El 10 de abril de 1791 apareció en el Papel Periódico de La Habana un artículo titulado: “Carta crítica del hombre muger”, de un incipiente carácter nacionalista e insertado en la red discursiva y constitutiva de la sexualidad en la sociedad criolla. (La J no apareció en el alfabeto español hasta mediados del siglo XX).
Puede que haya sido el primero en esbozar nociones de nacionalidad, a través de un ordenamiento de las costumbres sociales y prácticas sexuales de la época. La autoría se le atribuye al presbítero José Agustín y Caballero, filósofo, teólogo y maestro de alumnos como José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero o Félix Varela.
Con los años hubo quien le achacó a José Martí cierto grado de homofobia, sobre todo a raíz de la publicación del artículo en New York titulado "Nuestra América", donde según se ha dicho injustamente hace referencia a los homosexuales como "detrito social". Nada más lejos de la verdad. De hecho Martí jamás hizo referencia a este tema en sus obras. Al menos que sepamos. ¡Y mira que Martí escribió de todo, y para todos!.
Pero lo de su supuesta homofobia viene dado porque en una de sus obras, “Crónicas y ensayos”, publicada en México en 1875 bajo el pseudónimo de Orestes, martí hizo ciertas comparaciones donde resalta "la poca feminidad" de la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda. Decía el maestro que si era poesía femenil debía mostrar ternura, sufrimiento y pureza; de manera que no podría ser la de Tula, como llamaban a Gertrudis, porque en ella, según Martí:
"No hay mujer en Gertrudis: todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica; no tuvieron las ternuras miradas para sus ojos, llenos siempre de extraño fulgor y de dominio: era algo así como una nube amenazante.
En Luisa Pérez es como una nube de nácar y azul en tarde serena y bonancible. Sus dolores son lágrimas; los de la Avellaneda son fierezas. Más: la Avellaneda no sintió el dolor humano: era más alta y más potente, su pesar era una roca, el de Luisa Pérez, una flor. Violeta casta, nelumbio quejumbroso, pasionaria triste".
No queremos afirmar que en este caso que Martí estuviera influenciado por sentimientos homófobos, pero salvando la época en la que los escribió, una condena a día de hoy no se la quitaba nadie de encima. No olvidar que su machismo - en parte - le llevó a ser infiel a su esposa Carmen Zayas Bazan, e incluso a engendrar una hija fuera de ese matrimonio estando en la casa de huéspedes de Carmen Miyares en New York.
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Las maestras gallegas Marcela y Elisa se casaron en 1901. |
En su caso los rubricaba como "El Amante del Periódico", alguien que, escandalizado con algunos hombres no muy masculinos, fue capaz de decir cosas como estas: (Español de la época)
"Poco se necesita para conocer á donde va á parar mi discurso, quando su título (...), está indicando que me contraigo á hablar del torpe y abominable vicio de la afeminación, antiguo Bolero, ó enfermedad que á contaminado á una porción considerable de hombres en nuestro País.
No parece sino que mal hallados con el favor que les ha dado la naturaleza, voluntariamente quieren desposeerse por sus caprichos estravagantes, del privilegio que gozan, haciéndose indignos del honroso título de Hombres (...).
La palabra “afeminación” es enunciada de un modo peyorativo y se utiliza para caracterizar y criticar a los varones que asumen roles y atributos propiamente femeninos; lo que se debe a como se ven dentro de la rigidez de esta sociedad los patrones de género enmarcados -simplemente- en lo masculino y en lo femenino.
Las maestras gallegas Marcela y Elisa se casaron en 1901 con un disfraz de hombre, y una vez descubiertas tuvieron que huir debido a la gran represión a que fueron sometidas.
Por otra parte manifiesta que tales individuos "desperdician el supuesto favor y privilegio que les ha dado la naturaleza al haber nacido hombres". Esto nos permite sobrentender otras actitudes que el articulista asume, aunque no las expresa abiertamente, como por ejemplo que nacer mujer es una fatalidad porque no representa ningún valor y remata:
“Dios nos libre quando el hombre dá en afeminarse, que vestido de la condición femenina, es peor que la misma muger, al paso de monstruo que espanta(...)
EL CASO DE LA "INGENUA" DE JUANA LEÓN
(...) me solicitó compromiso de matrimonio una criatura vestida de hombre, qe. se nomina Henrique Faber y se titula profesor de 74 E.I.A.L. cirugía y dice ser natural de los Cantones de Suiza (...) el matrimonio á qe. me reduje atenida á las circunstancias de horfandad y desamparo en qe. me veía, sin qe. me fuese posible sospechar (...)
