Dentro de los setenta géneros y variaciones musicales que según los expertos en el tema fueron creados en Cuba, el zapateo es uno de ellos. Y contrario a lo que muchos piensan, aunque se trata de un baile cubano su verdadero origen es español, y data desde el 1550 cuando fue introducido en la isla por emigrantes Canarios y Andaluces.
Con los años este baile llegó a formar parte de nuestra identidad campesina y así lo ha sido desde entonces, aunque ya apenas se baile en los llamados "guateques". La historia de hoy viene a cuento, porque un zapateo fue protagonizado por el genioso dominicano Máximo Gómez Báez, generalísimo de nuestros ejércitos independentistas. Lo bailó durante su estancia en la capital Cubana y donde no todo fue jajajiji.
La historia recoge que estando Gómez en su cuartel general en las cercanías de Remedios, provincia de Las Villas, recibió una comunicación de la Asamblea de Representantes de la Revolución en la que era notificado de urgencia. Se le hacía saber la necesidad de su traslado a La Habana con el objeto de discutir importantes asuntos que mantenían inquieta a la opinión pública cubana.
Para convencerlo de lo conveniente que era adoptar una actitud consecuente con la Asamblea, se dirigieron a su encuentro en Las Villas el Comisionado Especial del Presidente de los Estados Unidos, Mr Robert Porters, y el gran patriota cubano Gonzalo de Quesada y Arostegui, albacea de José Martí y comisionado especial Cubano en los Estados Unidos.
La historia recoge que estando Gómez en su cuartel general en las cercanías de Remedios, provincia de Las Villas, recibió una comunicación de la Asamblea de Representantes de la Revolución en la que era notificado de urgencia. Se le hacía saber la necesidad de su traslado a La Habana con el objeto de discutir importantes asuntos que mantenían inquieta a la opinión pública cubana.
Para convencerlo de lo conveniente que era adoptar una actitud consecuente con la Asamblea, se dirigieron a su encuentro en Las Villas el Comisionado Especial del Presidente de los Estados Unidos, Mr Robert Porters, y el gran patriota cubano Gonzalo de Quesada y Arostegui, albacea de José Martí y comisionado especial Cubano en los Estados Unidos.
Pese a lo abrumado que se encontraba Gómez por esos días, la gestión se vio coronada con el éxito, pues el caudillo decidió partir inmediatamente para la capital. No es menos cierto que Máximo Gómez constituía una preocupación para el presidente norteamericano Mc Kinley y los jefes militares que intervinieron en la guerra contra España, pues era bien conocida la influencia del caudillo sobre el pueblo Cubano.
Ese fue el motivo por el que decidieron enviar a Gonzalo de Quesada pues sería bien recibido por el arisco guerrero, al que intentó convencer además de que las ideas pre concebidas que tenía de EEUU no eraban en lo cierto. De hecho días antes don Arostegui había declarado a la prensa su convencimiento de las buenas intenciones del vecino del norte para con la isla.
Además, intentó a atajar que con esas actitudes el préstamo de los tres millones de dólares para resarcir al ejercito libertador estaría en juego, una plata que al final fue aceptada. No obstante el nerviosismo entre los representantes de la asamblea del Cerro no cesaba, al punto de que - "por si las moscas" - el generalísimo fue destituido de su cargo en la sesión del día doce de marzo.
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| Calle 114 (General Lee) en tiempos de la ocupación norteamericana |
Pero este post de hoy no trata de esto. Lo cierto es que más allá de todo lo que sucedió, la capital acordó tributarle un entusiasta recibimiento tal como se y como se lo merecía el valiente general.
Por su significación histórica, fue escogido el día 24 de febrero para que el jefe del Ejército Libertador hiciese su entrada en La Habana, además se decidió que la víspera estuviera por unas horas en el barrio de Marianao al oeste de la capital y que Gómez conocía muy bien. A tal efecto, el ayuntamiento local organizó en su honor una serie de actos a fin de que le resultase lo más grata posible su estancia en el ya importante municipio.
