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Antigua residencia del industrial Cristóbal Ingelmo. // |
Una de las mansiones más bella es esta de la familia Calvo, llegados a Cuba en el siglo XVIII. Pedro José Calvo de la Puerta y Peñalver, segundo marqués de la casa Calvo, que fue el primero de esta familia que nació en Cuba.
Con la independencia de Cuba y al abandonar la isla, Manuel Calvo era propietario de la Compañía Trasatlántica Española, cuyos tres principales barcos eran el Alfonso XII, el Antonio López, el Manuel Calvo, y el P. de Satrustegui, pero decidió irse a residir al País Vasco con 84 años. Al marchar a Portugalete, en Vizcaya, dejó en sus funciones a su sobrino Manuel Otaduy.
Manuel Calvo fue Secretario del Banco Hispano Colonial, y al inaugurarse en 1901 el magnífico frontón Jai Alai de La Habana, auspiciado por el torero Luis Mazantini, fue elegido su presidente. En 1902 era vice presidente además del Casino Español, y también ocupó, entre otros cargos, la presidencia de la influyente Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia de la que luego seguiría hasta su muerte, en 1939.
Al morir, una parte de su testamento lo heredó este sobrino suyo, quien edificó este palacete en la cima de la Loma del Mazo, la mayor elevación del área urbanizada de la Habana en ese momento con 76 metros sobre el nivel del mar, que fue su residencia durante algunos años.
Con loa años fue vendida a quien llegó a ser el más prestigioso fabricante de zapatos de Cuba, Cristóbal Ingelmo García, y fue su residencia hasta 1959 que marcharon del país al ser nacionalizados y convertido su negocio en la empresa de productos musicales “Fernando Ortiz”.
Los hermanos Ingelmo, Cristóbal y sus otros tres hermanos, salieron del pueblo salmantino (Salamanca) de "Berrocal de Salvatierra" para instalarse en Cuba, donde se convirtieron en un emporio zapatero que llegó a ser el mayor y el de más prestigio de la isla. Tenía sus talleres en la calle "Patria" primero, y luego en Mariano No. 460, entre las calles "La Rosa" y "Lombillo", en el Cerro.
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Talleres de la marca Amadeo en el Cerro, la Habana 1950 |
Ingelmo no solo llegó a convertirse en el más importante fabricante de toda Cuba, también una de las más prestigiosas firmas del mundo. Con el triunfo de la revolución en 1959 emigraron a Estados Unidos, dejando detrás conquistas, sueños y también esta tremenda casona que a saber quien se apoderó de ella. Alejandro Ingelmo - su bisnieto - siguió con la tradición en los Estados Unidos, al punto de que algunos de sus modelos lograron captar la atención de la cantante Beyoncé y la tenista Serena Williams.
Por otro lado otra de las grandes zapateras cubanas fue Amadeo, del español Amadeo Villa, que tenía como famoso slogan de publicidad “El calzado cubano famoso en todo el mundo”. Amadeo tenía su establecimiento en el numero 553 de la calle "Belascoaín", entre "Jesús Peregrino" y "Pocito", hoy Centro Habana. En 1930 pasó a manos del industrial Pedro González Fernández, y fue refundada como "Compañía de Calzado América" hasta que en 1960 resultó expropiada por el régimen Castrista.
El tercero de los gigantes fue Bulnes, propiedad de los hermanos españoles Benigno, Segundo y José Herrero Bulnes, llegados desde Tielve de Cabrales, en Asturias, y junto a las otras dos, quizás de menor calado pero igual de productivas Vallés, Montané y Cordobán, pusieron el calzado cubano en top internacional. Como estaría la producción de la isla, que en el 1954 se elaboraron quince millones de pares y produciendo habían 185 fabricas.
Hoy son otras las que dominan el cotorro, los italianos Farragamo, Berlutti y Rossi, el norteamericano Tom Ford, las británicas Jimmy Choo y Clark, e incluso los demandados modelos del fabricante Palmero Manolo Blahnik Rodriguez, pero quien sabe a que nivel estuvieran las marcas Cubanas.
Maldita Hemeroteca