritu que sembré, es el que ha cundido, y el de la isla, y con él, y guía conforme a él amos brevemente, y con mejor victoria, y para paz mejor.


Preveo que, por cierto tiempo al menos, se divorciará del encanto y gusto, y poder de vencer de ese consorcio natural, se le robará el beneficio de esa conjunción entre la actividad de estas fuerzas revolucionarias y el espíritu que las anima. Un detalle: presidente me han llamado, desde mi entrada en el campo, las fuerzas todas, a pesar de mi pública repulsa, y a cada campo que llego, el respeto renace, y cierto suave entusiasmo del general cariño, y muestras del goce de la gente en mi presencia y sencillez.

Y al acercarse hoy uno: presidente y sonreír yo (Gómez dijo): “No me le digan a Martí presidente: díganle general: él viene aquí como general: no me le digan presidente”. “¿Y quién sostiene el impulso de la gente, general?”, le dice Miró: “eso les nace del corazón a todos”. “Bueno: pero él no es presidente todavía: es el delegado”. Callaba yo, y anoté el embarazo y desagrado en todos, y en algunos como el agravio”

Tal como anotó Martí, Maceo y Gómez querían que dimitiera como Delegado del Partido Revolucionario Cubano, y que se formara un gobierno militar que no se supeditara a ninguno civil, quedando el propio Maceo al frente de los cuatro ejércitos de Oriente mientras que Gómez de General Jefe de todo el Ejército Libertador.

Agrega Martí:

"Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: "¿pero usted se queda conmigo o se va con Gómez? " Y me habla cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo y su representante. Y en tono herido: "le quiero - me dice— menos de lo que lo quería, por su reducción a Flor en el encargo de la expedición y gastos de sus dineros. Dentro de 15 días estarán con usted— y serán gentes que no me las pueda enredar el sabio Martí".

En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto: me hiere y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marear, de defensor ciudadanésco de las trabas hostiles al movimiento militar". "Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierta, en la prisa de Mace o por partir". "Por carne manda Gómez al campo de José: la traen los asistentes. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos".

Lo que anotó al día siguiente en ese diario se desconoce, porque forma parte de las páginas arrancadas y desaparecidas. Por otro lado Máximo Gómez, refiriéndose a Maceo, escribió en el suyo el mismo día de la entrevista lo siguiente:

"Como a eso de las cuatro nos condujo a las afueras del campamento, en dónde pernoctamos solos y desamparados, apenas escoltados por 20 hombres bisoños.Al marchar rumbo a Bayamo, confusos y abismados con la conducta del General Antonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y a fuerza nos fue entrar.

El General se disculpó como pudo, pero nosotros no hicimos caso de esas disculpas como lo habíamos hecho con el desaire y nuestra amarga decepción de la víspera, y quedó curada con el entusiasmo y el respeto con que fuimos recibidos y vitoreados (sic) por aquellas tropas".

ARTÍCULO DE GUIRAL MORENO


El escritor, poeta y presidente de la academia de ciencias médicas, físicas y naturales de la Habana, el doctor Mario Guiral Moreno, publicó un artículo el dos de julio de 1948 en en la sección "Puntos de Vista" del periódico "El Siglo" titulado: "El Sello de la Mejorana", en el cual cuestiona el correcto uso de este antagónico suceso para celebrar el 50 aniversario del comienzo de la Guerra de 1895.

Sin embargo, más allá de la temática filatélica, que en este caso es lo de menos, sus palabras corroboran tajantemente que alguien misterioso, y muy mal intencionado, no quiso que los demás conociéramos los detalles. Aquí un fragmento, donde además le lanza un capote a los protagonistas que ni el que usaba el cordobés Manolete en sus corridas de toros:

"Para conmemorar el cincuentenario del comienzo de la Guerra de 1895, el Ministerio de Comunicaciones ha puesto a la venta recientemente — con tres años de retraso — un sello postal de ocho centavos, destinado al correo aéreo, en el cual se representa la junta de La Mejorana efectuada por los tres Grandes de la guerra emancipadora— Martí, Gómez y Maceo— el cinco de mayo de 1895, lo cual ha sido estimado por algunos como un lamentable desacierto del expresado Ministerio, por motivos que no requieren ninguna explicación para aquellos que conocen la forma en que se produjo la memorable y trascendental entrevista.

