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QUIERO IR A CUBA!!. EL PRIMER SECUESTRO "MADE IN SPAIN".


Era el 7 de enero de 1970 y el Convair Metropolitan de Iberia volaba de Madrid a Zaragoza con cuarenta y tres pasajeros y cinco tripulantes a bordo. Había despegado a las 20.15 horas y solo faltaban unos diez minutos para tomar tierra en la capital aragonesa cuando Mariano Ventura, que ya había dado muestras de nerviosismo durante el viaje, se acercó por detrás a Mar. 

Envalentonado tras beberse cuatro whiskies, empuñando una pistola de juguete que acababa de comprar, un joven estudiante de informática de 18 años se convertía ese 7 de enero de 1970 en el primer pirata aéreo de España. Mariano llevaba también un cuchillo con el que amenazó a las azafatas y al comandante, al que exigió: “Quiero ir a Cuba, o haré una matanza”.

Además de la pistola con la que encañonaba a la azafata -en realidad, una réplica inofensiva, de plástico según algunas fuentes y de metal según otras-, el secuestrador esgrimía un cuchillo de cocina en la mano izquierda. En cuanto la aeronave tomó tierra en Zaragoza, se organizó a su alrededor un imponente dispositivo policial y militar.

Dos camiones del Ejército bloquearon el Convair, se apagaron todas las luces del aeropuerto y se dio orden a la tripulación de que agotase las baterías del avión. En el aparato había un gran silencio, un gran vacío. El muchacho se iba desmoronando poco a poco, pero aún pudo reaccionar: ¡Mataré a muchos!

«Nosotros le tranquilizábamos hablándole y le invitábamos a fumar, dijo el capitán de la nave. La pistola no la abandonaba nunca, pero, en cuanto tomaba el pitillo, se ponía el cuchillo en el cinturón -comentó el piloto-. Pudimos convencerle de que estaba cometiendo una insensatez, de que él era muy joven y debía recapacitar y desistir de su intento». 

El teniente general jefe de la Tercera Región Aérea transmitió un mensaje al secuestrador: «Si se entregan (pensaba que era un grupo) les pueden salir un par de años de cárcel. Pero, si ocurre el más mínimo accidente a los pasajeros o a la tripulación, al amanecer serán fusilados» le hicieron saber ignorantes aún de que el chico era un único pirata.

Finalmente, ya de madrugada, Mariano Ventura permitió que saliesen los pasajeros y la tripulación y se entregó a la Policía Armada y la Guardia Civil. El joven, derrumbado, quería pedir perdón a través del micrófono, pero no se lo permitieron. No fue el único detenido en la operación: al identificar a los pasajeros del avión, los agentes sospecharon de un «joven melenudo» que resultó ser un ladrón de joyas. 

El desdichado delincuente regresaba a su domicilio habitual, en una pensión de Zaragoza, tras pasar una temporada «en los mejores hoteles» de la Costa del Sol, de donde traía un pequeño alijo de sortijas, gemelos, alfileres de corbata y relojes.

Mariano Ventura Rodríguez fue condenado por un consejo de guerra a 6 años y 1 día de prisión, de los que cumplió tres. Tuvo que indemnizar a Iberia con 17.147 pesetas. Sin embargo, a la compañía el secuestro le costaría, en aumento de primas de seguro, 200 millones de pesetas.

Fuentes: El Mundo, El Correo, ABC.