Así fue qe. verificado nuestro enlace usó de mi persona de un modo ese monstruo artificial qe. entonces no pude comprender: pero con todas las ocultaciones con qe. se manejaba en los primeros días qe. estuvo á mi lado, me hicieron sospechar por más qe. se exforsaba no pudo desvanecer mis inquietudes(...) hasta qe. una vez en qe. creyendome dormida se desnudó, pude descubrirle los pechos de una muger(...) los cuales concerbados ocultos bajo de un ceñidor ó faja.
Este descubrimiento qe. no esperaba, le obligó á hacerme una confesión de su incapacidad pa. el estado conyugal: del instrumento de qe. se havia valido para consumar su perversa maquinación; y aunque disfrazando siempre la verdadera causa de su impotencia se humilló hasta el extremo de proponerme las ideas más indignas de toda persona que conserva algun tanto de moralidad(...)
Me ofreció desapareserse á fin de qe. nadie supiese de su paradero, ni el público llegase á trascenderla (...) Este desempeño me pone ya en la necesidad de solicitar la declaratoria de nulidad de mi matrimonio, y el castigo que merecen sus excesos para que sirva de escarmiento y en lo susecibo no sacrifique á otra infeliz como á mi haciendo escarnio de las mas sagradas insituciones de nuestra augusta religión, y del orden social(...).
LA VERDADERA ENRIQUETA
El nombre de la mujer travestida llevada a juicio era Enriqueta Fabert, de 32 años de edad, viuda de Juan Bautista Renau, un oficial francés que resultó muerto en una batalla en la guerra contra Alemania. Según ella, la muerte de su esposo la llevó a vestirse de hombre e irse a estudiar a París donde se graduó de médico cirujana.
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Foto de la época. |
Lo que ella expresó tiene sentido y es completamente veraz: de haberlo hecho sin cambiar su identidad nunca hubiera podido ejercer la profesión, ya que muchas de estas profesiones les estaban vedadas a las mujeres.
En Cuba las mujeres no tuvieron acceso a la universidad hasta 1887, gracias al decreto del 5 de junio de ese año. Hasta entonces, algunas mujeres se disfrazaron de varones para conseguir su objetivo. Durante el proceso a que es sometida Enriqueta Fabert, se dispone el embargo de sus bienes y se le reduce a prisión. Las conclusiones del fiscal son muy elocuentes:
"Si tratara el ministerío de prolongar su alegato [el de la Fabert] á la celebridad de la causa, nunca concluiría pr. qe. ni nuestros códigos y autores criminalistas, se ve tratada la materia, seguramente pr. qe. no fue posible, qe. la naturaleza produgese una criatura como la Fabé, y asi es lo bastante la actuación, pa. aplicarle la pena de doce años de obras públicas y destierro qe. señala el art. 688, cap. 5; part. 2ª. del código penal”.
Sin embargo, después de haber leído estas aberrantes líneas, se llega fácilmente a la conclusión de que los homosexuales no tenían cabida en aquella sociedad, sin embargo como se explica entonces que le hicieran competencia a las prostitutas de la Habana. Observe como el 9 de septiembre de 1888, en el periódico "La Cebolla", órgano oficial de las prostitutas habaneras, se pública un artículo titulado “Los maricones”, en el cual se afirma:
"Cualquier extranjero que se pasee por las calles de San Miguel y adyacentes, en La Habana, quedará sorprendido al ver unos tipos inverosímiles: de la cintura para arriba son mujeres; pero de la cintura para abajo son hombres; pero de los pies a la cabeza no son hombres ni mujeres (...) Los maricones de San Miguel y otras calles, y casas de prostitutas, ¿deben ser tolerados por las autoridad?.
Sabido es que no pocas meretrices compartían techo e incluso la cama con muchos de estos "sodomistas o pederastas", términos jurídicos que se usaban en aquella época para referirse a ellos, incluso se les llamó de esa forma hasta bien entrada la mitad del siglo XX.
Las prostitutas los usaban como "criados sin paga", a cambio de que limpiaran, fregaran y hasta lavaran la ropa. Un negocio redondo. Desgraciadamente tenemos que admitir que la homosexualidad, tanto masculina como femenina, sigue produciendo rechazo en nuestra sociedad.
Esta temática se trata con eufemismos o simplemente no se trata, y cuando se aborda, la mayoría de las veces se hace sobre la base de los prejuicios y exclusiones. Se puede afirmar, sin ninguna duda, que la sociedad Cubana de hoy continúa manifestando rechazo, segregación e incluso burlas, como practicas de un inexplicable sexismo. Y ojo, no solo dentro de la isla, lo cual es mucho más triste.
Fuente: "Sexualidad disidente en el siglo XIX", de Abel Sierra Madero / Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba / Benjamín de Céspedes: "La prostitución y Racismo en Ciudad de La Habana".