La historia de los pueblos está integrada por el conjunto de los hechos acaecidos en determinado lapso, expuestos con absoluta verdad, y entre esos hechos figuran siempre, inevitablemente, no sólo los de carácter glorioso y recuerdo grato, sino también los que pueden considerarse como dolorosos y lamentables y que no son dignos de conmemoración y enaltecimiento. Hasta en lo divino, las cuentas del rosario que rezan los católicos tienen sus misterios gloriosos, gozosos y dolorosos; y, con mayo razón, en lo humano es preciso admitir también la existencia de hechos y episodios que pertenecen, según su índole, a esas distintas categorías. 

El encuentro efectuado en el demolido ingenio "La Mejorana", de la provincia de Oriente, dos semanas antes dela acción de Dos Ríos, donde perdió la vida el Apóstol, es un acontecimiento que permanece envuelto todavía en el misterio y alrededor del cual se han proyectado densas sombras, a través de "unas frases estampadas por Martí y Máximo Gómez en sus respectivos diarios, sin que aquéllas hayan podido ser totalmente desvanecidas, por haber sido arrancadas de la libreta de campaña del primero las páginas correspondientes al 6 de mayo de 1895, día siguiente al de la citada entrevista, en las que se supone que aquél hizo comentarios y consideraciones en derredor de la reunión efectuada la víspera de ese día. De lo ocurrido allí no se tienen otras noticias que las aportadas por las tres únicas personas que participaron en ella. 

La junta de La Mejorana fue, pues, un triste episodio de la Guerra de 1895 que no debió ser escogido, a nuestro juicio, para su rememoración en un sello de correo, donde aparecen sentados Martí y Gómez en derredor de una mesa, en actitud pasiva, y frente a ellos de pie el general Maceo en una postura arrogante, defendiendo — como es de presumir— sus opiniones en pugna con las de aquéllos, en cuanto a la oportunidad de organizar el Gobierno civil de la Revolución y al momento en que debía realizarse la proyectada Invasión a los Provincias occidentales.

Esto es lo que se preguntan muchos historiadores, para quienes resulta inexplicablela elección del tema escogido para la estampación del sello, a no ser que el actual Gobierno, esencialmente disociador y divisionista, haya querido exaltar en la forma expresada, un acto en el que las opiniones estuvieron profundamente divididas y en el que nuestros tres grandes próceres derrostraron estar en total desacuerdo, produciéndose actitudes antagónicas que, en vez de ser recordadas y enaltecidas, debieran relegarse al olvido, a no ser en el aspecto exclusivo de la investigación histórica, que siempre es conveniente, para conocer la verdad de los hechos y fijar la posición que corresponde a cada uno de nuestros insignes libertadores, cuyo patriotismo los cubre de gloria, a todos por igual, cualesquiera que hayan sido en determinados momentos sus actitudes personales y sus disculpables errores".

En fin...

Nos quedamos con lo que dijo el historiador cubano Rolando Rodríguez en su libro, “Dos Ríos: A caballo y con el sol en la frente”, de 2014. "Martí: genial y fino seductor, Maceo enérgico y talentoso y Gómez áspero y sagaz. Eran tres hombres hechos para mandar y no para ser mandados".

Maldita Hemeroteca

Fuente: Fragmentos del artículo del Diario de la Marina
con fecha 22 de febrero de 1948 realizada por el Dr Roberto López Goldarás. / Revista "La Coronelía, Guardias del Rey", 2006. José Ramón Álvarez Velazco.
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