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RELATOS LÉSBICOS DEL SIGLO XIX


El 10 de abril de 1791 apareció en el "Papel Periódico de La Habana" un artículo titulado: “Carta crítica del hombre a muger”, un artículo que tenía un fuerte carácter nacionalista dentro de la sexualidad en la sociedad criolla de aquella época..

Incluso, puede que haya sido el primero en esbozar nociones de nacionalidad a través de un ordenamiento de las costumbres sociales y prácticas sexuales de entonces. El autor del mismo fue el presbítero José Agustín y Caballero, filósofo, teólogo y maestro de alumnos como José Antonio Saco, José de la Luz y Caballero o Félix Varela. 

De Félix Varela, al que José Martí llamó "patriota entero", siendo incluso un americanista por convicción, fue su inspiración para la formación de una cubanidad que hasta entonces no existía entre los criollos. En cambio, referente a estos temas de sexualidad, la posición de Varela hay que verla en la época en que le tocó vivir. Tenga en cuenta que el filósofo nació en 1788.

Es posible que basado en esta inspiración - que nada tenía que ver con el tema si no con la nacionalidad y la libertad -  le achacaron al apóstol cierta homofobia, sobre todo a raíz de la publicación en New York de un artículo titulado "Nuestra América", donde injustamente se afirma que Martí referencia a los homosexuales como un "detrito social". Nada más lejos de la verdad. De hecho, Martí jamás hizo referencia a este tema en ninguna de sus obras. Al menos que sepamos, y mire que Martí escribió de todo y para todos. 

Lo de su supuesta homofobia de Martí viene dado porque en una de sus obras, “Crónicas y ensayos”, publicada en México en 1875 bajo el pseudónimo de Orestes, hizo ciertas comparaciones donde resaltaba "la poca feminidad" de la poetiza Gertrudis Gómez de Avellaneda, en relación con la de la también poetiza Luisa Pérez.

Decía el maestro que la poesía femenil debía mostrar ternura, sufrimiento y pureza; de manera que no podría ser la de Tula, como llamaban a Gertrudis, porque en ella, decía Martí: 

"No hay mujer en Gertrudis: todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica; no tuvieron las ternuras miradas para sus ojos, llenos siempre de extraño fulgor y de dominio: era algo así como una nube amenazante. 

En Luisa Pérez es como una nube de nácar y azul en tarde serena y bonancible. Sus dolores son lágrimas; los de la Avellaneda son fierezas. Más: la Avellaneda no sintió el dolor humano: era más alta y más potente, su pesar era una roca, el de Luisa Pérez, una flor. Violeta casta, nelumbio quejumbroso, pasionaria triste".

Aunque son apuntes literarios, y salvando la época en que los escribió, una condena a día de hoy no se la quitaba nadie de encima. 

 
Las maestras gallegas Marcela y Elisa
se casaron en 1901.
El presbítero José Agustín Caballero se sentía mas cómodo firmando estos artículos homófobos, utilizando un seudónimo. 

En este caso los rubricaba como "El Amante del Periódico", alguien que, escandalizado con algunos hombres no muy masculinos que digamos, fue capaz de decir cosas como estas: (Español de la época)

"Poco se necesita para conocer á donde va á parar mi discurso, quando su título (...), está indicando que me contraigo á hablar del torpe y abominable vicio de la afeminación, antiguo Bolero, ó enfermedad que á contaminado á una porción considerable de hombres en nuestro País. 

No parece sino que mal hallados con el favor que les ha dado la naturaleza, voluntariamente quieren desposeerse por sus caprichos estravagantes, del privilegio que gozan, haciéndose indignos del honroso título de Hombres (...).

La palabra “afeminación” es enunciada de un modo peyorativo, y se utiliza para caracterizar y criticar a los varones que asumen roles y atributos propiamente femeninos; tal y como se veían dentro de la rigidez de esta sociedad con patrones de género enmarcados - simplemente - en masculino y femenino. 
Las maestras gallegas Marcela y Elisa se casaron en 1901 con un disfraz de hombre, y una vez descubiertas tuvieron que huir debido a la gran represión a que fueron sometidas.
Por otra parte, el autor manifiesta que tales individuos "desperdician el supuesto favor y privilegio que les ha dado la naturaleza al haber nacido hombres". Esto nos permite sobrentender otras actitudes que el articulista asume, aunque no las expresa abiertamente, como por ejemplo que nacer mujer es una fatalidad porque no representa ningún valor, y lo hace rematando de esta manera...  

“Dios nos libre quando el hombre dá en afeminarse, que vestido de la condición femenina, es peor que la misma muger, al paso de monstruo que espanta(...)

EL CASO DE LA "INGENUA" DE JUANA LEÓN 

En 1822, en la ciudad de Baracoa, ocurrió algo que produjo una gran conmoción social; en los juzgados se abre un expediente criminal en la Comisión de Asuntos Políticos contra una mujer por haber vestido ropas masculinas y haber contraído y, consumado matrimonio, con Juana de León. Aquí parte de lo que declaró, en un descargo fechado en 1819: (Lenguaje de la época)

(...) me solicitó compromiso de matrimonio una criatura vestida de hombre, qe. se nomina Henrique Faber y se titula profesor de 74 E.I.A.L. cirugía y dice ser natural de los Cantones de Suiza (...) el matrimonio á qe. me reduje atenida á las circunstancias de horfandad y desamparo en qe. me veía, sin qe. me fuese posible sospechar (...) 