Desde que tomó el ferrocarril en Remedios rumbo a La Habana, vía Marianao, el general Gómez no cesó de recibir fervorosas demostraciones de simpatía y gratitud. A todo lo largo del trayecto, en las estaciones y en las ciudades en que el tren se detenía por algunas horas, las damas besaban con orgullo las mejillas del anciano mientras que los niños le arrojaban flores, los hombres tremolaban al espacio sus sombreros, y todos se inclinaban reverentes ante su presencia.
Procedente de Güines, el tren que conducía al séquito llegó al Crucero de Ciénaga sobre las cuatro de la tarde del día 23 Febrero de 1899. De aquí, y en ferrocarril expreso, Gómez siguió rumbo a la Estación de Samá, en Marianao, donde el recibimiento tuvo caracteres apoteósicos. Una escolta de camagüeyanos y orientales llegada un día antes le rindió los honores militares de rigor. Por su parte, en el andén numerosas representaciones recibieron al General.
El Ayuntamiento, con el Alcalde al frente, le recibió con una comisión de representantes de la Revolución; generales del Ejército Libertador; familias distinguidas del pueblo como las de Escanden, Sánchez Romero, los Mesa y los Domínguez, así como una compacta muchedumbre que participó de la recepción. Los integrantes del Comité Patriótico se distinguían porque ostentaban en el ojal de la leva una cinta blanca y azul, adornada con el escudo de la patria.
En la Quinta Hidalgo, propiedad del matrimonio de los señores Emilia Borges Hernández y Julio Hidalgo López, antigua residencia del benefactor catalán Salvador Sama y Martí ubicada en la calle Vieja, esquina a Santa Lucia, que traducido hoy sería la avenida 57 esquina a la calle 134, actual barrio de los Pocitos, el generalísimo se alojó en una confortable habitación.
En esa Quinta recibió y saludó a las viudas de Carlos Manuel de Céspedes y de José Martí, mientras sostuvo entrevistas con las comisiones que fueron a ofrecerles sus respetos. En horas de la noche fue obsequiado con un banquete y baile en el Teatro, danzando el general una mazurca con la bellísima Lucía Echarte y un zapateo con la adorable vecinita de Guatao, Marina González.
Al día siguiente, a las once y cuarto de la mañana y satisfecho por las atenciones que le habían sido dispensadas, el Generalísimo partió rumbo La Habana. Al bajarse en El Cerro, fue saludado afectuosamente por el general norteamericano Ludlow, y de nuevo el público que le esperaba le dedicó una estruendosa ovación.
Inmediatamente, y conduciendo las riendas de un hermoso caballo, rodeado de su brillante Estado Mayor y al frente de centenares de hombres que con él habían compartido los azares de la guerra, el general avanzó por toda la Calzada rumbo al Parque Central, donde el pueblo habanero le hizo objeto de otra cálida bienvenida. Atrás había quedado el pueblo de Marianao, orgulloso de haber tenido la feliz oportunidad de poder expresarle a tan gallardo paladín de nuestras luchas, el testimonio de su profunda devoción.
Datos al Margen:
El Censo de Mariano de 1899, llevado a cabo por el Gobierno Interventor de Estados Unidos, arrojó un total de 8,593 habitantes distribuidos por barrios de la siguiente forma:
Coco Solo: 2,602
Lisa: 680
Playa: 574
Pocito: 1,560
Quemados: 3,177
Total: 8.593
Maldita Hemeroteca.
Inmediatamente, y conduciendo las riendas de un hermoso caballo, rodeado de su brillante Estado Mayor y al frente de centenares de hombres que con él habían compartido los azares de la guerra, el general avanzó por toda la Calzada rumbo al Parque Central, donde el pueblo habanero le hizo objeto de otra cálida bienvenida. Atrás había quedado el pueblo de Marianao, orgulloso de haber tenido la feliz oportunidad de poder expresarle a tan gallardo paladín de nuestras luchas, el testimonio de su profunda devoción.
Datos al Margen:
El Censo de Mariano de 1899, llevado a cabo por el Gobierno Interventor de Estados Unidos, arrojó un total de 8,593 habitantes distribuidos por barrios de la siguiente forma:
Coco Solo: 2,602
Lisa: 680
Playa: 574
Pocito: 1,560
Quemados: 3,177
Total: 8.593
Maldita Hemeroteca.
Tomado de "Historia de Marianao".
Fernando Inclán Lavastida. 1952


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