Enconfrado para sacar los restos del buque hundido. // 

Últimamente los bulos están de moda, y la globalización por la internet ha sido la principal culpable, sin embargo por otro lado ese mismo intercambio solidario de información ha enriquecido nuestro nivel de información, aun con el riesgo que ello conlleva. 

En este caso lo asumimos, desde el momento en que creemos perfectamente que quienes hundieron el acorazado USS Maine en la bahía de la Habana fueron los propios Cubanos. El acorazado Maine era de segunda clase y había sido botado en 1890, y a pesar de eso era superior a cualquiera de los anticuados buques que España tenía destacados en el Caribe. 

Explotó 15 de febrero de 1898 en el puerto de La Habana. Hicieron ayer 127 años. El 16 de febrero todas las banderas de Cuba estaban ondeando a media asta, en señal de duelo, y al día siguiente tuvo lugar un funeral multitudinario para los marinos fallecidos –presidido por el propio Obispo de La Habana- en el cementerio de Colón.

El Capitán General de Cuba, Ramón Blanco y Erenas lo lamentó muchísimo tras hacer un balance de los daños provocados, en cambio el presidente de Estados Unidos, William McKinley, planteó posibles acciones que al final se tomaron, a raíz de que España tenía en Madrid a un Sagasta que como presidente poco le importó los destinos de Cuba.

Durante más de un siglo la catástrofe del Maine ha sido objeto de encendidos debates, especulaciones y controversias entre historiadores, diplomáticos e ingenieros. Este acorazado, que llegó a la Habana un 25 de enero de 1898 como una visita de rutina y habitual desde hacía años, fue el "costoso empujoncito" que hacía falta para que los norteamericanos acabaran de invadir la isla.

El buque quedó enterrado en el fango
a doce metros de profundidad.

Costoso, porque el balance de bajas fue brutal, de un total de 354 hombres de dotación, 266 murieron y una veintena resultaron heridos. El Maine sufrió una explosión tan violenta, que sacó del agua la mitad del buque, hasta que se hundió a una decena de metros de profundidad junto a la boya donde estaba anclado en la bahía.

Algunos testigos declararon haber oído dos explosiones, la primera de ellas "como un disparo", y una segunda tan violenta que provocó llamaradas, una lluvia de fragmentos metálicos y un humo espeso que se elevó sobre los restos del navío.

Los expertos norteamericanos enviados a Cuba, después de interrogar a los testigos y realizar sus propias pesquisas en el lugar de los hechos, elevaron un informe a la nación en el que concluían que "sólo la explosión de una mina o torpedo colocado debajo del buque", podía haber provocado tamaña destrucción". Por su parte los investigadores Españoles tampoco encontraron culpable, y se limitaron a sacudirse de encima cualquier genero de sospecha.

Este fue el comunicado Español: 

«Tengo el profundo sentimiento de comunicar a V.E. que ha explotado la caldera del dinamo del crucero de guerra norteamericano Maine, sumergiéndose inmediatamente. El accidente ha sido meramente casual.

Hay gran número de muertos y heridos. Apenas ocurrió la catástrofe dispuse acudieran a prestar auxilio todos los elementos disponibles, generales, jefes y oficiales de esta guarnición. He ofrecido al cónsul norteamericano míster Lee todo género de auxilios y recursos.»

Dentro de la guerra mediática Estados Unidos culpó a España y esta defendió su inocencia en todo momento. Ni al tipo más imbécil en Washington se le hubiera ocurrido pensar que España volaría un barco norteamericano con la que estaba cayendo, más que en Estados Unidos el acorazado les había devuelto la visita.  

Cmdte Adolf Marix
Sin embargo, hay un extraño punto en la investigación que parece haber quedado como en medio de la sombras.

Y no se trata de mera especulación, fue un testimonio firmado por uno de los oficiales y juez de la marina, el comandante Adolf Marix, miembro del tribunal militar con sede en el puerto de La Habana que declaró lo siguiente, y lo hemos enumerado para una mejor comprensión del lector.

1-) Fueron encontrados un individuo muerto a bordo de una pequeña embarcación, y en compañía de otro herido que fue hecho prisionero.

2-) Navegaban en las proximidades del Maine y del Alfonso XII y, como se trataba de individuos conocidos por sus antecedentes judiciales, me interesó el asunto por ver si ello tenía alguna relación con la explosión del Maine.

3-) Descubrí que estos dos hombres, acompañados por un tercero conocido como Pepe Taco, habían comprado en un bazar de la calle Mercaderes una especie de tubo del tipo que usan los buceadores, y que los tres hombres embarcaron en una canoa que previamente habían traído al muelle de Santa Catalina.

4-) Permanecieron allí por más de una hora mientras que el tal Pepe Taco, que tiene fama de ser uno de los mejores buceadores de la región, estuvo trabajando más o menos hasta la hora de la explosión del Maine.

