Prensa Latina, la agencia informativa latinoamericana creada por el argentino Ernesto Guevara en 1959, y que tiene su "cuarte general" en La Habana, calificó hace poco la invasión de Estados Unidos a Cuba en 1898 como un hecho infame, sabiendo que fue solicitada por los propios rebeldes incluso, y que acabó con el estatus colonial de la isla después de cuatro siglos de dominación española.
Aseguró además, que EEUU se apoderó "sin escrúpulos de Cuba y de sus diez millones de cubanos", quizás para ellos los 270 muertos y los 1,400 heridos que sufrieron los americanos en esa guerra no signifiquen nada y claro, lo que no podía faltar, el hincapié en el bloqueo naval que llevó a cabo la marina americana el 21 de abril que, como paso previo al ataque, impedía la entrada de refuerzos españoles. Afirman que fue un bloqueo de alimentos y de comercio, vamos que "la cantaleta" ya venía de atrás.
Dicen ignorar los motivos de la pobre defensa que planteó España en Santiago de Cuba. Se limitan a decir que hubo "alguna razón" dejando abiertas dos lecturas, una sería insinuar que España tenía alguna opción de triunfo demeritando la acción del oponente, y por otro que fue un incensario exceso de poder por parte de los marines yankees. Como quiera "van servidos".
Tenga en cuenta que solo trescientos soldados españoles hicieron frente a una brutal acometida de diez mil marines al mando de Teddy Roosevelt. "La razón" que tuvo el teniente general Arsenio Linares Pombo para no defender Santiago como debía, fue la misma que tuvo el coronel Pedro Tortoló en la isla de Granada ochenta y cinco años después, ni más ni menos. Cuando vio que el ataque norteamericano era evidente y desproporcionado, solicitó su reemplazo a Madrid alegando un padecimiento de paludismo.
Es más, el capitán general Ramón Blanco Erenas, el sustituto de Weyler, tuvo que persuadirle para que se quedara en el servicio nombrándolo jefe de Estado Mayor del Cuerpo Sur de Ejército Oriental, a lo que Pombo siguió oponiéndose e insistiendo, además, en su regreso a España. Blanco Erenas nada menos, que lo habían tenido que sustituir en Filipinas por inútil.
Encima una vez en Cuba, se encargó de desbaratar toda la estructura militar que había creado Weyler, dejando 8.364 soldados en la división Holguín, con lo cual Linares solo contaba en Santiago de Cuba con 28.218 hombres de los 36 582 que habían en toda la provincia, y de los 250 mil, más 82 mil voluntarios, que sumaba el ejercito en toda isla. (Datos del anuario militar de 1898.)
Y así todo pudo darse el lujo de que al menos el destacamento de Manzanillo, al mando del general Joaquín Escario Molina, pudiera llegar a tiempo y unírsele. Probablemente lo mismo que pensó Tortoló en Granada cuando venían lo marines lo habrá pensado Linares en Santiago de Cuba, "que vengan Marcelo Azcárraga o Cánovas del Castillo y que peleen ellos si quieren".
Por otro lado, en julio del 1901 los fiscales del consejo supremo de guerra y marina desestimaron la concesión a Linares Pombo de la cruz laureada, debido precisamente a ese débil comportamiento que tuvo en Santiago, en cambio propusieron que se le fuera concedida la sencilla de San Fernando. Hoy, no son pocos los que piensan que en Madrid había un propósito no escrito de capitular.
Aún así, Linares resultó herido en un brazo en esa colina delegando la rendición en el general José Toral y Velázquez, quien solicitó al general norteamericano Rufus Shafter una "capitulación" en vez de una "rendición" para amortizar en algo el batacazo. Fue tal el acoso y derribo que sufrió a su regreso, que acabó loco en un manicomio en Carabanchel donde finalmente murió en 1904.
Pero retornando al artículo en cuestión, manipulaciones como estas fueron las mismas que empleó un Fidel Castro cuando en fase casi convulsiva, "condenó a cadena perpetua" a Don Tomás Estrada Palma por haber disuelto el Partido Revolucionario Cubano el 21 de diciembre de ese mismo año. Ya no hacía falta, ya habían ganado, pero no con los mambises.
Leyendo tonterías de este tipo, es que uno no puede evitar preguntarse, ¿qué fue lo que quiso decir entonces el generalísimo Máximo Gómez?, cuando aquel 20 de mayo de 1902 vio izar la bandera cubana en el Morro y le dijo a los allí presentes: ¡Al fin hemos llegado!.
¿A donde había llegado, a la infamia acaso?.
Eso sí, la ignominia, el rapto de la nación, y todas esas chorradas patrioteras, bien que han sabido rentabilizarlas dentro de un paquete turístico en un complejo monumental ubicado en la cima de esa colina santiaguera, donde los turistas, cargados de dólares, pueden hacerse fotos hasta debajo de la mismísima ceiba donde aquel 16 de julio de 1898, se firmó la "infamia" que nos hizo libres.