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Balneario de Santa Águeda en Mondragón, Guipúzcoa, País Vasco. Lugar del magnicidio de Cánovas// |
Si ya dijimos estar convencidos de que fueron los cubanos los que hundieron en acorazado Maine en la bahía de la Habana, aquí vamos con otra misteriosa hipótesis en la cual simpatizantes de la libertad de Cuba, pudieron haber jugado un papel clave en la perdida de la Cuba Española y no luchando en la manigua precisamente.
En el verano de 1897, sucedió un hecho en el balneario guipuzcoano de Santa Águeda que cambio la suerte no solo de España, si no la de Cuba y radicalmente. La situación beligerante que se había producido en la isla dos años antes organizada por José Martí, dio un giro de 180 grados. El presidente Antonio Cánovas y del Castillo, de 69 años, que era cliente de ese lugar debido a los achaques de glucosuria que padecía, fue asesinado por un terrorista italiano.
Muerto Cánovas, la reina nombró al ministro de la Guerra, el general Marcelo Azcárraga como presidente interino y luego Práxedes Mateo Sagasta elegido, pasó lo que pasó en Cuba.
NOTA: Siete días después del asesinato, el anarquista italiano fue sentenciado a muerte por un consejo de guerra y, el 20 de agosto a las once de la mañana, murió agarrotado en la prisión de Vergara a manos del diestro verdugo Gregorio Mayoral Sendino, llevándose a la tumba la prueba de todo lo que se ha especulado.
Vamos por partes...
Allí en San Sebastián, Cánovas se reunió con la reina regente María Cristina y luego se fue el día ocho junto con su atractiva y bella esposa, Doña Joaquina de Osma, para descansar en el balneario. Allí aguardaba ya un sujeto bastante raro, un italiano de falso nombre “Emilio Rinaldini” que se hacía pasar por corresponsal del periódico "Il Popolo". (El Pueblo).
Fue un crimen atroz, donde a varios de los prisioneros llegaron incluso a mutilarle los genitales con cuerdas de guitarra. Y aunque fueron cuatrocientos los detenidos, responsables o no, por la colocación de una bomba que dejó doce personas muertas y cuarenta heridas, al final solo el anarquista y pedagogo Francesc Ferrer Guardia fue pasado por las armas. Pero el resto fue salvajemente torturado, entre ellos el sobrino de Donato Mármol que llamaban "Chico".
Aquella mañana del 8 de agosto Cánovas se sentó en uno de los bancos de la galería a leer el periódico, cuando el tal Rinaldini se acercó, sacó del bolsillo de la chaqueta un viejo revólver e hizo fuego tres veces. La primera bala le entró al presidente a través del periódico por el pecho, y al ponerse de pie, recibió dos disparos más en la cabeza.
Cuando Rinaldi, o Michele Angiolillo, que era su verdadero nombre, fue detenido sin presentar resistencia, dijo: "He venido a vengar a mis hermanos de Montjuic". Se refería a los violentos anarquistas fusilados por protagonizar una espiral violenta en esa ciudad catalana, y que algunos a los que no le pudieron probar nada fueron salvajemente torturados en los calabozos del Castillo de Montjuich, en esa ciudad.
Pero regresando al tema que nos ocupa...
Teniendo en cuenta lo que significaba la muerte de Cánovas para los destinos de Cuba, no han faltado los que se hayan preguntado si acaso no hubo otro motivo, quizás un encargo convoyado con esta supuesta venganza, y de paso matar dos pájaros de un tiro. Pues que le parece usted que de viaje a España, el anarquista se reunió en París nada menos que con el independentista portorriqueño Ramón Emeterio Betances, delegado de la Junta Cubana en París.
A modo de información extremadamente resumida, tampoco es que vamos a entrar a profundizar en su vida ahora que es muy amplia, el padre de Emeterio Betances, del mismo nombre, lo envió a estudiar a Francia en 1840 mientras él se encargaba de blanquearle la piel al resto de la familia, ya que estaban "muy quemado por el sol". Eso se hacía por lo general, con vistas a obtener mayores facilidades económicas.
Allí en la ciudad luz el joven Betances estudio medicina y luego de regresar a Puerto Rico contagiado ya con el virus de las ideas republicanas francesas, quiso hacer el mismo en 1868 que Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, con dos semanas de diferencia, lo único que a su grito de Lares, como fue conocido, no se le unió ni el tato. En Puerto Rico hay más independentistas ahora con los "cuatro gatos" que les votan, que en el siglo XIX.
Tuvo que huir al exilio, no sin antes tramitar el traslado a la manigua Cubana de varios de sus seguidores, además de convertirse en un recaudador y reclutador desde Europa para el partido revolucionario cubano, en esos momentos al frente de Tomás Estrada Palma, y un importante suministrador de quinina, lo único que existía en esos momentos para combatir las enfermedades tropicales, en especial la malaria.
Dicho esto...
Como se conoce, Cánovas era el autor intelectual de las medidas desplegadas en la isla por el nuevo capitan general Valeriano Weyler, la mortal concentración incluida, sin embargo el presidente no había sido en principio el objetivo de un anarquista sanguinario como aquel, que en su ceguera política tenía como intención acabar con la familia real, dígase la reina regente María Cristina y su hijo Alfonso XIII.
De manera que es muy probable que haya sido Betances, precisamente, quien le convenciera de que acabar con la vida del presidente Cánovas sería mucho más efectivo por las consecuencias directas que tendría para la revolución Cubana, además de la venganza que le motivaba el crimen de Montjuic. Dicho y hecho, no hizo falta mucho esfuerzo para convencerle.
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Betances |
Muerto Cánovas, la reina nombró al ministro de la Guerra, el general Marcelo Azcárraga como presidente interino y luego Práxedes Mateo Sagasta elegido, pasó lo que pasó en Cuba.
Weyler, que tenía la isla aislada y dividida en trochas, varios de los principales lideres rebeldes muertos, entre ellos Antonio Maceo, y al resto de los mambises con Calixto García y Máximo Gómez al frente "pidiendo agua por señas" en las provincias orientales, fue sustituido sorpresivamente por el general Ramón Blanco Erenas, nada mas y nada menos.
Al final Cuba, la principal posesión de ultramar del Reino de España, se fue al carajo. No vamos a decir que pruebas, pero quiere fuertes indicios de que Ramón Emeterio Batances y los independentistas cubanos estuvieron relacionados con la muerte del presidente Cánovas, le invito a a leer la segunda parte aquí: (II)
Dicen que mientras el aro del garrote le apretaba el cuello, Angiolillo gritó. “¡Germinal!”, el título de una novela de Emilio Zola considerada como la inspiración bélica del movimiento anarquista internacional. Pero pensándolo bien, a pesar de la premura y la gravedad de lo acontecido, este anarquista pudo respirar seis días más de los que Fidel Castro les permitía a los que fusilaba sumariamente en 1959.
Por Jorge García
Segunda parte aquí.