Entre los próceres cubanos hubieron muchísimos disgustos que incluso derivaron en duelos, pero dos de ellos, entre dos destacadas figuras de la guerra de independencia, quedaron pospuestos por diferentes motivos. En uno se acordó aplazarlo para cuando Cuba fuera libre, y en el otro, y por fortuna, no se celebró ya que las partes consiguieron ponerse de acuerdo civilizadamente.
En primer lugar nos referimos al diferendo entre el lugarteniente Antonio Maceo y el general Flor Crombet, motivado por que el segundo le demostró al primero que no hacía falta tanta plata como pretendía para navegar hasta Cuba, lo cual molestó muchísimo al Titán de Bronce. Encima, y como si no bastara, las ordenes de utilizar esa embarcación mucho más barata la había dado José Martí, "uno de los mejores amigos de Maceo".
En el otro fue más bien un intercambio de conceptos ocurrido entre el propio Martí y el entonces comandante Enrique Collazo y Tejada. Apoyado por José María, Francisco Aguirre y Manuel Rodríguez, Collazo Tejada acusó al apóstol de rehuir la manigua y de vivir a costa del dinero de los tabaqueros emigrados en EEUU.
Esta acusación se produjo a raíz de que a José Martí no le gustara para nada lo que Ramón Roa describió, referente a la durísima vida que vivían los mambises en la manigua, como lo narró sin tapujos en su libro "A pie descalzo. De Trinidad a Cuba" y que el maestro criticó en un discurso en Ybor City, Tampa, el 26 de noviembre de 1891.
Además, que lo acusó de cosas muy bajas como vivir de un salario de los españoles antes de ser mambí, lo cual estuvo muy feo por parte del apóstol. Eso motivó que círculos allegados al comandante se pusieran en su contra. Al final fue Martí quien terminó por alabar a Roa en "Poetas de la guerra", reconociendo de paso su error cometido.
En aquella misiva, Collazo "fue directo al corazón".
"Entiendo que el libro le parezca mal, el que (...) no cumplió con los deberes de cubano cuando Cuba clamaba por el esfuerzo de todos sus hijos; el que prefirió continuar primero sus estudios en Madrid y casarse luego en México.
Ejercer en La Habana su profesión de abogado, solicitar más tarde, como representante del Partido Liberal, un asiento en el Congreso de los Diputados. (...) el que prefirió servir a la Madre Patria, o alejar su persona del peligro, en vez de empuñar un rifle para vengar ofensas personales aquí recibidas, ése, usted, señor Martí, no es posible que comprenda el espíritu de A pie y descalzo. Aún le dura el miedo de antaño”.
Ejercer en La Habana su profesión de abogado, solicitar más tarde, como representante del Partido Liberal, un asiento en el Congreso de los Diputados. (...) el que prefirió servir a la Madre Patria, o alejar su persona del peligro, en vez de empuñar un rifle para vengar ofensas personales aquí recibidas, ése, usted, señor Martí, no es posible que comprenda el espíritu de A pie y descalzo. Aún le dura el miedo de antaño”.
FUERTE FUERTE. Marti, en cambio, no dio espacio a la respuesta con esta contestación:
“Creo, Sr. Collazo, que he dado a mi tierra, desde que conocí la dulzura de su amor, cuanto hombre puede dar. Creo que he puesto a sus pies muchas veces fortuna y amor. Creo que no me falta el valor necesario para morir en su defensa y tendría “vivo placer en recibir de Vd. una visita inmediata, en el plazo y país que le parezcan convenientes.”
Por fortuna todo quedó ahí, en un cruce de palabras y luego, en 1894, Martí felicitó a Collazo por su libro "Desde Yara hasta el Zanjón" e incluso, en enero de 1895, se vieron en New York y hasta firmaron juntos la orden del alzamiento.
Maldita Hemeroteca

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