Así fue qe. verificado nuestro enlace usó de mi persona de un modo ese monstruo artificial qe. entonces no pude comprender: pero con todas las ocultaciones con qe. se manejaba en los primeros días qe. estuvo á mi lado, me hicieron sospechar por más qe. se exforsaba no pudo desvanecer mis inquietudes(...) hasta qe. una vez en qe. creyéndome dormida se desnudó, pude descubrirle los pechos de una muger(...) los cuales concerbados ocultos bajo de un ceñidor ó faja. 

Este descubrimiento qe. no esperaba, le obligó á hacerme una confesión de su incapacidad pa. el estado conyugal: del instrumento de qe. se havia valido para consumar su perversa maquinación; y aunque disfrazando siempre la verdadera causa de su impotencia se humilló hasta el extremo de proponerme las ideas más indignas de toda persona que conserva algun tanto de moralidad(...) 

Me ofreció desapareserse á fin de qe. nadie supiese de su paradero, ni el público llegase á trascenderla (...) Este desempeño me pone ya en la necesidad de solicitar la declaratoria de nulidad de mi matrimonio, y el castigo que merecen sus excesos para que sirva de escarmiento y en lo susecibo no sacrifique á otra infeliz como á mi haciendo escarnio de las mas sagradas insituciones de nuestra augusta religión, y del orden social(...).

Evidentemente que de tonta la Juana tenía muy poco, y obviamente su acusación esta enfocada en ver como sacaba tajada de todo, más sabiendo ella que en estos casos de homosexualismo, además de la cárcel, se embargaban todos los bienes a favor de la "afectada". No por gusto hizo énfasis en los calificativos de "monstruo y perverso". Llama la atención el tiempo que le llevó a Juana "enterarse" de que no era un hombre, haciendo vida a su lado.

LA TRAVESTIDA.
 
El nombre de la mujer travestida llevada a juicio era Enriqueta Fabert, de 32 años de edad y viuda de Juan Bautista Renau, un oficial francés que resultó muerto en una batalla en la guerra contra Alemania. Según ella, la muerte de su esposo la llevó a vestirse de hombre e irse a estudiar a París, donde se graduó finalmente de cirujana. 

Foto de la época.
Lo que ella expresó tiene sentido y era completamente veraz: de haberlo hecho sin cambiar su identidad nunca hubiera podido ejercer la profesión, ya que muchas de estas ocupaciones estaban vedadas a las mujeres. 

En Cuba las mujeres no tuvieron acceso a la universidad hasta 1887, gracias al decreto del cinco de junio de ese año. Hasta entonces, algunas mujeres se disfrazaron de varones para conseguir su objetivo. Durante el proceso a que fue sometida Enriqueta Fabert, se dispuso el embargo de sus bienes y se le redujo a prisión. Las conclusiones del fiscal fueron muy elocuentes: 

"Si tratara el ministerío de prolongar su alegato [el de la Fabert] á la celebridad de la causa, nunca concluiría pr. qe. ni nuestros códigos y autores criminalistas, se ve tratada la materia, seguramente pr. qe. no fue posible, qe. la naturaleza produgese una criatura como la Fabé, y asi es lo bastante la actuación, pa. aplicarle la pena de doce años de obras públicas y destierro qe. señala el art. 688, cap. 5; part. 2ª. del código penal”.

Sin embargo, después de haber leído estas aberrantes líneas, se llega fácilmente a la conclusión de que los homosexuales no tenían cabida en aquella sociedad, sin embargo pese a todo, no se explica entonces la gran competencia que le hicieron a las prostitutas de la Habana. Observe como el nueve de septiembre de 1888, en el periódico "La Cebolla", órgano oficial de las prostitutas habaneras, se pública un artículo titulado “Los maricones”, en el que en uno de sus párrafos se afirma lo siguiente: 

"Cualquier extranjero que se pasee por las calles de San Miguel y adyacentes, en La Habana, quedará sorprendido al ver unos tipos inverosímiles: de la cintura para arriba son mujeres; pero de la cintura para abajo son hombres; pero de los pies a la cabeza no son hombres ni mujeres (...) Los maricones de San Miguel y otras calles, y casas de prostitutas, ¿deben ser tolerados por las autoridad?. 

Sabido es que no pocas meretrices compartían techo e incluso la cama con muchos de estos "sodomistas o pederastas", términos jurídicos que se usaban en la época para referirse a los homosexuales, incluso se les llamó de esa forma hasta bien entrada la mitad del siglo XX. Las prostitutas los usaban como "criados sin paga" a cambio de que limpiaran, fregaran y hasta lavaran la ropa. Un negocio redondo para ellas. 

Desgraciadamente la homosexualidad, tanto masculina como femenina, sigue produciendo un rechazo en nuestra sociedad. Esta temática se trata con eufemismos, o simplemente no se trata, y cuando se aborda, casi siempre se hace sobre la base de los prejuicios y exclusiones.

Se puede afirmar, sin ninguna duda, que la sociedad Cubana actual continúa manifestando rechazo, segregación e incluso burlas, practicas habituales de un inexplicable sexismo. Y ojo, no solo los cubanos dentro de la isla, lo cual resulta mucho más triste todavía.

Fuente: "Sexualidad disidente en el siglo XIX", de Abel Sierra Madero / Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba / Benjamín de Céspedes: "La prostitución y Racismo en  Ciudad de La Habana".

Nota: La letra J no apareció en el alfabeto español hasta mediados del siglo XX.