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"Caímos porque no supimos ser ni justos ni generosos". // |
Un año después de recibir su título, el neurocientífico español y premio Nobel en 1906, Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) estuvo en Cuba como médico militar. Precisamente en la Habana, fue expuesta una muestra de ese viaje en el Museo Casa Alejandro de Humboldt de la Habana Vieja, celebrando los 150 años de la estadía en la isla del considerado padre de la neurociencia, en momentos en que se libraba la guerra de independencia.
Dentro del sistema defensivo de España en Cuba, destacaban el de Arroyo Hondo, en Santiago de Cuba; el Fuerte de San José de Paradas; Fuerte de San Miguel de Paradas; Fuerte de la Loma de la Cruz; Fuerte de El Viso; Fuerte Escandel y Fuerte San Juan. A todas estas instalaciones defensivas se unía también la llamada Torre de las Palomas, un edificio de dos plantas ubicado en la antigua “Normal”.
Suya fue también esta reflexión:
"Cuba es nuestro sepulcro, pues España perdió por enfermedades causadas por el clima más de 200.000 hombres; y en la actual lleva perdidos más de 60.000 de paludismo. Si España tuviera sentido común, hace rato que Cuba fuera independiente o si no cada 10 o 12 años se renovarán la sediciones".
El Dr Santiago Ramón y Cajal falleció en Madrid en 1934 a los 82 años de edad, y Cuba supo reconocer su obra. En 1954, los histólogos de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana lo homenajearon con una placa en los Laboratorios de Histología del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, la hoy escuela de medicina "Victoria de Girón" en Marianao. En tanto que en España, en 1998, se inauguró un Centro de Rehabilitación Geriátrico.
Desde esta construcción se usaban palomas mensajeras, y más tarde el heliógrafo como vía de facilitar la comunicación del ejército español.
Y dentro de aquel panorama se desenvolvió uno de los más grandes médicos Españoles de todas las épocas, el doctor Ramón Santiago y Cajal, quien con los años se convirtiera en un científico especializado en histología y anatomía patológica, y que llegó a compartir el Premio Nobel de Medicina en 1906.
En 1874, un recién graduado Cajal había sido destinado en Cuba como capitán de Sanidad Militar, en ese momento gobernada por el Capitán General José Gutiérrez de la Concha Irigoyen (1809-1895) permaneciendo en la isla durante catorce meses.
Cumplió servicio en el peor destino posible, las enfermerías de campaña de Vista Hermosa y de San Isidro, en la trocha de Bagá, entonces Puerto Príncipe (Camagüey), una manigua repleta de mosquitos que ocasionaban la muerte en un santiamén a cualquiera, inoculando las "fiebres palúdicas". De hecho, él mismo enfermó de paludismo, con lo cual en 1875 regresa a España.
Eran tiempos de una Cuba repleta de trochas y "block house" (blokaus), torres de vigilancia que eran defendida por pequeños destacamentos y cada 1000 o 1500 metros se alzaba un fortín de madera, que tenían la expresa misión de aislar la zona oriental de Camagüey y de las Villas en adelante.
La mayor de todas en ese momento era la que defendía la isla dividida en tres tramos desde los poblados de Júcaro a Morón, en una de esas, la de Bagá, que contaba con tres hospitales de campaña y diez enfermerías en Vista Hermosa y San Isidro, se encontraba destacado el doctor Cajal.
De su propio puño escribe:
“Adversa se mostró mi suerte al regentar el nuevo destino. De las deficiencias higiénicas de San Isidro certificaban, de una parte, la guarnición, casi siempre enferma en sus dos tercios, y de otra, el hecho singular de haber sido escogido dicho paraje -vasta sabana cruzada por ciénagas- como lugar de corrección de oficiales borrachos y calaveras.
Uno o dos meses de destierro en San Isidro considerábase recurso heroico capaz de domar las más inveteradas rebeldías. Se decía, y no a humo de pajas, que, acabada la suave condena, los oficiales levantiscos gozaban la más dulce de las tranquilidades: los unos por haber muerto; los otros, por yacer impotentes en el lecho del dolor”.
Solo agregar que aunque su padre Justo Ramón le pidió encarecidamente no viajar a Cuba por lo peligroso de la empresa su deber con España primó, embarcándose en Cádiz en el vapor correo Guipúzcoa con destino al puerto de Nuevitas, en Camagüey.
Señaló que el sistema de trochas era un suicidio prácticamente, un error que favorecía a los rebeldes Cubanos debido a los constantes brotes de parásitos motivado por los residuos humanos mal eliminados, sin contar que administrativamente se pasaron casi seis meses sin pagarle su sueldo de 125 pesos oro, denunciando así la tremenda corruptela que existía en la isla.
"Cuba es nuestro sepulcro, pues España perdió por enfermedades causadas por el clima más de 200.000 hombres; y en la actual lleva perdidos más de 60.000 de paludismo. Si España tuviera sentido común, hace rato que Cuba fuera independiente o si no cada 10 o 12 años se renovarán la sediciones".
Natural de Aragón, Cajal estudió Medicina en Zaragoza y fue médico militar en la Guerra de Cuba. Luego se dedicó a la investigación.
Adelantado a su tiempo, Ramón y Cajal habló hace más de 100 años de la plasticidad neuronal y la capacidad de regeneración de las células nerviosas, ideas entonces cuestionadas, pero que hoy son la base de numerosas líneas terapéuticas y de investigación.
Maldita Hemeroteca