5-) Con estos datos me dirigí a Regla y descubrí que la familia del muerto, que hasta entonces vivía en la miseria y ocupaba una barraca en la calle Rodríguez Batista, se había instalado en un buen apartamento de la calle Gelabert.

6-) Allí me enteré además, de que habían aceptado hacer saltar al Maine por la suma de seis mil dólares, de los que dos mil debían ser pagados por adelantado, y el resto después de la destrucción del barco. Pero, como no todo había ido bien, morir uno y quedar herido el otro mientras se batían en retirada, el tercero, el buceador Pepe Taco, había ido a buscar la plata.

7-) Todo el asunto había sido organizado y ultimado con unos grandes comerciantes de la calle Muralla, de los que tengo algunos nombres. En particular los de los francmasones García Corujedo, Villasuso, Maribona y otros que no recuerdo. En cuanto al individuo detenido, se le administró morfina en gran dosis para matarle y así impedirle que hablara».

Agregó además que toda esta información se la había proporcionado un tal Henry Drain, empleado del consulado de EEUU en la Habana, que la consiguió a través de un francmasón de nombre Carlos Carbonell que señaló como artificiero a un buzo de nombre José Barquín, al que llamaban "Pepe Taco", y que era residente de la calle Rodriguez en la vecina localidad de Regla.   
 
Capitán del USS Maine, Charles Sigsbee.

¿Qué razón tendría un funcionario norteamericano para que sus sospechas alejaran a España de la supuesta culpabilidad, si como se ha dicho era un plan de Washington para invadir la isla? ¿Acaso el comandante Marix era ajeno a esta sangrienta trama?, también pudo ser. De hecho nadie dio por importante sus informes. 

Ya daba igual. Washington tenía el pretexto necesario, y aunque otros especialistas insistieron incluso en la probabilidad de un accidente, la teoría de la mina o torpedo terminó por imponerse como versión oficial y sin importar mucho los autores. Otro punto sospechoso aquí fue que la gran mayoría de la oficialidad del buque, - por no decir casi todos - se salvaron.

El capitán del Maine, Charles Sigsbee, se hallaba la noche del 15 de febrero de 1898 en los camarotes de popa del navío, donde dormía la oficialidad, lo bastante lejos del centro de la explosión como para salir ileso. Sigsbee negó siempre cualquier responsabilidad, aunque en su declaración ante el tribunal de la Armada reconoció que había descuidado las medidas de seguridad.

¿Mas pruebas?

El Correo Militar dio cuenta el once de febrero que una pequeña embarcación tipo yate, rotulado "Bucanero", propiedad de un periódico de William Randolph Hearst, autor de la mayor y más feroz campaña de "fake news" en contra de España, "Yo hago las noticias" solía decir, había fondeado muy cerca del Maine sin contar con los permisos requeridos de capitanía del puerto.

Incluso se negó a ser registrado, pero por recomendaciones del cónsul de EEUU en la Habana, el confederado Fitzhugh Lee, esa embarcación se le debía dar la misma consideración que el buque de guerra norteamericano. No obstante se le impuso una multa de mil quinientos pesos, y se le ordenó abandonar las aguas españolas. Puede que no llevara la bomba que hundió al Maine, pero su presencia allí obedecía algún motivo que, como mínimo, era muy sospechoso.

Solo agregar que si le resultara sospechosa la veracidad de esta información, sepa que aparece en el "Reporte del Presidente No 55 al Senado", donde incluso está señalado el tal José Barquín como posible autor del hundimiento del buque. Por otro lado, el informe de Adolf Marix fue publicado en el Documento No 207 del 55avo mensaje del Presidente Mackinley al Senado, apéndice "F" titulado: Informe de la Destrucción del USS Maine, 1898.

Al final, el citado informe llegó al Congreso de Estados Unidos el 29 de marzo, y se convirtió directamente en la declaración de guerra a España el 25 de abril. Al grito de "¡Recordad el Maine y al infierno con España!", Estados Unidos liquidó en tres meses y medio 400 años de historia Española en Cuba.

Doce años después de terminada la guerra, el gobierno estadounidense decidió construir un encofrado y sacar del fondo de la bahía los restos del acorazado. Tras ser minuciosamente examinados a cielo abierto, el resultado del informe fue tan vago que no aportó nada para determinar las causas reales del hundimiento. 

A un precio de trescientos mil dólares, el 6 de diciembre de 1910 las grúas de la compañía Lacawanna Steel comenzaron a trabajar en el pecio para reflotarlo, precio que se disparó hasta los 785.774 dólares al finalizar las obras el 26 de enero de 1912.

Terminados los trabajos, el Maine fue remolcado, dinamitado y hundido en alta mar. De esa manera jamás se podría volver a investigar, ya que los restos fueron a parar a mil cien metros de profundidad y con el barco todas las teorías, circunstanciales o no, incluyendo la Cubana.

Maldita Hemeroteca.

Fuente: Prioli, Carmine: “The second sinking of the Maine”. American Heritage. Diciembre de 1990.
Dr Ángel Luis Cervera Fantoni. / www.almirantecervera.com